miércoles, 27 de febrero de 2013

PLS - Hanna - Capítulo 5: Desde el Monte Olympus

 <<<Capítulo 4

Traducido por: Daniela
Corregido por: Raúl S, Daniela, Pilar y Brayan.

A la mañana siguiente, Hanna daba vueltas y vueltas en el entrenador elíptico en Body Tonic, el elegante gimnasio al que iba desde octavo grado. Cada máquina tenía una TV integrada con chorrocientos canales de cable; un bar de jugos y un spa estaban junto a la mesa de recepción, y la sala de los casilleros alardeaba un sauna de eucalipto, una tina de hidromasaje y productos de Kiehl en todas las duchas. A su alrededor habían hombres y mujeres tonificados, y el estudiante ocasional de una de las muchas escuelas privadas del área corrían en la trotadora, pedaleaba en bicicletas inclinadas o hacían sentadillas que se veían algo vulgares en balones de ejercicio. Una clase de yoga se estaba llevando a cabo en la sala de ejercicios en la parte de atrás, y en ese mismo momento, la clase estaba intentando hacer la posición de la media luna, sus cuerpos estaban en forma de T, sus piernas temblaban.
Había sudor en los ojos de Hanna, sus brazos y piernas quemaban, y acababa de ver un molesto reportaje en la TV que mencionaba que Ian Thomas estaba proclamando su inocencia tras las rejas. Pero no podía dejar de ejercitar ahora. No había modo en que siguiera siendo una talla seis. No dejaría que una vendedora se riera de ella otra vez.
Su teléfono vibró y lo buscó ansiosamente, viendo una vez más si Lucas había llamado, enviado un mensaje, publicado algo en Facebook, algo siquiera, pero sólo era Aria, pidiéndole prestados los apuntes de inglés.
El pecho de Hanna se sintió apretado. La hacía sentir increíblemente patética, pero extrañaba a Lucas—y no parecía que él la extrañara para nada. Devolvió su celular al pequeño vaso plástico en la máquina, que se suponía que era para botellas de agua, y aumentó la resistencia unos pocos  niveles más. No importaba. Perdería diez libras, se vería fabulosa otra vez y retendría todo el afecto cuando Lucas volviera.
Pero lo pensó bien. ¿Y si Lucas ni siquiera se preocupaba por ella cuando volviera? ¿Y si decidía cambiarla por la Princesa Puke-a-tan?
- De verdad vas a por ello, ¿ah?
Hanna saltó, miró hacia abajo y vio a un chico musculoso, con una remera de Body Tonic apretada, shorts largos de malla y zapatillas New Balance grises, de pie junto a su máquina. Tenía los ojos más azules que había visto en su vida, cabello oscuro muy corto y una maravillosa piel dorada, sus músculos resaltaban sin que parecieran de un fisicoculturista. Hanna lo reconoció al instante—cuando ella y Mona iban juntas a Body Tonic, lo apodaron Apolo, por razones obvias. Él rondaba por la sala de ejercicios, le sonreía a las chicas, ocasionalmente levantaba una pesa o hacía unos abdominales, y entrenaba a toda la clientela femenina súper-rica de Main Line. Pero el factor decisivo fue cuando lo agarraron sentado en su auto en el estacionamiento, rockeando al ritmo de “Stairway to Heaven,” simulando una batería con su manubrio. Apolo era un perdedor transformado, igual que Hanna y Mona.
Hanna miró hacia atrás para ver si Apolo le hablaba a alguien más, pero ella era la única persona en esa fila de entrenadores elípticos. - Eh, ¿disculpa? - preguntó, tratando de sonar relajada. Deseaba haber traído una toalla de mano para secarse la cara.
Apolo sonrió e hizo un gesto a la pantalla LCD en la máquina de Hanna. - Has estado ejercitando por ochenta minutos. Eso es intenso.
- Oh. - Hanna siguió pedaleando. - Estoy tratando de ponerme en forma otra vez. He ido a muchas fiestas navideñas. - Se rió autoconscientemente, luego se maldijo a sí misma por dirigir la atención hacia su redondo trasero de galletas navideñas.
- Las festividades pueden ser duras. - Apolo se apoyó en la máquina junto a la de ella. - Estoy organizando un retiro de fitness que comienza hoy, diseñado especialmente para superar los festejos. Se enfoca en el ejercicio, la nutrición y el bienestar mental.
- Suena genial, - dijo Hanna. Kirsten Cullen, una conocida de Rosewood Day, había ido a un retiro de fitness en San Barts el verano entre noveno y décimo grado y había vuelto veinte libras más delgada y con la piel más impecable que nunca. - ¿Un retiro en dónde?
- Oh, en ningún lado. - Apolo le sonrió tímidamente. - Lo tendremos aquí en el gimnasio. Pero te sentirás transportada—e impresionante para cuando esté terminado. ¿Te interesaría apuntarte?
Hanna vio a sí misma sudando en el reflejo del espejo frente a ella. - No lo sé. - No le gustaban tanto las clases grupales.
Apolo le sonrió deslumbrantemente. - ¿Estás segura? Creo que lo encontrarías realmente increíble. Hanna, ¿cierto?
Hanna quedó con la boca abierta. - ¿Cómo lo supiste?
- Te he visto por aquí antes. - Esta vez, cuando sonrió, reveló dos adorables hoyuelos. - Me encantaría tenerte en la clase.
Su interior cosquilleó. ¿Estaba coqueteando con ella? Por un segundo, no podía esperar a bajarse de la máquina, llamar a Mona y contarle que Apolo de Body Tonic estaba prácticamente rogándole que fuera parte de su retiro de fitness—hasta que lo recordó, otra vez. Cada vez que se acordaba que Mona había sido A, y que ahora estaba muerta, se sentía como si alguien hubiera lanzado un balón medicinal a su estómago.
- Las libras se derretirán de ti - prometió Apolo. - Estarás en la forma más impresionante de tu vida. Por favor di que lo harás.
Ya que lo ponía de ese modo, ¿cómo podía decir que no? Sus brillantes ojos azules tampoco hacían daño. - Está bien, me has convencido, - dijo, pausando la máquina. - Cuenta conmigo.
- Genial. - Apolo le sonrió otra vez. El sólo estar junto a él la hacía temblar por completo. Y él la había notado. Él sabía su nombre. Todos los pensamientos sobre Lucas y Puke-a-tan Brooke se fueron volando de su cabeza. Si Lucas podía coquetear, entonces ella también.
- Mi nombre es Vince, - añadió. - La clase comienza hoy a las cinco, y nos juntaremos por la mañana y la noche hasta fin de año. Estoy tan emocionado por que vas a venir, Hanna.
- Yo también estoy emocionada, - respondió Hanna, mirando profundamente a los ojos de Apolo—Vince. Y lo decía absoluta y completamente en serio.

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