martes, 30 de diciembre de 2014

Vicious - Capítulo 4: ¡Viaje a la Playa!

<<Capítulo 3

Traducido por: Carla Lu, Daniela
Corregido por: Raúl S, Brayan y Julieta.



El sábado, Aria Montgomery despertó alrededor de dos fuertes y acogedores brazos que la apretaban fuertemente. Ella inhaló profundamente, y respiró el ligeramente dulce, pero algo salado, aroma mañanero de su novio Noel Kahn. Él había pasado la noche ahí la última semana, metiéndose por su ventana una vez que su madre se había ido a dormir, y ella tenía que admitir que era genial poder hacer cucharita con él toda la noche. Me podría acostumbrar a esto, pensó Aria mientras sus ojos se cerraban.
Sólo que ella no se iba a acostumbrar a eso. Porque dentro de poco, todo iba a cambiar.
Se sentó derecha, regresando a la realidad. Acababa de volver con Noel, y ahora todo eso le iba a ser quitado. Aria miró su cara apoyada pacíficamente en la almohada, deseando poder conservar perfectamente este recuerdo para todas sus futuras solitarias y horribles noches en la celda de su prisión. Tiene el cabello muy desordenado, dijo suavemente. Habla sobre partidos de lacrosse mientras duerme. Luce tan abrazable y adorable.
Noel abrió un ojo: - ¿Por qué me estás mirando?
- Solo trataba de memorizar este momento por siempre. -Aria dijo frescamente, luego se estremeció. Lo último que quería hacer era sacar su latente condena a primera hora de la mañana.
Pero Noel se sentó y la miró con la expresión seria.
- Lo que sea que ocurra, Aria, voy a esperarte. Lo digo en serio.
           Aria se alejó. Sí, claro. Estaba confirmado el hecho de que ella y Noel eran almas gemelas, pero no podía pedirle que la esperara treinta años, hasta que ella quizás saliera con libertad condicional.
- Tendré los pechos caídos para cuando salga. - dijo.
           - Me gustan los pechos caídos -Noel respondió adormecido-, especialmente tus pechos caídos.
           Aria sintió lágrimas en sus ojos. Se recostó sobre la almohada de nuevo y miró las antiguas estrellas luminosas pegadas en el techo oscuro.
- Desearía simplemente poder escaparme.
           - ¿A dónde irías? -Noel preguntó.
           Aria pensó por milésima vez en la fantasía que había pasado una y otra vez por su mente: ahora tenía el suficiente dinero, gracias a la venta de muchas de sus pinturas en óleo. ¿No podría girar una enorme cantidad de efectivo y simplemente… irse? Si Ali pudo hacerlo, ¿por qué ella no?
           - No a una isla. -dijo primero. Su viaje del receso de primavera a Jamaica en tercer año —y meterse en ese enredo con Tabitha Clark, la chica que había tratado de hacerse pasar por Ali— la había arruinado en el caribe. También el Eco Crucero de último año, donde Aria casi fue asesinada por una explosión de bomba en la caldera, y casi se ahogó en el mar.
           - ¿Qué tal Noruega? -Noel sugirió.
           Aria se estiró.
- Eso estaría bien. Holanda también sería genial. Son muy tolerantes allí, y amo el museo de Ana Frank y todos los canales.
           Noel juntó sus manos tras su cabeza.
- Podrías pintar en tu tiempo libre. Vender algunos trabajos, instalarnos con estilo.
           Aria lo golpeó juguetonamente: - ¿Instalarnos? ¿Quién dijo que podrías venir conmigo?
           Noel lucia como si fuera a decir algo molesto de vuelta cuando la alarma de Aria sonó. Repentinamente, recordó otra realidad. Le había dicho a Spencer que estaría esperando afuera en media hora. Saltó de la cama.
- Tengo que irme.
           Noel miró como Aria corría de prisa, abriendo su armario, buscando sus sandalias.
- ¿Te vas a juntar con tu abogado? -preguntó.
- Uh… no. Sólo me juntaré con las chicas -trató de sonreírle-. Lo siento. Quería hacerte el desayuno esta mañana -su relación renovada aún se sentía tan nueva y tenue. Una gran pila de panqueques siempre era el camino hacia el corazón de Noel-. ¿En otra ocasión?
           - ¿Puedo ir?
           - ¡No!
           Noel retrocedió, luego frunció el ceño. Ella lo dijo demasiado rápido, demasiado severa. De una vez, Aria supo que él sabía en qué andaba ella.
           - Aria -cerró sus ojos-, no van a buscar a Ali, ¿o sí?
           Aria se volteó hacia su cómoda y se ocupó rebuscando entre una pila de remeras.
- Claro que no.
- Sí lo harán -Noel se salió de debajo de la manta-. Es peligroso.
No tenía sentido mentir. Noel estaba a bordo con todo lo que Aria le dijera. Él creía que Ali las había emboscado y que seguía viva. Pero ambos sabían lo tramposa que ella era.
Se encogió de hombros.
- Es una pista tonta. Pero iremos, ¿está bien? Por favor no le digas a nadie.
Noel lucia preocupado: - Déjenme ir con ustedes, al menos.
Aria dejó caer la remera que sostenía y le tomó las manos.
- Absolutamente no. – Ali había herido a Noel una vez, dejándolo a morir en un cobertizo deportivo tras la escuela. Aria no iba a involucrarlo otra vez.
           - Pero puedo estar en la posición única para ayudar. - Noel dijo gentilmente.
           Aria sintió un viejo y molesto picor. Posición única. Hace pocos años, él había sido el único confidente de Ali, la visitaba en La Reserva de Addison-Stevens. Noel había guardado tantos secretos de Ali… y ni siquiera había compartido uno de ellos con Aria cuando comenzaron a salir. Parecía como que Noel hubiera hecho lo que sea por Ali en ese entonces. Incluso tenían un código secreto para cuando querían estar en contacto. A Aria no le gustaba pensar en eso. Era estúpido, lo sabía, pero una pequeña parte de ella aún no estaba segura de estar a la altura de Ali. Que Noel haya salido brevemente con una persona idéntica a Ali llamada Scarlett mientras él y Aria estaban separados, tampoco ayudaba.
           Trató de quitarse esos pensamientos de la cabeza.
- Probablemente no encontremos nada, de todos modos -le dijo a Noel-, y volveré pronto.
           Noel aun lucia inseguro.
- Prométeme que estarás a salvo, ¿está bien? Envíame un mensaje esta tarde -la acercó-.  No quiero perderte otra vez.
           Aria le besó la punta de la nariz. - No me perderás. -suspiró, fundiéndose en sus brazos.
           Pero ese era el problema. Muy pronto, él iba a perderla —por la cárcel.
           A menos que encontrasen lo que estaban buscando.
           Una hora más tarde, las cuatro chicas estaban pasando rápidamente por el puente que sacaba de Philly. Era un día nublado, pero el camino seguía estando lleno de gente, y unos cuantos puestos de carretera de granjeros que vendían sandías, maíz, y tomates estaban llenos con familias. Pasaron un enorme letrero que decía BIENVENIDOS A NEW JERSEY, y Aria se sentó más derecha en su asiento, ansiosa por comenzar con la investigación.
           Luego de otra hora, condujeron por la pintoresca avenida principal de Cape May y entraron en el primer establecimiento que encontraron, un viejo motel color piel llamado Atlantic Lighthouse. Una gran piscina de cemento, completa con una tabla de piqueros azul y un par de mesas y sillas de jardín, de apariencia oxidada, abarcaba el largo del edificio, y había un faro decorativo desmoronándose, infestado de popo de pájaro, pegado al techo. Cuando Aria abrió la puerta al recibidor, una ráfaga helada de aire acondicionado le trajo piel de gallina a sus brazos. Una mujer de cabello rubio-albino levantó la vista de las noticias en una pequeña TV tras el mesón y las miró con cara rara.
           El corazón de Aria se sacudió. Luego miró abajo y vio algo horrorífico: allí, en la página frontal de una pila de periódicos USA Today, había una enorme foto de Ali, una foto más pequeña del padre de Ali, y una foto aún más pequeña de Spencer, Emily, Hanna, y de ella misma. El Juicio Empieza el Martes, decía el periódico. El Padre DiLaurentis Interviene.
           Rápidamente dio vuelta el periódico, su respiración salía en cortos estallidos. ¿La trabajadora las reconocía? Todas estaban usando lentes de sol, y Hanna tenía puesto un gorro para cubrir su fácilmente reconocible cabello castaño, pero quizás eso no era suficiente. Aria consideró salir de la habitación, pero eso se vería aún más sospechoso, ¿no?
           - Um, hola -dijo Spencer temblorosa-, me preguntaba si podías darnos indicaciones para ir a la calle Dune? -eso era donde estaba la casa de Betty Maxwell.
           La mujer asintió y apuntó hacia la izquierda. Las chicas estaban por irse cuando se aclaró la garganta e hizo un gesto hacia una placa en el mesón. REPORTE DEL TIEMPO DE CAPE MAY, decía, y mostraba información sobre la temperatura del día y el oleaje.
- ¿Oyeron sobre la tormenta? -Aria se relajó un poco. La mujer no parecía saber quiénes eran-. Se supone que será una grande, y comenzará para finales del amanecer de mañana -dijo la mujer, luego rodó sus ojos-. Estoy cansada de este loco clima.
           Luego volvió a ver su TV. Las chicas salieron de vuelta  a la calle y fueron en dirección de la calle DUNE, aunque no antes de que Aria tomara un USA Today. Le echó un vistazo al artículo. El padre de Ali rogaba que se haga justicia por su hija asesinada, diciendo que tendría un asiento de primera fila en el juicio por su asesinato. Luego, notó algo interesante.
- Chicas, ¿sabían que la mamá de Ali no va a ir al juicio? -preguntó en voz baja, leyendo mientras caminaba- Dice que la Sra. DiLaurentis está demasiado traumada para siquiera estar en la misma habitación que nosotras.
           Emily se mofó. - Eso es prueba de que Ali sigue viva. Una madre estaría absolutamente en ese juicio a menos que supiera que su hija no está realmente muerta.
           Spencer hizo una mueca. - O sino ella es un caso perdido y no puede seguir con esto.
           - Personalmente, agradezco que no vaya a ir. - Aria dijo tranquilamente. Lo último que quería era estar cara a cara con Jessica DiLaurentis. La madre de Ali había sido fría hasta en los días buenos.
           Dobló el periódico, lo arrojó en la basura y trotó para alcanzar a sus amigas. El sol ya estaba brillando y ardiendo. Un grupo de chicos camino a la playa, con cubos de arena, tablas de bodyboard y sillas en mano, pasó junto a ellas, llamándose alegremente entre sí. El aire olía a bloqueador y a barquillos de helado caseros.
           Hanna miró a su alrededor pensativamente.
- Mi papá solía traernos aquí a mí y a Nuestra Ali, Courtney -pateó una piedra en la acera-. Vimos a Mona una de las últimas veces, Ali fue despiadada con ella.
           Emily olisqueó amargamente: - No me sorprende. -luego la cara de Emily se torció, como si le doliera algo.
           - ¿Estás bien? -Aria preguntó preocupada.
           - Ahá. -Emily dijo rápidamente.
           Quizás muy rápidamente. Aria la miró cuidadosamente. Emily parecía tan… afligida por todo esto de Ali, y había sido tan raro de ella que casi salte de ese puente hace unas semanas. Pero cada vez que Aria preguntaba qué ocurría, Emily no le daba importancia.
           - También vine aquí una vez con Courtney -Aria dijo-. Se burló de mí por usar bloqueador SPF 50. Ella estaba como “por eso es que no le gustas a ningún chico, Aria. Porque luces como una rara pálida” así que usé su aceite de bebé. Me quemé, y eso apestó.
           - Y Courtney probablemente se rió, ¿cierto?  -Hanna murmuró.
           Aria pasó sobre una trizadura en la acera.
- Claro. -Seguro, Courtney no era tan diabólica como la Verdadera Ali, pero igual había sido una perra manipuladora.
           Doblaron en la calle Dune y miraron a los números de las casas hasta que alcanzaron una casa de dos pisos, con tejado verde y con un jardín lleno de piedras blancas. Las persianas estaban cerradas, no había un auto en la entrada, no había ningún mueble en el pórtico y era la única casa en el bloque que no tenía un letrero de EN RENTA en el frente.
           Hanna frunció el ceño.
- ¿Alguien revisó si Betty Maxwell sigue viva?
           - Ciertamente no parece que alguien esté aquí. -Spencer dijo.
           Emily dio unos pasos por la entrada. Las otras la siguieron. Spencer sacó un par de guantes plásticos de su bolsillo, se los puso y tocó el timbre. No hubo respuesta. Giró la manija, pero estaba bloqueada.
           Emily apretó sus labios, y luego se puso su propio par de guantes, se bajó del pórtico y comenzó a probar cada una de las ventanas alrededor de la casa. Se desapareció rápidamente por el costado, y de repente llamó.
- ¡Estamos dentro! -todas corrieron para encontrarla. Emily había levantado una ventana lateral lo suficiente como para que ella se meta- Les abriré la puerta frontal para que pasen.
           - No lo sé, Em -Aria miró de vuelta a la calle-, estamos a plena luz del día. Alguien podría ver.
           Emily se mofó y se puso sobre el asiento junto a la ventana.
- ¿No es esto por lo que vinimos?
           Entró sin esperar respuesta. El corazón de Aria se aceleró. Espero que suene una alarma, que alguien grite, que un perro comience a ladrar rabiosamente… pero no pasó nada. Segundos después, se abrió la puerta frontal, con Emily al otro lado. Todas se apuraron para entrar.
           La casa estaba oscura y olía a arena. Aria esperó que sus ojos se ajusten. La habitación estaba vacía y las paredes tenían tapizado desteñido con diseño de caballos de mar. La alfombra azul marino estaba manchada y deshilada. Había una pila de correo junto a la puerta, todas eran circulares desteñidas de la tienda local de mercadería y estaban dirigidas a Actual Residente
           Emily fue a la cocina. Aria miró cómo abrió el refrigerador y miraba adentro. Estaba vacío, completamente limpio. Revisó en los estantes y cajones, pero todos también estaban vacíos. Probó la llave, pero no salió agua. Spencer abrió un armario.
- Nada -gritó.
           Aria fue de puntillas por un oscuro pasillo y asomó su cabeza en cada uno de los dormitorios. En cada uno, encontró una cama de una plaza cuidadosamente armada y poco más. Revisó bajo las camas, pero no había nada oculto allí. No quedaba ropa en los armarios tampoco. Asomó su cabeza en el baño. No había cortina de ducha y la bañera olía a cloro. Y aun así, parecía como que una presencia permanecía en el lugar. Quizá la última persona que se había quedado en la casa. O quizá un fantasma.
           Aria miró un pequeño armario en la parte de atrás del baño que no había notado al comienzo. Algo crujió —quizás desde adentro. Repentinamente su piel se puso de gallina. ¿Había alguien dentro de ese armario? ¿Ali?
           Su mano temblaba mientras se estiraba para alcanzar la manilla. Su estómago se retorcía mientras giraba la manija lentamente. Hubo un gemido cuando abrió la puerta y Aria se tapó la cara con la mano, lista para un ataque violento.
           Silencio. Abrió sus ojos. El armario estaba completamente vacío, los estantes estaban limpios.
           Suspirando, volvió al living. Spencer y Hanna estaban esperando, lucían igualmente asustadas. Luego, Emily llamó desde la puerta cercana al garaje.
- Vengan aquí -todas fueron. Emily metió su cabeza al pequeño garaje vacío-. ¿Huelen eso? -dijo emocionada.
           La nariz de Aria picaba. Miró a las otras.
- ¿Es eso… vainilla? -era una carta delatadora de Ali: empalagoso jabón de vainilla.
           Los ojos de Emily estaban bien abiertos.
-Deberíamos llamar a la policía, esto prueba que sigue viva.
           Spencer miró de vuelta a la casa vacía.
- Em, eso no es suficiente para traer a la policía -suspiró-. Además, no está aquí ahora.
           Emily las miró: - Igual. Esto es una pista.
           - Es un truco -Spencer la corrigió-. Y ha pasado antes. Ali nos dio una pista de que estaba en el cobertizo de la piscina, pero luego limpió sus huellas del lugar. Eso es lo que está ocurriendo aquí también.
           Emily se volteó hacia Aria.
- Pero quizás solo se fue. Podemos preguntarle a la gente en esta calle. A la gente en el Wawa. Alguien probablemente la vio. Aria, ¿qué crees?
           Aria miró hacia abajo. - Em, creo que Spencer está en lo cierto.
           Emily abofeteó el marco de la puerta.
- ¿Entonces no vamos a hacer nada?
           Spencer puso su mano en el hombro de Emily: - Em. Cálmate.
           Emily se soltó, dejando salir un sonido de dolor.
- ¡Es que no puedo alejarme de esto! ¡Tengo que sacarla de mi cabeza! ¡Me está matando!
           Todas se miraron nerviosas entre sí. El corazón de Aria se aceleró, ¿acaso Emily pensaba que Ali estaba atrapada en su interior o algo?
- Em -la tomó de los hombros-. Em, por favor. Nos estas asustando.    
           Puso sus brazos alrededor de Emily hasta que su amiga dejó de sacudirse. Cuando Emily se volteó hacia ellas otra vez, su cara estaba roja y aún estaba respirando con fuerza, pero no parecía tan trastornada.
- Este es el final, ¿no? -preguntó en un tono tranquilo y frío.
           Aria asintió tristemente. - Eso creo.
           Emily se inclinó contra Aria pesadamente. Hanna se unió al grupo, apretando los hombros de Emily. Spencer se apiló de las últimas, su cuerpo agitado con sollozos.
           - Sé que es difícil -Aria murmuró-. Todas queríamos encontrarla.
           - Pero va a estar todo bien -Hanna dijo valiente-. Lo que sea que ocurra, nos tendremos la una a la otra.
           Emily las miró y trató de sonreír, pero luego su cara se arrugó otra vez.
           Se abrazaron por lo que pareció años. Cuando se separaron, todas se secaron los ojos. Aria se sentía vacía. Apestaba que no fuera a volver con Noel triunfante y que comenzarían el juicio sin pruebas de que Ali estaba allí afuera. Su futuro era tan sombrío. Tenían poco que anhelar.
           Salieron por la puerta y comenzaron a andar por la acera. A la distancia, las olas reventaban y los chicos se reían. Alguien estaba reproduciendo una radio muy fuerte y Aria podía oler un asado. Parecía cruel, en realidad, presenciar escenas, sonidos y olores tan felices en ese momento. Y cuando un camión de helados sonó por la esquina, fue casi demasiado para soportarlo. Un chico adolescente asomó su cabeza por la ventana.
- ¿Quieren algo? -preguntó. Hanna le dio un codazo a Emily.
- Pide un Popsicle. Te va a animar.
           - Todas vamos a pedir algo -la voz de Spencer estaba forzada para sonar animada-. De hecho, deberíamos quedarnos aquí el resto del día, chicas. Tomar helado. Pasar el rato, tener una cena genial e irnos temprano mañana antes de que la tormenta comience. Podemos registrarnos en ese motel donde pedimos indicaciones, ¿qué creen?
           Aria pensó por un momento, luego asintió. Un día en la playa era como su equivalente a la última comida de un prisionero del corredor de la muerte, pero ya estaban aquí. Mejor quedarse.
           - Bien. -Emily dijo. Y todas parecieron suspirar un suspiro colectivo de alivio.
           Tomaron sus lugares en la fila. Aria examinó las opciones de helado —no habían cambiado desde que ella era una niña. Cuando cerró sus ojos, respirando el salado aire y sintiendo el caluroso sol, casi se sintió como una niña otra vez —como esa larguirucha chica insegura que dejaba que su mejor amiga la moleste por no gustarle a ningún chico porque su piel era tan pálida.
           Volvería a ese día en un abrir y cerrar de ojos —cualquier cosa era mejor que lo que tenía por delante. Incluso sufriría la quemadura del sol.


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