lunes, 20 de octubre de 2014

PLS - Hanna - Capítulo 9: Los Novios Falsos son Tan Divertidos

<<<Capítulo 8

Traducido por: Daniela
Corregido por: Brayan.

La tarde del Sábado, Hanna caminó rápidamente entrando a Momma’s Sweet Shoppe, la nueva fuente de helados construida para lucir vieja en el mall Devon Crest. El piso era de diseño de tablero de ajedrez en blanco y negro, había taburetes estilo antiguo de cromo y cuero en el mesón, y una pizarra nombrando los tipos de batidos, maltas, y los variados sabores de helado del día colgando sobre las máquinas de milkshake. Los empleados usaban nítidas remeras blancas, delantales de rayas rojo y blanco, y gorros de papel blancos, y música pop de los cincuenta sonaba por el estéreo.
Su padre, Isabel, y Kate siguieron, haciendo sonidos de brr ante el vigorizante viento y las temperaturas bajo cero que habían tenido que enfrentar en el estacionamiento. – Repíteme ¿por qué vamos a tomar helado en este momento? – Hanna dijo, con sus dientes aún tiritando.
           El Sr. Marin se sacó su pesada bufanda roja del cuello. – Porque esto es lo que Kate y su mamá hacían después de cada presentación del Cascanueces en la que Kate bailaba. ¿Cierto chicas?
           - Cierto, - Isabel dijo orgullosa, palmeando el hombro de Kate. – Siempre eran dos bolas de menta chips para mi pequeña Clara.
           Hanna reprimió un gruñido. Era la misma frase empalagosa que Isabel había estado diciendo todo el día, desde la caminata a Philly para ver el matiné de El Cascanueces en la Academia de Música hasta el telón final al final del ballet, y hasta la larga búsqueda de un sitio para aparcar en el mall. Kate era su pequeña Clara, la niña principal en El Cascanueces, el rol que Kate había bailado durante cuatro años con su grupo de ballet en Annapolis, y había sido el ballet favorito de Kate desde entonces. Honestamente, Hanna no le veía el encanto a este ballet—la casa de una chica rica está infectada de ratones; bastones de dulce, copos de nieve, y extraños hombres rusos no la dejan dormir; y entonces ella y un rey ratón en un vestido realmente feo desaparecen en una clase de colmena gigante. Parecía un largo viaje de ácido.
           - Apuesto que sigues siendo una bailarina de ballet impresionante. – Isabel sacó un mechón de pelo de los ojos de Kate. – Deberías verla bailar, Tom. Tiene tanta gracia.
           - Quizás deberías volver a tomar clases, - sugirió el Sr. Marin.  – Probablemente volverías a lo mismo.
           - Eres muy lindo. – Kate giraba su brazalete plateado de David Yuman alrededor de su muñeca. – Pero estoy muy fuera de práctica.
           Simplemente no quieres porque ya no serías la mejor en la clase, Hanna pensó amargamente, recordando su única experiencia con ballet. Ella y Ali habían tomado una clase en el YMCA, y cuando todas hicieron grand jetés a lo largo de la habitación, Ali colapsó en risas, diciendo que Hanna se veía exactamente como un hipopótamo en tutú.
           Ahora, Hanna suspiró. Después de que su nueva familia haya celebrado Hanukkah a Hanna hace unas noches, todo había vuelto a la normalidad poco después. Las tonterías de Doce Días de Navidad habían vuelto, aunque Hanna había logrado perderse gran parte de ello gracias al campamento. Tenía que seguir mintiendo sobre a dónde iba a ir, pero hasta ahora su padre no le había hecho problemas al respecto—probablemente porque realmente no la quería allí de todos modos. Había tratado de hacer una broma a su papá sobre Bubbe Marin y Morty el lascivo loro gris africano durante la intermisión hoy, pero Kate habló por encima de ella, diciéndole al padre de Hanna que Tchaikovsky había basado El Cascanueces en un viejo cuento infantil. Su papá asintió a Kate como si eso fuera la historia más interesante del mundo. Mientras tanto, aunque Hanna había llegado a revisar obsesivamente la página de Facebook de Lucas, él no había dicho ni pío. Estaba medio tentada por llamar su resort y retarle severamente por ignorarla.
           Mientras esperaban en la fila para el helado, Isabel comenzó otro recuerdo más sobre Kate-era-una-bailarina-de-ballet-hermosa. De repente, escuchar la charla sobre el Cascanueces era demasiado. – Tengo que usar el baño, - Hanna interrumpió, saliéndose de la fila. – Sólo pídanme una botella de agua, - dijo, recordando el compromiso que había firmado en el campamento.
           - Vamos a pasearnos por el mall con nuestros conos, - su padre le dijo. – Búscanos en Brookstone, ¿está bien?
           - Ahá, - Hanna respondió inconscientemente, pasando por entre las pequeñas mesas y enormes bolsas de Saks, Construye-Un-Oso, y la Apple Store. Su pecho se sentía apretado, como si estuviera a punto de llorar. Su padre se había esforzado un montón por ella hace unos días, recordando los viejos tiempos, riéndose y bromeando con ella como solían hacerlo. Pero ahora eso parecía historia antigua. ¿No había notado cuánto lo había apreciado?
           - Hanna, - una voz dijo, y Hanna se dio vuelta. Sentado en una pequeña mesa en el rincón, un pequeño pote de helado y una botella de AminoSpa frente a él, estaba Vince de Body Tonic. Por un momento, Hanna apenas no lo reconoció. Él estaba usando jeans, un sweater, y grandes botas de escalar café.
           - Hey, - Hanna dijo, instintivamente pasando su mano por su cara para asegurarse de que no hubieran lágrimas corriendo por sus mejillas. - ¿Qué haces aquí?
           - De compras. – Vince sonrió.
           - Y comiendo helado. – Hanna miró al pote casi vacío, una ceja levantada.
           Vince levantó sus manos en rendición. – Me atrapaste. El helado de nuez es mi talón de Aquiles. Este lugar será mi muerte. – Le hizo un gesto para que tome asiento.
           - Nunca pensé que tuvieras una debilidad en la comida, - Hanna dijo, sentándose frente a él. Hizo un gesto hacia el montón de bolsas de compras en la silla junto a él. - ¿Compraste todo lo de tu lista?
           Vince asintió. – La bolsa de Toys ”R” Us tiene un regalo para un niño en un refugio para personas sin hogar. Y el resto es para mi familia. ¿Es esa tu familia la de allá? – Él apuntó a Isabel, Kate, y el padre de Hanna.
           Hanna hizo una mueca. – Ese es mi papá, mi madrastra, y… Kate. – Se moriría antes de referirse a Kate como su familia.
           Volvió a mirar a la bolsa de Toys “R” Us en la silla. – Qué lindo de tu parte que le compres un regalo a alguien del refugio. ¿Es el de Yarmouth? – Recordó que Spencer fue voluntaria allí en séptimo grado, ya que se vería bien en una postulación universitaria. Sólo Spencer podría estar pensando en universidades en la pre secundaria.
           Vince bebió de su botella de AminoSpa. – Es algo que hago cada año. Un grupo de nosotros de Body Tonic iremos el lunes a envolver los regalos que todos donaron. Es una experiencia muy enriquecedora.
           - Eso es muy dulce. – Vince era una especie de Brad Pitt con su cruzada del huracán Katrina.
           El Sr. Marin terminó de pagar, y él, Isabel, y Kate salieron. Justo entonces un hombre en un traje de Santa pasó. Él miró al interior de la tienda de helados y le sonrió lascivamente a Hanna.
           Hanna sujetó la mano de Vince. – Rápido. Pretende que eres mi novio.
           - ¿Disculpa? – la voz de Vince desafinó.
           - Solo hasta que Santa se vaya. – Apuntó ligeramente su cabeza hacia la ventana. Santa seguía allí. No estaba segura sobre a donde estaban mirando sus ojos porque llevaba lentes de sol, pero tenía una idea bastante buena. – Me coqueteó hace un par de días, pidiéndome que me siente en su regazo. No quiero que piense que estoy disponible.
           Vince se rió y tomó la mano de Hanna. Sus palmas encajaban perfectamente, y de repente se sintió tranquila y feliz. – Bien, pretende que acabo de decir algo muy divertido, - Vince sugirió.
           - ¡Ja ja! – Hanna se rió de mentira, echando su cabeza hacia atrás. - ¡Eres muy tierno – se inclinó y tocó la punta de su nariz.
           - No, eres tierna, - Vince dijo, tocando la nariz de Hanna de vuelta. Ella deseaba que lo dijera de verdad y que no estuvieran solo pretendiendo.
           Platicaron de broma unos segundos más hasta que el Santa se encogió de hombros y se fue. – Gracias, - Hanna suspiró.
           - No es problema, - Vince respondió. – Sabes, una amiga mía trabaja en Gap aquí, y también dijo algo de que Santa era un viejo verde. Se está convirtiendo en un gran problema para el mall. Pero no estoy para nada sorprendido de que te haya coqueteado a ti.
           La cara de Hanna se entibió. Se mordió el labio inferior y bajó sus ojos, pretendiendo estar fascinada con el diseño de mosaicos de la mesa. ¿Eso significaba que Vince pensaba que ella era linda?
           La máquina de Milkshake sonó tras el mesón. Una pequeña niña golpeaba su cuchara contra su plato vacío. Finalmente, Vince tosió incómodamente. – Entonces, estoy feliz de que decidieras quedarte en el campamento. Lo estás haciendo muy bien.
           Hanna sonrió. – También estoy feliz. Aunque estoy algo sorprendida de que me hayas emparejado con Dinah.
           Vince frunció el ceño. – Pensé que ustedes dos juntas sería perfecto.
           Hanna se aguantó para no reírse sarcásticamente. La mañana del día de ayer, mientras Dinah sostenía las piernas de Hanna durante las abdominales, ella le susurró. – Solo para que sepas, puedo ver más arriba por tus shorts. – A lo cual Hanna le respondió que el labial oscuro de Dinah la hacía ver como un cadáver.
           Luego, durante los estiramientos en pareja, Dinah se había quejado con Vince de que Hanna la estaba estirando incorrectamente, engañándolo para conseguir que él la estire. Y durante la sesión de la tarde, Vince había propuesto una competencia de cuclillas, el ganador recibiría un premio especial. Determinada a ganar, Hanna se había agachado y agachado hasta que los músculos de sus piernas se sentían como si hubieran rezumado por sus rodillas. Uno tras otro, los miembros de la clase cayeron al suelo, quejándose. La única otra persona que seguía, justo al lado de Hanna, era Dinah. Bajaron y subieron. Inhalaron y exhalaron. - ¡Increíble chicas! – Vince animó. - ¡Sigan así!
           Finalmente, la visión de Hanna comenzó a nublarse. Se cayó al suelo de un salto, y Dinah celebró. El premio de Dinah había sido una botella de AminoSpa—Woo hoo. Pero miró a Hanna, lamió su dedo, lo presionó en su trasero, e hizo un sonido crepitante.
           - Ustedes dos son jóvenes y hambrientas, - Vince explicaba ahora. – Pero más que eso, creo que tú eres una gran inspiración para Dinah. No estoy seguro de que ella alguna vez se haya tomado el fitness en serio antes, mientras que tú luces como que te has cuidado por años. Creo que tú realmente puedes ayudarla a lograr sus metas.
           Hanna se espabiló. Eso tenía sentido. Nunca se había imaginado como una inspiración de fitness, pero quizás lo era. Podía ser tal como Jillian Michaels, o ese tipo de cabello largo y cuerpo brillante en los DVDs de yoga de su mamá, entregándole a Dinah duro amor y montones de estímulos.
           - Bueno, estoy feliz de poder ayudar, - dijo, juntando sus brazos en la mesa. – De hecho, si tu alguna vez quieres que nos juntemos para hablar sobre cómo puedo ser... más inspiracional, estaría feliz de escucharte.
           Vince asintió contemplativamente. – Claro. Sería genial.
           - Me gustaría oír más sobre AminoSpa alguna vez también, - Hanna añadió, haciendo un gesto hacia su botella casi vacía.
               Esto hizo que los ojos de Vince se iluminen.- Absolutamente. Puedo darte todo el resumen.
               Luego Vince dijo que mejor se iba. Ambos se pararon y se despidieron, y Hanna se alejó de él, esperando que él estuviera echándole un buen vistazo a su trasero que ya estaba más firme. Su corazón estaba acelerado, sus mejillas se sentían sonrojadas, y se sentí bella, radiante, y deseada.
               Pero mientras salió de la tienda, divisó algo afuera de la ventana. MUY PRONTO, un gran letrero decía en el frontis de una tienda al otro lado del pasillo. RIVE GAUCHE.
               Sintió una dosis de culpa. Rive Gauche era el restaurante en el mall King James en el que ella y Mona solían pasar el tiempo religiosamente—y era el lugar donde Lucas trabajaba. Se habían re-encontrado allí, de hecho—Lucas había buscado a Hanna cuando Mona la dejó con la cuenta, y forjaron una amistad que llevó a salir.
           Quizás estaba mal tomarse de la mano de broma con un chico cuando Hanna tenía un novio perfectamente bueno y real de vacaciones al otro lado del continente. Solo porque Brooke era una zorra anoréxica bronceada no significaba que Lucas fuera a caer en sus trucos. Quizás incluso había una excusa de por qué no le había escrito aún. Quizás la familia Beattie había sido secuestrada por drogadictos mexicanos y le habían quitado su iPhone. Una vez vio eso en Locked Up Abroad*.
           Sacó su celular para buscar noticias de Yucatán, pero antes de que CNN siquiera apareciera, una alerta apareció en su pantalla. Lucas Beattie fue etiquetado en una nueva foto, decía. El corazón de Hanna se elevó. ¡Entonces Lucas estaba vivo!
           Hizo click en el link, y el navegador cargó su página de Facebook. La foto de Lucas estaba justo al inicio de la sección de noticias; Brooke la había subido. No había texto, solo una foto de él y Brooke sentados en una bella playa blanca, abrazados. Sus cuerpos estaban juntos. Piel con piel. La sonrisa de Lucas prácticamente ocupaba toda la imagen.
           Hanna miró la foto por lo que se sintió como horas. Se sintió peor que el dolor de cabeza de helado más adormecedor. Finalmente, salió de Facebook y revisó su buzón de entrada para ver si tenía algún mensaje o email de él, pero no había nada. Ni le había tuiteado ni—Dios lo quiera—llamado. El mensaje era fuerte y claro. Lucas se había olvidado de ella, cambiando a Hanna por Puke-a-tan.
           Lo cual solo significaba una cosa. Hanna también cambiaría a Lucas—por Vince.

*Locked Up Abroad: Programa de televisión estadounidense, conocido en latinoamérica como “Preso en el Extranjero”.

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