martes, 5 de marzo de 2013

Stunning - Capítulo 7: Hanna hierve al vapor


La noche siguiente, Hanna estaba de pie afuera de la sala de lockers de los chicos, estirando su vestido, que abrazaba sus curvas, el cual se había puesto luego de la campana final. A su alrededor, los estudiantes se amontonaban para alcanzar sus buses, corrían a actividades, o subían a sus autos para dirigirse al mall King James.

El celular de Hanna sonó, y ella rápidamente le bajó el volumen. Era otro mensaje de Isabel, recordándole a Hanna que esté en el encuentro de su papá en el ayuntamiento esa noche un poco antes para que conozca a algunos de los donantes. Duh—como si ella ya no lo supiera. Ella ayudó a organizar toda la cosa. Y ella estaría allí cuando llegue. Lo que estaba por hacer era la única cosa en su mente en ese momento.

Los aromas a calcetines sucios y spray corporal AXE se esparcieron por el pasillo. Voces amortiguadas y el sonido de duchas silbando hacían eco. Ocurría que los chicos de atletismo interior habían entrado de un riguroso entrenamiento de carreras de sprintalrededor del estacionamiento cubierto de hielo. También ocurría que Mike estaba en el equipo de atletismo interior para mantenerse en forma para lacrosse. La Operación Traer a Mike de Vuelta estaba a punto de comenzar.

La puerta azul se abrió, y dos chicos de segundo año usando chaquetas de atletismo emergieron, mirando extrañados a Hanna mientras pasaron. Ella los miró de vuelta, luego se centró en la puerta otra vez.

“Fue un genio del gimnasio el que introdujo la clase de baile del caño,” el intermediario soplón de Mason Byers dijo. “¿Han visto a las chicas que la toman?”

“Esa chica con la que Mike está saliendo la toma,” Mason dijo.

Hanna frunció el ceño. ¿Colleen hacia el baile del caño ahora? Para un show de talentos de octavo grado, Colleen se había vestido en un traje Latvio y bailó los pasos de sus ancestros nativos. Hanna y Mona se rieron de ella por meses luego de eso.

“Lo .” James hizo un raro gruñido masculino. “Sin duda que él ya lo hace con ella.” Él se rió. “¿Sabías que Bebris significa castor en Latvio?”

Espera. Los chicos no acababan de decir que Mike lo estaba haciendo con ella, ¿o sí? Hanna sintió una punzada de dolor. Ella y Mike no lo habían hecho, y habían salido por más de un año.
Dos chicos más emergieron de la sala de lockers, y Hanna se asomó adentro. James y Mason no estaban a la vista, pero Mike estaba en su locker. Él estaba de pie en bóxers, su cabello negro estaba húmedo y apelmazado contra su cabeza, había pequeñas gotas de agua en sus hombros. ¿Siempre había sido así de musculoso?

Hanna volvió a su lugar. Era el momento. Caminó y entró a la sala llena de humo. Ella nunca había estado al interior de la sala de lockers de los chicos antes, y estaba decepcionada de darse cuenta de que no era tan diferente de la sala de las chicas, fuera de los suspensorios tirados en el piso de uno de los pasillos. La sala olía a talco y a calcetines sudados, y el basurero estaba rebosante con botellas vacías de Gatorade.

Caminó de puntillas por el piso de cerámicas grises hasta que estaba a solo unos pies de Mike. En su espalda, estaba la cicatriz en forma de luna creciente que se hizo cayendo de su bicicleta cuando era chico. Se habían mostrado el uno al otro todas sus cicatrices una tarde en la casa de Hanna, hasta bajándose la ropa interior pero sin ir más lejos. De cierto modo, Hanna había estado muy asustada de tener sexo con Mike—ella nunca había dormido con nadie antes, y parecía algo tan importante con él. Y a pesar de cómo Mike siempre estaba hablando de lo loco por el sexo que él era, Hanna se preguntaba si él también habría estado un poco asustado.

Hanna estiró sus brazos y puso sus manos sobre los ojos de Mike. “Boo.”

Mike saltó, pero luego se relajó. “Heeeyy,” dijo. “¿Qué estás  haciendo aquí?”
En vez de decir algo, Hanna comenzó a pimentar la parte de atrás del cuello de Mike con pequeños besos. Mike se le acercó, su piel desnuda se sentía tibia contra su delgado vestido. Él se dio vuelta y pasó sus dedos por los largos rizos de Hanna. De repente, abrió sus ojos y miró.

“¡Hanna!” Mike tomó la toalla de la banca y cubrió su torso desnudo. “¿Qué rayos?”

Hanna tomó la cuerda del collar que Mike había usado desde que su familia volvió de Islandia y lo acercó. “No seas tímido. Solo sigue el juego. ¿No es esta una de tus fantasías sexuales?”

Mike se alejó de ella, sus ojos muy abiertos. “¿Perdiste la cabeza?” Él no estaba mirando el vestido ajustado ni sus tacones súper altos que hacían que sus tobillos duelan. En vez de eso, él la estaba mirando como si estuviera siendo locamente inapropiada. “Debes irte.”

Hanna se puso rígida. “Parecía gustarte unos pocos segundos atrás.”

“Eso es porque pensé que eras otra persona.” Mike se puso una polera por la cabeza y se puso sus pantalones.

Hanna se apoyó contra los lockers, sin moverse. “Mira, Mike, te quiero de vuelta, ¿está bien? Las cosas se acabaron conmigo y mi novio. Sé que me quieres de vuelta también. ¡Así que deja de actuar como un idiota y ya bésame!”

Lo finalizó con una pequeña risita para que no suene tan agresiva, pero Mike simplemente la miró en blanco. “Me escuchaste en el mall la otra noche—ahora tengo una novia.”

Hanna rodó sus ojos. “¿Colleen? Por favor. ¿No recuerdas cómo se mojó la cabeza en el baño Viejo Fiel cuatro veces en sexto grado? Y Mike, ella es una geek de teatro. Estás tirando abajo completamente tu cociente de popularidad al salir con ella.”

Mike cruzó sus brazos. “De hecho, Colleen tiene un agente para sus asuntos de teatro. Ha estado en audiciones para cosas grandes en TV. Y no me importa la popularidad.”

Si claro. “¿Es fácil o algo?” Hanna estaba sorprendida por lo amargada que sonaba.

La cara de Mike se enrigideció. “Me gusta, Hanna.”

Él la miró fijamente, y las nubes en la cabeza de Hanna comenzaron a tomar altura. Mike no estaba saliendo—y acostándose—con Colleen porque ella quería, sino porque a él le importaba ella.
Alguien se rió desde cerca de los lavabos, y Hanna espió a James y Mason escondiéndose tras el muro, escuchando cada palabra. Puso sus brazos alrededor de su cuerpo, de repente sintiéndose expuesta. Se estaban riendo de ella. La torpe Hanna, lanzándose a su ex. La torpe Hanna, dejándose como idiota. Podría ser gorda otra vez, con cabello café-popó y frenillos en sus dientes. La ultima gordita, fea, perdedora a quien nadie quería.

Sin otra palabra, se dio vuelta y salió de la sala de los lockers, sin siquiera detenerse cuando su tobillo se torció. Esto no está ocurriendo, esto no está ocurriendo, se repetía silenciosamente una y otra vez. No había modo de que ella haya sido vencida por alguien tan tímida como Colleen.

Cerró de golpe la puerta de la sala de lockers y emergió al silencioso pasillo. De repente, una nueva risa se escuchó por el pasillo, de tono agudo, y aun más siniestra que la de los chicos. Hanna se congeló y escuchó. ¿Estaba loca, o eso sonaba como la risa de Ali? Ladeó su cabeza, esperando. Pero así de simple, el sonido desapareció.




* Carreras de corta distancia a máxima velocidad.


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