martes, 27 de enero de 2015

Vicious - Capítulo 10: Aterrizaje

<<Capítulo 9


Traducido por: Analía:)
Corregido por: Julieta, Raúl S, Daniela.



    - ¿Señorita? ¿Señorita?
    Aria se despertó de golpe. Una linda rubia, vestida con un ajustado uniforme azul estaba de pie sobre ella con una extraña expresión en su rostro.
- Está en problemas. - dijo suavemente.
    El corazón de Aria saltó hasta su garganta, y ella miró alrededor. Filas y filas de asientos de avión se extendían por delante de ella, y allí estaba ese familiar zumbido de un motor en pleno vuelo. La cabina olía como a pies. Un pasajero durmiendo al otro lado del pasillo tenía una guía turística que decía Vaya a Paris doblado sobre su regazo, y dos personas delante a ella estaban hablando suavemente en francés. Fue sólo en ese momento que Aria se dió cuenta de que habia comprado un billete para abordar un avión a Paris, y que eso no habia sido sólo parte de un sueño. Eso en verdad había pasado.
    Miró a la azafata, otra vez. Está en problemas. ¿Habia sido muy estúpida al pensar que podía salirse con la suya en esto? Había sido inconcebible que la policía no habia estado presente en el aeropuerto cuando ella llegó, o que ninguno hubiera aparecido cuando había retirado esa enorme suma de dinero del cajero automático para comprar el billete a Francia, o que la vendedora en el mostrador de US Airways no hubiera palidecido y buscado su teléfono cuando vió el nombre de Aria en el pasaporte. Y el que ella, en verdad, haya abordado el avión sin incidentes, ¿y el que éste haya despegado? Casi parecía criminal.
    Por supuesto que estaba en problemas. Ella se había escapado del país, como una terrorista.
    Pero entonces la azafata señaló hacia las piernas de Aria, las cuales estaban en medio del pasillo.
- Estará en problemas cuando pasemos el carrito - la mujer explicó -, ¿puede moverse?
    - Oh. - Aria puso sus piernas de vuelta bajo su asiento. La azafata le dio una tensa sonrisa y pasó.
    Aria pasó sus manos a lo largo de su cara. Eso estuvo cerca. Entonces echó un vistazo a la pequeña portilla en su pasillo, era casi el amanecer, pero su reloj decía 2:45 AM. Todos en Rosewood probablemente estaban durmiendo. Se imaginó a Noel en su cama, ¿había intentado entrar por su ventana anoche? ¿Estaría preocupado? ¿Le habría contado a la policía sobre lo que ella le había dicho antes de que lo abandonara? ¿Y que hay de su familia? Ellos debían estar enfermos de la preocupación para este punto. Se imaginó a su mamá caminando de un lado a otro, Mike rodando en su cama sin poder dormir. Y Hanna y Spencer. Tragó saliva, deteniéndose a pensar en ellas, ¿estarían enojadas por no haberlas incluido en su plan? Sólo que eso era una locura— no había tenido opción. Una chica podría escapar mucho más fácil que tres. Además no había habido tiempo para involucrar a todas. Y, de todos modos, después de la pelea se sentía como aguijoneada. No era como si las hubiera dejado deliberadamente fuera de su plan de escape, pero, bueno… probablemente sería mejor si tuviera algo de espacio.
    Pero tan pronto como pensó en ello, se sintió un poco mal. Irían al juicio sin ella, enfrentando la arremetida de la que había huido. Era egoísta, lo sabía. Tal vez muy egoísta.
- Buenos días, a todos, este es su capitán - dijo la voz de un hombre -. Estaremos aterrizando en el aeropuerto Charles de Gaulle en breve, la hora local será 08:45 AM.
Las personas empezaron a causar revuelo. El compañero de asiento de Aria, quien afortunadamente no le había dicho nada a excepción de “Discúlpeme”, secó un poco de baba de su mejilla y metió algunos documentos en su maletín. Aria lentamente puso su iPod y las revistas que había comprado en el aeropuerto en su bolso y miró como el horizonte de Paris se materializaba en la distancia. En lo que se sintieron como sólo segundos después, el avión golpeó en seco para un aterrizaje. Las luces del techo se encendieron, música de ascensor retumbó a través de la cabina. Las personas se pararon y alcanzaron sus bolsos. Ni una sola persona miró hacia ella sospechosamente.
El corazón de Aria golpeaba mientras desabrochaba el cinturón de su asiento y esperaba que la fila en el pasillo se despejara. La azafata dijo un cortante “Adios” para el hombre frente a ella, pero se saltó a Aria completamente. El terminal estaba bastante tranquilo, su vuelo era el único que llegaba a esa hora. Todos salieron a raudales hacia la aduana; Aria no supo qué más hacer a excepción de seguirlos. Si sólo hubiese una manera de evitar otro conjunto de ojos mirándola fijamente, pero a menos que se zambulla por una ventana y corriera por una cerca, no podía pensar en una solución.
    Todos se apiñaron a través de la puerta de la aduana y tomaron sus lugares en la serpenteante fila. Aria miró a los oficiales del frente, su estómago agitándose. Tocó su teléfono, que estaba metido en su bolso. Apagado —incluso prendiéndolo tal vez pondría aviso a los policías sobre su ubicación. Sin embargo, deseaba poder verificar su correo de voz y mensajes. ¿Cuántas personas le habían llamado? Noel con seguridad. ¿Mike? ¿Sus padres? ¿Hanna? ¿Los policías?
    De pronto, mirando a los pasajeros frente a ella, algo detuvo el aliento en los pulmones de Aria. Una chica con una coleta rubia rojiza brincó en su sitio, auriculares en sus oídos. Tenía un bolso de gimnasio en un hombro y usaba una sudadera azul que tenía las palabras CAMPEONATO DE NATACIÓN VALLE DELAWARE en la espalda. Emily tenía esa misma sudadera.
    El corazón de Aria se elevó. Tal vez esta era Emily. Tal vez, de alguna manera, había sobrevivido al océano. Tal vez tuvo la misma idea que Aria, de salir del infierno saliendo del país. ¡Eso sería estupendo!, ¡Aria no se sentiría tan sola! ¡Podrían averiguar qué hacer juntas!
    Se empujó a través de la multitud, nunca se había sentido tan feliz en su vida.
- ¡Estoy encantada de verte! - ella alardeó, tirando del brazo de Emily.
    La chica se dio vuelta. Las esquinas de sus labios bajaron, la chica no tenía pecas. Sus ojos no eran tan entusiastas como los de Emily habían sido, y su expresión no era tan perspicaz. La chica ladeó su cabeza con cansancio, asimilando el desaliñado vestido negro del funeral de Emily de Aria, veteado maquillaje, y cabello desordenado.
- ¿Disculpa? - preguntó, en un acento sureño. Aria dió un paso atrás, su boca titubeando.
- O-oh -tartamudeó-, olvídalo.
    La chica deslizó sus auriculares sobre sus oídos. Aria volvió a su lugar en la fila, de repente incapaz de respirar. Había esperado que escapar al extranjero disminuyera el golpe por la muerte de Emily un poquito —al menos, aquí, no todo le recordaría a ella. Pero después de estar sólo algunos minutos en el aeropuerto de Paris, se sintió más desconsolada que nunca.
    El procedimiento de la aduana avanzó rápidamente y, en breve, un oficial de aduanas le hizo señas a Aria para que dé un paso al frente. Sus piernas se sentían tambaleantes y débiles mientras respondía a la orden. Un perro policía esperando en la puerta miró directo hacia ella, con sus orejas reaccionando.
    - ¿Pasaporte? - el oficial dijo en tono aburrido.
    Los dedos de Aria temblaron mientras sacaba el pequeño libro de su bolso. El oficial lo miró, luego hacia el rostro de Aria. Hubo una larga pausa mientras él miraba hacia algo en la pantalla de su computadora. Un zumbido se disparó en los oídos de Aria: ¿estaba comprobando una lista? ¿Haciendo sonar una alarma silenciosa de que un criminal había sido localizado?
    - ¿Está aquí por negocios o por placer? - el oficial preguntó.
    Su delgada y alta voz la desarmó. Ella lo miró, casi queriendo reírse —¿Parecía ella una persona que estuviera aquí por negocios?
- P-placer. - tartamudeó.
    - ¿Por cuánto tiempo?
    - Una semana. - era un periodo de tiempo arbitrario, pero el oficial asintió, aparentemente calmado. Aria pudo sentir una delgada gota de sudor filtrarse en su espalda. Ella sintió la repentina urgencia de hacer pis. Miró hacia las puertas, horrorizada porque el perro policía todavía estaba mirando hacia ella.
    Stamp.
    Para su asombro, el oficial le estaba devolviendo su pasaporte sellado.
- Allí está, Srta. Montgomery. Tenga un buen día.
    Aria tomó el pasaporte lentamente, sin poder creer que esto estaba sucediendo. Pero tan pronto como tuvo su pasaporte de vuelta, se apresuró hacia la gran puerta que señalaba SALIDA. Y luego, finalmente, dichosamente, ella estaba en la terminal normal, en oficial tierra francesa; personas corrían a su alrededor y ruidos retumbaban desde todas las direcciones. Ella estuvo instantáneamente perdida en la multitud. Se dirigió hacia una escalera mecánica, localizando una señal de parada de taxi desde arriba. Sin embargo, no se quedaría en la ciudad, o incluso en éste país. La policía rastrearía este vuelo en cuestión de segundos, su plan era salir de Francia en un tren o en un taxi contratado, que no pediría su ID.
    Su corazón empezó a golpear otra vez —pero ésta vez era de emoción. ¿Dónde terminaría? Ni siquiera estaba segura —a cualquier lugar dentro de la Unión Europea que no pidiera pasaporte en las fronteras. Milan, tal vez. O quizás una somnolienta ciudad española. O tal vez Dinamarca, o Suiza. Le entusiasmaba estar en Europa otra vez. Todo el mundo se había abierto una vez más.
    Púdrete, Ali, pensó vertiginosamente. Y se preguntó, a su vez, si a pesar de que esa chica en el terminal no había sido Emily en carne y hueso, quizás su amiga estaba cuidando de ella desde más allá de la tumba. Tal vez ella sobrenaturalmente había guiado a Aria aquí, asegurándose de que nadie la atrape, allanando el camino para que Aria pudiera entrar en el país sin incidentes. Después de todo, lo que Emily quería más que nada en el mundo era que ellas vencieran a Ali y que caminaran libres.
    Y por algún loco giro del destino, por lo menos para Aria, eso era exactamente lo que estaba pasando. Si tan solo pudiese haber traído a sus amigas con ella.

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