sábado, 15 de noviembre de 2014

PLS - Hanna - Capítulo 15: ¡Las Operadoras Están Esperando!

<<<Capítulo 14

Traducido por: Daniela
Corregido por: Brayan

De vuelta en casa, la cocina estaba silenciosa y desocupada. Se sentía el agua correr arriba en la ducha, y Hanna podía oír el sonido amortiguado de las noticias matinales en el cuarto de su padre. Por la ventana, las gemelas de seis años que vivían en la casa de al lado salieron a la entrada de autos como derviches, usando idénticos gorros de los duendes de Santa.
           Hanna se tomó un par de Advils y comenzó a preparar café. Por unos minutos, el único sonido en la habitación era el agua goteando en la garrafa. Miró con la mente en blanco a la página frontal de El Centinela de Filadelfia, deseando que su dolor de cabeza desaparezca. Ian Thomas Mantiene Inocencia, decía un titular. Dio vuelta la página rápidamente. Era lo último en lo que quería pensar ahora mismo. Ian tenía que ser culpable. ¿Quién más tenía motivos para matar a Ali?
           Hanna miró nuevamente el periódico y se dobló de dolor. En la esquina de abajo a la izquierda había un enorme anuncio sobre Body Tonic Gym y Spa. Allí, en blanco y negro, estaba la cara sonriente de Vince, diciéndole a los potenciales ejercitadores que desde ahora hasta el año nuevo, las matrículas serían de $50.
           No podía creer lo que había hecho Dinah—y no podía creer que Vince haya escogido a una rara antes que a Hanna. Si hubiera llegado a cantar villancicos en vez de Dinah, ¿Vince habría ido por ella en lugar de Dinah? ¿Por qué había actuado como si estuviera tan interesado en Hanna en primer lugar? ¿Había algo cierto en lo que dijo Dinah? ¿Estaba simplemente tratando de hacer que las dos compitieran por él?
           Después de todo por lo que había pasado con A, debería haber sabido que Dinah iba a acuchillarla por la espalda. Una imagen pasó por su mente. Vio el auto de Mona conduciendo hacia ella. Sintió el impacto, su cuerpo volando en el aire, el grito alojándose en su garganta. Persona tras persona seguían traicionándola.
           Hanna se masajeó la frente y trató de respirar lenta y calmadamente. ¿Había alguien en quien pudiera confiar aún? Miró su teléfono en la mesa, luego revisó su lista de contactos, preguntándose si debería llamar a Spencer. O quizás a Emily. O Aria. Recordó el intercambio de regalos que tuvieron en séptimo grado, justo antes del receso de vacaciones. Aria les había tejido sujetadores de lana a todas, y todas se los probaron por encima de sus ropas y bailaron en el living de Ali. Incluso Ali había estado de buen humor ese día, sin burlarse de cómo el sujetador de Hanna se estiraba de manera extraña sobre su pecho. El hermano de Ali, Jason, había entrado a la habitación en medio de su fiesta de bailes. Las vio en sus bizarros atuendos, y todas explotaron de la risa.
           Alguien tosió en el pasillo y Hanna miró justo cuando su padre entraba a la habitación en su bata y pantuflas. – Hola, - dijo en voz cansada, sacudiendo su cabello. - ¿Te importa si tomo un poco de ese café?
           - Por favor, - dijo Hanna.
           El Sr. Marin sirvió parte de la garrafa en el mug de Doberman que había usado desde que Hanna era una niña. Se sentó junto a ella, y dejó escapar un largo y cansado suspiro y se frotó los ojos.
           - ¿Todo bien? – Hanna preguntó.
           Su cabeza subió y bajó. – Solo estoy cansado. Estas actividades de Doce Días de Navidad están un poco locas este año. Isabel me tiene corriendo para todos lados.
           - Lo siento no haber participado en ellas, - Hanna dijo, sintiéndose un poco culpable.
           El Sr. Marin hizo un gesto con la mano. – Quizás fuiste suficientemente inteligente para perdértelas. – La miró encubiertamente. – Entre tú y yo, creo que me gustaba más cuando celebrábamos Hanukkah. Al menos eso solo duraba ocho días. Y era mucho más simple.
           Hanna se mordió el labio. – A mí también me gustaba más cuando lo celebrabamos.
           El Sr. Marin abrió su boca como si iba a decir algo más, pero luego pareció cambiar de opinión y solo se tomó un largo trago de su café. Hubo silencio entre ellos. El reloj con forma de bastón de dulce que Isabel había colgado en el rincón hacía su tic toc ruidosamente. Un motor se encendió afuera.
           Luego, el Sr. Marin palmeó el muslo de Hanna. – De hecho, eso me recuerda. Tengo algo para ti. – Se levantó, buscó su maletín junto a la puerta, y sacó una pequeña caja de terciopelo.
           Hanna la miró, reconociéndola inmediatamente. Levantó la tapa y encontró el mismo relicario Cartier que había descubierto el día en que su padre, Isabel, y Kate se habían mudado allí. Nunca pensó que lo volvería a sostener. - ¿Es…para ?
           - Por supuesto que es para ti. Era de tu abuela.
           - Lo sé, - Hanna murmuró, levantando el collar de la caja. Brillaba a la luz. – Es hermoso, - susurró. – Siempre lo quise.
           - Lo sé, - El Sr. Marin dijo, ocultando una sonrisa. – Tu abuela hubiera querido que tú lo tengas. Yo quiero que tú lo tengas también.
           Hanna se levantó y le dio un abrazo a su padre. – Gracias. – Quiso añadir por no regalarselo a Kate o a Isabel, pero tenía miedo de que arruinaría el momento. Repentinamente, todo se sintió un poco mejor otra vez. Quizás su papá no la había olvidado después de todo. Quizás el aún recordaba, de forma pequeña, que ella estaba aquí, que ella aún importaba.
           Se volteó para que su padre pueda abrochárselo en el cuello. El relicario colgaba perfectamente, y Hanna no pudo resistir pasar su dedo por su suave forma ovalada. El Sr. Marin terminó su café, luego sacó una botella de agua de su maletín, y tomó un gran trago. – Bueno, supongo que debo moverme.
           - Espera un segundo. – Hanna miró la botella en su mano. La etiqueta decía AMINOSPA. - ¿De dónde sacaste eso?
           El Sr. Marin volvió a tapar la botella. – Un tipo estaba vendiéndola en mi oficina. Dijo que estos  refrescos tienen un montón de vitaminas y que me sentiría mejor una vez que comience a beber un par de botellas al día. Pero no me siento nada diferente, honestamente. Y como que sabe a jugo de limones podridos.
           Hanna sonrió tristemente. – Creo que es una estafa.
           - Probablemente. – El Sr. Marin se encogió de hombros. – Creo que todo el asunto de vender esto es reclutar otras personas para que también la vendan. El chico me dio una charla muy larga sobre cómo podría ser asociado part-time de AminoSpa—haría montones de dinero y nunca tendría que sacarme el pijama. – Se rió entre dientes de buena manera. – La gente reclutada para vender estas cosas son como miembros de un culto—tienen el cerebro lavado. Y una vez que te atrapan, no hay salida.
           Puso la botella de AminoSpa en el mesón y le dio un beso en la frente a Hanna. Sus pantuflas hicieron suaves sonidos en el piso cuando él salió de la habitación. Hanna se quedó sentada inmóvil por un momento, mirando la botella de AminoSpa en el mesón. Era loco pensar que había caído por un tipo que había sido atrapado en un timo piramidal. Dinah podía quedárselo por completo.
           De repente, se le ocurrió una idea. Se levantó, corrió hacia la botella, y miró la información de la compañía en la parte de atrás. Para unirte a nuestro equipo, ¡Llama ahora! Decía bajo un número 1-800 y un sitio web.
           Con el corazón latiendo, Hanna levantó el teléfono de su casa y marcó el número. - ¡AminoSpa industrias! – una voz alegre respondió casi inmediatamente. - ¿Estás interesada en unirte a nuestro equipo?
           - Uh, sí, - Hanna dijo en su tono de voz más profesional. – Mi novio vende AminoSpa, y me encantaría formar parte también.
           - ¡Eso es maravilloso! – dijo la operadora. - ¿Cuál es tu nombre?
           - Dinah Morrissey, - Hanna dijo, sonriéndole a su reflejo en la ventana. Lo deletreó, luego le dio la dirección de Dinah a la operadora, la cual estaba en la hoja de llamadas del campamento que Vince les había dado el primer día. – Por favor, envíeme cien cajas.
           - ¿Cien? – La voz de la operadora aumentó de tono. – Oh, cariño, eso es demasiado para alguien que está comenzando.
           - Puedo manejarlo, - Hanna insistió, corriendo sus dedos por su nuevo collar.
           - Entiendes que no hay devoluciones, ¿cierto? – Eres responsable por cada botella. Y te enviaremos la cuenta por esas botellas a comienzos del próximo mes.
           - Lo entiendo, - Hanna dijo. – Como dije, ¡estoy muy ansiosa por unirme al equipo!
           Después de darle unos pocos detalles más a la operadora, Hanna colgó y sonrió. Luego tomó la botella de AminoSpa a medio beber que su padre había dejado atrás, cerrando aún más la tapa, y tirándola al tarro de la basura. Abriendo su teléfono, escribió un nuevo mensaje a Dinah. ¡Te perdono! ¡Estoy segura de que serán muy felices juntos en CADA labor! Si Dinah quería a Vince, podría tenerlo—pero tendría que tomarlo con su ridículo timo piramidal y todo.
           Su teléfono sonó menos de un minuto después, y al comienzo pensó que era Dinah respondiendo. Pero para su sorpresa, el número de Lucas apareció en la pantalla.
           Llegué a casa antes. ¿Puedes venir antes de la escuela?


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