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Capítulo 27 - Capítulo 29
Traducido
por: Daniela
Corregido
por: Brayan, Raúl S.
- Oh dios mío, - la Sra. Kahn dijo, cuando
abrió la puerta en la hacienda Kahn más tarde ese mismo día. Su rubio cabello
estaba arreglado profesionalmente, su maquillaje estaba perfecto, y llevaba un
sweater de cachemira marfil de apariencia nueva, jeans ajustados que abrazaban
sus curvas, y unos mocasines marca Tod libre de arañazos. Pero su cara estaba
pálida, y sobresalían unas cuerdas en su cuello. Miró a Aria con miedo, y Aria
supo instantáneamente que la Sra. Kahn creía todo lo que las noticias decían.
Esta era una mujer quien una vez, en una boda de la familia a la cual Aria y
Noel habían asistido, abrazó a Aria y dio, ¿Sabes? Te veo como a mi hija.
Era increíble cómo un par de historias noticiales podían influir una opinión.
Por la millonésima vez en la última hora,
Aria deseaba no haber accedido a esto. Pero estaba aquí ahora. El daño estaba
hecho. Tomó aire. - ¿Puedo hablar con Noel por unos minutos?
La Sra. Kahn dio un paso atrás. - No creo.
Increíble. Aria tomó la puerta antes
de que la mamá de Noel pudiera cerrarla. - Mi mamá está allí mismo. Estará todo
bien. - Hizo un gesto hacia la acera, donde Ella estaba esperando en el Subaru.
Aria estaba sorprendida de que Ella haya dicho que sí a traerla a la casa de
Noel, dado que Aria había desaparecido de la graduación. Pero quizás Ella se
dio cuenta de que no había realmente nada peor que la policía pudiera
hacerle a Aria que no estuvieran haciendo ya. Su madre había pasado una buena
cantidad de tiempo llorando por el mes pasado, pero ahora solo parecía gastada
y exhausta.
- Hablaremos aquí afuera, y ella nos
vigilará todo el tiempo, - Aria le añadió a la mamá de Noel.
La Sra. Kahn miró el Subaru pero no
saludó—ella probablemente pensaba que Ella era una criminal por asociación. -
Cinco minutos, - dijo duramente. - Luego tenemos que ir a una fiesta de
graduación.
Cerró la puerta a medias. Cuando se volvió
a abrir, Noel salió. - Aria, - dijo. Su voz temblaba. Él sostenía su gorra de
graduación con las manos.
- Hola, - Aria dijo en voz baja, su corazón
latía rápido.
Se sentía como que hubieran pasado años
desde que le habló. De repente, aquí estaban, de pie a pulgadas de distancia en
su pórtico. Parte de ella quería darle un gran abrazo. Otra parte se preocupaba
de que él la alejaría—no había oído de él desde el arresto. Otra parte, una
parte enojada, deseaba correr.
Cuando él la miró, sus ojos eran
conmovedores, preocupados, e inciertos. Los moretones en sus mejillas se habían
desteñido a amarillo, y los puntos en su mandíbula ya no estaban inflamados ni
parecidos al monstruo de Frankenstein. Él también tenía un yeso en su brazo,
pero en la mayor parte era el Noel que ella recordaba. Aria miró la remera Nike
de lacrosse, sintiendo dolor. Él la llevaba el día que ella volvió de Islandia,
el primer día en que ellos hicieron algo parecido a conversar. ¿Se acordaba él?
¿La llevaba hoy a propósito?
- ¿Estás...? - Noel comenzó.
- ¿Has…? - Aria dijo al mismo tiempo. Ella
se detuvo. - Tú primero.
- No. - Noel tragó saliva. - Tú.
Ella miró el diseño de tejido de los
ladrillos en el piso del pórtico. A la vez, no tenía idea de qué decir. -
Felicitaciones, - finalmente murmuró, apuntando al gorro.
- Gracias. - Noel lo bajó y metió sus manos
en los bolsillos de sus jeans. Un águila gritó fuertemente en el cielo. - No lo
creo, ¿sabes? - dijo tranquilamente. - No sé qué pasó, y no tienes que
decírmelo, pero creo que sé quién está tras de esto. ¿Estoy en lo correcto?
Aria asintió, su interior se retorcía. -
Por eso es que necesito tu ayuda.
La frente de Noel se arrugó. - ¿A mí?
- Eras su amigo. ¿Estás seguro de que no
sabes dónde podría estar?
Noel negó vehementemente. - No tengo idea.
Aria suspiró. Sobre ellos, un canta vientos
de bronce sonaba. El sol salió de detrás de una nube, formando inclinadas
líneas a lo largo del vasto jardín delantero. - Muy bien, entonces, - dijo,
dándose vuelta. - Supongo que me iré.
- Espera. -La voz de Noel era como un remo
cortando el agua. Aria se voleó, y había una extraña mirada torturada en su
cara. - No había e-mail o teléfono en La Reserva, así que usábamos un código
secreto para cuando ella necesitaba hablar.
Aria contuvo la respiración. - ¿Has usado
ese código recientemente?
- Por supuesto que no. Incluso si supiera
que sobrevivió al incendio, habría hecho todo en mi poder para herirla,
no para ayudarla.
Aria volvió al pórtico. - ¿Podrías usarlo
ahora?
Noel miró alrededor por el jardín, como si
pensara que Ali podría estar vigilando. - No lo sé. Puede que no caiga.
Aria puso sus manos alrededor del enrejado
que rodeaba el pórtico. - Hemos estado recibiendo mensajes de A—de ella.
Pero nadie nos cree. Estamos usando nuestros últimos recursos. Créeme, no
quería preguntarte, pero eres nuestra última esperanza. No queremos ir a
Jamaica.
Noel se apoyó contra una de las sillas
Adirondack. - Yo no quiero que vayan a Jamaica.
- Entonces ayúdanos.
La puerta se abrió tras él, y la Sra. Kahn
se asomó. - ¿Noel? Tenemos que irnos.
Noel miró a su madre, molesto. - Un
segundo, ¿está bien?
La Sra. Kahn volvió a cerrar la puerta de
mala gana, aunque Aria supo por la luz en la ventana que ella seguía paseándose
por allí cerca. Noel sacó su celular, luego cargó un sitio de electrónicos en
su navegador. Aria observó mientras él ordenaba un único paquete de baterías
AA. En la página de la orden, puso su nombre como Maxine Preptwill y que su
dirección era la Biblioteca Pública de Rosewood. En la sección de instrucciones
especiales, todo lo que escribió fue: 9 PM esta noche.
- ¿Quién es Maxine Preptwill? - Aria
susurró.
Noel se encogió de hombros. - No lo sé. Ali
lo sugirió. - Hizo un gesto hacia su teléfono. - Es un sitio falso. De algún
modo llega a ella. - Devolvió su teléfono a su bolsillo. - Listo. Nos juntamos
esta noche a las nueve en la Biblioteca Pública de Rosewood.
El corazón de Aria se aceleró. Ella tenía
que quedarse donde Byron esta noche. Sería más fácil escabullirse. - ¿Podrás
escaparte de tu fiesta de graduación?
- Algo se me ocurrirá.
Aria asintió. - Está bien. Nos esconderemos
cerca, esperando.
Noel lucía alarmado. - ¿Sólo ustedes? ¿No
deberían llamar a la policía también?
Aria negó. - Nunca llegará si hay autos
policiales allí. Le tenderemos una emboscada. Salta sobre ella. Tírala en mi
auto. Y entonces la llevaremos a la estación policial.
Una mirada insegura nubló la cara de Noel.
- Eso suena tan peligroso. Y violento.
Aria tragó saliva, odiando el hecho de que
se había convertido en alguien que incluso consideraba meter a otra persona en
la parte de atrás de su auto. - Lo sé. - Admitió. - Pero no sé qué más hacer.
Esto podría salvarnos.
- Está bien. Cuenten conmigo. - Noel
asintió, luego se volteó hacia la puerta. Su mamá se movía adentro. - Nos vemos
esta noche.
Aria asintió también, dirigiéndose hacia el
Subaru esperando. Estaba a punto de bajarse del pórtico cuando Noel la llamó. -
¿Por qué no le dijiste a la policía lo que yo sabía sobre Ali?
Aria se dio vuelta y lo miró. Sus ojos
estaban abiertos como plato. Su cara abierta y vulnerable. Sus bellos, besables
labios rosados estaban a penas separados.
- N-no pude, - admitió. - No te haría eso.
Noel se acercó. Cuando estuvo
suficientemente cerca para darle un abrazo, se estiró y tocó el borde de su
mentón, levantando su cara. - Te extraño tanto, - susurró. - Si pudiera retirar
todo esto, lo haría. Deseo que encontraran a Ali. Deseo que la mataran. Y
deseo, para cuando todo esto acabe, que podamos volver a estar juntos.
Sus ojos verdes se encontraron con los de
Aria, y la mirada trajo de vuelta cientos de recuerdos. Cómo se reían en la
clase de cocina. Cómo Aria había tenido que tomarle la mano a Noel en la
montaña rusa de Batman en Great Adventure porque a él le daba miedo en secreto.
La mirada en su cara cuando él la fue a buscar para el baile de bienvenida. La
primera vez que le dijo que la amaba.
Iba a alcanzar a Noel, pero dudó antes de
tomarle la mano. Sus dedos se mantuvieron abiertos en el aire por varios
segundos, a solo centímetros de los de él. Todo el sonido se apagó. Todo lo que
Aria podía ver eran las gruesas cejas de Noel, su mandíbula cuadrada, sus
fuertes hombros.
- Yo también lo desearía, - dijo. Y luego
corrió al auto de su madre tan rápido como pudo. Si se hubiera quedado en ese
pórtico un segundo más, nunca habría conseguido salir.
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