lunes, 20 de octubre de 2014

PLS - Hanna - Capítulo 8: Un Estirón Sexy le Hace Bien al Cuerpo

<<<Capítulo 7

Traducido por: Daniela
Corregido por: Brayan.
       
       La mañana siguiente antes de la escuela, Hanna se miró a sí misma en el espejo de cuerpo completo de Body Tonic y ajustó los tirantes de su polera sin mangas negra de Lululemon. Luego se dio vuelta y chequeó su trasero en sus shorts cortos a juego color rosado con negro, complacida de ver que sus piernas se veían tonificadas y sexies. Puso humectante tintado en sus mejillas y nariz, se pasó un tubo de brillo labial sobre los labios, volvió a dar forma a su brillante cabello color caoba en una cola de caballo, y roció un poco de Aveda Chakra 4 en sus puntos de presión. Cada chico al que había conocido se volvía loco por la esencia. Lucas la amaba—hasta que él se fue a una playa nudista con Puke-a-tan y se olvidó por completo de ella. Aún no había recibido ni un mensaje de él. Ella había volteado todas las fotos de él en su cuarto para no tener que mirar sus ojos azules y preguntarse si Brooke estaba mirándolos en ese momento.
           Hanna de verdad estaba emocionada por que comience la clase. Al menos cuando Vince estaba ladrando órdenes, estaba demasiado distraída como para sentirse mal por Lucas. Cuando abrió la puerta hacia la sala de fitness, escuchó gemidos. – Eso se siente tan, tan bien, - alguien dijo.
           Hanna se detuvo, preguntándose si alguna pareja se habría metido a la sala para una sesión mañanera de enrollarse—ew. Pero luego vio un flash de una polera roja que se le hacía familiar. Una de las campistas estaba recostada en el piso, con sus piernas en el aire. Vince estaba de pie sobre ella, haciendo presión en su pie para elongar su tendón.
           - ¿Está soltándose el músculo? – Vince murmuró, sonriéndole a la chica.
           - Oh sí, - respondió de forma soñadora. – Es genial.
           Los pelos del cuello de Hanna se erizaron. Era Dinah Morrissey, la chica siente-mi-trasero.
           - ¿Quieres que haga la otra pierna? – Vince preguntó.
           - Claro, - Dinah ronroneó con voz grave, levantando unas Vans de diseño de tablero de ajedrez. Dinah ni siquiera podía usar Nikes o Reeboks como un asistente-de-gimnasio normal.
           Hanna atravesó la habitación tan rápido como sus piernas pudieron llevarla. Quizás no podía competir con Brooke desde mil millas de distancia, pero estaba justo aquí frente a Vince, y la elección entre ella y Dinah era obvia.
           - Um, ¿Vince? – Sonrió con aflicción. – Iba a pedirte que también me elongues. El ejercicio de ayer fue matador. – Se enrolló un mechón de cabello en su dedo. - ¿Te importaría? Me duele tanto.
           Vince se paró y miró de Dinah a Hanna. – Um, seguro, supongo que podría hacerlo, - dijo, soltando la pierna de Dinah. – Tenemos un par de minutos antes de que todos los demás lleguen.
           Dinah se sentó y cruzó sus brazos sobre su amplio pecho. - ¿Y qué hay de mí?
           - Te elongaré después de clases, - Vince prometió.
           Ja, Hanna pensó triunfalmente.
           - Recuéstate, - Vince instruyó, y Hanna hizo lo que se le dijo. Le dijo que levante su pierna izquierda, rodilla doblada, y cruce su pierna derecha sobre ésta. Él se inclinó sobre ella, sus manos tocando sutilmente sus piernas, y presionó. - ¿Cómo se siente esto?
           - Realmente bien, - Hanna susurró, mirando a los ojos de Vince, los cuales eran de un deslumbrante tono turquesa. Una vez, cuando Hanna y Mona recién comenzaron a venir al gimnasio en octavo grado—por allá cuando estaban apenas comenzando sus transformaciones a lindas chicas populares—Mona se paró tras de Vince en el bar de jugos y dejó caer su cambio al suelo en un intento de llamar su atención. Cuando Vince volteó esos ojos azules hacia ella, se sintió hipnotizada. – No pude decir una palabra, - dijo con entusiasmo. – Él simplemente era demasiado hermoso.
           Hanna esperaba que Mona estuviera observándola ahora desde cual sea el infierno en el que estaba, muriéndose de envidia.
           - Estas realmente adolorida después de ayer, ¿hah? – Vince murmuró.
           - Mmm-hmm, - Hanna murmuró. – Pero es un tipo de dolor bueno, ¿Sabes?
           - Yo también estoy adolorida, - Dinah dijo, sentada de piernas cruzadas junto a ellos. Tenía el tipo de escote del que los tipos podían meter billetes. – Y estarías tan orgulloso de mi, Vince. Comí pollo al grill y vegetales anoche para cenar, tal como en tu plan de comidas.
           - Eso es genial. – Vince sonaba deleitado. Chupamedias, Hanna pensó.
           - ¿Entonces por cuánto tiempo has estado trabajando en el gimnasio? – Hanna preguntó en voz alta, atrayendo la atención de vuelta a ella.
           Vince puso sus manos sobre la rodilla de Hanna. – Por un tiempo, creo. Suficiente para notarte. Te he visto correr en la trotadora. Tienes una gran forma. – Se rio tímidamente. – Lo siento. Espero que eso no suene extraño.
           - Por supuesto que no, - Hanna dijo rápidamente. - ¿Y siempre tuviste planes de ser entrenador?
           - Bueno, sí y no, - Vince dijo. – En realidad me gustaría abrir mi propio spa. Tendría entrenamiento personal, pero también muchos servicios corporales.
           - Eso suena genial, - Hanna dijo enfáticamente. – Amo los spas.
           Dinah se rió de ese modo natural que sonaba amistoso pero que Hanna sabía que era sarcástico. – Todos aman los spas, - dijo.
           Hanna deseaba poder empujarla y sacarla de la habitación con la Barra Corporal de diez libras que estaba colocada en la esquina. ¿No sabía que no era correcto escuchar conversaciones ajenas?
           Vince estaba a punto de decir algo más, pero luego la puerta de la sala de fitness se abrió y el resto de la clase entró, cada uno de ellos usando remeras de ¡PON TU TRASERO EN MARCHA! Otra vez. Hanna esperaba que las hubieran lavado desde ayer.
           - Muy bien, - dijo Vince, soltando la pierna de Hanna y trotando hasta la parte de enfrente de la sala. Todos se reunieron alrededor de él. Hanna miró por sobre su hombro, asegurándose de que nadie estuviera merodeando en el pasillo. Pensó en las sospechas de Kate ayer después de cenar. Kate no la había seguido hasta aquí, ¿o sí? Lo último que Hanna necesitaba era que se filtren en internet fotos de ella sudando y agachándose con un montón de perdedores.
           - Quería hablarles de nutrición y bienestar de todo el cuerpo el día de hoy, - Vince decía, poniéndose en posición del lotus en el piso. – Estar en forma no se trata solo de ejercitar—también es sobre comer bien. Tomar decisiones sanas. Sentirse bien en su propia piel. Y quiero que todos hagamos un compromiso de ser saludables y sentirnos bien en nuestra piel durante este retiro.
           Repartió hojas de papel que decía Compromiso del Campamento en la primera línea. Era una larga lista, cada ítem comenzaba con Me comprometo a. Me comprometo a sólo comer comidas limpiasnada de azúcar procesada, nada de almíbar alto en fructosa, nada de saborizantes artificiales. Me comprometo a no beber alcohol o fumar cigarrillos. En el final había un espacio para firmar.
           - Para cuando esta clase acabe, mi meta es que todos ustedes se sientan bien en su piel—sin importar la forma de tu cuerpo o cuántas libras has perdido, - dijo Vince. – Y una cosa que puede ayudarlos a sentirse bien es esto.
           Levantó una botella de agua. Impreso en el costado había una etiqueta que decía AMINOSPA en letras minimalistas. – Esta es el agua vitaminada más impresionante que he probado. Te da energía, te drena las toxinas—incluso creo que me ayuda a concentrarme mejor. Soy un vendedor licenciado, pero les daré una muestra gratis.
           Sacó más botellas de AminoSpa de su bolso de gimnasio y les lanzó una a todos. – Creo que les gustará, - insistió. – Si quieren más, puedo conseguirles a un gran precio.
           - ¿Y dijiste que también vendes esto? – Dinah preguntó, ladeando su cabeza y juntando sus gordos labios.
           Vince asintió. – Es un gran trabajo de medio tiempo—puedes hacerlo desde casa. Si están interesados, puedo regalarles los documentos de ventas.
           El modelo de negocios le recordaba a Hanna de la vez en que, en noveno grado, la mamá de Chassey Bledsoe había comenzado a vender imitaciones de cuchillos Ginsu de puerta en puerta, presumiendo de lo bien que era trabajar de casa y ganar tanto dinero. Incluso convenció a Chassey de traer muestras a Rosewood Day para dar demostraciones durante el almuerzo. Tan pronto como administración se enteró de que Chassey tenía una maleta llena de cuchillos en propiedad de la escuela, la detuvieron inmediatamente.
           Pero Vince lucía tan sincero respecto a AminoSpa, como si de verdad creyera que estaba haciendo a todos más sanos y felices. Hanna atrapó la botella que le lanzó a ella. Desenroscó la tapa, y tomó un gran trago. Luchó contra la necesidad de escupirlo. Sabía cómo a margarita con agua.
           Vince juntó sus manos. – Muy bien. Comencemos a sudar. El próximo par de semanas serán realmente intensos—van a ser presionados hasta el límite. Muchos de nuestros ejercicios van a involucrar enfrentamientos, competencias, y elongaciones en parejas, así que los voy a emparejar. La persona con a que los empareje será su compañero por el resto de la clase; pasarán mucho tiempo juntos. Será su asesor de metas nutricionales—y quizá un amigo para toda la vida.
Con esto, Vince le dirigió una tímida y fugaz mirada a Hanna, y Hanna se revolvió por dentro. Definitivamente era una señal: Él la iba a emparejar con él mismo. Ya se lo podía imaginar: los dos boxeando con enemigos imaginarios, él animándola. Los dos corriendo en el sendero Marwyn, los demás tortugas bien atrás a la distancia. Después de cada sesión, beberían lates—o AminoSpas—juntos, felizmente. Luego cuando Lucas volviera, le demostraría lo bien que estuvo mientras él estaba lejos.
- Tara, te quiero con Josie. – Vince señaló a dos mujeres de mediana edad en la parte de atrás. Se sonrieron plácidamente entre sí. – Ralph, tú serás pareja de Jerome. – Dos tipos con panza de barril y piernas arqueadas asintieron. Vince continuó por la habitación, emparejando un miembro de polera roja con otro. Su mirada seguía pasando por encima de Hanna, saltándosela. Porque él iba a dejarla para él mismo, claramente.
Finalmente, Vince apuntó a Hanna y sonrió. – Hanna. Tu estarás con…
Hanna esperaba que él se golpeara en el pecho y dijera triunfalmente migo, así que cuando él apuntó a otra persona al otro lado de la sala, no entendió. Pensó que era la única persona que quedaba sin pareja, pero otra persona más quedaba. Las manos de la chica estaban en sus amplias caderas. Se puso sobre sus Vans de tablero de ajedrez. Sus ojos fuertemente delineados la avistaron y sus rojos labios formaron una mueca.
           Era Dinah.

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