sábado, 15 de noviembre de 2014

PLS - Hanna - Capítulo 16: Los Bronceados con Lentes de Sol Están Tan de Moda

<<<Capítulo 15

Traducido por: Daniela
Corregido por: Brayan.

Despues de cambiarse a su uniforme de Rosewood Day y reunir sus libros para la escuela, Hanna condujo a la orilla de la vereda de la casa de Lucas. El Ford Explorer de su familia estaba de vuelta en la entrada de autos, con la puerta de atrás aún abierta. El SUV Mercedes que Hanna había visto la noche que los Rumsons se pasaron también estaba aquí—lo que significaba que Brooke también estaba aquí. Hanna se preguntó si Lucas la había invitado únicamente para romper con ella en persona. Igual, no era como si ella fuera a permitirle que se le adelante. Ella rompería con él primero.
           Bien, acabemos con esto, pensó, agradecida de que al menos se veía hermosa después del campamento. Suspirando tristemente, cerró la puerta del Prius y caminó por la entrada. Justo cuando iba a tocar el timbre, divisó un débil movimiento en la espesa hilera de arbustos que rodeaba la propiedad de los Beattie. Casi parecía que alguien se estuviera escondiendo allí, pero eso sería una locura. ¿Quién podría estar merodeando a las 8 AM en un clima de -9 grados? ¿Cuándo iba Hanna a dejar de pensar que alguien la estaba siguiendo?
Lucas abrió la puerta casi inmediatamente. Su piel estaba dorada, su cabello rubio casi blanco, y lucía como que había perdido unos cuantos kilos. – Hola, - dijo, haciéndola entrar y dándole un enorme abrazo. – Te extrañé tanto.
           Hanna retrocedió. – No parecía así cuando no estuviste. Supongo que estabas divirtiéndote demasiado como para enviarme un mensaje, ¿huh?
           Lucas hizo una mueca de dolor. – Lo siento mucho. Pensé que íbamos a tener Wi-Fi, pero el servidor estaba caído. Esa es una de las razones por las que volvimos antes, de hecho—el Sr. Rumson estaba volviéndose loco porque no podía revisar su BlackBerry. Brooke entró a Facebook por un momento, pero ninguno de nosotros pudo conectarse.
           - Sí, vi esa publicación. – Hanna no podía ocultar su irritación. – Tú y Brooke se veían muy felices juntos.
           Lucas miró su cara. – Tu no crees que estábamos… - Dejó de hablar y se pellizcó la piel entre sus ojos. – Oh, Hanna, lo siento. No es lo que parecía.
           - Ahá, - Hanna dijo desinteresada. Estaba segura de que sólo estaba inventando excusas ahora que Brooke tenía que volver a casa.
           - Es en serio. – Lucas guio a Hanna y la sentó en el sofá. – Después de ese primer día, Brooke y yo apenas nos vimos. Yo fui a unas caminatas geniales y aún increíble viaje en kayak, pero todo lo que ella quería hacer era broncearse. – Se acercó a ella, su voz en su oreja. – se untaba aceite de bebé en abundancia desde la mañana hasta la noche. Lo cual causó el otro motivo por el que tuvimos que volver.
           En eso, su mirada se dirigió al pasillo. Los dos padres Rumson emergieron de la cocina, llevando sus maletas tras ellos. Brooke apareció a continuación, usando un mini vestido ultra-corto más adecuado para climas tibios, y un par de tacones de rafia. Su cara estaba descascarándose, tenía una horrible marca de lentes de sol en sus ojos, y tenía alguna especie extraña de pomada blanca en ambos brazos. La piel bajo la pomada lucia como las partes ennegrecidas de la carne que el papá de Hanna hacía cada vez que intentaba usar la parrilla. Hanna no sabía si reír o cubrir sus ojos.
           - ¿Qué le sucedió? – Susurró.
           - Tiene quemadas de tercer grado por el sol, - Lucas respondió en voz baja. Eran tan malas que tuvimos que llevarla al hospital. Fue el lugar más tenebroso que he visto alguna vez, Hanna—habían cucarachas en la sala de espera, nadie tenía una cama apropiada, y te juro que ninguno de los doctores tenía licencias médicas de verdad. El tipo que trató a Brooke le dijo que si volvía a estar al sol por siquiera un minuto, su piel iba a caerse—literalmente. Su mamá la miró como un halcón después de eso. Brooke anduvo bajoneada día y noche, quejándose de que estaba muy aburrida. Yo quería matarla para cuando el viaje se acabó. Supongo que todos querían hacerlo.
           Hanna abrazó un cojín. – Entonces… ¿No tomaste sol desnudo? ¿No tomaste Jell-o shots?
           Lucas la miró como si estuviera loca. - ¿has tomado jell-o shots alguna vez? ¡Esas cosas son asquerosas! Como sea, no podíamos haber hecho gelatina si hubiéramos querido—el agua en Yucatán era inbebestible.
           Justo entonces, Brooke notó a Lucas y a Hanna sentados en el sofá y sonrió débilmente. – Oye, Lukey, - dijo en voz nasal, caminando hacia él con el andar tenso de una persona que estaba muy, muy quemada por el sol. – Supongo que nos vamos. Pero fue genial verte. Tenemos que hacer otras vacas juntos. ¿Quizás para el receso de primavera?
           Brooke abrió sus brazos para darle un abrazo a Lucas. Hanna se levantó y bloqueó su paso. – Lukey dice adiós, - dijo duramente. – Buena suerte recuperándote de tus quemaduras.
           Brooke miró a Hanna como si nunca la hubiera visto antes. Hanna mantuvo su terreno. No había modo de que iba a dejar que esa perra se vuelva a acercar a Lucas. Era una lección que había aprendido del modo difícil con Vince: Si querías a un chico, tenías que luchar con fuerza por él.
           Luego de un momento, Brooke se alejó, murmuró adiós, y merodeó de vuelta a sus padres. Todos sonaban cansados mientras se daban palmeadas entre sí en sus espaldas y decían que se volverían a ver pronto. Cuando los padres de Lucas cerraron la puerta, el Sr. Beattie se apoyó contra la manija y se llevó las manos a la cara. – Espero no volver a esa chica nunca más mientras viva.
           Hanna no podía estar más de acuerdo.
           El motor rugió en la acera, y pronto el SUV Mercedes dio la vuelta para salir del vecindario. Lucas se acercó a Hanna. – Lo siento mucho por que no hayamos podido hablar ni una vez mientras no estuve. Pero pensé en ti cada día. Y oye, ¡Ahora podemos pasar el rato durante todo el receso! Lo que sea que quieras hacer, lo haré—incluso ir a ese nuevo mall.
           - Te cobraré la palabra en eso, - Hanna dijo, amigándose con él un poco. – Pero no tenemos que ir a ese mall—apesta.
           Lucas comenzó a frotar los hombros de Hanna. - ¿Me perdí de algo mientras no estuve?
           Hanna pretendió sacar una hebra imaginaria de su falda cuadrillé de Rosewood Day, pensando en el campamento, Vince, y Dinah. ¿Estaba mal que hubiese coqueteado con Vince? No era como si hubiera pasado algo entre ellos. Y no tenía sentido contarle a Lucas por el campamento—no era como si fuera a seguir yendo. Antes de venir aquí, se había probado sus jeans más ajustados, y le quedaban bien. Le hizo preguntarse si realmente tenía tanto peso que perder en primer lugar.
           - Oh, no realmente, - finalmente respondió aireada. – Excepto que nunca, jamás deberías llevarme a ver El Cascanueces—Aún me dan pesadillas.
           Lucas se rio. – Entendido.
           La Sra. Beattie asomó su cabeza en el living y le sonrió a Hanna. – No tenemos cereal, así que voy a preparar tostadas francesas. ¿Quieren? Hay suficiente para todos.
           - Claro. – Lucas miró a Hanna. - ¿Quieres quedarte para desayunar?
           - Oh, estoy bien. – Hanna sonrió educadamente a la mamá de Lucas. – Bebí café—estoy bien.
           Lucas frunció el ceño y miró a Hanna de arriba abajo. – Deberías comer tostadas francesas. Estás muy…delgada.
Hanna puso sus manos en sus caderas. - ¿No es eso algo bueno?
           - No exactamente. – Lucas hizo un círculo con su pulgar y dedo índice alrededor de la muñeca de Hanna. – Como que me gustabas más como estabas antes. Por favor ¿come un par por mí?  
           La promesa del campamento apareció en la mente de Hanna, junto a todos los sacrificios que había hecho las últimas semanas. Pero luego pensó en una pila de tostadas francesas, rezumando con mantequilla y sirope. Había pasado tanto tiempo desde que había comido una comida de verdad.
           - Está bien, - Hanna accedió, levantándose y acercando a Lucas hacia ella. – Supongo que puedo comer una o dos.
           - Excelente, -dijo Lucas, llevándola a la cocina. Hanna lo siguió, inconscientemente tocándose el collar Cartier en su garganta. Una sensación de calma y bienestar se apoderó de ella como una sábana tibia. Todo en su vida se sentía absolutamente bien otra vez. Y lo mejor de todo, la única persona que sabía su secreto sobre el campamento, Dinah, y Vince era Kate—y ella no se atrevería a contarlo.



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