lunes, 2 de junio de 2014

Deadly - Capítulo 30 - Sus Vidas Acaban Aquí


            Traducido por: Analía:)
            Corregido por: Brayan, Raúl S, Daniela y Pilar.


            Viernes por la mañana. Día de la lectura de cargos. Hanna estaba de pie  en el centro de su silenciosa habitación, mirando todas las cosas en sus repisas. Estaba la posibilidad de que nunca más volviera a ver nada de eso. Había empezado a decirle adiós a todo, de la misma forma que solía decir buenas noches a todos sus peluches cuando era  bebé. Adios, perfume Dior. Adiós, tacones Louboutin. Adiós, cubrecama acolchado y árbol de aretes. Adiós, fotografía de Ali.
            Frunció el ceño y la arrancó de la esquina del espejo, había olvidado que estaba allí. Miró la sonrisa burlona de Ali y sus socarrones ojos. Seguro, esa era Courtney, su amiga, pero si no fuera por ella— si no fuera por esa estúpida bandera de la cápsula del tiempo y ese intercambio y el hecho de que a Hanna le importara tanto, tanto ser popular, nada de esto hubiera pasado.
            - ¿Hanna?- Llamó su madre desde la planta baja.- Ya es hora.
            Había un  bulto en la garganta de Hanna mientras se dirigía hacia el primer piso. Contempló su expresión en el gran espejo dell recibidor. ¿Sería esta la última vez que usaría un vestido de Diane Von Furstenberg, aretes de oro y botas de cuero? Lágrimas llenaron sus ojos mientras se inclinaba y le daba a su doberman miniatura, Dot, un gran abrazo.- Te extrañaré, grandote, - susurró, apenas capaz de pronunciar las palabras.
            Y luego caminó hacia el auto, donde su madre la estaba esperando.- ¿Estás lista?- Le preguntó, con lágrimas en los ojos.
            Hanna sacudió la cabeza. Desde luego que no lo estaba.
            La Sra. Marin condujo sin decir ni una palabra, caritativamente manteniendo la radio apagada durante el viaje al juzgado, el cual estaba sólo a un par de millas, en la parte más alta del Monte Kale, justo después de un cementerio y del jardín botánico. Hanna miró hacia el acantilado que daba a Rosewood y Hollis, sintiéndose nostálgica y solitaria. Ahí estaba Rosewood Day y su campo de deporte—nunca se sentaría en un juego de Lacrosse otra vez. Ahí estaban el Hollis Spire y los edificios de los alrededores—nunca volvería a ir a un bar. Incluso la antigua casa de Ali era visible a través de los árboles. Bueno, no extrañaría mucho ese lugar. Todo lo que contenía eran amargos recuerdos.
            Un escalofrío recorrió su espina dorsal mientras recordaba la última vez que habia estado en el juzgado. Había sido por la lectura de cargos de Ian hacía casi un año y medio. Cuando habían salido, Emily las había agarrado, jurando haber visto el rostro de Ali en el asiento trasero de una limusina. Desde luego nadie le había creído. Pero deberían haberlo hecho.
            El auto se estacionó en la entrada del juzgado. Como era usual, los manifestantes marchaban en círculo por la acera. La misma línea de vans de noticias estaban aparcadas junto a la entrada. Inmediatamente un grupo de reporteros se arremolinaron a su alrededor, mirando a Hanna a través de la ventana.- ¡Srta. Marin!- Gritaron, golpeando las ventanas.- ¡Srta. Marin! Srta. Marin, ¿respondería un par de preguntas?
            - Ignóralos,- dijo la madre de Hanna.
            No resultó ser una sorpresa que los reporteros rodearan a Hanna tan pronto como había salido del auto. Apuntaron los micrófonos hacia ella y tiraban de sus mangas. Sus preguntas seguían siendo las mismas— cosas sobre que Hanna era una asesina, la campaña del Sr. Marin y predicciones sobre ir a Jamaica. La mamá de Hanna pasó un brazo por sus hombros y la guió hacia dentro. El tobillo de Hanna se torció mientras subía el primer escalón, pero apenas lo sintió y siguió caminando. Apenas sentía nada.
            Arriba y más adelante  Aria, Spencer, y Emily se revolvían inquietas en el interior. Después de que las puertas dobles se cerraran, los gritos, chillidos y el ruido de la multitud desaparecieron casi por completo. Hanna pestañeó en el recibidor de marmol. Estaban rodeadas por las estatuas de piedra de los fundadores de Rosewood. Una bandera de Pennsylvania y otra estadounidense colgaban del balcón. Los padres de Aria y la mamá de Spencer estaban en la fila del detector de metales, sacando cosas de sus bolsillos. Más allá, estaba su equipo legal, incluyendo al padre de Spencer y al Sr. Goddard. Hanna se sorprendió de ver a Kate en el otro lado de la cinta transportadora, vestida con una chaqueta azul y un pantalón a rayas. El padre de Hanna estaba notablemente ausente. Hanna buscó esa tan familiar punzada de tristeza, pero no la encontró. Tal vez porque no estaba realmente sorprendida.
            Mientras Hanna se unía a la fila del detector de metal, una mano se deslizó entre la suya. Los ojos azul hielo de Mike estaban llenos de lágrimas. - Sé que estuviste tratando de encontrarla, - susurró.- Debiste haberme dejado ayudar.
            Hanna sacudió su cabeza.- No podía.
            - ¿Tuvieron algo de suerte?
            Hanna casi quiso reír.- ¿Tú qué crees?
            Mike respondió apretando su mano más fuerte que antes.
            Después de las revisiones, el equipo legal se unió a las chicas y entraron al juzgado como un grupo. Tan pronto como el Sr. Goddard abrió las puertas dobles, cien cabezas se voltearon. Hanna reconoció cada cara: allí estaban Naomi Zeigler y Riley Wolfe. Los chico del equipo de Lacrosse de Mike y las chicas del viejo equipo de porristas de Hanna. Una chica llamada Dinah que había conocido mientras hacía un programa de entrenamiento la pasada navidad. Sean Ackard, el padre de Sean, Kelly de la clínica de quemaduras. Phi Templeton, Chassey Bledsoe, y luego— horripilantemente— Los padres de Mona Vanderwaal, ambos lucían más viejos y mucho más demacrados desde la muerte de Mona hacía un año y medio año atrás.
            Todos miraron a Hanna como si ya hubiera sido condenada. Hanna no se había sentido así de vulnerable desde que Mona-alias-A había difundido ese video donde se rasgaban las costuras del vestido de corte de Hanna durante los Dulce Diecisiete de Mona. Hanna se inclinó hacia Mike.- No tienes que estar conmigo, ¿sabes?. Sálvate. Ve y siéntate con tus amigos.
            Mike pellizcó su palma.- Cállate, Hanna.
            Mike sostuvo firmemente su mano mientras caminaban por el pasillo hacia el banco delantero. Hanna se sentó al lado de su abogado, la frialdad de la madera atravesaba su delgado vestido. Mike se retiró hacia el banco de atrás. Emily, Spencer y Aria también se deslizaron por el banco delantero. Todas intercambiaron miradas, pero ninguna se molestó en decir nada. La derrota era clara en sus miradas. Habían intentado con cada forma de encontrar a Ali y habían fallado una, y otra vez.
            Las pesadas puertas se cerraron de golpe y un alguacil le ordenó a todos que se pararan. Un robusto juez, que se estaba quedando calvo, en una fluida bata negra entró y se acomodó en su banco, mirando con cansancio a las chicas. Después de un par de comentarios de rutina, el fiscal del distrito se levantó. - Hay evidencia razonable para probar que la Srta. Hastings, la Srta. Marin, la Srta. Montgomery, y la Srta. Fields asesinaron a la Srta. Tabitha Clark en un centro turístico de Jamaica el pasado abril.
            El juez asintió. - El juicio tomará lugar allí, al igual que su sentencia. La extradición a Jamaica será inmediata.
            Los abogados y el juez dijeron más que eso, pero fue todo lo que Hanna oyó antes de que latido ahogara sus voces. Cerró sus ojos, tan solo viendo oscuridad. Cuando los volvió a abrir, el Sr. Goddard estaba parado.- Hago petición para permitirle a mis clientas una noche más en Rosewood con sus familias.
            - Petición concedida,- decidió el juez.- Todas las chicas deben dejar el país mañana. Los vuelos serán coordinados, pagados por sus familias. Alguaciles estadounidenses acompañarán a cada prisionera.
            Y luego el martillo fue golpeado, y todos estaban parados otra vez, y el Sr. Goddard estaba sacandolas del tribunal hacia una sala de conferencias donde pudieran hablar. Los mismos reporteros se habían abierto camino a través del pasillo; arañaron a Hanna salvajemente mientras pasaba. Hanna buscó por encima del hombro a Mike, quería pasar cada segundo restante con él antes de que tuviera que dejar el país, pero todo lo que vio fueron caras furiosas.
            Emily apareció a su lado. Spencer la alcanzó después, luego Aria. El Sr. Goddard formó un círculo alrededor de ellas con sus brazos, bloqueando a los reporteros, y mientras las chicas se miraban la una a la otra, todas rompieron a llorar. Spencer agarró a Hanna fuertemente y la abrazó. Aria y Emily envolvieron sus brazos alrededor de ellas también. Lloraron al unísono, sus respiraciones agudas y desiguales. Flashes se disparaban. Los reporteros no pararon de preguntar ni un segundo. Pero por un par de momentos, a Hanna no le importó cómo saldrían las fotos. ¿Quién no mostraría emoción ante haber sido extraditado hacia una prisión extranjera por un crimen que no había comedito?
            - No puedo creer que haya llegado a esto, - Hanna murmuró en los oídos de sus amigas.
            - Tenemos que ser fuertes, - dijo Spencer, con la voz quebrada.
            Hanna miró hacia atrás a las puertas del tribunal, sorprendida por cuántas personas estaban saliendo. Los padres de Mona se apresuraron en bajar por las escaleras, probablemente preocupados de que también sean los acosaran los reporteros. Naomi y Riley coqueteaban con un par de jugadores de Lacrosse, tratando esto como un evento social. Kate lucía un poco perdida mientras caminaba hacia la ventana, Hanna quería llamarla para que se acercara y darle un gran abrazo.
            El Sr. Goddard las dirigió hacia una sala de conferencia y cerró las puertas. - Estaré aquí en seguida,- dijo. - Estaremos presentando una apelación inmediatamente. Y estamos trabajando para conseguirles los mejores abogados en Jamaica.- Luego cerró las puertas tras ellas, dejándolas solas.
            Por un par de momentos, Hanna se sentó aturdida a la mesa, rasguñando la madera.
            De repente, algo fuera de la ventana captó su atención. La vista era de un estacionamiento vacío, pero voces sonaban desde algún lugar de abajo.- No más, - dijo alguien a través del megáfono.
            - No más, - voces hicieron eco.
            - ¡No más asesinatos en Rosewood!- dijo la primera voz.
            Ladeó la oreja. Si no estabas prestando atención, si no sabías que estabas escuchando, la primera parte sonaba como Mo, Ma.
            - ¡No más! - La primera voz dijo a través del megáfono.
            - ¡No más asesinatos en Rosewood!- Hicieron eco los protestantes otra vez, agitando sus carteles de piquete.
            Hanna se tapó la boca con la mano. - Chicas. - Se giró y le hizo señas a Spencer, Emily y Aria para que se acercaran a la ventana, ellas fueron hacia ella, con el entrecejo fruncido.
            - Los protestantes, - dijo Hanna. Dirigió toda la vista hacia la izquierda y ahí estaban, formando un gran círculo en el césped. No más asesinatos en Rosewood, cantaban. - Ese es el anuncio del correo de voz de Ali, - dijo Hanna.
            Emily parpadeó con fuerza.- ¿En serio?
            Hanna asintió, de repente sintiéndose más segura de lo que nunca había estado.- Es la misma voz, el mismo mensaje. Sólo teníamos una parte antes de que Ali colgara, pero es eso.
            Spencer hizo una cara. - ¿Ali estaba en medio de una protesta… contra los asesinatos que ella cometió?
            - Tal vez estaba cerca de la marcha,- dijo Hanna.
            Spencer se paseó por la habitación. - Se hicieron marchas por todo Rosewood la semana pasada. ¿Cuándo recibiste ese mensaje, Emily?
            - El viernes pasado.
            Aria miró a Spencer. - ¿Hay alguna manera de que podamos averiguar dónde estaban los protestantes ese día?
            Hanna de pronto se dio cuenta de algo. - Sé dónde estaban,- la última vez que había ido a su oficina, él había estado más preocupado por si los protestantes la habían visto entrar que por el hecho de que necesitaba su ayuda.
            Cuando se los explicó a sus amigas, Spencer jadeó.- ¿Estás segura?
            - Segura. - El corazón de Hanna latía cada vez más y más rápido.- Estaba llamando desde un lugar cercano a la oficina de campaña de mi papá.
            Hanna miró a sus amigas, una pequeña llama de esperanza ardía en su interior. Tenían un día más antes de marcharse a Jamaica, una noche más para apostarlo todo. Les sería casi imposible salir de casa, pero tenían que hacerlo, de alguna manera. Cuando vio las expresiones determinadas en las caras de sus amigas, supo que estaban pensando exactamente lo mismo.
            La mirada de Spencer se dirigió rápidamente hacia los árboles.- ¿Una AM?
            Hanna asintió. Estaba en marcha.


Capítulo 29 - Capítulo 31

2 comentarios:

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