Traducción: Daniela
Corrección:
Daniela
En
la tarde del Jueves, cuando el sol se estaba escondiendo tras los árboles y
tiñendo el cielo de naranjo, Hanna Marin acercó su iPhone a su oído y esperó
que suene el bip del buzón de voz. "Mike, soy yo otra vez. ¿Siquiera vas a
contestar? ¿Cuántas veces puedo que decir que lo siento?
Presionó
FINALIZAR LLAMADA. Había dejado 16 mensajes de voz, 11 mensajes de texto,
toneladas de posts en Twitter, y un montón de e-mails durante las últimas dos
semanas, pero su ex-novio, Mike Montgomery, no había respondido ni siquiera
uno. Ella sabía lo arrebatada que fue al romper con él cuando le advirtió sobre
el asqueroso Patrick Lake, el fotógrafo quien le dijo a Hanna que podría ser
una modelo en New York. ¿Pero cómo iba a saber que Patrick tomaría fotos
comprometedoras de Hanna y amenazaría con subirlas a internet si ella no le
pagaba?
Hanna
extrañaba a Mike, extrañaba mirar American Idol con él y
burlarse de los cantantes. Había oído que él había tomado un papel pequeño en
la producción escolar de Macbeth. Cuando salían, se consultaban el
uno al otro antes de participar en actividades—Hanna definitivamente hubiera
despreciado la obra.
Y
extrañaba a Mike especialmente por lo que estaba pasando con A y Tabitha. Hanna
no le hubiera dicho a Mike lo que ella y las demás habían hecho, pero el tener
a alguien cerca que se preocupe por ella sería tan reconfortante ahora mismo.
Por el contrario, se sentía sola y asustada. Quería tanto creer que lo que le
habían hecho a Tabitha había sido en defensa propia. Pensaron que
Tabitha era la Verdadera Ali, quien estaba empeñada en asesinarlas. Pero no
importaba de cuantas maneras Hanna lo racionalice, todo llegaba al mismo hecho:
Han matado a una chica inocente. Todas eran culpables. Lo sabían. Y A lo sabía
también.
Hanna
se bajó de su Toyota Prius y echó un vistazo. La entrada circular para
vehículos de la nueva casa de su padre, una gran mansión de ladrillo rojo de
seis habitaciones en Chesterbridge, a dos ciudades de Rosewood, estaba rodeada
con unos cuantos pinos enanos atados por unas cuerdas debiluchas. Blancas
columnas griegas afirmaban el pórtico, una gran fuente en el jardín de enfrente
burbujeaba pacíficamente, y filas de arbustos perfectamente cortados que
parecían conos de helado puestos de cabeza bordeaban ambos lados de la entrada
de enfrente. Una morada tan grande parecía excesiva para tres personas—su
padre, su nueva esposa, Isabel, y la hija de Isabel, Kate—pero sí parecía
una casa perfecta para un hombre que estaba postulando para senador de Estados
Unidos. La campaña del Sr. Marin había iniciado hace unas semanas, y tenía una
gran posibilidad de ganar. A menos que, por supuesto, A soltara el secreto de
Hanna sobre Tabitha
Hanna
tocó el timbre, e Isabel abrió la puerta casi inmediatamente. Estaba vestida en
un sweater de cachemira azul de Tiffany, una falda de tubo negra, y sensatos
tacos bajos. La perfecta esposa desaliñada de un futuro senador.
"Hola,
Hanna." La apariencia contraída en la cara de Isabel indicaba que no
aprobaba para nada el vestido bohemio de Anthropologie y las botas grises de
gamuza. "Todos están en la oficina de Tom."
Hanna
atravesó el pasillo, el cual estaba adornado con marcos plateados con fotos de
la boda de Isabel y su padre el verano pasado. Le frunció el ceño a la foto de
ella con el vestido de dama de honor más feo que Isabel pudo haber escogido:
uno largo hasta el piso color verde menta que hacía que las caderas de Hanna se
vieran enormes y su piel parezca enferma. Dio vuelta el cuadro para que le dé
la cara a la pared.
Su
padre y el staff de campaña estaban sentados alrededor de la mesa de nogal de
su oficina. Su hermanastra, Kate, estaba sentada en un sofá victoriano,
jugueteando con su iPhone. Los ojos del Sr. Marin se iluminaron cuando vio a
Hanna. "¡Allí esta!"
Hanna
sonrió. Hace unas semanas, cuando sus asesores de campaña le dijeron que ella
había sido bien aprobada en la votación pública, ella de repente se convirtió
en la hija favorita de su papá.
Isabel
entró a la habitación después de Hanna y cerró la puerta francesa. "Esto
es por lo que te llamé." El Sr. Marin puso una serie de flyers e imágenes
de las pantallas de sitios web en la mesa. Las páginas decían cosas como La
Verdad Sobre Tom Marin y No Creas Las Mentiras y No
Un Hombre En Quien Puedas Confiar.
"Estos
son pagados por el comité de Tucker Wilkinson," Explicó el Sr. Marin.
Hanna
chasqueó la lengua. Tucker Wilkinson era el mayor rival de su padre. Había sido
el senador del estado por años y tenía montones de fondos de campaña y
toneladas de amigos en puestos altos.
Ella
se acercó a mirar su foto. Tucker Wilkinson era un hombre guapo, alto, de
cabello oscuro quien se veía un poco como Hugh Jackman. Tenía esa sonrisa
ligeramente perturbadora, ultra-blanca de político, del tipo que trataba de
decir Confía en mí.
Sam,
un anciano miembro del staff que tenía ojos caídos y una inclinación por usar
corbatas de moño, negó con la cabeza. "Oí que Wilkinson sobornó al oficial
de admisiones de Harvard para que admitan a su hijo mayor, a pesar de que tenía
un promedio de notas de dos punto cero.
Vincent,
quien administraba el sitio web del Sr. Marin, se metió un chicle Trident a la
boca antes de decir, "Él hace todo lo que puede hacer para sacar los
cadáveres del armario de los demás durante las campañas también"
"Afortunadamente,
no ha encontrado nada sobre nosotros." El Sr. Marin miró a su staff.
"Y no lo hará—a menos que haya alguien que quiera confesar
algo… Lo que hizo Jeremiah fue impactante. No quiero ser pillado por sorpresa
otra vez."
Hanna
se estremeció cuando lo oyó mencionar a Jeremiah, el ayudante de su papá quien
recientemente había sido despedido por robar $10,000 dólares del fondo dinero
para gastos menores de la campaña. La cosa era, que Jeremiah no había robado el
dinero...Hanna sí. Pero tenía que hacerlo. Era el único modo
de mantener a Patrick callado con las fotos que había tomado.
El
teléfono de Kate sonó. Miró la pantalla y se rio.
“¿Kate?”
El Sr. Marin sonaba impaciente. “¿Quizás podrías hacer eso a un lado?”
"Lo
siento." Kate puso si iPhone boca abajo y miró enfáticamente a Hanna.
"Sean acaba de enviarme un mensaje muy divertido"
Hanna
se erizó por dentro, pero trató de no demostrarlo. Kate recientemente había
comenzado a salir con Sean Ackard, el ex de Hanna. Hanna no extrañaba a Sean en
lo más mínimo, pero dolía que haya escogido para salir a la chica que ella más
odiaba.
El
Sr. Marin apiló las impresiones en un montón. "Entonces, ¿Hay algo que
alguien quiera confesar?"
Las
entrañas de Hanna se retorcieron. ¿Podría la gente de Wilkinson descubrir lo de
Tabitha? Miró por la ventana. Un auto avanzaba lentamente por la calle. Miró
las siluetas de los árboles que servían como barrera entre la propiedad de su
padre y la del vecino. Por un instante parecía que una sombra corría a toda
velocidad entre los árboles.
Su
teléfono sonó.
Hanna
lo sacó de su cartera y apretó el botón SILENCIO, pero luego, mirando alrededor
para asegurarse de que su padre no estaba mirando, miró la pantalla. Cuando vio
las letras y números enrevesados en la dirección del remitente, una sensación
fría y rígida penetró sus huesos. Presionó LEER.
¿Qué
diría papi si supiera que su nueva hija favorita fue una ladrona?—A
Hanna
trató como pudo de mantener la compostura en su cara. ¿Quién podría estar
haciéndole esto? ¿Cómo sabía A dónde estaba Hanna en este momento? Miró a Kate—
Ella había estado jugando con su teléfono hace unos segundos.
Kate la miró molesta de vuelta.
Cerró
sus ojos y rebuscó las otras posibilidades de quién podría ser el nuevo A.
Primero, que sea la Verdadera Ali tenía mucho sentido. Tenía que haber
sobrevivido al incendio y la caída de la cofa, y venido de
vuelta a perseguirlas. Pero ahora que Hanna sabía que la chica que habían
matado era Tabitha, se dio cuenta de lo loco que era pensar que Ali hubiera
escapado de la casa en Poconos. Pero ¿A quién más habían herido? ¿Quién había
visto lo que pasó en Jamaica, y el desastre que Hanna
consiguió con Patrick, y quién sabe qué más?
"¿Hanna?"
Hanna
levantó la vista aturdidamente. Todos se estaban levantando y saliendo de la
habitación. Su padre se le acercó, con una mirada de preocupación. "¿Estás
bien? Te ves un poco...pálida"
Hanna
miró a través de la puerta francesa. Kate e Isabel iban camino a la cocina. Los
otros miembros del staff se habían desaparecido. "En realidad, ¿tienes un
segundo?" Hanna preguntó.
"Seguro.
¿Qué ocurre?"
Hanna
aclaró su garganta. Nunca le podría contar a su papá sobre Tabitha, pero había
una cosa que podía limpiarse antes de que A confiese por ella. "Bien...
¿recuerdas que dijiste que teníamos que confesarte sobre los cadáveres en
nuestros armarios?"
Una
arruga se formó en la frente del Sr. Marin. "Sí..."
"Bien,
hay algo que tengo que contarte."
Hanna
se alejó de su padre y dejó fluir la historia. Sobre Patrick. Cuán segura había
estado de que él realmente creía en ella. Como él la había mirado lascivamente
cuando le mostró las fotos incriminadoras. "Estaba tan asustada de que las
fuera a subir a internet," dijo, con sus ojos puestos en un montón de
posters de campaña enrollados en una esquina. "Estaba asustada de que él
fuera a arruinarte. Así que yo saqué el dinero de la caja. No sabía que más
hacer. No quería destruir tu campaña."
Luego
de terminar, hubo un silencio dolorosamente largo. El celular del Sr. Marin
sonó, pero no se movió para verlo. Hanna no se atrevía a mirarlo. Se sentía
llena de vergüenza y remordimiento. Era incluso peor que la vez que Su Ali
había atrapado a Hanna vomitando en la casa de su papá en Annapolis luego de
una gran comida.
En
un momento, el dolor era demasiado. Soltó un patético sollozo. Sus hombros
tiritaban silenciosamente. Luego de un momento, lo oyó suspirar.
"Hey."
Él le puso las manos en los hombros. "Hanna. No llores. Está bien."
"No,
no lo está," Hanna murmuró. "Arruiné todo y ahora me odias otra
vez."
"¿Otra
vez?" El Sr. Marin retrocedió, frunciendo el ceño. "Nunca te
odié."
Hanna
inhaló fuertemente y levantó su mirada hacia él. Sí, claro.
Su
padre tocó su pera. "Digo, estoy sorprendido, y un poco
shockeado. Pero es muy valiente de tu parte que admitas algo de lo que no estás
orgullosa. Pero, ¿Por qué irías al apartamento de un extraño a que te tome
fotos, en primer lugar? Y ¿Por qué no me lo dijiste cuando estaba ocurriendo
todo esto?
Hanna
bajó la cabeza. "No quería hacerte enojar."
Su
padre la miró suplicantemente. "Pero pude haber hecho algo. Pude haberlo
detenido. Tu sabes que puedes pedirme ayuda con tus problemas."
Hanna
se rio inadvertidamente. "De hecho, Pa, no puedo," dijo.
"No he podido por años." Su padre se estremeció, y todo el cuerpo de
Hanna se arqueó. "Lo siento, lo dije mal. Lo que quise decir es
que..."
Él
levantó su mano para interrumpirla, parecía estar a la defensiva. "Creo
que sí querías decir eso. Pero he tratado, Hanna. No olvides
que tú no quisiste hablarme por años tampoco. ¿Cómo crees que yo me
sentí?"
Hanna
abrió los ojos. Por un largo tiempo, cuando su papá vivió en Annapolis, ella no
contestaba sus llamadas, pretendiendo que estaba ocupada. En realidad, no
quería escuchar nada sobre Kate y lo maravillosa que era comparada a la
regordeta, fea, gordita Hanna. Era algo de lo que nunca hablaron. Hanna ni
siquiera sabía que su papá lo había notado.
"Lo
siento," Hanna murmuró.
"Bueno,
yo lo siento también," Su padre dijo roncamente.
Esto
hizo que lágrimas fluyan por las mejillas de Hanna aún más rápido. Luego de un
momento, su padre la acercó, corriendo sus dedos de arriba a abajo por el brazo
de Hanna. Finalmente, Hanna secó sus ojos y miró a su papá. "¿Quieres que
llame a Jeremiah? Puedo rogarle para que vuelva, confesarle lo que hice."
Se podía imaginar la sonrisa de satisfacción en la cara de Jeremiah cuando ella
le dijera eso.
El
Sr. Marin negó con la cabeza. "De hecho, Jeremiah ahora está trabajando
para Tucker Wilkinson"
Hanna
quedó boquiabierta. "Bromeas."
"Quisiera.
Supongo que en el fondo no podíamos confiar en él." El
Sr. Marin tomó un block de notas impresa de TOM MARIN PARA SENADOR de su
escritorio. "Quiero que me des cualquier información que tengas sobre este
tal Patrick. Emails, números de teléfono, todo lo que se te ocurra. Lo que te
hizo es enfermo, Hanna. Tenemos que encontrarlo y hacerlo pagar."
Hanna
se deslizó por la pantalla de su teléfono y le dio los detalles sobre Patrick.
"¿Y sobre el dinero que robé? ¿Quieres que te lo pague de algún
modo?"
El
Sr. Marin giraba su lápiz entre sus dedos. "Solo trabaja muy duro en la
campaña para mí. Iba a mencionarte esto luego de la junta de todos
modos—necesitamos averiguar modos de captar los votos de los jóvenes. Kate ya
está a bordo. ¿Qué tal tú?"
"¿No
tienes gente a la que le pagas para eso?"
"Por
supuesto. Pero quiero que ustedes, chicas, estén involucradas también."
Hanna
presionó su lengua contra su mejilla. Lo último que quería era estar en un
comité con Kate la perfecta, pero no había modo de decirle que no a su papá—no
ahora. "Está bien."
"No
sé cómo llegar a la gente joven," Dijo el Sr. Marin. "Asumí que
ustedes dos tendrían un poco de conocimiento."
Hanna
pensó por un momento. "¿Tienes una cuenta de Twitter?"
"Sí,
pero no entiendo Twitter para nada." Dijo el Sr. Marin
pareciendo avergonzado. "¿Tienes que invitar a las personas a ser tus
amigos, como en Facebook?"
"La
gente solo te sigue. Yo puedo manejar tu cuenta de Twitter si quieres. ¿Qué tal
si la usamos para programar un flashmob [1]?"
El
Sr. Marin frunció el ceño. "¿Acaso no fue que un flashmob provocó
desórdenes en Philly hace unos veranos atrás?"
"Sería
un flashmob controlado," Hanna dijo con una pequeña sonrisa.
"Podríamos llegar a un campus local como Hollis o Hyde y juntarlos para
una carrera improvisada. Quizás podríamos contratar una banda. Mientras más
genial hagamos que se oiga, más chicos querrán venir, incluso si no saben para
qué es. Podrías aparecer y hacer un discurso, y podríamos tener gente en la
multitud registrándolos para votar también."
El
Sr. Marin ladeó su cabeza. Sus ojos brillaron del mismo modo que cuando estaba
a punto de decir que sí al viaje al parque Hershey, para el cual Hanna solía
rogar cada fin de semana. "Probémoslo," finalmente dijo. "Creo
que deberíamos ir por la Universidad Hyde— es pequeña y está cercana a Philly.
¿Puedes hacer los arreglos?"
"Seguro,"
dijo Hanna.
El
Sr. Marin se acercó y tomó la mano de Hanna. "¿Ves? Eres natural en esto.
Y lo que dijiste antes. Sobre... bueno, sobre como las cosas han cambiado entre
nosotros." Su voz suave e indecisa, casi nerviosa. "No quiero que
sea de ese modo."
"Yo
tampoco." Hanna dijo. "Pero no sé qué hacer al respecto."
El
Sr. Marin pensó por un momento. "¿Por qué no te quedas aquí unas cuantas
noches?"
Hanna
levantó la vista. "¿Ah?"
"La
casa nueva es tan grande, hay un dormitorio para ti que estará siempre
disponible." Él siguió jugando con su lápiz plateado en su mano. "Te
extraño, Han. Extraño tenerte cerca." Hanna sonrió tímidamente, sentía
como que iba a llorar otra vez. No quería vivir con Kate nuevamente, pero las
cosas parecían diferentes con su papá ahora. Quizás vivir con él sería mejor
esta vez. Quizás podrían recomenzar.
"Está
bien," dijo tímidamente. "Supongo que podría quedarme aquí unas
cuantas noches la próxima semana."
"¡Genial!"
El Sr. Marin parecía emocionado. "Cuando quieras." Luego, su
expresión se puso seria otra vez. "¿Entonces es todo? ¿No hay nada más que
quieras contarme?"
La
cara de Tabitha se precipitó en su mente como un halcón en picada, pero Hanna
cerró sus ojos y la forzó a desaparecer otra vez. "Por supuesto que
no."
Él
le sonrió y la golpeó suavemente en el brazo. "Buena chica."
Hanna
se levantó, le dio un beso a su padre, y se fue. Eso había
sido mejor de lo planeado. Probablemente mejor de lo que A había planeado
también.
Pero
luego de que salió por la puerta principal, notó algo acuñado bajo el neumático
frontal. Era una copia arrugada de un flyer para Linda Pequeña Asesina,
la biografía de TV que había estrenado la noche que apareció la noticia sobre
Tabitha
Los
ojos de Ali eran encantadoramente azules, y su cruel sonrisa parecía viva, como
que pudiera saltar fuera de ese papel en cualquier momento. Una tenue risa sonó
en los oídos de Hanna, y ella giró, revisando la tranquila calle del
vecindario. Estaba vacía, pero aun sentía como que alguien la estaba
observando. En conocimiento de cada uno de sus secretos. Y listo para
contarlos.
[1] Flashmob: Un grupo de gente se pone
de acuerdo (generalmente vía e-mail) para aparecer repentinamente en cierto
lugar, a cierta hora, y hacer algo inusual (ej. pelea de almohadas en la
avenida principal) durante algunos minutos, para luego desaparecer
repentinamente…
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