lunes, 23 de febrero de 2015

Vicious - Capítulo 31: Toda La Pandilla Está Aquí

<<Capítulo 30

Traducido por: Daniela



Presente, lunes,
Rosewood, Pennsylvania.


           - ¿Emily? – Hanna admiró a la chica frente a la corte. Era la cosa más increíble que había visto alguna vez. Allí estaba Emily, entera, sana, con ojos brillantes, casi emocionada mirando a la corte. No rescatada del agua, muerta. No acurrucada en un rincón, loca. Viva. Sonriendo.
           Hanna corrió por el pasillo hacia su amiga. Emily estiró sus brazos y le dio un enorme abrazo. Se sintió tan bien respirar el aroma a limón de Emily y mirar sus ojos. Hanna ni siquiera se dio cuenta de que estaba llorando hasta que trató de hablar y sus palabras salieron balbuceadas. – No puedo creerlo, - dijo. – Estás…aquí. ¡Aquí de verdad!
           - Estoy aquí, - Emily respondió, también llorando. – Lo siento tanto por llegar tarde. Tuvieron que ir a prisión. No quería que eso ocurra.
           Hanna bateó su mano. – Estás viva, - susurró. – Eso es todo lo que importa.
           Las otras también se habían acercado y amontonado alrededor de Emily. - ¿Cómo es posible esto? – Spencer preguntó.
           - ¿Cómo sobreviviste a esa tormenta? – Aria chilló.
           - ¿Dónde has estado? – Hanna preguntó. También se preguntó por qué Emily estaba aquí. ¿Había sobrevivido sólo para entregarse?
           Pero Emily estaba mirando atrás a las puertas por las que acababan de entrar. Hanna también se volteó, al igual que todos los demás en la corte—la cual estaba más que nada vacía excepto por el juez, los abogados, y algunas personas de apariencia oficial que tomaban notas. Las puertas dobles se habían abierto, y alguien nuevo acababa de ser escoltado. Hanna quedó boquiabierta.
           - ¿Ali? – Susurró.
           Al menos pensaba que era Ali. EL cabello de la chica era escaso y café. Capas de grasa ocultaban su cara de huesos finos y hacía que sus ojos azules lucieran blandos y como de cerdito. La remera negra que usaba no estaba ni cerca de alcanzar su estómago o pechos. Un único pensamiento surgió a la superficie de la mente de Hanna: Si esta chica hubiera estado en Rosewood Day, y si la antigua Ali aún estuviera presente, se habría burlado sin piedad de ella. Ali se había convertido en su propia peor pesadilla.
           El resto de la corte explotó en susurros mientras un guardia llevó a Ali a la parte de enfrente de la corte. Ali se movía desanimada. El corazón de Hanna latía tan fuerte. Su casi-asesina, la mente maestra que consiguió que las sentencien a una vida en prisión, estaba de pie a sólo metros de distancia. Parte de ella quería alejarse de las otras y golpear a Ali hasta botarla al piso. Otra parte quería correr tan lejos y rápido como pudiera.
           Se volteó y miró a Emily. De repente, entendió por qué Emily estaba aquí. No era una coincidencia que tanto Emily como Ali estuvieran en la corte al mismo tiempo. De algún modo, Emily había sobrevivido a su muerte y… encontrado a Ali, donde sea que había estado escondida.
           Miró boquiabierta a su amiga. – No me lo creo.
           - ¿Dónde estaba? – Aria preguntó al mismo tiempo, con los ojos como plato.
           Emily les sonrió pacientemente. – Les contaré toda la historia pronto, - susurró.
           Todas se voltearon de nuevo hacia Ali, quien estaba de pie junto al puesto del juez, cabizbaja. El juez miró de Ali hacia las chicas. – Parece que tenemos a otro testigo sorpresa, - dijo irónicamente. – La chica asesinada, levantada de entre los muertos.
           La cabeza de Ali se levantó. – Ellas trataron de matarme, - dijo repentinamente. – No entienden. Ellas hicieron todo lo que dije en mi diario. Me ataron. Me hirieron. Todo lo que les dije es cierto.
           - Sí, seguro. – Spencer gritó.
           Ali las miró con desagrado, su cara estaba retorcida y terrible. – Esas son perras horribles, - le dijo al juez. – Merecen ir a prisión.
           El juez la miró imparcialmente. – Cuide lo que dice, Señorita DiLaurentis. Todo lo que salga de su boca puede y será usado en su contra—en su juicio.
           Los ojos de Ali se ampliaron. Abrió la boca para hablar, pero un hombre con un traje a rayas quien acababa de unírsele en la banca, presuntamente su abogado, puso una mano en su hombro para callarla. Ali languideció, dejando escapar un débil y bajo gemido.
           Hanna sintió un frenesí de triunfo en su pecho. En cada situación, Ali les había quitado lo mejor. Hasta ahora. Era la mejor sensación del mundo. El juez luego se volteó a ellas y dio las noticias que Hanna pensó que nunca oiría: Las cuatro estaban libres de sus cargos por asesinato, ya que la víctima seguía viva. – No sólo viva, sino que ha fingido su propia muerte,ha estado prófuga,ha evadido la ley, tratado de escapar, y  ha amenazado a la Señorita Fields aquí con una pistola, - el juez añadió, mirando en dirección a Emily.
           Hanna miró boquiabierta A Emily. - ¿Trató de dispararte?
           Emily se encogió de hombros. – Su mamá también.
           La boca de Spencer se abrió. También la de Hanna. Estaba demasiado asombrada para hacer preguntas.
           El juez aclaró su garganta. – Ahora, hay algunos cargos que necesitamos aclarar con ustedes. Señorita Fields, puso a muchas personas en mucho conflicto, pensando que estaba muerta. Sin mencionar que deliberadamente desobedeció su mandato de la corte de quedarse en el estado de Pensilvania y se fue a Florida. Pero supongo que dejaremos esos cargos de lado, considerando las duras experiencias por las que ha pasado.
           Emily dio un gran suspiro. – Gracias, - dijo efusivamente. Hanna le apretó la mano.
           - Y Señorita Montgomery. – El juez dio vuelta una hoja en su escritorio. – Huyó del país, lo cual es una ofensa aún mayor. Pero creo que podemos negociar servicio comunitario en lugar de tiempo en prisión.
           Los ojos de Aria brillaron y se llevó una mano a la boca en regocijo.
           El juez dio vuelta más páginas. – Por todo lo demás con ustedes, han sido absueltas. Pueden irse.
           Hanna se tomó un momento para disfrutar lo que estaba pasando. ¡No iba a volver a prisión! No tendría que bañarse a plena vista ni pasar hambre por miedo a la desagradable comida, ni dormir junto a una asesina. Podía estar con Mike de nuevo. ¡Podría hacer todo de nuevo!
           Hanna miró a Emily. – De verdad lo hiciste. La encontraste. ¡Nos liberaste a todas!
           Emily sonrió, aun luciendo algo sorprendida ella misma. – Es una locura, ¿cierto? Todo el tiempo no estaba segura de sí podría hacerlo de verdad. Pero ustedes eran lo que me mantenía avanzando. Pensé en ustedes todo el tiempo—y por eso es que hice lo que hice.
           Se dieron otro abrazo grupal, todas lloraban un poco. Luego Aria se separó, inspirando y llorando de alegría. – Sabes, Em, pensábamos que estabas suicida. Estábamos tan preocupadas.
           Emily asintió. – estaba luchando un montón, desde lo que Ali le hizo a Jordan. Y sé que corrí un gran riesgo al ir tras ella—probablemente fue una locura. No tenía idea de si la encontraría en realidad. – Colgó un brazo del cuello de Hanna y otro en el de Spencer. – Lamento tanto haber tenido que dejarlas como lo hice. Me siento terrible por no haber estado allí durante el juicio. Lucía horrible.
           - Lo fue, - Dijo Spencer. Pero luego se encogió de hombros. – Lo entiendo. Lo que tú estabas haciendo era mucho más importante. Nunca lograremos pagártelo.
           - No tienen que hacerlo nunca, - Emily dijo rápidamente. – Hubieran hecho lo mismo por mí.
           Hanna se volteó hacia el juez. Él estaba pasando otra página, con su mirada hacia Alison. – En cuanto a ti, - él dijo, la corte volvió a quedar en silencio. – Estás en riesgo de huir, eres una amenaza para la sociedad, fingiste tu propia muerte,  no estás segura por cuenta propia, así que tendrás que esperar tu juicio en prisión. – Azotó su mazo. – Llévensela.
           Dos guardias aparecieron a los costados de Ali y la tomaron de los brazos. Ali dejó salir un pequeño gruñido, pero dejó sueltas sus extremidades. Cuando la llevaron por el pasillo, miró a Hanna y las otras. Subió un escalofrío por la columna de Hanna cuando sus miradas se cruzaron.
           Ninguna parpadeó. Ali las miró con desdén y furia. Era una mirada que Hanna nunca había visto antes en ella, probablemente porque Ali siempre había sido quien estaba en control. Esta mirada decía, No puedo creer que esto me esté ocurriendo a mí. Ali no estaba acostumbrada a estar entre los perdedores. La última vez que perdió, que realmente perdió, fue después de que Courtney intercambió su lugar, enviándola a La Reserva.
           Y así tal cual, todos en la corte se estaban poniendo de pie y retirándose. Ningún guardia llegó junto a Hanna y las otras para escoltarlas a salir. Lentamente, las chicas se voltearon y salieron por cuenta propia. Al otro lado de la puerta, Hanna pilló un vistazo de su mamá y Mike esperando en el vestíbulo. Gritó.
           - ¿Es un sueño? – Le preguntó a sus amigas, con una gran sonrisa.
           - Quizás, -Spencer dijo, luciendo igual de deslumbrada. Luego se estiró y tomó la mano de Hanna, sonriendo. Hanna alcanzó a Emily a su otro lado, y Em alcanzó a Aria.
           De la mano, las cuatro chicas caminaron hacia el vestíbulo juntas. Los reporteros saltaron sobre ellas inmediatamente con preguntas, poniendo micrófonos en sus caras. - ¿Qué pensaron cuando vieron a Alison hoy? – uno gritó. - ¿Creen que tendrá pena de muerte? – -Emily, ¿cómo la encontraste? - -¿Qué piensan de toda esta experiencia?
           Por algún motivo, Hanna se sintió forzada a responder esa última. Se inclinó hacia el reportero y respiró hondo. - ¿Qué pienso de toda esta experiencia? – repitió, deteniéndose a contemplar. Y luego pensó en la respuesta perfecta. – Ali no logró matarnos, - dijo. – Sólo nos hizo más fuertes.

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