martes, 17 de febrero de 2015

Vicious - Capítulo 27: El Testigo Sorpresa Más Grande de Todos

<<Capítulo 26


Traducido por: Daniela
Corregido por: Andrea F.


           La tarde del lunes, Spencer estaba sobre sus manos y rodillas en el piso del baño de mujeres, con una esponja que seguramente rebosaba de hongos tóxicos en sus manos, y un balde de agua sucia y con olor rancio a su lado. Tratando de no respirar, sumergió la esponja en el agua y luego la volcó en el piso, haciendo lentos y parejos círculos. Incluso hizo unas cuantas respiraciones de fuego de yoga intensas y concentradoras que siempre la habían ayudado. Pero después de la respiración número tres, escuchó a alguien riéndose sobre ella y levantó la vista.
           Una mujer flaca con piel verdosa y un parche en el ojo estaba apoyada en el lavamanos, sonriéndole a Spencer con dientes torcidos y podridos. – La pequeña y rica perra no se las puede con las labores del baño, ¿ah?
           - Estoy bien, - Spencer respondió. Retrocedió, deseando no haber dicho nada. Recordó del libro de Angela que la clave era no involucrarse con los otros prisioneros—era señal de debilidad. Y esta chica, cuyo nombre era Meyer-Lopez, había estado siguiendo a Spencer toda la mañana, tratando de provocarla.
           Meyer-Lopez se subió más en el lavamanos. – Apuesto que nunca pensaste que vendrías aquí, - chilló. – Apuesto que pensaste que te saldrías con la tuya. Ella me lo contó todo de ti, sabes. Me dijo lo quisquillosa que eras. La consentida perra que eres.
           Spencer se avergonzó e hizo círculos aun más grandes con su esponja. Por favor que un guardia entre ahora mismo, por favor que un guardia entre ahora mismo, deseó. Esta era la parte más tenebrosa de la prisión hasta ahora. No el hecho de que las mujeres discutían violentamente hasta bien tarde por la noche, como Spencer había experimentado la tarde anterior, registrando un total de cuarenta y cinco minutos de sueño. No el hecho de que la comida era del grado más bajo posible y estaba infestada con toda clase de bacterias—tuvo terror de comerse un waffle esta mañana por miedo de que pudiera tener convulsiones relacionadas al botulismo [1] inmediatamente. No era que no haya visto a Aria o Hanna ni siquiera una vez, o que probablemente tendría que vivir los próximos treinta años durmiendo junto a alguien cuyo sobrenombre era Señorita Viciosa, como había sido la noche anterior, la mujer tenía una apariencia tan tenebrosa que Spencer estaba segura de que se despertaría esta mañana con moretones por todos su cuerpo.
           No. Eran las muchas reclusas que se habían acercado a Spencer las últimas veinticuatro horas y habían mencionado que oraban en la alta iglesia de Alison DiLaurentis. Cómo decían que ella les había hablado, que les había contado sobre Spencer y las otras—y ¿Quién sabia? Quizás Ali lo había hecho. Cual sea el caso, estas mujeres eran casi definitivamente subalternas de Ali, y habían amenazado a Spencer de que pronto, cobrarían venganza.
           Lo que significaba… ¿qué? ¿Iban a patearle el trasero? ¿Matarla?
           Fregó vigorosamente, ignorando la mirada de odio de Meyers-Lopez. Tenía sentido perfectamente. No solo Ali había construido un plan a prueba de tontos para que sean convictas—Spencer estaba segura de que Ali le había pagado a algunos de los miembros del jurado—pero también había plantado algunos Ali Cats al interior de la prisión para asegurarse de que las próximas décadas de la vida de Spencer sean miserables. ¿Y las Ali Cats se estaban comunicando con Ali también, hacia afuera? ¿Podría eso, de cierto modo, probar que Ali estaba viva? Sí, claro, pensó mientras el agua sucia  daba vueltas al fondo del lavamanos. Nunca había logrado demostrarlo. Ali y sus subordinados eran mucho más  inteligentes que eso.
           Llevó la esponja a uno de los cubículos. La puerta fue azotada poco después, y cuando Spencer salió del cubículo, el baño estaba vacío. Sonrió, sintiendo como si hubiera ganado una pequeña victoria. Meyers-Lopez debe haberse cansado de Spencer he ido.
           Caminó hacia el balde, pero cuando metió la esponja al agua, sus dedos tocaron algo baboso y firme. Retrocedió. Algo negro flotaba en el agua. Luego notó una pequeña pata, un bigote, un hocico. Spencer gritó. Era una rata muerta.
           - Oh dios mío, Oh dios mío, - dijo, mirando su mano estirada.  Acababa de tocar una rata muerta. Acababa de tocar una rata muerta. Probablemente iba a darle la plaga. Desde algún lado del pasillo, juró oír la risa de Meyers-Lopez.
           - ¿Hastings?
           Spencer se volteó. Burroughs, la guardia quien las llevó adentro el día anterior, ahora estaba de pie en la entrada. Por un momento, Spencer pensó que iba a culparla a ella por la rata muerta. – Necesito que vengas conmigo, - la guardia gruñó.
           - ¿P-para qué? – Spencer se atrevió a preguntar.
           Las líneas en la frente de Burroughs se arrugaron aun más. – Tu abogado está aquí, ¿bien? Y quiere hablar contigo.
           Spencer la miró. ¿Su abogado? ¿Qué podría posiblemente decir Rubens? ¿Ya estaba listo para apelar?
           - ¡Bueno, ven! – Burroughs gritó.
           Cabizbaja, Spencer se apresuró en salir del baño hacia el costado de Burroughs. Caminaron por una serie de pasillos hasta que llegaron a las salas donde los prisioneros se juntaban con sus abogados. Burroughs desbloqueó la última puerta a la derecha y la abrió. Rubens estaba de pie, dándole cara a la ventana con barras. Aria y Hanna estaban sentadas en la misa, luciendo tan traumatizadas como estaba Spencer.
           Spencer los miró a todos. - ¿Qué sucede? – preguntó, sintiéndose cautelosa.
           La expresión de Rubens era difícil de identificar. Juntó sus manos. – Ustedes chicas vienen conmigo.
           Spencer frunció el ceño. - ¿A dónde?
           - A la corte.
           Hanna lucía preocupada. - ¿Por qué?
           Rubens miró de un lado a otro con preocupación. Un par de reclusas deambulaban afuera, tratando de lucir ocupadas. – No puedo entrar en detalles aquí, - dijo con cautela. – Sólo tienen que venir, ¿está bien? Ahora.
           Una serie de guardias las empujaron por el pasillo pasando el casino y hacia las puertas dobles que llevaban al exterior. Spencer se apiñó con sus amigas, emocionada de verlas otra vez, incluso si era para algo tan misterioso. - ¿Qué creen que está ocurriendo? – susurró.
           - Quizás nos van a mover, - Aria dijo. Su expresión se oscureció. – Dios, apuesto que es eso. Nos van a mover a un lugar aun peor.
           Hanna tragó saliva. – No puede haber ningún sitio peor que este. Me tienen trabajando en el casino con una mujer quien ya decidió que me odia. Me encerró en el cuarto de refrigeración dos veces. – Miró a su alrededor, como si la mujer estuviera escuchando. - ¿Y después, cuando salí? Se rio de mis fríos y puntiagudos pezones. Hizo que todos en la cocina los miraran.
           Aria apretó la mano de Hanna. – Yo estoy en lavandería, y creo que una de las otras chicas reemplazó mi botella de agua con cloro ayer. Gracias a dios que no me lo tomé.
           Spencer tragó saliva, pensando en su experiencia con la rata. - ¿Esas mujeres mencionaron a Ali?
           Los ojos de Aria se agrandaron. – La chica que conocí en orientación lo hizo.
           - La perra de la cocina no, pero creo que mi compañera de celda sabe de Ali, - Hanna susurró. Miró atrás a las puertas de la prisión. – Luce totalmente normal, y es nueva como nosotras, pero tiene un tatuaje de A en la parte de adentro de su muñeca y ya sabía mi nombre.
           Los ojos de Aria se abrieron aun más. – Puede que haya conocido a la misma chica. Definitivamente ella es un Ali Cat.
           Hanna cerró sus ojos y se quejó. - ¿Sabías que es una tejedora? Ella puede tener palillos para tejer legalmente en su litera. Tuve tanto miedo anoche de que iba a… - hizo un movimiento de apuñalamiento con su brazo.
           Burroughs se volteó y las miró. - ¡Sin hablar!
           Ya estaban afuera para entonces. El sol se sentía delicioso en la cara de Spencer, pero no pudo disfrutarlo por mucho tiempo porque los guardias las estaban metiendo a una van que estaba esperando. Hanna y Aria se subieron tras ella, y el mismo tipo que las escoltó hasta la prisión ocupó el asiento de enfrente. Rubens se subió en el asiento del copiloto. Spencer miró la parte de atrás de su cabeza, tratando de adivinar qué rayos estaba sucediendo. ¿Qué era tan importante que las estaban llevando de vuelta a la corte? ¿El jurado iba a sentenciarlas a muerte inmediata?
           Después de un largo y casi intolerable silencio, la corte se asomó. La van repiqueteó hasta el estacionamiento y se detuvo en la acera. Spencer miró por la ventana. - ¿Por qué está la gente de la prensa aquí? – preguntó.
           El abogado saltó de su asiento y abrió las puertas. – Vamos, - dijo duramente.
           Hanna se bajó, casi tropezándose con las cadenas de sus tobillos. - ¿Vamos a ser emboscadas con algo? Tienes la  obligación de decirnos, ¿sabes?
           - S-sí, - Aria dijo temblorosamente. – Si esto es malo, tienes que hacernos saber.
           Pero los reporteros ya habían descendido sobre Rubens y lo estaban bombardeando con preguntas. - ¿Qué sucede aquí? – gritaban. - ¿Por qué llamaron de vuelta a la corte a todos? - - ¿Qué ha ocurrido?
           - Sin comentarios, sin comentarios, - Rubens dijo, afirmando la mano de Spencer con fuerza y tirándola arriba de los escalones. Las otras chicas los siguieron. Spencer estaba sumamente al tanto de todos los flashes disparándose, captando fotografías de ella en su traje naranjo y cabello desordenado y, seguramente, cara sucia, sudada y mugrienta. Pero estaba demasiado curiosa por saber lo que estaba ocurriendo al interior como para preocuparse. Los guardias la hicieron pasar por los detectores de metal, y muy pronto estuvo de pie justo afuera de la corte.
           Rubens estaba de pie frente a ellas, con su mano en la manija. Había una expresión nerviosa en su cara, pero Spencer no pudo adivinar si era bueno o malo. – Bien, señoritas, - dijo sin aliento. – Prepárense.
           - ¿Para qué? – Hanna chilló.
           La puerta se abrió, y muchas personas que ya estaban al interior de la corte, incluyendo el juez, se voltearon y clavaron sus ojos en ellas. Luego Hanna resopló. Aria hizo un pequeño sonido de respiración que era una mezcla entre hipo y sollozos. Una alta y familiar chica estaba de pie en la parte del frente de la corte. Era una chica que Spencer había pensado que nunca volvería a ver. Una chica en quien había pensado muchas veces, quien había aparecido en muchos sueños, quien la había perseguido sin fin desde que desapareció.
           - ¿E-Emily? – Spencer logró decir, apuntando temblorosamente hacia la chica en la parte del frente. Miró a Rubens.
           Él sonrió. – Acabo de recibir la llamada hace una hora. La escoltaron aquí esta mañana.
           Spencer miró otra vez. Los ojos de Emily estaban llenos de lágrimas.  Luego formó una amplia sonrisa cuidadosa. – H-hola, - dijo. Y de hecho, era la voz de Emily. Todo de Emily.
           Estaba viva.



[1] Botulismo: Tipo de intoxicación con la comida


2 comentarios:

  1. OMG!!! no puedo esperar mas el resto de capítulos, ya falta muy poco, es muy emocionante. Solo 9 capitulos mas? No puedo creerlo.

    ResponderBorrar
  2. Muero Muero muero. LO SABIA!!! EMILY ESTA VIVITA y ALI LA SECUESTRÓ!! VERDAD??

    ResponderBorrar

Los comentarios pasan por moderación así que no aparecen de inmediato :) (Para evitar spam y/o spoilers)

Recuerda suscribirte a tu comentario para recibir una notificación cuando alguien responde :)