sábado, 14 de febrero de 2015

Vicious - Capítulo 24: ¿Se Va o Se Queda?

<<Capítulo 23

Traducido por:Analía:)
Corregido por: Andrea F.


    A pesar de que Spencer no era del tipo de las que bailan en las bodas, se pasó toda la noche disfrutando de “Shout,” el “Cha Cha Slide,” y el “Baile del pollito”. Ella dirigió la fila de la conga entre las mesas, ayudó a elevar la silla de Hanna durante la hora, e incluso hizo el baile sensual con las chicas de Hooters con una camiseta cortada y unos  brillantes shorts de color naranja. Se sentía bien celebrar algo. Olvidar, por un breve momento, cuan aterrador era el futuro.
    Durante el momento de calma en la música, se sentó y tomó un sorbo de la copa de champaña. La boda de verdad había sido espectacular— La música era asombrosa, la comida era deliciosa, las chicas Hooters sorprendentemente se comportaron, y las fotos de alfombra roja de todos lo invitados le añadía un toque brillante. Es cierto, la abuela de Hanna, Chelsea, quien había volado rápidamente desde Arizona, lucía un poco molesta y decepcionada porque Hanna estuviera contrayendo matrimonio tan jóven, y Lanie Iler y Mason Byers, quienes habían sido pareja hace mucho tiempo, habían tenido una pelea colosal en el baño, y el Sr. y la Sra. Marin se pasaron toda la noche más o menos evitandose entre ellos. Pero eso era lo de esperarse para cada boda, ¿No? Spencer estaba muy feliz porque Hanna tuviese un día para recordar. Y que ella hubiera olvidado su estúpido orgullo para venir a la boda.
    Aria se hundió en su asiento al lado del suyo y agarró una copa de vino de la bandeja que pasaba. Mientras ella cruzaba sus tobillos, su brazalete de rastreo del tobillo golpeó ruidosamente contra la barra de la silla. - No creerás lo que acabo de ver en el baño, - dijo, sus ojos brillando. -¡A la mamá de Kirsten Cullen, besándose con James Freed!
    - ¡Estás bromeando! - Spencer hizo una mueca irónica. - James siempre tuvo una cosa por las maduras.
    - Si, bueno, al menos alguien está teniendo algo de acción esta noche. - Aria lanzó un suspiro.
    Su mirada atravesó la habitación, hacia donde Noel Kahn, quien también tenía un brazalete de rastreo en su tobillo y estaba sentado junto a un montón de chicos de lacrosse. Noel levantó la mirada, quizás sintiéndola, entonces rápidamente desvió la mirada otra vez. Aria lo hizo también.
    - ¿Quieres hablar sobre eso? - Spencer preguntó en voz baja. Aria no había conversado en verdad sobre qué había pasado en Amsterdam, aunque era claro que Noel estaba en un gran problema por haberla seguido allí, y ambos no se estaban hablando exactamente.
    Aria sacudió su cabeza. - No.
    A Spencer le hacía sentir melancolía el que Wren no estuviese allí también. ¿Debió haberlo invitado? Se moría por verlo otra vez. Pensándolo bien, después de la noche anterior—La manera en que la había sostenido mientras ella rompía a llorar, luego llevarla a casa en algún momento después de la medianoche—No estaba segura de que pudiera manejar el verlo otra vez. Le preocupaba que la sola vista de él le hiciera perder toda la determinación de irse.
    Y ella se tenía que ir—pronto.
    El gran reloj que colgaba sobre el balcón el segundo piso captó su atención. Ya eran las 9. Su auto estaría viniendo a las 9:30.
    - ¿Has visto a Hanna? - Le preguntó a Aria. Ella miró alrededor de la habitación buscando a la única chica en un largo y blanco vestido.
    Aria frunció el ceño y miró en la abundante multitud de invitados. Casi todos estaban en la pista de baile, disfrutando de Katy perry. - No desde hace un rato.
    No había manera de que Spencer se fuera sin decirle adios a Hanna. Ella se levantó y agarró el brazo de Aria. - Ven conmigo.
    - ¿Por qué? - Aria dijo, pero su voz fue envuelta por el sonido de la multitud. Spencer tiró de ella alrededor del salón de baile, su cabeza girando de un lado a otro mientras buscaba por la ágil y elegante figura de Hanna. Finalmente, la vió en la esquina. Su corazón se rompió un poquito mientras asimilaba las mejillas sonrosadas, la gran sonrisa, y las expresivas manos de Hanna. ¿Cómo podía manejar el dejar a sus amigas para siempre? ¿Qué pensarían de ella cuando no aparezca en el juicio cuando este se vuelva a convocar? Probablemente de la manera en que Spencer se sintió cuando Aria no había aparecido: Un poco engañada, un poco celosa, y extremadamente lastimada.
    Se apuró hacia Hanna y lanzó sus brazos alrededor de ella apretadamente. Hanna lucía sorprendida. - ¿Estás bien?
    - Por supuesto que lo estoy, - Spencer dijo con voz ahogada. - Yo solamente… las extrañé chicas mientras no nos hablábamos. -  Y eso le golpeó todo otra vez.
    -Aw,- Aria arrulló en el oído de Spencer, su piel olía igual al perfume de pachuli que su madre usaba. - Yo también las extrañé.
    Spencer se alejó y las miró. - Y no importa lo que pase, prométanme que serán fuertes, ¿Está bien?
    La sonrisa de Aria se desvaneció. La garganta de Hanna se balanceó. - Siempre nos tendremos las unas a las otras.
    - Seremos fuertes, - Aria hizo eco.
    Entonces, la mamá de Hanna palmeó el hombro de Hanna acercándole un pariente de edad. Aria se volvió hacia Mike, también distraída. Spencer tomó la oportunidad de escurrirse por de una salida lateral, se zambulló en el guardarropa, y recuperó el bolso que había empacado de antemano y  que habia traido con ella, así no tendría que volver a su casa antes de que el auto de Angela llegara. Lo revolvió rápidamente, para asegurarse de que las joyas todavía estaban allí. Luego tomó un último vistazo al salón de baile, a todas las personas de Rosewood que había conocido en su vida. Todos los niños que se sentaban a su lado en la escuela. Muchas de las maestras que había tenido, los vecinos y  las familias con las que había crecido rodeada, familias que conoció muy bien— Inlcuso sus propios padres estaban allí, su madre y padre siendo sorprendentemente civiles.
    Un bulto se formó en su garganta.
    Pero luego se volteó y se apresuró por los escalones de piedra hacia el estacionamiento. Allí estaba el servicio de coches que ella había ordenado, traqueteando en la acera. Se subió.
    Mientras el auto emergía en la ruta 76, Spencer se asomó por la ventana melancólicamente, mirando hacia las brillantes luces sobre las hileras de casas a lo largo de Schuy Ikill River. Siempre había disfrutado esa vista mientras manejaba por la ciudad. Otra cosa que ella no volvería a ver después de esta noche.
    Su teléfono sonó, y ella miró el ID de la llamada. Wren. El dedo de Spencer se detuvo sobre el botón IGNORAR, luego algo hizo que conteste.
    - ¿Spencer? - Sonaba como que Wren estaba sonriendo. - ¿Qué estás haciendo?
    - Uh, nada, - Spencer dijo cautelosamente, mirando por la ventana el apresurado tráfico de la ruta 76. - Solamente, tu sabes, sentada en mi habitación.
    - ¿Tu brazalete del tobillo lo confirmaría? - Wren dijo. - ¿No diría que, por ejemplo, estuviste en una fabulosa boda, en la que tu foto fue capturada en la alfombra roja?
    Spencer cerró sus ojos. Atrapada. - Quise invitarte, - ella soltó abruptamente. - Pero fue tan repentino. Y quería que esta noche fuera sobre mis amigas. Estuvimos peleando por tanto tiempo, y acabamos de arreglarlo, y…
    - Está bien, - Wren la interrumpió. - Lo entiendo completamente. Necesitabas una noche con ellas.
    Lágrimas de pronto llenaron sus ojos. Wren la entendía tan bien. Él era tan bueno dejándola ser quien ella era. Odiaba que dejarlo.
    - Ahora, mira, - Wren estaba diciendo. - Hay alguna manera de que  te escabullas de esa fantástica boda y pases un tiempo conmigo por un rato. Iré a tu casa si quieres. Sólo quiero verte esta noche.
    Spencer comprobó el reloj en  el tablero de mandos. 9:45. Sólo quince minutos   hasta Angela. - Estoy cansada.
    - No tomaré un no por respuesta, ¿Está bien? Estaré allí en alrededor de media hora. Nos vemos entonces.
    - ¡Espera! - Spencer gritó, pero Wren ya había colgado. Presionó sus manos en su cara. Wren iría a su casa y ella no estaría allí. ¿Y si sospechaba? ¿Si Llamaba a la policía? Él no lo haría para acusarla, por supuesto… sino que por preocupación. Y eso arriesgaría todo. Ella necesitaba que esta cosa de Angela funcionara sin complicaciones.
    Pero en el fondo de su mente, ella fantaseaba con ver a Wren una vez más. De alguna manera. Sólo una vez antes de que se fuera.
    Daría cualquier cosa.
    Sólo tenía cinco minutos extra para cuando volviera a la casa de su familia. La noche era cálida y húmeda, y su ya sudada piel se sentía incluso más pegajosa mientras se sentaba en la acera para esperar. Su casa se alzaba detrás de ella, tan familiar. Ella había vivido aquí por casi toda su vida. Tantos recuerdos que se habían formado en el jardín delantero, en el porche delantero, detrás de esas paredes. Debido a todo el asunto de A, se sentía como si ella hubiese estado viviendo en el mal, pero allí habían buenos recuerdos también. Todas esas pijamadas con sus amigas. Todos los ensayos que había escrito en su habitación, todas las obras de teatro que había practicado en el patio trasero, las veces que su padre había hecho hamburguesas a la parrilla mientras ella y Melissa usaban tiaras y hacían menúes de crayón para su “Restaurante”. Pronto, una nueva generación haría esas mismas cosas aquí. Pensó en el bebé de Melissa.
    Los pensamientos de Spencer volvieron a los pequeños enteritos que Melissa había comprado ayer. Después de que ella desapareciera, Melissa definitivamente no la querría para ser la madrina del bebé… ¿Melissa siquiera le contaría sobre ella al bebé? ¿O todos pretenderían que Spencer no existió?
    Faros delanteros aparecieron al final de la calle, y Spencer se paró. Un auto negro llegó, y la ventana frontal descendió lentamente. La cara de Angela se asomó del asiento del conductor. - Entrega las joyas. Las veré, y si se ven bien, podrás entrar.
    Pero de pronto, Spencer encontró que no se podía mover. De golpe, no había manera de que ella pudiera desaparecer sin siquiera ver a Wren…o a Hanna… o a Aria… ni siquiera a su familia otra vez.
    Ella se alejó de la acera. - Lo siento, - Dijo en voz baja. - Yo… no puedo.
    Angela la miró. - ¿Disculpame?
    -Yo… yo cambié de opinión.
Angela se rió entre dientes ligeramente. - ¿Así que quieres ir a prisión en su lugar? - Ella rodó sus ojos. - Estás loca.
    Tal vez Spencer estaba loca. Pero había algo sobre la reconciliación con sus amigas hoy, algo sobre estar juntas, que le hizo querer quedarse y enfrentar las consecuencias, cualesquiera que sean. No se veía justo que ella huyera y empezara otra vez mientras ellas permanecían aquí para servir el castigo de Ali. Ellas estaban en esto juntas, para mejor o para peor. Siempre nos tendremos las unas a las otras, Hanna había dicho. Y tenía razón.
    Y ella tendría a Melissa también. Y al bebé de Melissa.
    - Como quieras, - Angela dijo. - Así que supongo que te veré cuando te vea, ¿Ah?
    Y entonces se fue. Spencer miró hasta que las luces desaparecieron alrededor de la esquina, preguntándose si había cometido un gran error.
    Pero sabía, en el fondo, que no lo había hecho. Por lo menos ahora, todavía era ella misma. Wren estaba en camino, y ella sacaría  el máximo provecho de cada minuto que les quedara juntos.
    Ella todavía podría ser Spencer Hastings, la chica que siempre había sido, por un poco más de tiempo.

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