domingo, 22 de septiembre de 2013

Burned - Capítulo 28: Mujeres y niños primero

             Traducido por: Daniela
            Corregido por: Frío

             
             Emily siguió el grupo de chicos hacia las escaleras, sus fosas nasales quemaban con humo. Sobre ella, las luces de emergencia brillaban. Los chicos gritaban sobre la extraña explosión, riendo histéricamente, o haciendo comparaciones nerviosas con el Titanic. Y a pesar de que habían ido a un encuentro de seguridad el primer día en el barco, nadie parecía recordar donde estaban sus estaciones de barco salvavidas.

              - ¡Todos! – Jeremy gritó por el altoparlante. – Si nos separamos, recuerden juntarse con nosotros en el hotel Royal Arms en Hamilton, Bermudas.
        
      Jeremy repitió el mensaje tres veces más. Mientras Emily esperaba para bajar por las escaleras, miró al cielo. Un avión los sobrevoló, saliendo del aeropuerto de Bermudas, el cual ahora estaba a un viaje en bote de diez minutos. ¿Sería ese el avión en que ella y Jordan se suponía que deberían estar? Se imaginó a las personas sentadas en sus asientos, a las azafatas pasando por los pasillos, el aroma de café recién preparado saliendo de la cabina—y los dos asientos vacíos que eran para ella y Jordan.

              La fila avanzó un poquito, y unos pocos chicos pasaron por la puerta de la escalera. Una chica frente a Emily con trenzas africanas codeó a su amiga. – Oí que los terroristas quemaron la cafetería.

              - No, esos dos tipos que estaban en el show de talentos lo hicieron – su amiga respondió con seguridad – Sabían que su acto fue basura así que decidieron detonar el lugar y robarse la Vespa.

              - Estás inventando eso – Trenzas Africanas giró sus ojos.

              - Quizás era esa chica que saltó por la baranda temprano – otra voz dijo – Quizás esta era su venganza por quien sea que la delató a los Federales.

              - Eso es una locura – alguien se oía molesto. – Esa chica nunca salió por aire. Está muerta.

              - ¿Puedes creer que estuvo en este crucero todo el tiempo? ¿Quién crees que la entregó?

              ¡Dejen de hablar sobre ella! Emily quería gritar. Era como si Jordan fuera una celebridad infame, alguien raro y  misterioso. Le gusta un montón de leche en su café, pensó. No le teme a nada. Es la chica más increíble que he conocido.

              Cerró sus ojos e imaginó el cuerpo de Jordan hundiéndose más, y más, y más, y más, a las profundidades de la bahía, tal como había sido con Tabitha. Quería estrangular a A con sus propias manos. ¿Por qué no podía A solo haberlas dejado ir? ¿Por qué A tenía que arruinar Cada. Cosa.?

              Sintió una mano en su hombro. Aria estaba en las escaleras tras ella, vestida con bikini y su falda de pasto de hula y bañada en sudor. Hanna y Spencer estaban allí también, vestidas normales pero se veían histéricas.

              - ¿Qué ocurre? – Emily preguntó.

              Aria miró adelante y atrás a todos los chicos en las escaleras, luego arrastró a Emily al descansillo, el cual estaba frío, oscuro, y vacío. Chicos pasaban, pero nadie parecía notar que ellas estaban allí.

              - Mira – Aria buscó el relicario redondo y dorado que había estado usando toda la semana en su bolsillo y lo puso bajo la nariz de Emily. Las dos mitades del pendiente se abrieron. Emily miró a las dos chicas en la foto del interior. Una de las chicas era Ali. Cuando se dio cuenta de quién era la otra, dio un paso atrás, confundida.

              - ¿Es esa Tabitha? – Susurró.

              - Este era su collar – Aria dijo – Noel lo encontró en la playa, pero busqué las fotos de Tabitha online, y definitivamente era de ella.

              Spencer negó con la cabeza, asombrada. – Apuesto que Naomi lo puso para que Noel lo encuentre y se lo dé a Aria.

              - O quizás Graham lo hizo – Aria dijo, aun respirando agitada. Se veía como que estaba a punto de romper a llorar. – Estaba equivocada sobre él, chicas. Miró directo al collar como que él sabía lo que era, y luego me miró como si supiera todo lo que he hecho. Corrí de él y me encerré en la sala de calderas, pero él me gritó por la puerta. Grité una disculpa por lo que le hicimos a Tabitha, pero no lo detuvo. Él dijo que me estaba vigilando, y mencionó una foto. Creo que él es quien puso la bomba también. Él mencionó pólvora una vez cuando estábamos conversando—él podría haber sabido cómo hacer una explosión.

              Spencer se tapó la boca con la mano. - ¡Podrías haber sido asesinada!

              - Lo sé – Aria tragó saliva.

              Emily tembló - ¿De qué foto crees que hablaba?

              - No lo sé – Aria dijo – Quizás la de Tabitha en la playa. Yo creo que él es quien está trabajando con Naomi.

              - Oh dios mío – Spencer se dejó caer en un escalón, se veía atontada.

              - ¿Pero por qué Naomi—o Graham, o quien sea—pondría ese collar para que Noel se lo dé a Aria? – Hanna preguntó.

              - Prueba que matamos a Tabitha – Spencer dijo, inclinándose para que un grupo de chicos que bajaban las escaleras no escucharan – nos conecta con ella y esa noche. A está tratando de construir un caso impenetrable.

              Emily se apoyó contra la pared. – No lo entiendo. ¿Por qué A necesitaría construir un caso aun mayor sobre nosotras? A—ambos—tiene las fotos. Uno de los A nos vio. Y nosotras lo hicimos. ¿Por qué A necesita juntar evidencia extra?

              Spencer se encogió de hombros, la luz de emergencia brillaba en su cara – No lo sé. Pero el FBI está cerca, buscando a esa chica que saltó por la borda – Miró a Emily cuando dijo eso, luego miró a otro lado. – Sería un momento perfecto para contarlo. Nos arrestarían en horas, especialmente si tenemos este collar.

              Hanna miró a Aria - ¿Dónde está Graham ahora?

              Aria tocó la baranda con sus uñas – No estoy segura. Desapareció luego de la explosión.

              Spencer frunció el ceño – Eso es extraño ¿No creen?

              Aria se encogió de hombros – Estoy agradecida de que no esté. Tenía miedo de que fuera a saltar y herirme.

              - Eso tendría mucho sentido, ¿no crees? – Spencer abrazó sus rodillas. – Digo, agradezco que estés a salvo, pero ¿por qué no estaba esperándote luego de que la bomba explotó? ¿Se fue?

              Emily pensó por un momento, inconscientemente escuchando cómo más chicos bajaban por las escaleras. – Quizás calculó mal donde puso la bomba, y tuvo que correr de ella para no herirse.

              - ¿O y si Graham no estaba seguro de que éramos nosotras en el techo esa noche? – Hanna preguntó, parando para toser – Incluso esas fotos de nosotras son bastante borrosas. Pero quizás cuando corriste de él, Aria, tuvo su prueba. Quizás él y Naomi irán a decirle a la policía.

              Spencer usó la baranda para apoyarse para pararse – El collar definitivamente nos conecta al crimen. La policía pensara que se lo sacamos a Tabitha esa noche.
             
              Hanna asintió. – Tenemos que deshacernos de ese collar ahora. No necesitamos nada que nos conecte a Tabitha—especialmente con la FBI aquí.

              - Deberías haberte deshecho de él tan pronto como supiste qué era. – Emily le dijo a Aria - ¿Por qué no lo tiraste por la borda?

              Aria parecía aturdida. La luz fluorescente en la escalera hacía que su ya-pálida piel se viera aún más fantasmal. – No estaba pensando exactamente bien.

              - Es bueno que no lo hayas tirado por la borda – Hanna dijo enérgicamente. – Hay cientos de policías dragando el puerto. Uno de ellos podría haberlo encontrado. Todo tipo de persona te vio usándolo, Aria—lo conectarían contigo en un segundo, y entonces A se aseguraría de que lo conecten a Tabitha también. Necesitamos deshacernos de esto para que no vuelva a perseguirnos. Deberíamos hundirlo con algo para que nadie nunca lo encuentre.

              Hubo un chirrido de acople en los parlantes, y las chicas miraron. Jeremy respiró en el micrófono – Una vez más, es en el Hotel Royal Arms. Les enviaremos un e-mail a todos en caso de que lo olviden.

              - Tengo una idea – Spencer dijo luego del anuncio. – Hay un golfo de buceo no muy lejos de aqu —mi grupo de buceo fue allí cerca esta tarde. Aparentemente es realmente profundo. ¿Y si tomamos uno de los botes inflables y vamos allí? Podemos nadar hasta el fondo y enterrar el collar bajo el coral.

              Los ojos de Emily se ampliaron. – Pero no estamos todas asignadas al mismo bote. Y suelen haber más que solo cuatro personas por bote ¿cierto? ¿Y si afectamos a la seguridad de alguien?

              Spencer se encogió de hombros. - ¿Has visto cuantos botes salvavidas hay en este barco? Hay suficientes.

              - De hecho, es cierto – Hanna dijo pensativa – Algo del registro de datos con el que trabajé en la oficina administrativa mencionó la capacidad del barco y cuántos chicos hay en este momento. Parecerá que hay como un millón a bordo, pero usualmente meten cien personas más en este barco para los cruceros normales.

              Aria tragó saliva – Spencer, no sé nadar.

              - Yo sí – Spencer le recordó – Estoy certificada para bucear. Yo lo enterraré. Tú no tienes siquiera que bajarte del bote.

              - ¿Y qué haremos cuando acabemos? – Aria preguntó – Estaremos ahí en medio del océano. ¿Cómo encontraremos a los otros?

              Spencer no parecía preocupada – Oíste el anuncio—nos juntaremos en el Hotel Royal Arms en Hamilton. Podremos llegar allí.

              Hanna tocó una pintura descascarada en la pared. – Podría ser peligroso sacar un barco solas, especialmente a un lugar tan segregado.

              Spencer expulsó esa idea – He estado en Bermudas seis veces con mi familia. Conozco estas aguas.

              - Te sigo – Emily decidió – Vamos.

              - Lo haré – Aria finalmente accedió. Todas miraron a Hanna, y ella se encogió de mala gana.

              Se reagruparon con la masa de chicos dirigiéndose a la cubierta del fondo, deteniéndose en el closet de almacenamiento de buceo para tomar una máscara, un tanque, y aletas. Las puertas de los barcos salvavidas habían sido abiertas, y el océano azul-negro y un brillante atardecer se abrían ante ellas. Todos estaban caprichosamente subiéndose a los botes salvavidas, sin poner mucha atención a sus asignaciones aparentemente. Los amigos se sentaban con sus amigos. Las parejas se apiñaban juntas. La gente aun sostenía sus refrescos de la fiesta previa al show de talentos. La mayoría estaba vestido en sus trajes de presentación, incluyendo a Aria.

              - Vamos – Spencer dijo, apuntando a un bote salvavidas vacío al final del corredor. Todas corrieron por él, y se subieron a bordo mientras los miembros del staff de seguridad del barco estaban ocupados cargando los otros botes. Emily sostuvo los lados de goma del bote y miró al agitado puerto frente a ella, enviando un burbujeo a su estómago. Todas se ajustaron sus chalecos salvavidas, que olían ligeramente a moho. Cuando se habían acomodado seguramente en los asientos, Spencer tiró la cadena para iniciar el motor de fueraborda.

              Luego, una mano tomó el brazo de Emily. - ¿Espacio para una más?

              Emily se dio vuelta y se tragó un grito. En la cubierta del barco, mirándola a ella, estaba Naomi. – Um… - dijo, sin moverse.

              La mirada de Naomi se disparó de Emily a Spencer a Aria a Hanna. Todas miraron igual de shockeadas. Las orillas de su boca se volvieron hacia abajo con disgusto. - ¿Puedo unirme o no? – preguntó agresivamente.

              - Lo siento, Naomi. No hay espacio – Hanna tomó el brazo de Spencer - ¡Vamos!

              Spencer presionó el acelerador y partió de la cubierta, casi botando a Naomi al agua. Emily se rascó el lugar en su brazo que Naomi había tocado. Su piel picaba.

              - ¡Oye! – Naomi les gritó - ¿Qué rayos?

              - No le respondan – Hanna dijo entre dientes.

              - ¡Oigan! – Naomi volvió a gritar, viendo cómo Spencer alejaba el bote de la orilla. - ¿A dónde van? ¡Ese es el camino equivocado!

              Aria lloriqueó. Hanna parecía que iba a vomitar. El corazón de Emily latía muy acelerado. La mandíbula de Spencer estaba cerrada con fuerza mientras conducía hacia el golfo. En un minuto, habían llegado tan lejos que tenían una vista panorámica del barco entero. Pequeños botes salvavidas salían del casco. Una luz de alarma brillaba en la cubierta superior. Humo negro salía por las ventanas.

              Y entonces, la mirada de Emily volvió a la cubierta donde el staff estaba organizando los botes que quedaban. Naomi seguía allí, con las manos en las caderas, mirando. Emily miró su rígida silueta hasta que se hizo más y más pequeña, más y más borrosa, hasta que finalmente se desvaneció en la creciente oscuridad.


           

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