lunes, 23 de febrero de 2015

Vicious - Capítulo 33: Spencer Acepta Todo

<<Capítulo 32


Traducido por: Brayan.
Corregido por: Andrea F, Daniela.


           La siguiente tarde, Spencer y Wren se sentaron uno junto al otro en una larga mesa de cena en el comedor formal del Club de Campo de Rosewood. El sol estaba poniéndose, las luces afuera arrojaban un lindo brillo rosa contra el noveno hoyo del campo de golf, y la piel de Spencer hormigueaba cada vez que sus rodillas tocaban suavemente las de Wren. Melissa, Darren, la madre de Spencer, el Sr. Pennythistle y Amelia estaban allí también—e interesantemente, también lo estaba el padre de Spencer. Sus padres estaban allí en el mejor de sus comportamientos—y por una buena razón. Era una celebración de todo tipo de cosas: El embarazo de Melissa, su compromiso; y, sobre todo, la exoneración de Spencer. Tenían un millón de cosas de las que estar agradecidos, y qué mejor manera de celebrar para la familia Hastings que una cena en el club.
           Spencer miró alrededor del comedor con una sonrisa. El Club de Campo de Rosewood nunca cambiaría: Tenía los mismos muebles de caoba, el mismo mural de vida marina en la pared, incluso la irritable banda de jazz en la esquina, tocando la misma interpretación de “All of Me”. Los mismos chicos de preparatoria en sus chaquetas y chicas en sus faldas plegadas dando sorbos a escondidas de los gin-tonic de sus reservados padres. Mientras Spencer miraba alrededor de su propia mesa, ella esperaba que su familia comenzara una emocionante partida del Poder Estrella, comparando sus logros y desesperadamente tratando de ser mejor que los demás. Solía ser algo esencial de las cenas en el Club de Campo.   
           Aunque, ¿cuándo había sido la última vez que habían jugado ese juego? Se sentía como si hubiera pasado toda una vida, y las cosas eran tan diferentes ahora. Estaba Melissa del otro lado de Spencer, dándole una dulce sonrisa, todo resentimiento entre ellas se había ido. Melissa sostenía la mano de Darren—un chico que casi arruina a Spencer, pensando que ella había asesinado a Courtney, y un chico del cual ella había sospechado también—y Darren levantó su copa hacia Spencer por un brindis. El Sr. Pennythistle, quien Spencer creyó que nunca llegaría a apreciar, acercó un plato de los famosos mejillones del club hacia Spencer, deseando que ella tomara un bocado. Incluso Amelia la puritana, le había dado un codazo a Spencer unos momentos antes para mostrarle un video divertido de un perro en YouTube, casi como si fueran amigas.
           Luego estaba su padre, al final de la mesa. Spencer observó mientras él enderezaba su corbata y le daba una señal a su camarero favorito para otra copa de escocés. El Sr. Hastings estaba en el margen del grupo claramente, pero ella apreciaba que fuera parte de esto esta noche. Spencer tenía que preguntarse: ¿Sufría por el monstruo que había creado en Ali? ¿Estaba triste de que estuviera tan loca y que probablemente pasaría toda su vida en prisión? Spencer no se atrevió a preguntarle—ellos no hablaban exactamente del hecho de que él era el padre secreto de las gemelas DiLaurentis. Pero tenía la sensación de que el dolor lo agobiaba. Bertie, el mesero que había estado en el club desde que Spencer podía recordar, apareció al costado del Sr. Hastings. - Un grupo grande esta noche. - anunció, mirando hacia la mesa, su frente se arrugó ante la obvia incongruencia del Sr. Hastings, la Sra. Hastings y el Sr. Pennythistle. Por un lado, era algo extraño—definitivamente inesperado para una cena de la familia Hastings. Pero cuando Spencer se apoyó en el respaldo y miró al mural de nubes rosa sobre su cabeza, se dio cuenta de que tal vez los Hastings eran más inesperados de lo que ella se imaginaba.
           Después de que Bertie tomó sus órdenes, Spencer miró a su hermana, quien tocaba suavemente su aún-no-existente-barriga. - ¿Ya sientes alguna patadita? – ella preguntó con optimismo.
           Melissa soltó una risita. – Aún no, tonta—es muy pronto. Pero no te preocupes. Serás la primera en saberlo.
           - Mejor que me lo digas a mí también. – La Sra. Hastings dijo, fingiendo severidad desde el otro lado de la mesa.
           - Les diré a ambas al mismo tiempo. - Melissa dijo sonriendo. - ¿Qué tal?
           - Supongo que eso es justo. - La Sra. Hastings reparó. Entonces ella giró su vista y tocó la mano de Spencer. - Después de todo, tú vas a ser la madrina. Y vas a ser una buena, estoy segura de eso.
           Spencer miró a su mamá, sintiendo una pequeña punzada. Desde que fue liberada, su madre había intentado de verdad disculparse por la manera en que había tratado a Spencer durante el juicio. ¿Pero, qué pensaría si supiera que Spencer casi vende sus joyas? Spencer las había devuelto tan pronto como Ángela se marchó, pero aún se sentía mal por haberlo hecho en primer lugar. ¿Y por qué Amelia no le había contado? Ella había visto el anillo en el dedo de Spencer y la mirada de culpa en su rostro. Hubiera sido una manera muy sencilla de meter a Spencer en problemas, y aun así, por alguna razón, no lo hizo.
           Spencer miró a su hermanastra al otro lado de la mesa, entonces sacó su lengua experimentalmente. Amelia miró, sus ojos se abrieron y luego también sacó su lengua. Su sonrisa era genuina. Tal vez Amelia no era tan mala después de todo. Spencer prometió darle una oportunidad, ahora que ella era libre.
           Entonces el Sr. Pennythistle se giró hacia Spencer. - Entonces, ¿cuáles son tus planes? ¿A Princeton después de todo?
           Spencer corrió su lengua sobre sus dientes. Una vez más, Princeton había restaurado su lugar en la escuela ese otoño. Alyssa Bloom de HarperCollins había llamado también, re-extendiendo su negocio del libro. Había recibido un montón de emails el día anterior para empezar con su sitio de bullying una vez más.
           Cosa que ella haría… pero tal vez no esta semana, tal vez no la próxima semana. - Saben, he estado pensando en tomarme un año sabático. - dijo, mirando nerviosamente a su madre—esta era la primera vez que la Sra. Hastings escuchaba acerca de eso—y después a Wren, con quien había discutido el plan en detalle. – Hablé con Princeton, y dijeron que estaría bien posponer hasta el próximo año.
           La Sra. Hastings tomó un trago de su cóctel. – ¿Qué harías entonces? Preferiría que no estés simplemente recostada en casa.
           Spencer tomó aire profundamente y miró a su padre en la mesa. - Bueno, papá me consiguió una pasantía en una oficina de asistencia legal en Philly. Ayudaría a representar gente que no tiene el dinero para pagar abogados. - se movió en su silla afelpada. - Supongo que el juicio consiguió que me interesara en el sistema legal. Y también trabajaría en el libro acerca del bullying.
           La Sra. Hastings cruzó sus brazos sobre su pecho, considerando eso. - ¿Vivirías aquí?
           Spencer no supo si eso era una súplica para que se quedara en casa o para que se fuera de una vez por todas. – Tal vez en la ciudad, ¿con compañeros de habitación? No lo sé. – Spencer miró a Melissa. – Quiero estar cerca del bebé cuando él o ella nazca.
           No es como si ella no quisiera ir a Princeton algún día… solamente no iría en unos meses. Era gracioso: Solo cuando hubo considerado desaparecer para siempre, realmente apreció lo que tenía aquí.
           - Creo que suena como una idea genial. – Melissa dijo suavemente.
           - Sí, suena bien. – Amelia se metió en la conversación.
           Wren apretó su rodilla. –Tú serías una buena abogada, Spence.
           - Eso es lo que siempre le he dicho, ya que ama discutir. – El Sr. Hastings dijo, rodando sus ojos.
           La Sra. Hastings dejó salir un suspiro. – Bueno, supongo que es tu decisión. Siempre y cuando Princeton haya dado permiso para posponer.
           - ¿En serio? – Spencer chilló. Todo su rostro estalló en una sonrisa. - ¡Gracias, mamá!
           Paseó alrededor de la mesa para darle un abrazo a su madre , pero ella la apartó. – Arrugaré mi ropa. - dijo, señalando su vestido de lino. Pero después de un momento sonrió y abrazó a Spencer de todas maneras.
           Wren tocó el brazo de Spencer y le preguntó si quería tomar algo de aire fresco en el patio. Caminaron juntos afuera, disfrutando la linda vista. El campo de golf estaba tan verde, los árboles atrás de él tan frondosos. Spencer podía ver el chapitel de Hollis a través de algunas ramas.
- Estuvo bien, ¿no crees? – murmuro Wren.
           Spencer asintió. – Mejor de lo que pensé.
           Wren tocó la punta de su nariz. – Estoy tan contento de que vayas a ir a Philly. Porque ¿sabes que más hay en Philly, además de la oficina de asistencia legal?
           Spencer puso una mano en su mentón, fingiendo pensar. – Um, ¿la campana de la libertad?
           - Eso no. – Wren dijo juguetonamente.
           - ¿El salón de la independencia?
           Wren soltó una risita. - ¿Qué hay sobre ?
           El corazón de Spencer dio un giro. – Oh, ¡cierto! – ella exclamó, fingiendo sorpresa. Entonces suspiró. –No puedo esperar a pasar más tiempo contigo. – dijo suavemente. Estaba realmente emocionada ante la posibilidad de llegar a conocer mejor a Wren .
           Wren se inclinó. Y sus labios se encontraron en un apasionado beso. Spencer cerró sus ojos, dejándose llevar por la sensación. Su mundo se sentía completamente bien. Estaba tan contenta de no haber desaparecido. Permaneció siendo Spencer Hastings y no tenía que entregar eso a cambio de libertad.
           Entonces su mirada volvió al comedor, llegando a cierta mesa cerca de la ventana. Probablemente se había sentado en cada mesa en el lugar, en un punto u otro, pero esa mesa en particular traía un recuerdo en particular. Era un poco después de que Courtney se dispuso a ser su nueva camarilla, justo después de que todas se volvieran amigas, y Spencer había traído a todas al comedor formal para presumir del costoso club de campo de sus padres. Todas se habían vestido para la ocasión, todas habían actuado extra formales, ordenando cosas complicadas del menú y comportándose con impecables modales. Incluso Aria había hablado con acento.
           De algún modo, a mitad de la noche, Hanna derramó una garrafa de té helado, el cual cayó sobre sus papas fritas, la vela en la mitad de la mesa y de alguna manera incluso  había rociado a la pareja de ancianos gruñones sentados a su izquierda. Por un momento la habitación había estado en absoluto silencio. La anciana miró a Hanna con desprecio, su feo vestido blanco arruinado. Spencer había mirado a Su Ali—Courtney—segura de que las pondría en su lista negra a todas por la torpeza de Hanna. Pero para su sorpresa, Courtney llevo su cabeza hacia atrás y se rió. Y luego el resto de ellas se habían reído. Riéndose a carcajadas tan alta e incontrolablemente que el mesero les pidió que se retiraran. Luego se habían caído en el campo de golf, sosteniéndose la una a la otra, ya sin estar seguras de qué era lo gracioso. Spencer nunca había querido a Courtney tanto como lo hizo esa noche. Y había querido a las demás también—tanto como las quería ahora.
           La atención de Spencer se dirigió a la TV sobre el bar, en la parte tipo salón casual del restaurante. Sin ser coincidencia—porque Ali estaba en todos lados ahora—la historia de Ali estaba en las noticias. Había una imagen de una morena con sobrepeso siendo llevada a prisión con las manos esposadas. Psicópata Espera El Juicio En El Manicomio, decía el titular en la parte inferior.
           De repente, la chica se giró y miró directamente a la cámara. Su boca era pequeña. Su expresión no cambió. Sus ojos no lucían asustados o tristes, sino que enojados. Un escalofrío recorrió la columna vertebral de Spencer.  Se sentía como si Ali estuviera mirando directamente a ella. Y como si sus ojos estuvieran diciendo, Aún no hemos terminado. Aún queda mucho por pelear para mí. Solo espera.
           Uno de los guardias tiro fuerte de Ali para que se girara, y la empujaron a la prisión, cerrando de golpe las puertas detrás de ella. Spencer estaba feliz de notar que eran fuertes puertas de hierro con cerraduras industriales, vigilada por despiadados perros y hombres con rifles de alta potencia. Ali no escaparía por lo pronto.    
           Y Spencer nunca se tendría que preocupar de ella otra vez.
        

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