martes, 24 de septiembre de 2013

Burned - Capítulo 30: El largo camino a casa

Traducido por: Daniela
Corregido por: Frío



              - ¡Agárrense! – Jeremy se apoyó en el costado del barco con sus brazos estirados. – Yo las tiraré.

                La mirada de Hanna iba de Jeremy a Naomi, luego al capitán del barco, un tipo con el ala de su gorro hacia abajo. Luego miró al resto del equipo de rescate. Caras familiares y desconocidas mirando con preocupación por el borde. Mike parecía que iba a comenzar a llorar en cualquier minuto. Noel Kahn estiraba su mano para que Aria la tome, la sangre estaba drenada de sus mejillas.

                Una ola golpeó el costado de la cabeza de Hanna, y se hundió por un momento. Por mucho que no quería poner pie en una embarcación con Naomi, la situación se sentía segura. Se estaba congelando. Sus brazos y piernas habían perdido sensibilidad, y por la atontada manera en que su cabeza daba vueltas, estaba segura de que estaba exhausta.

                Tomó la cuerda y dejó que Jeremy, Noel, y otros chicos en el equipo de rescate la suban a bordo. Alguien tiró una gran toalla sobre los hombros de Hanna, y se sentó por un momento, respirando con fuerza. Hubo una ráfaga de actividad en la baranda del bote mientras el equipo de rescate subía a Aria, Emily, y Spencer a la cubierta. Luego Jeremy se paró sobre ellas, con las manos en las caderas.

                - ¿Qué rayos estaban pensando, robar un bote salvavidas y alejarse de la orilla? – Jeremy gritó. Sus lentes con forma de estrella se cayeron, pero no se movió para recogerlos. - ¿Se dan cuenta de en cuánto problema están? ¿Qué tienen para decir a su favor?

                Todas se miraron entre sí. Luego Spencer dio un paso adelante. – Y-yo perdí algo durante mi buceo más temprano esta tarde. Una reliquia familiar. Solo pensé que ya que de todos modos íbamos a evacuar, podríamos hacer un pequeño viaje al golfo y ver si estaba allí.

                Hanna la miró, impresionada con el rápido pensar de Spencer – Cuando llegamos al golfo, todas nos bajamos y nadamos, buscándolo – añadió. – Y luego nuestro bote salvavidas se desinfló.

                Jeremy negó con la cabeza – No crean que sus padres no se enterarán de esto. Y su escuela.

                Hanna tragó saliva y sintió cómo Aria se puso tensa junto a ella. Pero entonces, algo en su interior se liberó. ¿A quién le importaba a quién le contaría Jeremy? Iban a confesar asesinato, después de todo.

                Un motor rugió, y Jeremy instruyó que todos se sienten. Spencer, Aria, y Emily se sentaron a una orilla. Noel rápidamente ocupó el último asiento junto a Aria, dejando a Hanna sin otra opción que sentarse al otro borde del bote. Un asiento, desafortunadamente, junto a Naomi.

                Se sentó, evitando contacto visual. Pero Naomi la estaba mirando de todos modos. - ¿Estás bien? – preguntó bruscamente.

                Hanna miró a otro lado, inclinando un hombro.

                - Dios, Hanna – Naomi dijo agresivamente – Al menos podrías decir gracias.

                Hanna se dio vuelta - ¿P-por qué? – dijo.

                Naomi parecía sorprendida – Uh, ¿por preocuparme cuando vi a las idiotas de ustedes ir en la dirección contraria a la tierra? ¿Por organizar un equipo de rescate cuando no las vi en la orilla? Reamente haces difícil el ser amigas.

                Hanna cruzó sus brazos sobre su pecho. – Tú nunca quisiste ser mi amiga, Naomi. Lo sé todo. Tú hundiste nuestro bote. Tú querías que estuviéramos a la deriva. Tú y Graham.

                - ¿Quién?

                Hanna mofó. – El chico con el que trabajas.

                Naomi miró a Hanna como si un tercer ojo hubiera brotado en su frente. – Cielos, Hanna, estás en lo cierto. Yo y Graham, quien sea que sea, te seguimos en mi bote espía secreto súper-rápido y hundimos bote para que mueran. Somos unos completos monstruos.

                Sí, sí lo son. Hanna pensó débilmente, aun temblando bajo la toalla. Ustedes son monstruos llamados A.

                Pero había algo extraño. No había una sonrisa astuta en los labios de Naomi. Ninguna expresión desconcertada. No ojos abiertos, ni grito ahogado de me-pillaste. En vez de eso, movía su cabeza como si Hanna estuviera loca.

                La boca de Hanna sabía salada, y cuando respiraba, sus pulmones se sentían ásperos y molestos. Quizás era el hecho de que estaba exhausta, o quizás el hecho de que había decidido confesar por Tabitha, pero ya nada parecía importar. Cuando Hanna miró a Naomi, se sintió valiente. – Sé que lo sabes – dijo.

                Naomi frunció el ceño. - ¿Qué?

                - Tú sabes – Hanna habló con más fuerza. – Sé que tú sabes que yo conduje a Madison a casa la noche del accidente. Yo no estaba borracha, pero un auto salió de la nada, empujándome afuera del camino, y choqué un árbol. Sé que sabes que yo moví a Madison al asiento del conductor y me fui para no meterme en problemas. Tú y Madison lo averiguaron ¿O no?

                Las manos de Naomi cayeron de golpe en su regazo, y su cara se empalideció. - ¿Qué?

                Hanna tomó aire y luego miró a Jeremy, quien estaba hablando con el capitán. ¿Por qué Naomi se veía tan sorprendida? Sus e-mails con Madison indicaban que ellas sabían la verdad. Y sus mensajes de A dejaron claro que ella lo sabía todo. Y aun así estaba allí, con cara pálida, sus ojos de un lado a otro, sus manos temblando.

                Se sentía como que alguien hubiera alcanzado la mente de Hanna y la haya girado noventa grados. ¿Era posible que se haya equivocado respecto a Naomi?

                - Tú… ¿No lo sabías? – Hanna preguntó.

                Naomi lentamente negó con la cabeza. Hanna se dio vuelta y miró la luna sobre su cabeza, luego a un sticker de pesca al costado del barco, luego los estúpidos lentes de Jeremy, tratando de mantenerse en algo estable y conocido. Si Naomi no sabía que Hanna había estado con Madison, entonces no tenía motivo para ir tras Hanna. Y si no tenía razón para ir tras Hanna, ¿por qué era A?

                ¿Era A?

                Se sentía como que alguien le acabara de decir que el cielo era verde, el agua naranja. Hanna miró a Naomi. Se veía tan vulnerable y desarmada como la noche del karaoke, o en el club, o en el gimnasio cuando le rogó a Hanna que pasen el rato. Una única lágrima bajó por su mejilla. Se mordió el labio inferior una y otra vez, hasta que estaba rojo y en carne viva.

                Hanna puso una mano sobre su boca. De una vez, se sintió enferma con remordimiento – Oh mi dios – susurró – Pensé que lo sabías todo.

                Los ojos de Naomi ardían. Sus labios temblaban, y apretaba y soltaba sus puños, como si estuviera considerando darle un puñetazo. Pero luego de un momento, cerró sus ojos y suspiró. – No, Hanna. No lo sabía.

                - Lo siento mucho – Hanna susurró

                Naomi la miró - ¿Crees que sentirlo lo arregla?

                - Pero lo siento – Hanna protestó. – No es como que hubiera querido que nada de esto ocurra. Madison apenas podía pararse cuando dejó el bar. Por eso es porque la conduje a casa—Tenía miedo de que algo terrible le ocurriera si yo no lo hacía. Y tú misma dijiste que el choque fue, de un modo extraño, algo bueno—la enderezó.

                Naomi miró con horror a Hanna. – Dios mío, Hanna. Hubiera preferido que el choque no ocurra para nada.

                Hanna cerró los ojos, de repente, notando lo idiota que sonó – Por supuesto – susurró.

                Naomi puso sus dedos en su frente – Estoy indecisa si llamar a la policía justo cuando lleguemos a casa y contarles todo. A mi prima le gustaba jugar hockey de pasto los fines de semana, ¿sabías eso? Ahora nunca más podrá volver a hacerlo. Probablemente siempre caminará coja. Fue a una rigurosa terapia física por meses, la cual acumuló una tonelada de cuentas para mi tía y mi tío. Debería hacer que las pagues. O quizás tu padre rico.

                Hanna abrió la boca y la cerró otra vez. No tenía defensa. Naomi estaba completamente en lo cierto.

                - El accidente causó un montón de angustia para todos nosotros – Naomi chilló, sus mejillas se enrojecieron. – Fue una tortura cuando no sabíamos si Madison iba  a salir adelante. ¿Y crees que solo puedes decir que lo sientes y acabar con esto?

                - No debí haber dicho eso – Hanna bajó su cabeza. – Puedes contarle a la policía si quieres. Y a tus padres. Y a Madison. Se merecen saber la verdad.

                Naomi cerró su mandíbula y miró al horizonte. – Es solo que no entiendo cómo pudiste hacer algo así. Y entonces, luego de saberlo, pretendiste ser mi amiga, ¡Como si nada estuviera mal!

                - No sabía que Madison era tu prima hasta que vi la ID falsa – Hanna dijo. Lágrimas bajaron por sus mejillas. – Cuando hice la conexión, me volví loca. Pensé que sabías sobre Madison y yo desde el comienzo—pensé que por eso eras buena conmigo. Lo sabías y querías vengarte.

                Naomi se mofó. – Era buena contigo porque quería que fuéramos amigas. Estaba enferma de nuestras estúpidas peleas. – La miró incrédula - ¿Por eso estabas en mi computador cuando volvimos del club? ¿Para asegurarte de que yo sabía?

                Hanna asintió, abrumada de culpa – Estaba convencida de que sabías sobre Madison. Leí un e-mail entre ustedes, y decías que habías arrinconado quién era el sospechoso. Supuse que sabías que era yo.

                - ¿Has pensado alguna vez en solo hablar las cosas? ¿Confesar?- Naomi preguntó.

                - Es complicado – Hanna murmuró. No era como si pudiera contarle a Naomi sobre A.

                - ¿Tú pusiste esas fotos en mi computador también?

                Hanna frunció el ceño - ¿Qué fotos?

                Naomi empuñó sus manos. – Toda una carpeta con fotos nuevas fue añadida misteriosamente a mi escritorio. Pensé que eran un virus, de hecho, así que no las vi, pero cuando fui a borrarlas, se habían ido. ¿Estabas tratando de echar a perder mi computador?

                - Lo siento – dijo una vez más, sin saber cómo explicarlo.

                Naomi se tocó el puente de la nariz. Miró las olas por unos segundos, luego de vuelta a Hanna, agresivamente. – Para que quede claro, no tenía idea de que Madison había estado con alguien en su auto. Estaba tan borracha esa noche que no recordaba tampoco. Lo que recordaba, sin embargo, eran los focos delantero acercándose justo antes del choque. A ese es a quien estábamos investigando, idiota. No a ti.

                Hanna se avergonzó, pero luego asintió tímidamente – Recuerdo ese auto. Fue como que, un segundo no había nadie en el camino, y al otro, allí estaba, yendo directo a nosotras.

                - Nos las arreglamos para encontrar un testigo – Naomi dijo de mala gana. – Una mujer vive en la casa en el cerro donde el auto chocó. No estaba en casa en ese momento, pero tiene una cámara de seguridad en la entrada del auto, y capturó parte del accidente. Hay una imagen borrosa del auto de Madison—No se notaba que habían dos personas en él. Había una imagen de un segundo auto también, forzando al BMW a salir de la pista. Fue como que quería hacerlo.

                El corazón de Hanna comenzó a acelerarse. - ¿Tienes idea de quién fue?

                - Tenemos parte de una placa de patente, pero es todo. Los policías preguntaron a Madison si conocía a alguien que la odie tanto que querría herirla, pero no conocía a nadie. Supongo que debería hacerte la misma pregunta.

                Un escalofrío subió por la columna de Hanna. Si ella solo supiera quien quería herirla. Pero quizás así fue como A supo lo que había ocurrido esa noche: A había sido el conductor del otro auto, forzando el accidente. Por supuesto que A había tenido asientos de primera fila para ver lo que ocurrió después. Todo lo que A tuvo que hacer fue estacionarse, apagar las luces, y ver a Hanna desesperarse.

                El bote bajó la velocidad, y el puerto Hamilton apareció a la vista. Las amigas de Hanna, quienes estaban al otro extremo del bote, fuera del alcance del oído, se inclinaron en sus asientos y luego se dieron vuelta. Probablemente estaban mirando la conversación, tratando de adivinar lo que Hanna estaba diciendo. Hanna se preguntó si solo por su lenguaje corporal pudieron deducir que Naomi no era A.

                Hanna miró a Naomi otra vez. Había un montón de cosas que quería decirle a Naomi. Un gracias si era adecuado—habrían muerto sin el bote de rescate. Quería tratar de compensárselo, también, a pesar de que no tenía idea de cómo. Pero decir cualquiera de esas cosas parecía completamente inapropiado. Era una cosa cuando lo que había hecho era un secreto, algo con lo que era torturada internamente. Era otra cosa cuando veía a cuántas vidas había tocado, alterado. Añadía toda una nueva capa de culpa y vergüenza.

                - Lo siento mucho por todo – murmuró una vez más.

                - Si, bueno, deberías – Naomi gruñó. Cuando miró a Hanna, había disgusto en sus ojos, pero luego se encogió de hombros – No voy a contarlo, si eso es lo que te preocupas. Pero me la debes— ¿Entendido? Y esperemos que averigüen quien fue el otro conductor.

                - Oh. Gracias. – Hanna estaba sorprendida por la repentina generosidad de Naomi. Pero Naomi solo giró sus ojos y se dio vuelta.

                Una ola salpicó, goteando en la cara de Hanna. Se acomodó en su asiento, sintiendo una mezcla de vergüenza y arrepentimiento. Al mismo tiempo, sabía que la semilla de amistad que había comenzado a crecer entre ellas probablemente se había perdido por siempre. Se había dicho mucho. Se había dañado mucho—y todo era culpa de Hanna. Quizás no se molestarían la una a la otra en los pasillos de Rosewood, pero tampoco se sentarían juntas en Steam. Era otra cosa que A había arruinado.

                El bote entró al muelle, y todos hicieron fila para bajarse. – Sabes, hay algo más que probablemente debería decirte – dijo bruscamente cuando se bajaron al muelle.

                - ¿Qué es? – Hanna preguntó

                Naomi puso un mechón de cabello desordenado por el viento tras su oreja – Ali me llamó una vez, luego de que volvió a Rosewood como Courtney. Me contó todo. Que ella era la verdadera Ali, pero que había sido aprisionada en el hospital al comienzo de sexto grado por este intercambio casual, y que era algo así como culpa de ustedes que eso haya ocurrido.

                Los ojos de Naomi se ampliaron - ¿Le contaste a alguien?

                Naomi negó con la cabeza – Pensé que estaba borracha—la historia era muy loca. Y seguía diciendo “las odio, Naomi. Arruinaron mi vida. Arruinaron la tuya también ¿No crees? ¿No te deben algo?

                - ¿Tú crees eso? – Hanna preguntó.

                Naomi se encogió de hombros. – Era genial ser la amiga de Ali, y yo estaba realmente enojada cuando nos botó a Riley y a mí por ustedes. Pero con el paso del tiempo, comencé a creer que era algo bueno. Ali era muy mandona. Y guardaba muchos secretos.

                - ¿Cómo qué?

                Naomi miró a Hanna como si estuviera loca - ¿Quizás que tenía una hermana gemela de la que nadie sabía? – Luego aclaró su garganta. – Dijo algo más al teléfono el año pasado. Dijo “Voy a atrapar a esas perras, Naomi. Vamos a hacerlas pagar por lo que hicieron.

                - Dios – Hanna susurró. Ali las había hecho pagar.

                Luego miró a Naomi. – Desearía que hubieras dicho algo antes. Desearía que le hubieras dicho a alguien. – Si Naomi se hubiera tomado más en serio a Ali, las chicas no habrían pasado por esa horrible experiencia en Poconos. Si la Verdadera Ali hubiera sido enviada de vuelta a La Reserva—porque seguramente la habrían enviado, si alguien le hubiera creído—Jamaica no hubiera ocurrido tampoco. Tabitha solo habría sido una rara amiga de Ali de La Reserva quien actuaba extrañamente en representación de Ali. Nada más.

                Hanna se imaginó el tiempo retrocediendo, cada cosa horrible que habían hecho haciéndose polvo. ¿Qué tipo de vida estaría viviendo ahora? ¿Qué tan feliz sería, que tan despreocupada? ¿Qué tan increíble sería si A no estuviera en su vida?

                Una mirada inteligente y rencorosa atravesó la cara de Naomi, recordándole más a la chica que había conocido por años, la chica que siempre había sido su enemiga. – Supongo que eso nos deja a mano.

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