miércoles, 31 de octubre de 2012

Ruthless - Capítulo 5: La Sirenita.


Traducción: Daniela
Corrección: Daniela

"No entiendo por qué vamos a ir a la fiesta a medianoche." Emily se apoyó en el taburete acolchado con diseños de gallina en la cocina de los Fields. "¿No dijiste que comenzaba a las nueve?"

Beth puso sombra de ojos en los párpados superiores de Emily. "Nadie va a las fiestas a las nueve. Media noche es la hora de moda."

"¿Y cómo sabes  eso, chica buena?"

"¿'Chica buena'? Beth dijo. "¡Ja!"

"¡No tan alto! Emily susurró.

Eran pocos minutos después de las 11, y los padres de Emily ya se habían retirado luego de la cena familiar de estofado, una partida de Scattergories, y un aburrido programa de TV sobre la historia del ferrocarril. No tenían idea de que Emily y Beth iban a salir en una noche de escuela, mucho menos que a un loft en Philly lleno de chicos universitarios y tragos.

Beth se había pasado la última hora untando abundantemente a Emily con maquillaje, usando un ondulador para  darle sexys ondas saltarinas a su pelo rubio-rojizo, e incluso diciéndole a Emily que use el sujetador push-up de satín negro que estaba en su cómoda, el cual Emily había comprado en Victoria's Secret con Maya St. Germain, una chica con la que había salido el año pasado.

"Verte diferente te sacará de tu depresión," le había dicho Beth. Emily quería decirle que estaba muy segura de que lo único que la sacaría de su depresión sería si resultara que el matar a Tabitha haya sido un sueño, pero apreciaba el esfuerzo de Beth.

"Ya. Tu transformación está completa," dijo Beth ahora, pasando un poco de brillo labial por el labio inferior de Emily. "Échate un vistazo." Y puso un espejo de bolsillo amarillo en las manos de Emily. Emily miró su reflejo y suspiró. Sus párpados se veían ahumados y sensuales, sus pómulos estaban definidos, y sus labios estaban completa y absolutamente besables. Le recordaba el modo en que Ali solía maquillarla durante las pijamadas. Todas sus amigas presionaban a Emily para que use maquillaje en la escuela, pero siempre se sentía avergonzada cuando ella misma se lo ponía, siempre, de algún modo, lo hacía incorrectamente.

Beth le mostró un vestido negro de los años 20 y un cintillo negro con una pluma saliendo de la parte de arriba. "Ahora ponte estos. Entonces estarás lista."

Emily miró de arriba a abajo los pantalones de ejercicio de la buena suerte de Ali que aún estaba usando. Quería preguntarle a Beth si podía dejárselos puestos, pero incluso ella sabía que eso era ir demasiado lejos. "¿No puedo usar jeans?"

Las facciones de Beth formaron una mala cara. "¡Es una fiesta de disfraces! Y los jeans no son fabulosos. Queremos que tú te enrolles con alguien esta noche."

¿Enrollarse? Emily levantó una ceja recientemente depilada. Beth había sorprendido a Emily desde que había llegado a casa. Emily había escuchado música de L'il Kim saliendo del antiguo dormitorio de Beth, y Beth había cantado a todo pulmón todas las letras, incluso las sucias. Y Beth le había mostrado a Emily una foto de Brian, su nuevo novio—quien también era el entrenador del equipo de natación.

"¿Quién eres tú y qué hiciste con mi hermana?" Emily bromeó, tomando el vestido de las manos de Beth.

"¿Por qué? ¿No me recuerdas siendo una persona arriesgada? Beth dijo de vuelta

"Te recuerdo bastante similar a Carolyn." Emily puso una cara arrugada.

Beth se acercó. "¿Pasó algo entre ustedes dos?"

Emily fijó sus ojos al refrigerador. Su madre, organizada de corazón, había puesto el menú de la cena de la próxima semana. El Lunes eran Tacos. Martes Espagueti con albóndigas. Los Martes siempre eran espaguetis con albóndigas.

Beth apoyó su mano sobre su mentón, tipo animadora de show de entrevistas. "Vamos. Suéltalo."

Emily deseaba poder. Carolyn nunca me dejó olvidar lo mala hija que fui, podría decir. Todo lo que quería era que me abrace y me diga que todo iba a estar bien, pero nunca lo hizo. Ni siquiera estuvo en la sala de partos conmigo. Solo se enteró después, cuando todo había terminado, y dijo algo como "Oh."

Pero se encogió de hombros y dio vuelta, el dolor y el secreto eran muy grandes. "No importa, solo cosas estúpidas"

Beth miró a Emily, como si supiera que Emily estaba escondiendo algo. Entonces se dio vuelta y miró la hora en el microondas. "Ok, Srta. Fabulosa. Nos vamos en diez minutos."

La fiesta era en Old City—irónicamente, el vecindario en Philly donde estaba la oficina de la obstetricia de Emily. Luego de encontrar aparcamiento en un garaje al otro lado de la calle, Beth, quien usaba una corona de la Estatua de la Libertad, un largo y verde vestido de estilo griego, y sandalias de gladiador, pasó a través del empedrado irregular hacia un elevador de mercancías en un edificio de apariencia industrial. Un montón de otros chicos, todos en disfraces elaborados, subieron con ellos, e instantáneamente el pequeño lugar se llenó de fuerte olor a desodorante y tragos. Una pareja de chicos en trajes de rayas estilo gangster y sombreros porkpie miraron a Emily apreciativamente. Beth le dio un codazo emocionadamente, pero Emily solo ajustó su cintillo de plumas y miró la tarjeta de seguridad del elevador en la pared, preguntándose cuándo había sido la última vez que habían revisado esta cosa. Si no se echa a perder cuando estamos aquí, me quedaré por una hora, se apostó.

La música retumbaba a través de las paredes mientras el ascensor subía tres pisos. Las puertas se abrieron en un loft oscuro, atiborrado con velas votivas, enormes tapices y pinturas, y toneladas de personas en disfraces. Cher se contorsionaba con Frankenstein en una pista de baile improvisada. La malvada reina de Blanca Nieves bailaba el swing con Barney el dinosaurio. Un Zombie serpenteaba sobre una mesa, y dos aliens saludaban a los autos que pasaban a través de la escalera de incendios

"¿De quién dijiste que era esta fiesta?" Emily gritó a Beth

Su hermana levantó las palmas al cielo. "No tengo idea. Me invitaron por Twitter. Se llama 'Locura de los Monstruos Marchantes"

Un ventanal daba vista hacia los terrenos de Penn y el río Delaware. Emily estiró su cuello e inmediatamente encontró Poseidón, el restaurant de comida marina donde había trabajado el verano pasado. Era el único trabajo que ofrecía seguro de salud—Emily ya se imaginaba consulta médica prenatal apareciendo en la cuenta de seguros de sus padres— y cada día, trabajó hasta que sus tobillos dolían, su voz estaba desafinada de decir Yo Ho Ho! en un áspero tono de pirata, y su estómago se revolvía. Siempre volvía a la habitación en Temple con olor a mariscos fritos.

En el bar, Beth ordenó cuatro tragos. "¡Al centro y pa' dentro!" dijo pasándole dos de los vasos a Emily.

Emily examinó el líquido oscuro en el vaso. Olía como las malísimas pastillas mentoladas de Fisherman's Friend que su padre insistía que chupe cuando tenía la garganta irritada, pero Emily se la tragaba de una vez.  Entonces, alguien empujó el hombro de Emily. Una chica con una peluca verde y un largo vestido de sirena completado con una cola de pescado prácticamente se calló encima de ella.

"¡Lo siento!" gritó la chica. Luego miró a Emily de arriba a abajo y comenzó a sonreír. "¡Asesina!"

Emily dio un paso atrás, sus extremidades se petrificaron. "¿Perdón?"

"Tu disfraz." La chica sintió la tela del vestido de Emily entre sus dedos. "¡Es matador!"

"Oh. Gr-gracias." El corazón de Emily se calmó. Por supuesto que no había dicho que Emily era una asesina.

“Es mi vestido." Beth se metió entre ellas y puso su brazo por alrededor de los hombros de Emily. "Pero ¿No se ve impresionante ella en él? Estoy tratando de sacarla de su concha y que sea una pequeña picarona esta noche—bailar sobre una mesa, enrollarse con un extraño, que se muestre ante la Avenida principal..."

Los ojos de la sirena se iluminaron. Recordaban a Emily una versión más sexy, de cabello verde, de Ariel de La Sirenita. "Ooh, me gusta. Una lista de quehaceres de chica mala."

Beth chocó esos cinco con la chica. "¿Con qué quieres comenzar, Em?"

"¿Qué tal besar a un extraño?" Sugirió la sirena.

"O robar la ropa interior de alguien," dijo Beth

"¡Ew!" Emily arrugó su nariz.

Beth puso sus manos en sus labios "Esta bien. Di una mejor opción."

Emily se alejó de su hermana y sondeó la multitud, no le gustaba la idea de la lista de quehaceres de chica mala. La música era algo rápida e incitadora, nada como el trillado DJ que siempre tocaba en los bailes de Rosewood Day. Dos chicas vestidas como hippies estaban tomadas de la mano en la esquina. Una pareja en uniformes de Stormtrooper de Star Wars se daban tragos entre sí en el sillón junto a la ventana.

Luego la sirena tomó la mano de Emily, se le acercó, y la besó en la boca. Emily se congeló. No había besado a nadie después de la verdadera Ali el año pasado, y los labios de esta chica se sentían suaves y tibios.

Luego la sirena se alejó, sonriendo. "Listo, Ahora puedes tachar un ítem en tu lista de quehaceres. Besaste a un extraño."

"¡Eso solo contó a la mitad!" dijo Beth. "¡Ella te besó! ¡Ahora tú tienes que besar a alguien!"

"¡Sí, elije a alguien!" La sirena aplaudió. "¡O incluso mejor, cierra los ojos, date vuelta y apunta!"

Emily trató de recuperar el aliento, sus labios aun hormigueaban. Ese beso había sido impresionante y había presionado un interruptor en su interior. De repente quería mostrarle a la chica nueva que ella era descarada y valiente—que valía la pena volver a besarla. Se dio vuelta y apuntó. Cuando volvió a abrir los ojos, estaba apuntando a una alta y bella chica con lentes de marco oscuro y un traje de superman, y una capa.

"¡Supergirl!" Beth empujó a Emily. "¡Ve por ella!"

Llena de Adrenalina, Emily se bebió el segundo trago y marchó, esperando que la sirena esté mirando. Supergirl estaba hablando con un grupo de chicos. Emily tomó su mano y dijo, "¿Disculpa?" Cuando Supergirl se dio vuelta con cara de duda, Emily se paró en la punta de sus pies y le plantó un gran beso en los labios. Al comienzo, la chica parecía shockeada, sus labios fijos, pero luego de un momento, se suavizó y la besó de vuelta. Tenía gusto a brillo labial de arándanos.

Emily se alejó, le guiñó el ojo, y volvió a donde su hermana. "¿Y bien?" Beth preguntó. "¿Cómo fue?"

"¡Divertido!" Emily admitió, sintiéndose ruborizada y estimulada. Buscó a su alrededor a la sirena, pero había desaparecido. Trató de no sentirse decepcionada.

"Bien," Beth dijo. Tomó las manos de Emily y las balanceó de adelante hacia atrás. "¿Qué quieres hacer ahora?"

Emily se dio una vuelta mirando la habitación, luego apuntó al sillón. "¿Saltar en los cojines?"

"¡Hazlo!"

Beth la empujó, y Emily nerviosamente se subió al sillón y saltó ligeramente. Estaba a punto de bajarse, pero un chico cercano vestido con un sombrero y una camisa floreada Mexicana le sonreía. ¡Hazlo! articuló, levantándole el dedo pulgar. Entonces Emily saltó más fuerte y sonrió, de repente se sentía como si estuviera  en su living, saltando en el sofá cuando su mamá no estaba mirando. Con cada salto, se sentía un poco más libre y más liviana. Cuando Beth la ayudó a bajar, incluso estaba riéndose.

Los próximos atrevimientos vinieron rápidos y furiosos. Le pidió un cigarrillo a un gran Asiático con una badana estilo pirata en su cabeza. Corrió por la pista de baile pellizcando los traseros de las chicas. Beth le dijo que se pare frente al ventanal y le muestre el trasero a la Avenida Principal, y Emily casi lo hizo, pero recordó que Beth podría ver su cicatriz de la cesárea si se levantaba el vestido. En vez de eso, bailó locamente frente a la ventana, dándole un show a los autos. Luego de satisfacer todos y cada uno de sus impulsos, se sentía más y más liviana, dejando su, normalmente, asustado-yo en un montón de desechos arrugado y apilado en el piso.

Luego de acosar al DJ para que le enseñe como girar discos, Emily envolvió efusivamente a Beth en un abrazo. "Esto es impresionante. Muchas gracias."

"Te dije que necesitabas salir," molestó Beth. "¿Qué tal una Señorita Diosa del Mar?" Apuntó a la sirena, que estaba girando en la pista de bailes "Está muy enganchada contigo. Deberías ir por ella."

"No está enganchada conmigo." Emily la golpeó. De todos modos, le echó un vistazo a la sirena. Su brillante vestido verde la abrazaba en cada curva. Cuando notó a Emily mirándola, le sopló un beso.

Cuando Emily y Beth se pararon en línea junto al bar para pedir más tragos, la sirena se les acercó bailando. Emily se le acercó. "¿Sabes de quien es esta fiesta?"

La chica se tocó la peluca verde. "No estoy segura de sí es de alguien. Un rumor dice que es el loft de un gran ejecutivo de grabaciones. Lo encontré en internet."

Una pareja de chicas pasó en una nube de humo de marihuana. Emily se movió de su camino. "¿Eres de por aquí?"

"Los suburbios." La chica hizo una cara arrugada. "Aburrido."

"Yo también. Rosewood." Tan pronto como Emily lo dijo, ella se encogió, segura de que la chica miraría cuidadosamente a Emily y se daría cuenta de que era una de las chicas de Pequeña Linda Asesina

Pero la chica solo se encogió. "Yo voy a una escuela privada cerca de ahí. Estoy casi afuera, gracias a dios."

"¿Sabes a que Universidad iras?" Emily miró el llavero de la Universidad de Pennsylvania balanceándose en la cartera dorada de apariencia costosa. "¿Penn?"

Una expresión indefinida pasó por las facciones de la chica. "No creo que ninguna universidad quiera a alguien como yo." Luego tomó el brazo de Emily, su cara iluminada otra vez. "Te tengo un atrevimiento, rebelde." Apuntó a una chica al otro lado de la habitación quien usaba un entero con flequillos estilo Pocahontas y un gran tocado nativo americano. "Róbaselo. Póntelo. Apuesto a que te verás sexy en él."

El estómago de Emily bajó en picada. Quizás Beth tenía razón sobre el capricho de esta chica. "Vas en camino."
       
Riéndose, atravesó la habitación hasta que estaba a unos cuantos pies de Pocahontas. Luego, con un rápido, valiente aventón, tomó el tocado de la cabeza de la chica. Los brazos de Emily de repente estaban llenos de plumas. Las manos de Pocahontas estaban en el aire. Se dio vuelta a tiempo para ver a Emily poniéndose el tocado en su cabeza y corriendo alocadamente por el loft.

"¡Eres lo máximo!" la sirena gritó cuando Emily volvió. "¿Cuándo podemos juntarnos nuevamente? Me moriré si no nos volvemos amigas."

Emily casi mencionó que esperaba que fueran más que amigas. "Dame tu información," dijo en vez de decir eso, sacando su celular. "Dios. Acabo de darme cuenta. Ni siquiera sé tu nombre."

"¿Dónde están mis modales?" La chica lentamente pasó su mano sobre la etiqueta de su cartera de mano. "Soy Kay."

"Yo soy Emily." Le dio una gran sonrisa a la chica y le dio su número de teléfono. Se había comprometido a no dárselo a nadie además de familiares y amigos muy cercanos, pero de repente, eso se sentía como algo que la antigua asustadiza Emily haría.

Y esta noche, había dejado a la vieja Emily atrás.






martes, 30 de octubre de 2012

Ruthless - Capítulo 4: Hanna Marin, estratega de campaña


Traducción: Daniela
Corrección: Daniela

En la tarde del Jueves, cuando el sol se estaba escondiendo tras los árboles y tiñendo el cielo de naranjo, Hanna Marin acercó su iPhone a su oído y esperó que suene el bip del buzón de voz. "Mike, soy yo otra vez. ¿Siquiera vas a contestar? ¿Cuántas veces puedo que decir que lo siento?

Presionó FINALIZAR LLAMADA. Había dejado 16 mensajes de voz, 11 mensajes de texto, toneladas de posts en Twitter, y un montón de e-mails durante las últimas dos semanas, pero su ex-novio, Mike Montgomery, no había respondido ni siquiera uno. Ella sabía lo arrebatada que fue al romper con él cuando le advirtió sobre el asqueroso Patrick Lake, el fotógrafo quien le dijo a Hanna que podría ser una modelo en New York. ¿Pero cómo iba a saber que Patrick tomaría fotos comprometedoras de Hanna y amenazaría con subirlas a internet si ella no le pagaba?

Hanna extrañaba a Mike, extrañaba mirar American Idol con él y burlarse de los cantantes. Había oído que él había tomado un papel pequeño en la producción escolar de Macbeth. Cuando salían, se consultaban el uno al otro antes de participar en actividades—Hanna definitivamente hubiera despreciado la obra.

Y extrañaba a Mike especialmente por lo que estaba pasando con A y Tabitha. Hanna no le hubiera dicho a Mike lo que ella y las demás habían hecho, pero el tener a alguien cerca que se preocupe por ella sería tan reconfortante ahora mismo. Por el contrario, se sentía sola y asustada. Quería tanto creer que lo que le habían hecho a Tabitha había sido en defensa propia. Pensaron que Tabitha era la Verdadera Ali, quien estaba empeñada en asesinarlas. Pero no importaba de cuantas maneras Hanna lo racionalice, todo llegaba al mismo hecho: Han matado a una chica inocente. Todas eran culpables. Lo sabían. Y A lo sabía también.

Hanna se bajó de su Toyota Prius y echó un vistazo. La entrada circular para vehículos de la nueva casa de su padre, una gran mansión de ladrillo rojo de seis habitaciones en Chesterbridge, a dos ciudades de Rosewood, estaba rodeada con unos cuantos pinos enanos atados por unas cuerdas debiluchas. Blancas columnas griegas afirmaban el pórtico, una gran fuente en el jardín de enfrente burbujeaba pacíficamente, y filas de arbustos perfectamente cortados que parecían conos de helado puestos de cabeza bordeaban ambos lados de la entrada de enfrente. Una morada tan grande parecía excesiva para tres personas—su padre, su nueva esposa, Isabel, y la hija de Isabel, Kate—pero  parecía una casa perfecta para un hombre que estaba postulando para senador de Estados Unidos. La campaña del Sr. Marin había iniciado hace unas semanas, y tenía una gran posibilidad de ganar. A menos que, por supuesto, A soltara el secreto de Hanna sobre Tabitha

Hanna tocó el timbre, e Isabel abrió la puerta casi inmediatamente. Estaba vestida en un sweater de cachemira azul de Tiffany, una falda de tubo negra, y sensatos tacos bajos. La perfecta esposa desaliñada de un futuro senador.

"Hola, Hanna." La apariencia contraída en la cara de Isabel indicaba que no aprobaba para nada el vestido bohemio de Anthropologie y las botas grises de gamuza. "Todos están en la oficina de Tom."

Hanna atravesó el pasillo, el cual estaba adornado con marcos plateados con fotos de la boda de Isabel y su padre el verano pasado. Le frunció el ceño a la foto de ella con el vestido de dama de honor más feo que Isabel pudo haber escogido: uno largo hasta el piso color verde menta que hacía que las caderas de Hanna se vieran enormes y su piel parezca enferma. Dio vuelta el cuadro para que le dé la cara a la pared.

Su padre y el staff de campaña estaban sentados alrededor de la mesa de nogal de su oficina. Su hermanastra, Kate, estaba sentada en un sofá victoriano, jugueteando con su iPhone. Los ojos del Sr. Marin se iluminaron cuando vio a Hanna. "¡Allí esta!"

Hanna sonrió. Hace unas semanas, cuando sus asesores de campaña le dijeron que ella había sido bien aprobada en la votación pública, ella de repente se convirtió en la hija favorita de su papá.

Isabel entró a la habitación después de Hanna y cerró la puerta francesa. "Esto es por lo que te llamé." El Sr. Marin puso una serie de flyers e imágenes de las pantallas de sitios web en la mesa. Las páginas decían cosas como La Verdad Sobre Tom Marin y No Creas Las Mentiras y No Un Hombre En Quien Puedas Confiar.

"Estos son pagados por el comité de Tucker Wilkinson," Explicó el Sr. Marin.

Hanna chasqueó la lengua. Tucker Wilkinson era el mayor rival de su padre. Había sido el senador del estado por años y tenía montones de fondos de campaña y toneladas de amigos en puestos altos.

Ella se acercó a mirar su foto. Tucker Wilkinson era un hombre guapo, alto, de cabello oscuro quien se veía un poco como Hugh Jackman. Tenía esa sonrisa ligeramente perturbadora, ultra-blanca de político, del tipo que trataba de decir Confía en mí.

Sam, un anciano miembro del staff que tenía ojos caídos y una inclinación por usar corbatas de moño, negó con la cabeza. "Oí que Wilkinson sobornó al oficial de admisiones de Harvard para que admitan a su hijo mayor, a pesar de que tenía un promedio de notas de dos punto cero.

Vincent, quien administraba el sitio web del Sr. Marin, se metió un chicle Trident a la boca antes de decir, "Él hace todo lo que puede hacer para sacar los cadáveres del armario de los demás durante las campañas también"

"Afortunadamente, no ha encontrado nada sobre nosotros." El Sr. Marin miró a su staff. "Y no lo hará—a menos que haya alguien que quiera confesar algo… Lo que hizo Jeremiah fue impactante. No quiero ser pillado por sorpresa otra vez."

Hanna se estremeció cuando lo oyó mencionar a Jeremiah, el ayudante de su papá quien recientemente había sido despedido por robar $10,000 dólares del fondo dinero para gastos menores de la campaña. La cosa era, que Jeremiah no había robado el dinero...Hanna sí. Pero tenía que hacerlo. Era el único modo de mantener a Patrick callado con las fotos que había tomado.

El teléfono de Kate sonó. Miró la pantalla y se rio.

“¿Kate?” El Sr. Marin sonaba impaciente. “¿Quizás podrías hacer eso a un lado?”

"Lo siento." Kate puso si iPhone boca abajo y miró enfáticamente a Hanna. "Sean acaba de enviarme un mensaje muy divertido"

Hanna se erizó por dentro, pero trató de no demostrarlo. Kate recientemente había comenzado a salir con Sean Ackard, el ex de Hanna. Hanna no extrañaba a Sean en lo más mínimo, pero dolía que haya escogido para salir a la chica que ella más odiaba.

El Sr. Marin apiló las impresiones en un montón. "Entonces, ¿Hay algo que alguien quiera confesar?"

Las entrañas de Hanna se retorcieron. ¿Podría la gente de Wilkinson descubrir lo de Tabitha? Miró por la ventana. Un auto avanzaba lentamente por la calle. Miró las siluetas de los árboles que servían como barrera entre la propiedad de su padre y la del vecino. Por un instante parecía que una sombra corría a toda velocidad entre los árboles.

Su teléfono sonó.

Hanna lo sacó de su cartera y apretó el botón SILENCIO, pero luego, mirando alrededor para asegurarse de que su padre no estaba mirando, miró la pantalla. Cuando vio las letras y números enrevesados en la dirección del remitente, una sensación fría y rígida penetró sus huesos. Presionó LEER.

¿Qué diría papi si supiera que su nueva hija favorita fue una ladrona?—A

Hanna trató como pudo de mantener la compostura en su cara. ¿Quién podría estar haciéndole esto? ¿Cómo sabía A dónde estaba Hanna en este momento? Miró a Kate— Ella había estado jugando con su teléfono hace unos segundos. Kate la miró molesta de vuelta.

Cerró sus ojos y rebuscó las otras posibilidades de quién podría ser el nuevo A. Primero, que sea la Verdadera Ali tenía mucho sentido. Tenía que haber sobrevivido al incendio y la caída de la cofa, y venido de vuelta a perseguirlas. Pero ahora que Hanna sabía que la chica que habían matado era Tabitha, se dio cuenta de lo loco que era pensar que Ali hubiera escapado de la casa en Poconos. Pero ¿A quién más habían herido? ¿Quién había visto lo que pasó en Jamaica, y el desastre que Hanna consiguió con Patrick, y quién sabe qué más?

"¿Hanna?"

Hanna levantó la vista aturdidamente. Todos se estaban levantando y saliendo de la habitación. Su padre se le acercó, con una mirada de preocupación. "¿Estás bien? Te ves un poco...pálida"

Hanna miró a través de la puerta francesa. Kate e Isabel iban camino a la cocina. Los otros miembros del staff se habían desaparecido. "En realidad, ¿tienes un segundo?" Hanna preguntó.

"Seguro. ¿Qué ocurre?"

Hanna aclaró su garganta. Nunca le podría contar a su papá sobre Tabitha, pero había una cosa que podía limpiarse antes de que A confiese por ella. "Bien... ¿recuerdas que dijiste que teníamos que confesarte sobre los cadáveres en nuestros armarios?"

Una arruga se formó en la frente del Sr. Marin. "Sí..."

"Bien, hay algo que tengo que contarte."

Hanna se alejó de su padre y dejó fluir la historia. Sobre Patrick. Cuán segura había estado de que él realmente creía en ella. Como él la había mirado lascivamente cuando le mostró las fotos incriminadoras. "Estaba tan asustada de que las fuera a subir a internet," dijo, con sus ojos puestos en un montón de posters de campaña enrollados en una esquina. "Estaba asustada de que él fuera a arruinarte. Así que yo saqué el dinero de la caja. No sabía que más hacer. No quería destruir tu campaña."

Luego de terminar, hubo un silencio dolorosamente largo. El celular del Sr. Marin sonó, pero no se movió para verlo. Hanna no se atrevía a mirarlo. Se sentía llena de vergüenza y remordimiento. Era incluso peor que la vez que Su Ali había atrapado a Hanna vomitando en la casa de su papá en Annapolis luego de una gran comida.

En un momento, el dolor era demasiado. Soltó un patético sollozo. Sus hombros tiritaban silenciosamente. Luego de un momento, lo oyó suspirar.

"Hey." Él le puso las manos en los hombros. "Hanna. No llores. Está bien."

"No, no lo está," Hanna murmuró. "Arruiné todo y ahora me odias otra vez."

"¿Otra vez?" El Sr. Marin retrocedió, frunciendo el ceño. "Nunca te odié."

Hanna inhaló fuertemente y levantó su mirada hacia él. Sí, claro.

Su padre tocó su pera. "Digo, estoy sorprendido, y un poco shockeado. Pero es muy valiente de tu parte que admitas algo de lo que no estás orgullosa. Pero, ¿Por qué irías al apartamento de un extraño a que te tome fotos, en primer lugar? Y ¿Por qué no me lo dijiste cuando estaba ocurriendo todo esto?

Hanna bajó la cabeza. "No quería hacerte enojar."

Su padre la miró suplicantemente. "Pero pude haber hecho algo. Pude haberlo detenido. Tu sabes que puedes pedirme ayuda con tus problemas."

Hanna se rio inadvertidamente. "De hecho, Pa, no puedo," dijo. "No he podido por años." Su padre se estremeció, y todo el cuerpo de Hanna se arqueó. "Lo siento, lo dije mal. Lo que quise decir es que..."

Él levantó su mano para interrumpirla, parecía estar a la defensiva. "Creo que  querías decir eso. Pero he tratado, Hanna. No olvides que tú no quisiste hablarme por años tampoco. ¿Cómo crees que yo me sentí?"

Hanna abrió los ojos. Por un largo tiempo, cuando su papá vivió en Annapolis, ella no contestaba sus llamadas, pretendiendo que estaba ocupada. En realidad, no quería escuchar nada sobre Kate y lo maravillosa que era comparada a la regordeta, fea, gordita Hanna. Era algo de lo que nunca hablaron. Hanna ni siquiera sabía que su papá lo había notado.

"Lo siento," Hanna murmuró.

"Bueno, yo lo siento también," Su padre dijo roncamente.

Esto hizo que lágrimas fluyan por las mejillas de Hanna aún más rápido. Luego de un momento, su padre la acercó, corriendo sus dedos de arriba a abajo por el brazo de Hanna. Finalmente, Hanna secó sus ojos y miró a su papá. "¿Quieres que llame a Jeremiah? Puedo rogarle para que vuelva, confesarle lo que hice." Se podía imaginar la sonrisa de satisfacción en la cara de Jeremiah cuando ella le dijera eso.

El Sr. Marin negó con la cabeza. "De hecho, Jeremiah ahora está trabajando para Tucker Wilkinson"

Hanna quedó boquiabierta. "Bromeas."

"Quisiera. Supongo que en el fondo no podíamos confiar en él." El Sr. Marin tomó un block de notas impresa de TOM MARIN PARA SENADOR de su escritorio. "Quiero que me des cualquier información que tengas sobre este tal Patrick. Emails, números de teléfono, todo lo que se te ocurra. Lo que te hizo es enfermo, Hanna. Tenemos que encontrarlo y hacerlo pagar."

Hanna se deslizó por la pantalla de su teléfono y le dio los detalles sobre Patrick. "¿Y sobre el dinero que robé? ¿Quieres que te lo pague de algún modo?"

El Sr. Marin giraba su lápiz entre sus dedos. "Solo trabaja muy duro en la campaña para mí. Iba a mencionarte esto luego de la junta de todos modos—necesitamos averiguar modos de captar los votos de los jóvenes. Kate ya está a bordo. ¿Qué tal tú?"

"¿No tienes gente a la que le pagas para eso?"

"Por supuesto. Pero quiero que ustedes, chicas, estén involucradas también."

Hanna presionó su lengua contra su mejilla. Lo último que quería era estar en un comité con Kate la perfecta, pero no había modo de decirle que no a su papá—no ahora. "Está bien."

"No sé cómo llegar a la gente joven," Dijo el Sr. Marin. "Asumí que ustedes dos tendrían un poco de conocimiento."

Hanna pensó por un momento. "¿Tienes una cuenta de Twitter?"

"Sí, pero no entiendo Twitter para nada." Dijo el Sr. Marin pareciendo avergonzado. "¿Tienes que invitar a las personas a ser tus amigos, como en Facebook?"

"La gente solo te sigue. Yo puedo manejar tu cuenta de Twitter si quieres. ¿Qué tal si la usamos para programar un flashmob [1]?"

El Sr. Marin frunció el ceño. "¿Acaso no fue que un flashmob provocó desórdenes en Philly hace unos veranos atrás?"

"Sería un flashmob controlado," Hanna dijo con una pequeña sonrisa. "Podríamos llegar a un campus local como Hollis o Hyde y juntarlos para una carrera improvisada. Quizás podríamos contratar una banda. Mientras más genial hagamos que se oiga, más chicos querrán venir, incluso si no saben para qué es. Podrías aparecer y hacer un discurso, y podríamos tener gente en la multitud registrándolos para votar también."

El Sr. Marin ladeó su cabeza. Sus ojos brillaron del mismo modo que cuando estaba a punto de decir que sí al viaje al parque Hershey, para el cual Hanna solía rogar cada fin de semana. "Probémoslo," finalmente dijo. "Creo que deberíamos ir por la Universidad Hyde— es pequeña y está cercana a Philly. ¿Puedes hacer los arreglos?"

"Seguro," dijo Hanna.

El Sr. Marin se acercó y tomó la mano de Hanna. "¿Ves? Eres natural en esto. Y lo que dijiste antes. Sobre... bueno, sobre como las cosas han cambiado entre nosotros." Su voz suave e indecisa, casi nerviosa. "No quiero que sea de ese modo."

"Yo tampoco." Hanna dijo. "Pero no sé qué hacer al respecto."

El Sr. Marin pensó por un momento. "¿Por qué no te quedas aquí unas cuantas noches?"

Hanna levantó la vista. "¿Ah?"

"La casa nueva es tan grande, hay un dormitorio para ti que estará siempre disponible." Él siguió jugando con su lápiz plateado en su mano. "Te extraño, Han. Extraño tenerte cerca." Hanna sonrió tímidamente, sentía como que iba a llorar otra vez. No quería vivir con Kate nuevamente, pero las cosas parecían diferentes con su papá ahora. Quizás vivir con él sería mejor esta vez. Quizás podrían recomenzar.

"Está bien," dijo tímidamente. "Supongo que podría quedarme aquí unas cuantas noches la próxima semana."

"¡Genial!" El Sr. Marin parecía emocionado. "Cuando quieras." Luego, su expresión se puso seria otra vez. "¿Entonces es todo? ¿No hay nada más que quieras contarme?"

La cara de Tabitha se precipitó en su mente como un halcón en picada, pero Hanna cerró sus ojos y la forzó a desaparecer otra vez. "Por supuesto que no."

Él le sonrió y la golpeó suavemente en el brazo. "Buena chica."

Hanna se levantó, le dio un beso a su padre, y se fue. Eso había sido mejor de lo planeado. Probablemente mejor de lo que A había planeado también.

Pero luego de que salió por la puerta principal, notó algo acuñado bajo el neumático frontal. Era una copia arrugada de un flyer para Linda Pequeña Asesina, la biografía de TV que había estrenado la noche que apareció la noticia sobre Tabitha

Los ojos de Ali eran encantadoramente azules, y su cruel sonrisa parecía viva, como que pudiera saltar fuera de ese papel en cualquier momento. Una tenue risa sonó en los oídos de Hanna, y ella giró, revisando la tranquila calle del vecindario. Estaba vacía, pero aun sentía como que alguien la estaba observando. En conocimiento de cada uno de sus secretos. Y listo para contarlos.






[1] Flashmob: Un grupo de gente se pone de acuerdo (generalmente vía e-mail) para aparecer repentinamente en cierto lugar, a cierta hora, y hacer algo inusual (ej. pelea de almohadas en la avenida principal) durante algunos minutos, para luego desaparecer repentinamente…




domingo, 28 de octubre de 2012

Ruthless - Capítulo 3: Linda Pequeña Solitaria

Traducción: Daniela
Corrección: Daniela

"Conéctate con la fuente divina de toda vida," una relajante voz habló en los oídos de Aria Montgomery. "Con cada exhalación, deja ir la tensión de tu cuerpo. Primero tus brazos, luego tus piernas, luego los músculos de tu cara, luego..."

Bang. Aria abrió sus ojos. Era la mañana del jueves en la escuela. La puerta al gimnasio auxiliar de Rosewood Day se abrió, y un grupo de chicas de primer año vestidas en mayas y polainas entraron a la habitación para el primer periodo de la clase de danza moderna.

Aria se levantó rápidamente y se sacó los audífonos de las orejas. Había estado recostada sobre una alfombra de yoga en el piso, empujando su trasero arriba y abajo en el aire— el gurú en el disco de meditación dijo que ese movimiento limpiaría sus chacras y la ayudaría a olvidar su pasado. Pero por las sonrisas en la cara de las chicas de primer año, probablemente pensaron que estaba haciendo alguna clase de elongamiento sexual.

Se escabulló al pasillo lleno de gente de Rosewood Day, guardando su iPod en su bolso. Todos los pensamientos que tanto había tratado de olvidar se amontonaron de vuelta en su cabeza como un enjambre de abejas enojadas. Deslizándose a una habitación junto a las fuentes de agua, sacó su celular del bolsillo de su chaqueta. Presionando un botón, volvió a cargar la página que había estado acechando obsesivamente en Google las últimas dos semanas.

Homenaje a Tabitha Clark

Los padres de Tabitha habían puesto el sitio web para hacer honor a su hija. En el habían posts de Twitter de sus amigos, fotos de Tabitha en práctica de cheerleader y recitales de ballet, detalles sobre una beca puesta en su nombre, y links a sitios de noticias relacionados con Tabitha. Aria no podía dejar de mirar la página. Revisó todas las historias notíciales, siempre asustada de que algo—o alguien—pueda conectar la muerte de Tabitha con ella

Pero todos aun pensaban que la muerte de Tabitha era un trágico accidente. Nadie había siquiera sugerido que podría haber sido asesinato, y nadie había hecho la conexión de que Aria y sus amigas habían estado en Jamaica al mismo tiempo que Tabitha y en el mismo resort. Incluso el hermano de Aria, Mike, y el novio de Aria, Noel, quienes habían estado ahí también, no habían comentado sobre la historia. Aria ni siquiera estaba segura de si ellos la habían visto. Para ellos, probablemente solo era otra muerte sin sentido que pasar de largo.

Había otra persona que sabía la verdad, de hecho. A.

Alguien rio detrás de ella. Un grupo de chicas de segundo año miraban a Aria desde unos casilleros al otro lado del pasillo. "Pequeña Linda Asesina," una de ellas susurró, haciendo que el resto se ponga a reír. Aria hizo una mueca. Desde que la película de TV del mismo nombre había estrenado, niños caminaban por los pasillos repitiendo líneas de la Verdadera Ali de la película en su cara. ¡Pensé que éramos mejores amigas! Aria de la película le dijo a Ali al final, cuando Ali las trató de quemar en la casa de Poconos. ¡Éramos todas unas perdedoras antes de conocerte! Como si Aria realmente diría algo así.

Luego una figura familiar se apareció ante la vista de Aria. Noel Kahn, el novio de Aria, guiaba a Klaudia Huusko, la rubia estudiante Finlandesa de intercambio que estaba viviendo con su familia, hacia la sala de inglés. Klaudia hacía una mueca con cada paso, sosteniendo su tobillo vendado en el aire y afirmándose fuertemente del musculoso hombro de Noel. Cada chico en el pasillo se detuvo y miró los grandes senos de Klaudia sacudiéndose.

El corazón de Aria comenzó a latir. Hace dos semanas, Noel, sus dos hermanos mayores, Aria, y Klaudia fueron de viaje a un resort de esquí en Upstate, New York. Una vez allí, Klaudia le dijo a Aria que iba a hacer una jugada sobre Noel, y no había nada que Aria pueda hacer para evitarlo. Enrabiada, Aria accidentalmente empujó a Klaudia fuera de la telesilla en represalia. Aria les dijo a todos que Klaudia se había resbalado, y Klaudia se hizo la tonta como si no pudiera recordar nada, pero Noel culpó a Aria de todos modos. Desde el viaje, él había adulado el tobillo esguinzado de Klaudia día y noche, llevándola al colegio, llevando sus libros entre las clases, y reservándole cafés y bandejas de sushi en el almuerzo. Era extraño que no le estuviera dando su sashimi con palillos con el logo de Rosewood Day en la boca.

Que se las dé de Florence Nightingale significaba que no había tiempo para Aria—ni un hola en los pasillos, ni siquiera una llamada telefónica. Había suspendido su cita habitual de los sábados a Rive Gauche en el Mall King James por dos semanas seguidas. También faltó a la clase de cocina que estaban tomando juntos en la Universidad de Hollis, perdiéndose la clase de grill y escabeche.

Noel emergió del salón de inglés un minuto después. Cuando vio a Aria en vez de pretender que ella no estaba ahí y darse vuelta, como había hecho las últimas dos semanas, vino directo a ella. El ánimo de Aria se elevó. Quizás iba a pedir perdón por ignorarla, quizás las cosas volverían a ser normales.

Ella miró sus dedos temblorosos, sus nervios vueltos locos le recordaban esa única vez que Noel le habló a Aria en séptimo grado en una de las fiestas de Ali. Se llevaron bien de inmediato, y Aria se sintió como en los cielos hasta que Ali se le acercó sigilosamente después, diciéndole a Aria que había tenido un gran trozo de cilantro entre sus dientes todo el tiempo que habló con Noel. "Yo de verdad creo que Noel está fuera de tu alcance," Ali—la verdadera Courtney—le dijo a Aria en una voz gentil pero molestosa. "Y de todos modos, creo que le gusta alguien más"

Sí, ¿como tú? Aria había pensado amargamente. ¿Qué chico no sentía algo por Ali?

Ahora, Noel se detuvo en frente de un exhibidor que mostraba la bandera decorada y unida del juego de la cápsula del tiempo de este año, el emblema de la búsqueda del tesoro anual de Rosewood Day. Copias impresas de las banderas de otros años se mostraban en el exhibidor también—las verdaderas estaban enterradas detrás de los campos de soccer—incluyendo la de cuando Aria estaba en sexto grado. Un gran pedazo de bandera faltaba en el centro—la Verdadera Ali había encontrado ese pedazo, Su Ali la robó, y luego Jason DiLaurentis, su hermano, se la robó a ambas y se la dio a Aria. Era gracias a ese trozo de bandera que Su Ali pudo hacer el peligroso cambio con su hermana gemela, enviando a la Verdadera Ali al hospital mental por cuatro largos años.

"Hey," Noel dijo. Olía a jabón de naranja y pimienta, una combinación que Aria no podía soportar. Cuando Aria miró su bolso de Manhattan Portage, notó que la chapa del rinoceronte usando sombrero de fiesta que Aria le había comprado en la tienda de artesanías local aún estaba puesto entre sus chapitas del equipo de Lacrosse de Rosewood Day y de los Phillies de Philadelphia. La chapa del rinoceronte tenía que ser una buena señal, ¿cierto?

"Hey," Aria respondió suavemente. "Te extrañé."

"Oh." Noel pretendió estar fascinado con la cara cuadrada de su reloj Omega. "Sí, he estado muy ocupado."

"¿Atendiendo a Klaudia?" Aria no pudo evitar responder bruscamente.

Las facciones de Noel se endurecieron, como si estuviera a punto de comenzar su discurso de "ella está en un país extranjero y deberías ser más sensible" otra vez. Pero ahora solo se encogió. "Um, tenemos que hablar."

Un nudo del tamaño de una roca se formó en la garganta de Aria. "¿S-sobre qué?" tartamudeó, a pesar de que tenía el horrible presentimiento de que sabía lo que Noel iba a decir.

Noel apretó su brazalete amarillo de Lacrosse, el cual todos los jugadores usaban como una muestra de hermandad masculina, en su muñeca. No miraba a Aria, ni siquiera a sus pies. "No creo que lo nuestro esté funcionando," dijo. Su voz estaba un poco conmovida.

Se sintió como una patada karateka en el estómago de Aria. "¿P-por qué?"

Noel se encogió. Su, comúnmente, calmada y despreocupada cara estaba tensa. "No lo sé. Digo, no tenemos tanto en común, ¿o sí?"

El mundo de repente se volvió rojo. Cuando Aria fue pseudo amiga de Klaudia por un nanosegundo, Klaudia mencionó cuán incompatibles eran Aria y Noel. Está bien, entonces Aria no era como las clonadas jugadoras de Lacrosse, que usaban remeras de polo Ralph Lauren, con las que Noel solía salir, pero Noel había dicho que le gustaba eso. Nuevamente, ¿Cómo podría compararse con una diosa finlandesa rubia-albina?

Los productos de aseo completamente-naturales que los auxiliares de aseo usaban para trapear los pisos entró por la nariz de Aria, haciéndola marear. Un chico alto del equipo de Basquetbol la empujó, arrojándola hacia Noel, pero Aria se alejó rápidamente, de repente era incómodo estar en contacto con él. "Así que... ¿es todo? Todo el tiempo que estuvimos juntos... ¿simplemente no importa?

Noel puso sus manos en sus bolsillos. "Lo siento, Aria." La miró a los ojos, y por una partícula de segundo, realmente parecía sentirlo. Pero había algo lejano en su actitud, también, como si se hubiera despedido de ella hace mucho tiempo.

Lágrimas humedecieron los ojos de Aria. Pensó en todos los fines de semana que pasó con Noel. Todos los juegos de Lacrosse que había mirado, a pesar de que en realidad no entendía los matices del juego. Todos los secretos que había confesado, como cuando ella y su Ali pillaron a su padre besándose con su estudiante, Meredith, cerca de la Universidad de Hollis, en séptimo grado. Cómo cuando la verdadera Ali volvió el año pasado y se le había tirado a Noel, y Aria estaba segura de que Noel la alejaría. Cómo después de que la verdadera Ali casi las mate en Poconos, ella había dormido con la luz prendida y guardaba un cuchillo samurái que su padre le trajo de un viaje a Japón bajo su almohada. Y cómo a pesar de que Aria había perdido su virginidad con un chico en Islandia en décimo grado, ella quería que la segunda vez que tenga sexo sea realmente, verdaderamente especial. Quizás era algo bueno que se haya abstenido con Noel, considerando lo que estaba ocurriendo ahora.

Pero habían algunos secretos que Aria no había compartido con Noel, como lo que le hizo a Tabitha, o lo que realmente pasó en su viaje a Islandia. Tan solo el incidente de Islandia hubiera hecho que Noel termine con ella hace mucho tiempo. Quizás, en un modo retorcido, y kármico, ella se merecía esto.

Sintió una risilla y echó un vistazo por la puerta abierta de la sala. Klaudia estaba sentada en la fila de enfrente, su pie herido apoyado en una silla extra. Kate Randall, Naomi Zeigler, y Riley Wolfe sentadas junto a ella—por supuesto que se habían hecho amigas rápidamente con la igualmente tormentosa y chismosa Klaudia. Las cuatro chicas los miraban a ella y a Noel, con grandes sonrisas en sus caras. Tenían asientos de primera fila para el quiebre. Las noticias estarían por toda la escuela en minutos. ¡La Pequeña Linda Perdedora era ahora la Pequeña Linda Pateada!

Aria se dio vuelta y caminó hacia el baño antes de que las lágrimas comiencen a caer. Miró sobre su hombro  esperando que Noel la llame, pero él se había dado vuelta y estaba caminando en la dirección opuesta. Cuando él vio a Mason Byers, uno de sus buenos amigos, se detuvo y le chocó esos cinco. Como estuviera despreocupado. Feliz. Emocionado por estar libre de la excéntrica Aria Montgomery de una vez por todas