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Capítulo 30 - Capítulo 32
Traducido por: Daniela
Corregido por: Brayan, Raúl S.
A las
12:20 AM, la alarma del teléfono de Spencer sonó en su velador. Sus ojos se
abrieron, y su cuerpo repentinamente se puso alerta. Aunque su dormitorio
estaba oscuro y ella estaba bajo las frazadas, ella estaba completamente
vestida con una capucha negra, calzas negras, e incluso unas corrientes
zapatillas deportivas negras marca New Balance que encontró en el armario en el
antiguo dormitorio de Melissa. Estaba lista.
Ella se
deslizó fuera de las frazadas y caminó de puntillas hacia la puerta. La casa
estaba en silencio. Su madre y el Sr. Pennythistle estaban presuntamente
durmiendo, probablemente dormidos como un tronco con Xanax. Spencer se dirigió
hacia la ventana que daba al frente de la casa. No había ni un auto policial en
la acera.
Spencer
armó un bulto de almohadas sobre su cama para que pareciera que ella aun seguía
durmiendo. Luego se escabulló por las escaleras, abrió la unidad de alarmas en
el piso principal, y desactivo una de las salidas, silenciándola antes de que
cualquier tipo de anuncio pueda ser hecho hacia el resto de la casa.
Finalmente, fue hacia la única habitación sin terminar en el sótano, la cual
contenía cajas de vino y un refrigerador extra que los Hastings usaban para las
grandes fiestas. Normalmente, a Spencer no le gustaba ir a ese cuarto—olía a
humedad, estaba lleno de arañas, y era a donde Melissa solía “Desterrarla”
cuando jugaban a la Reina Malvada y el Prisionero cuando eran pequeñas. Pero en
el rincón había unas pequeñas escaleras que llevaban arriba a una puerta de
suelo que daba al patio trasero. Nadie la estaría vigilando. La policía
probablemente no tenía idea de que estaba allí.
Su corazón latía con fuerza mientras subía
las escaleras del oscuro sótano hacia la puerta. No se atrevió a respirar
mientras levantaba la puerta y la abrió. Un aspersor silbaba placenteramente.
El jacuzzi burbujeaba a su izquierda. Spencer salió, manteniéndose a nivel del
piso y fuera de los focos mientras se dirigía rápidamente al bosque. Desde
allí, era libre.
Eran al menos tres millas hacia la oficina
de la campaña del papá de Hanna, la cual estaba en un edificio en la Avenida
Lancaster cerca de la estación de trenes. Spencer había considerado llevar su
bicicleta, pero no había tenido tiempo para ponerla en el bosque tras su casa,
así que tuvo que ir a pie. Salió disparada hacia el siguiente sector
urbanizado, corrió en las calles por un rato, pero se metía agachada a un
jardín cada vez que un auto doblaba por la calle. Cada paso era como que
coreaba: Debo Encontrar a Ali. Debo Encontrar a Ali.
Correr por Lancaster era mucho más difícil—a pesar de que era
tarde, aún había tráfico, y Spencer tuvo que quedarse al interior de la
barandilla todo el tiempo. Cada vez que veía luces delanteras, se agachaba ras
un árbol o en algún letrero de centro comercial. Una vez, cuando vio un auto
policial en la intersección, se escondió en una acequia. Aún así, llegó a la
oficina poco antes de las 1:00 AM. Un suave brillo de sudor cubría su cuerpo.
La mugre cubría sus calzas y zapatos. Estaba segura de que se había torcido un tobillo metiéndose en una
acequia. Pero no importaba. Estaba aquí.
Miró su reflejo en los paneles planos de
vidrio del edificio. Las luces de las salidas sobre las puertas brillaban, pero
más allá de eso el recibidor estaba oscuro. Miró al estacionamiento
subterráneo, luego al bosque en la parte de atrás, y luego al letrero neón de
la Tienda de Consignas de Jessica al lado, donde el Departamento de Teatro de
Rosewood Day a veces compraba los disfraces para las obras. ¿Era realmente posible
que Ali estuviera por aquí? ¿Cómo podría haberse escondido en un sitio tan
público por tanto tiempo?
- Apuesto a que estás pensando lo que yo
estoy pensando.
Hanna estaba de pie tras ella, vestida
similarmente en negro y respirando con dificultad como si hubiera corrido hasta
aquí también. - Ali no está aquí, ¿cierto? No se escondería cerca de un
edificio de oficinas justo en medio de Rosewood.
Spencer encogió un hombro. - No parece muy
probable.
Hanna se sentó en el macetero junto a la
puerta frontal. - Aquí es donde las protestas fueron el viernes. Desde aquí es
donde ella llamó a Emily.
En minutos, Aria y Emily llegaron en
bicicletas. Spencer las actualizó de lo que estaban hablando. – He pensado en
que esto es un error también, - Aria admitió, cuidadosamente poniendo su
bicicleta en un arbusto. - Digo, si estamos equivocadas, ¿Qué hará la policía
cuando nos encuentre?
- No es como que puedan castigarnos más, -
Spencer dijo vacíamente.
Emily miró a Hanna. - ¿Y si Ali estuvo aquí
solo por un rato? Quizás ella sabía que te darías cuenta, Hanna, y llamó de
aquí solo para enviarnos a una misión imposible.
- ¿Pero y si no? - Hanna dijo. - Vale la
pena el riesgo.
Spencer tiró de la barra en la puerta
frontal, pero estaba bien cerrada. - ¿Entonces dónde vamos a partir de aquí? No
es como que podamos entrar y revisar si Ali está en alguna de las oficinas.
- No debería estar allí, - Hanna dijo
pensativamente. - He estado aquí tan seguido que conozco todos en todas
las oficinas en este edificio—nadie está ocultando a Ali en una oficina, estoy
segura.
- ¿Y el sótano? – Emily sugirió.
Hanna negó con la cabeza. - Hay gente de
mantención patrullando este lugar de día—dudo que haya colocado un campamento
allí.
Spencer puso sus manos en sus caderas y dio
una vuelta entera, una vez más mirando el edificio, el estacionamiento, y la
calle.
La mirada de Hanna se fijó en el siguiente
lote. - ¿Qué tal ese edificio?
Todas se voltearon y miraron. - ¿La Tienda
de Consignas de Jessica? - Emily preguntó.
- No, la cosa antes de Jessica. -
Hanna apuntó a un montón de árboles que hacían una barrera entre el edificio de
oficinas y el estacionamiento de la tienda de consignas. Y de repente, Spencer
lo vio: Alejado de la calle, asomándose sobre las zarzamoras, había algo que
parecía un techo.
- Oh dios mío, - Aria suspiró.
- Lo noté cuando estuve aquí el otro día
hablando con mi papá, - Hanna susurró. - Pero no sé lo que es.
Se acercaron, por un camino escondido en el
alto pasto. A cien yardas de distancia, mayormente cubierto por los árboles
sobre-crecidos, se asomaba un edificio—un granero caído, quizás, o una vieja
casa de piedra dejada para que se desintegre. Spencer abrió la app de linterna
en su iPhone y alumbró contra la erosionada estructura de tablas, una ventana
rota, una alcantarilla caída, el suelo estaba infestado de malezas, como si
nadie lo hubiera tocado en años.
Hanna entrecerró sus ojos. - Asqueroso.
Un silencio tomó lugar en el grupo. Miraron
a la casa asomándose. Un escalofrío subió por la columna de Spencer. De
repente, este se sentía como el lugar. - Vengan, - susurró. - Vamos.
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