martes, 24 de septiembre de 2013

Burned - Capítulo 31: Una reunión agridulce


Traducido por: Daniela
Corregido por: Frío


                El lobby del Hotel Royal Arms estaba hecho de piedras en tonos beige y café y estaba lleno con muebles genéricos y feas lámparas de metal, haciendo que Spencer se sienta como que estuviera en un hotel cercano al aeropuerto de Philadelphia en vez de en una de las costas en Hamilton, Bermudas. Lo único especial en el lobby era que estaba rebosando de chicos evacuados del crucero. Chicos de Pritchard estaban sentados en sillones. Un grupo de chicos de Rosewood Day ocupaban el pequeño restaurant, donde había tres televisiones y todas puestas en partidos de cricket. Chicas de Villa Louisa se inclinaban al mesón frontal hablando con sus padres en sus celulares. Todos habían recibido llamadas de sus padres, quienes estaban furiosos de que sus hijos hayan tenido que huir por sus vidas en botes salvavidas. Rumores daban vueltas sobre demandas en contra de la compañía de cruceros. Mason Byers anunció que su papá iba a tomar un avión privado hacia Bermudas esa noche y lo sacaría de una vez por todas de allí. La historia incluso había llegado a las noticias—EL TRIÁNGULO DE LAS BERMUDAS, un titular decía más temprano en un programa de noticias antes del cricket, seguido por un rodaje de docenas de pequeños botes salvavidas navegando alejándose del barco en llamas. Desafortunadamente, la historia sobre el roce con la muerte de las chicas también tuvo algo de tiempo al aire—los reporteros casi salivaron una vez que se dieron cuenta de que ellas eran las Pequeñas Lindas Mentirosas. Spencer se había enterado a través de las noticias de que las autoridades aún estaban tratando de averiguar lo que había causado la explosión en la caldera.

                - ¡Muy bien todos! – Jeremy gritó en un megáfono, aun haciendo su mayor esfuerzo para mantenerse animado. – Hemos apagado el fuego del barco, pero no es seguro para viajar, así que les reservaremos boletos en avión. Se irán o mañana o al día siguiente. Estamos tratando de conseguirles habitaciones a todos aquí, así que nadie vaya a ningún lado. De otro modo se quedarán varados en Bermudas hasta que sus padres vengan a buscarlos.

                - ¿Cómo si eso fuera una cosa mala? – Spencer murmuró, girando sus ojos. Estaba de pie con sus amigas en un pasillo trasero cerca de un par de terminales de computadores y máquinas expendedoras, observando el caos desde lejos. Ninguna de ellas había estado ni cerca de haberse recuperado de su momento en el agua fría—aún tenían toallas colgadas por sus hombros y piel de gallina. Sus cabelleras se habían secado parcialmente, pero Aria tenía alga enredada en su flequillo. Emily tenía una taza de chocolate caliente en sus manos, y Hanna aún estaba temblando. Pero quizás eso era porque acababa de anunciar que Naomi no era A.

                - Ella no sabía lo que le hice a Madison – Hanna continuó luego de que Jeremy finalizó su anuncio. – Y, digo, organizó un equipo de rescate para nosotras. Es bastante obvio que el verdadero A nos desvió al camino equivocado otra vez.

                Spencer asintió, no realmente sorprendida. Tan pronto como Naomi había llegado con un equipo de rescate escoltándola, comenzó a dudar de sus sospechas. Pero era increíble lo expertamente que había hecho A que parezca que Naomi era quien iba tras ellas Enviarles mensajes cuando Naomi estaba cerca, por ejemplo. Organizar que Hanna y Naomi compartan habitación, otro ejemplo.

                Cerró sus ojos – Pero A estaba en el bote. Y A desinfló nuestra balsa— ¿cierto?

                Aria asintió. – Es demasiada coincidencia. Definitivamente A lo hizo. Así que eso nos deja a Graham. Quizás él es el único A.

                - Pero no entiendo cómo Graham podría habernos seguido al golfo sin que lo veamos – Emily dijo, mirando confundida – Estábamos en mar abierto. Y debe haber actuado rápidamente—no estuvimos en el golfo por tanto tiempo.

                - Quizás él nos escuchó hablando sobre ir al golfo y se dirigió allí primero, - Hanna sugirió – O él podría ya haber estado allí cuando llegamos, escondido en una de los golfos.

                Aria entrecerró sus ojos – No sé si él podría haber llegado allí tan rápido luego de la explosión. Pero supongo que cualquier cosa es posible.

                Spencer giró su anillo plateado en su dedo. – Graham probablemente espió todas nuestras conversaciones en la sala común. Y sólo porque Naomi no estaba cerca, nosotras pensamos que estábamos a salvo.

                - ¿Alguien ha visto a Graham? – Hanna susurró – Él podría estar escuchándonos ahora.

                Todas levantaron la mirada. Spencer escaneó la multitud en el lobby. Jennifer Feldman estaba tocando su iPad junto al escritorio de check-in. Lucas Beattie estaba deambulando por el lobby, tomando fotos para el anuario. No veía a Graham en ningún lado.

                - Me pregunto cuál será su próxima jugada – dijo molesta - ¿Creen que va a delatarnos tan pronto como volvamos a Estados Unidos?

                Aria enderezó sus hombros – Creo que nosotras deberíamos confesar en vez de dejar que Graham nos entregue.

                Confesar. Spencer respiró hondo. Hanna y Emily se movieron incómodamente. Era obvio que todas estaban considerando la promesa que habían hecho en el agua.

                Emily se picó sus cutículas – Tengo mucho miedo de lo que va a ocurrir cuando lo digamos.

                - Tenemos que terminar con esto. – Aria dijo – Allá en el agua, tuve una epifanía. Preferiría limpiar mi conciencia a vivir una mentira. Incluso si eso significa sufrir por eso, no creo que pueda vivir otro día con esto sobre mí

                Spencer asintió – Me siento así también. Pero estás subestimando cuando dices sufrir, Aria. Podríamos pasar años en corte. Podríamos ir a la cárcel por el resto de nuestras vidas.

                - A podría atormentarnos por el resto de nuestras vidas también – Aria dijo.

                - Pero nunca podremos ver a nuestras familias otra vez – Hanna dijo – Todos a quienes queremos nos odiarán.

                Lágrimas llenaron los ojos de Aria. – Lo sé. Pero como dije, puedo confesar por todas, Pero como dije, puedo confesar por todas, Y—

                ­- No – Spencer, Emily, y Hanna dijeron al mismo tiempo.

                Spencer tocó la mano de Aria y tragó saliva. – Estás en lo cierto. Tenemos que terminar esto, y confesar es el único modo. Yo voy.

                - Yo también – Hanna dijo luego de un momento. Emily también asintió.

                Todas estuvieron en silencio por un rato, escuchando el escándalo de chicos en el lobby. Jeremy una vez más anunció que iban a reservarles vuelos a todos de vuelta a Philadelphia que partían los próximos días. El estómago de Spencer se hundió solo de pensar en eso. Una vez llegaran a casa, sus vidas se habrían acabado. Solo si pudiera quedarse en Bermudas por siempre.

                De repente, una silueta apareció en el umbral de la puerta. Reefer estaba de pie con sus manos en sus bolsillos. - ¿Podemos hablar? – preguntó, mirando a Spencer.

                Spencer miró a sus amigas, quienes se encogieron de hombros y asintieron. Caminó cautelosamente hacia Reefer, su corazón repentinamente se aceleró. Tan pronto como él estaba cerca, la tomó y la abrazó. – Acabo de enterarme de lo que ocurrió – le dijo al oído - ¿Estás bien? ¿Qué hacías llevando una balsa de vuelta a esos golfos?

                El cuerpo de Spencer se mantuvo quieto y cauteloso, y miró alrededor para ver quién podría estar viendo. A pesar de que A no era Naomi, A aun le había enviado mensajes de que debía mantenerse lejos de Reefer.

                Pero luego recordó que iban a confesar pronto. La vida era muy corta para mantenerse alejada de él. – Es una larga historia – admitió – Pero estoy bien. Naomi me rescató, de hecho. Así que supongo que no es tan psicópata después de todo.

                Reefer negó con su cabeza rápidamente – No, Spencer, lo es. Ella me dijo todo.

                Spencer frunció el ceño - ¿Te dijo qué?

                - Ella era la que trataba de volverte loca – Su voz bajó hasta susurrar – Ella puso aceite de bebé en el piso, arregló la cama para que se rompa, después de todo. Todo lo que pensaste que estaba ocurriendo era cierto.

                Spencer parpadeó con fuerza - ¿Ella de hecho admitió eso?

                Reefer asintió – Acabo de hablar con ella. Primero me dijo sobre el rescate, pero luego admitió lo que había estado haciendo. Parecía sentirse realmente mal por eso. Yo me siento mal por eso también. No te creí. ¿Puedes perdonarme?

                Spencer lo miró como si estuviera loco – Yo debería ser la que esté rogando un perdón. Yo soy la que ha estado actuando loca. Y yo soy la que terminó contigo. Nunca debí haber hecho eso.

                Reefer la apretujó. – Por supuesto que te perdono – murmuró – Ha sido un viaje raro, ¿o no? Naomi atormentándote, esa chica fugitiva saltando por la borda, y ¿oíste sobre la explosión? Puede haber sido intencional.

                Spencer tragó saliva – No había oído eso – Esperaba que sonara como la verdad.

                Reefer asintió – Comenzó en la sala de calderas. Creen que un pasajero lo hizo.

                Spencer miró abajo, sabiendo que con contacto visual con Reefer soltaría todo - ¿Saben quién lo hizo? – Preguntó.

                Reefer se encogió de hombros – No hay pistas. Están tratando de sacar las cámaras de seguridad de las calderas, pero dos de ellas fueron destrozadas. Pero oí que vieron a dos personas en la tercera cámara—solo están tratando de averiguar quiénes eran.

                Spencer miró a Aria, quien aún estaba hablando con Hanna y Emily. Estaba segura de que las dos personas en la cinta de seguridad eran Aria… y Graham. Cerró sus ojos por un momento, considerando a Graham como A. Ni siquiera lo conocían. Todo parecía tan…Impersonal. ¿Qué tipo de lunático acecha y atormenta a las asesinas de su novia en vez de simplemente entregarlas a la policía?

                Un lunático llamado A, por supuesto.

                Se volvió a Reefer, queriendo pensar en algo más. – Te he extrañado tanto – admitió.

                - Te extrañé también – Reefer dijo, y se inclinó para besar su cuello.

                Spencer hizo hacia atrás su cabeza, saboreando la sensación. Pero de repente, cuando un grupo de turistas usando remeras con la bandera Americana pasaron entre los chicos, la realidad entró a foco otra vez. Iban a llamar al FBI mañana. ¿Cómo iría? Primero una llamada, luego un encuentro con el investigador, luego ¿una llorosa confesión? Se imaginó a sus padres siendo convocados a la cárcel, la prensa clamando en la puerta con preguntas, sus nombres en las noticias otra vez, todos mirándolas. ¿Qué pensaría Reefer cuando se enterara?

                Dejó escapar un pequeño y tranquilo gemido y abrazó a Reefer aún más. Cuando era una chica pequeña, ella y Melissa solían jugar un juego que habían inventado llamado “Príncipe Encantador” en el cual ellas hacían una lista con las características que querían en un futuro novio. Al comienzo, Spencer siempre copiaba lo que Melissa quería—alto, oscuro, bello, conduce un buen auto, y tiene un buen trabajo—hasta que se dio cuenta de que estaban, más o menos describiendo a su papá. Pero incluso cuando se imaginaba a un único futuro príncipe, cosas como  huele a marihuana o puede hacer citas oscuras de canciones de Grateful Dead nunca estuvieron en su lista. Pero cuando miraba a la generosa, gentil cara de Reefer, las mismas sensaciones de anhelo, de algún-día-mi-príncipe-llegará que solía tener cuando jugaba el juego, se acumulaban en su interior. A pesar de que Reefer no era el tipo de chico con el que había anticipado terminar, él era exactamente lo que ella quería.

                ¿Pero la querría él a ella luego de enterarse de lo que había hecho?




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