jueves, 18 de diciembre de 2014

Vicious - Capítulo 2: La Nueva Tutora de Spencer

<<Capítulo 1

Traducido por: Daniela.
Corregido por: Raúl S. Brayan. Julieta



Spencer Hastings caminaba rápidamente hacia el final de la cuadra Center City. Miró por encima de su hombro, casi segura de que sus amigas iban corriendo tras ella, tratando de convencerla para que se embarque en otra loca, frustrante, y poco productiva búsqueda de Ali. Pero la calle estaba vacía. Bien.
Ya estaba harta de tratar de encontrar a Ali. Después de las últimas dos semanas, después de estar tan cerca de encontrar a Ali, y después de perderla tan dramáticamente, ella se había rendido. Había obtenido todo lo que quería, sólo para que todo le fuera arrebatado —ya no tenía ningún futuro universitario, ya no tenía ningún contrato para escribir un libro y su blog sobre bullying, el cual habia tenido un gran éxito recientemente, no había tenido ninguna visita en días, excepto por la gente que le escribía comentarios sobre lo horrible que era como persona. Bien, Ali, tú ganas, finalmente reconoció. Hasta donde Spencer sabía, ya era tiempo de enfrentar su destino: la prisión.
Pero quizá esto no era lo peor del mundo. Ella era Spencer Hastings, y si iba a tener que ir a prisión, vaya que ella iba a asegurarse de hacerlo de la forma más tolerable posible. Era el mismo pensamiento que había tomado antes de ir al Campamento Rutabaga en quinto grado: había entrevistado a anteriores campistas y consejeros, leído tablas de mensajes, e incluso había ido de excursión a los terrenos del campamento durante el invierno para tantear terreno. Había aprendido que nunca debía ir a nadar antes de las 11 AM, que era cuando añadían cloro nuevo a la piscina; a evitar los frijoles en el comedor; y que el modo más seguro de ganar la Guerra de Color era dominando el puente de cuerdas —y lo había hecho practicando en una pista de entrenamiento que habia construido de antemano en su patio trasero. Así que había comenzado su preparación para la prisión leyendo la memoria best seller Tras las Barras: Mi Tiempo en Prisión. Cuando se enteró de que Angela Beadling, la autora, vivía en Philly, Spencer había entrado a su sitio web, y encontró que ella hacía consultas a clientes individuales como una Especialista en Vida en Prisión y Climatización. Inmediatamente llamó e hizo una cita.
Su teléfono sonó, haciéndola saltar. Miró la pantalla. Papá. Emily no lo había llamado a sus espaldas ¿o sí? Spencer se mordió el labio y contestó.
           - Hola, Spence -el Sr. Hastings dijo sobriamente-, ¿cómo te va?
           Spencer tragó saliva, todo pensamiento de Emily se desvaneció. Apreciaba los esfuerzos de su padre para estar en contacto —era más que lo que su mamá, la reina del hielo, había hecho hasta el momento.
- Bien -dijo, tratando de sonar positiva-. Acabo de salir de una reunión con Rubens, de hecho.
           - ¿En serio? -el Sr. Hastings sonaba entusiasta- ¿Y cómo fue?
           Spencer bordeó un tarro de reciclaje verde. No tenía corazón para decirle a su padre que Rubens les había dicho exactamente lo mismo que los otros abogados. Después de todo, el Sr. Hastings había movido toda clase de contactos para conseguirles una reunión. Y, aunque no habían hablado al respecto, —y probablemente no lo discutirían ni en un millón de años— había un enorme y oscuro secreto entre ellos. No hace mucho, Spencer se había enterado de que su padre también era el padre de Ali y Courtney. Ella sabía que él debía tener sentimientos conflictivos por lo desastrosas que habían resultado esas dos chicas, pero la Verdadera Ali seguía siendo su carne y sangre. Spencer no podía evitar pensar que su cuidadoso y deliberado apoyo era un claro mensaje de que él no creía ni por un segundo que estaba dejando que cualquier sentimiento paternal se ponga en su camino.
           - Um, genial -dijo-. Luce muy profesional, y va a representarnos a todas. -respiró, considerando preguntarle por una visita a Nick —su papá definitivamente ayudaría. Pero ella decidió que no valía la pena.
           - Bien, agradezco oír eso -el Sr. Hastings dijo-. Oye, si sigues en la ciudad, ¿quieres ir a almorzar? Puedo juntarme contigo en Smith y Wollensky.
           Spencer se detuvo y miró a su alrededor. Había olvidado que estaba cerca de la casa de su papá en Rittenhouse Square.
- Um, no puedo -dijo-, ya estoy en el SEPTA. ¡Lo siento!
           Luego colgó tan rápido como pudo. Con su suerte, se encontraría con su padre en la calle ahora mismo y estaría forzada a responder preguntas. Y no tenía idea de cómo explicaría hacia donde realmente iba.
           Buscó en su bolsillo, miró a la dirección que había escrito en un Post-it arrugado y luego la ingresó en Google Maps en su teléfono. No le tomó mucho tiempo llegar al edificio, una linda casa blanca con molduras de techo que lucían como el frosting de una torta de cumpleaños. El auto estacionado afuera era un Porsche 911 británico verde de carreras. Una bandera estadounidense colgaba de los aleros y había un gran macetero de flores en el pórtico. Spencer subió los escalones y miró al buzón. ANGELA BEADLING. Aquí era. Spencer estaba algo sorprendida —el libro había sido un bestseller, claro, pero no se había esperado que Angela viviera en un lugar tan cómodo.
           Tocó el timbre y esperó. Tras ella, hubo un fuerte sonido y se dio vuelta, su corazón le llegó a la garganta. La calle parecía desierta, así que no estaba segura de quién pudo haber hecho ese sonido. ¿Alguien en la casa de al lado? ¿El viento?
           ¿Ali?
           De ningún modo. Ali no estaba aquí. No podía estar aquí.
           Una mujer de ojos plateados con cabello rubio, nariz puntiaguda, y delgados labios apareció en la puerta. Estaba usando un par de pantalones de corte masculino y una camisa azul. Spencer la miró. La mujer la miró de vuelta. Era la mujer en la tapa del libro, todo bien. Excepto que no estaba sonriendo amablemente como lo estaba en su foto de autora.
           - ¿Eres Spencer? -la mujer preguntó bruscamente. Estiró su mano antes de que Spencer responda- Soy Angela. Son trescientos solo por atravesar la puerta.
           - O-oh. -Spencer buscó su cartera y le entregó unos billetes arrugados. Aparentemente satisfecha, Angela atravesó la puerta y dirigió a Spencer hacía un gran espacio decorado con muebles franceses del siglo dieciocho. Un tapiz, que representaba a un rey y una reina con caras amargadas sentados en tronos en una corte real, decoraba la muralla del fondo. El candelabro sobre sus cabezas tenía velas de verdad, aunque ninguna estaba prendida en el momento. Tres Budas de cerámica miraban a Spencer desde el marco de la chimenea. No eran relajantes en lo más mínimo.
           Angela se dejó caer en el sofá de cuero más grande que Spencer haya visto y estiró sus piernas para que Spencer no comparta el espacio. Spencer se dirigió hacia una silla vertical en el rincón.
- Entonces -Spencer comenzó, sentándose-, gracias por aceptar recibirme. Realmente disfruté tu libro.
           Angela sonrió burlescamente.
- Gracias.
           Spencer se agachó y sacó su laptop de su cartera, abriéndolo sobre su regazo. Se tomó un momento para crear un nuevo documento en Word y lo tituló Prisión.
- Entonces, supongo que comenzaremos desde el comienzo, ¿cierto? Como “Capítulo Uno—Llegando”. ¿De verdad me van a revisar al desnudo?
           Luego escuchó a Angela reírse y levantó la vista.
- Cariño, esto no es una preparación para el SAT.
           Spencer sintió sus mejillas ardiendo pero no cerró el laptop.
           Angela encendió un Newport Light en largo sostenedor de cigarros de oro.
- Sé quién eres y qué hiciste. Probablemente tendrás seguridad media, supongo. No creo que te pongan el mínimo, pero quizás el máximo tampoco.
           El corazón de Spencer golpeaba. Media, escribió. Solo oír las designaciones hizo que las cosas parezcan mucho más reales.
- De hecho, no hice nada -corrigió a Angela-, me acusan equivocadamente.
           - Ahá. Todos dicen eso -Angela tocó su cigarrillo con un cenicero café-. Muy bien, comenzaremos al comienzo. Así es como será todo. Primero, te van a revisar al desnudo. Luego, te asignarán una litera, donde lo más probable es que tus compañeras sean asesinas como tú, les gusta mantener a los criminales similares juntos. No verás a tus amigas, si son todas convictas. Y ni siquiera trates de hacer amigas, porque todas son perras traidoras. Ahora, con esta consulta, bien puedo especializarte en trucos para lidiar con los guardias, cómo manejar las pandillas, o cómo manejar una relación cuando estás tras las barras, ¿tienes un novio?
           - N-no. -Spencer tartamudeó. Angela hablaba muy rápido. Ni siquiera había tenido una oportunidad para escribir.
           - Bien, entonces, sugiero que hablemos sobre lidiar con las pandillas de chicas, tal como en el capítulo diez -Angela rodó sus ojos y dio otra pitada-. Si quieres oír sobre los guardias también, serán uno con veinticinco extra.
           La boca de Spencer se sentía seca.
- ¿Quizás podríamos hablar sobre las, em, partes útiles de la prisión? ¿Como programas universitarios? ¿Iniciativas de trabajo-estudio?
           Angela miró a Spencer por un segundo, luego se largó a reír.
- Cariño, con suerte, tendrán un programa de GED[1]. Y, por supuesto, tendrán un montón de libros legales en caso de que quieras apelar tu caso, lo cual todos hacen, no es como que llegues a algún lado con eso.
           El pulso de Spencer se aceleró.
- ¿Qué hay del ejercicio? Tu libro no lo menciona, pero he leído que los centros penitenciarios valoran el bienestar físico y salud, entonces…
Angela se rió por la nariz.
- Te dejan caminar por el terreno. No creas que tienen un estudio de spinning o una clase de pilates.
    - Pero…
           Angela se inclinó hacia adelante, su cigarrillo ardía.
- Escucha, cariño, te sugiero altamente que usemos el resto de este tiempo en hablar sobre las pandillas de chicas. Una chica como tú necesita habilidades de la calle. ¿Entrarás allí parloteando sobre Shakespeare, y tomando notas? Te patearan el trasero.
           Spencer parpadeó.
- Pensé que si solo te preocupabas de lo tuyo y hacías lo que te decían, la gente te dejaría en paz.
           Una esquina de la boca de Angela formó una sonrisa.
- Depende. A veces, pasas desapercibida. Pero a veces, tratar de mantener el perfil bajo te hace un blanco.
           De repente, toda la dura resolución de Spencer se desplomó. Cerró su laptop, dándose cuenta de porqué Angela se había reído de ella por querer tomar notas. ¿Cuál era el punto?
           - ¿No hay modo de hacerlo mejor? -se oyó a sí misma decir.
           Angela se rió por la nariz.
- Puedes sobrevivir, claro, pero ¿mejor? Por eso lo llaman prisión. El mejor acercamiento, cariño, es buscar un modo de no ir. La prisión arruinará tu vida, recuerda mis palabras.
           Un escalofrío subió por la columna de Spencer.
- De todos modos, ¿por qué estuviste en prisión? -era otra cosa que Angela no mencionaba en su libro.
           Angela sacó otro Newport del paquete.
- Eso no importa.
           - ¿Mataste a alguien?
           - Dios, no -Angela la miró desde el costado-. Si lo hubiera hecho, ¿realmente crees que ya estaría afuera?
           - ¿Entonces qué? ¿Asalto? ¿Robo? ¿Drogas?
           El labio de Angela se giró.
- Esas no son cosas buenas que asumir.
           Spencer repentinamente realmente quería saber, así que utilizó un antiguo método que usaba en el club de debate cuando quería intimidar a un oponente. Se cruzó de brazos y miró  Angela, como una esfinge.
           La expresión de Angela se amargó. Dejó salir otra nube de humo. Pasaron cinco segundos, y finalmente levantó sus manos.
- Jesús, deja de mirarme así. Fue fraude, ¿está bien? Creaba identidades falsas para mantener personas fuera de la prisión. Les armaba vidas nuevas. Averiguaba modos para que comiencen de nuevo.
           Spencer parpadeó.
- Espera, ¿es en serio? -Angela rodó sus ojos.
-  ¿Por qué mentiría?
           - ¿La policía encontró a estas personas que ayudaste?
           Angela negó con la cabeza.
- Excepto por esa perra estúpida que no siguió las reglas, se contactó con alguien en casa, y la policía estaba monitoreando los teléfonos. Rastrearon su identidad falsa hacia mí. Tuve que declararme culpable por algunas de las otras personas que ayudé, pero esas personas ya habían desaparecido. Hasta donde sé, la ley nunca los pilló.
           Spencer pasó sus manos por sobre su computador, su corazón comenzaba a latir un poco más rápido.
- Entonces es como el programa de protección de testigos, excepto que no a través de la policía. -Angela asintió.
- Podría decirse que sí, claro. Es una nueva vida.
           - ¿Acaso…aún lo haces?
           Los ojos de Angela se achicaron.
- Solo para casos muy especiales -miró fijamente a los ojos de Spencer-. No es para todos, ¿sabes? No puedes dejar ningún rastro. No puedes contactarte con nadie que conozcas de tu vida anterior. Tienes que comenzar de nuevo como si fueras… no sé, como si hubieras caído de una nave alienígena. Algunas personas no pueden lidiar con eso.
           Spencer no podía creerlo. Las últimas dos semanas, recostada sobre su cama, había fantaseado con alguien que, como un agente de viajes, pudiera conseguirte un pasaporte y documentos de viaje que te extrajeran de tu actual apuro y te dejaran en un mundo donde ya no estuvieras en problemas. Y aquí había alguien que de verdad lo hacía, sentada frente a ella.
           Consideró cómo sería irse de Rosewood y nunca mirar atrás. Convertirse en alguien más por completo, y nunca, jamás decirle a nadie la verdad. Nunca volver a ver a su familia. Los extrañaría. Bueno, quizá no a su mamá, a quien realmente no parecía importarle que Spencer estuviera en juicio por asesinato, pero extrañaría a su papá. Y extrañaría a Melissa, con quien se había vuelto más cercana últimamente —Melissa había sido muy firme en decir que a Spencer la habían acusado erróneamente, aunque había evitado hablar explícitamente sobre Ali a la prensa. Extrañaría a sus amigas, por supuesto, sería tan extraño no hablar con ellas nunca más. ¿Pero qué tenía para seguir adelante aquí? No tenía a un chico en la escena. No tenía futuro universitario. Y cualquier cosa era mejor que la prisión.
           Levantó la vista y miró a  Angela a los ojos: - ¿Lo harías por mí?
           Angela apagó su segundo cigarro.
- El precio inicial son cien.
           - ¿Dólares? -Angela se rió.
- Quizás cien mil dólares, cariño.
           La mandíbula de Spencer se abrió.
- N-no tengo esa cantidad de dinero.
           - Bien, entonces esta conversación nunca ocurrió -Angela dijo, su voz de repente sonaba fría y tenebrosa-. Y, si le dices a alguien que ocurrió, yo te encontraré y te destruiré -volvió a cruzarse de piernas y continuó, con la voz normal otra vez-. Entonces, ¿quieres hablar de las pandillas o qué?
           Quizás fue el cigarrillo mentolado, quizás fueron el rey y reina enojados que la miraban desde el tapiz, o quizás era la amenaza de que un candelabro gigante se fuera a soltar y reventar su cabeza, pero de repente Spencer se sintió mareada. Se levantó de la silla.
- De hecho, l-lo siento. Creo que debo irme.
           - Tú pierdes -Angela meneó sus dedos-. Pero me quedo con los trescientos.
           En segundos, Spencer estaba de nuevo en el pórtico. Angela no la siguió hasta afuera.
           Un auto tocó la bocina fuertemente a unas cuadras de distancia. Spencer se apoyó contra la pared, respirando rápidamente. En esos diez segundos cuando pensó que desaparecer era de hecho creíble, había comenzado a imaginar una nueva vida. Vivir tranquilamente. Hacer algunos conocidos, amigos. Luego ir a la universidad como otra persona. Aún poder vivir una vida significativa. Aún podía tener éxito. Aún ser Spencer Hastings, solo que con un nombre diferente.
           La prisión arruinará tu vida, recuerda mis palabras.
           Sacó su celular y lo miró, de repente se sintió humilde. Angela estaba en lo correcto: la prisión se la comería viva. Marcó el número de Emily. Sonó dos veces antes de que Emily contestara:
           - Cambie de opinión -Spencer dijo antes de que Emily tuviera la posibilidad de decir hola-. Puedo hablar con mi papá. Vayamos a ver a Nick.



[1] GED: Examen equivalente al diploma de secundaria en USA. Es el sistema que utilizan quienes dejaron sus estudios incompletos, dan este examen, y si aprueban, pueden entrar a la educación superior.




No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Los comentarios pasan por moderación así que no aparecen de inmediato :) (Para evitar spam y/o spoilers)

Recuerda suscribirte a tu comentario para recibir una notificación cuando alguien responde :)