jueves, 8 de mayo de 2014

Deadly - Capítulo 17 - Las Paredes se Vienen Abajo

Traducido por: Daniela
Corregido por: Brayan, Pilar.

       
     El viernes por la mañana, Spencer y Chase estaban sentados en Libros Wordsmith’s. El lugar olía a café recién hecho y a buñuelos dulces, sonaba jazz suavemente por el parlante estéreo, y un poeta de verso libre estaba recitando su último trabajo en un escenario improvisado. La tienda tenía una serie de presentaciones llamada “Musas Mañaneras” en la cual autores locales leían sus trabajos a los clientes habituales hambrientos por cafeína.
            - Eso estuvo genial, ¿no? - Chase preguntó cuando el poeta terminó su verso libre de un trillón de líneas y se pusieron de pie para irse. - Ese tipo tiene un increíble sentido de la imaginación. Ojalá yo pudiera escribir poemas así.
Spencer enarcó una ceja. - ¿Eso significa que escribes poemas?
            - A veces. - Chase parecía avergonzado. - La mayoría son patéticos.
            - Me encantaría leerlos, - Spencer dijo suavemente.
            Él la miró a los ojos. - Me encantaría escribirte uno.
            El estómago de Spencer dio un salto, pero luego alejó su mirada, de repente se sintió abrumada por la culpa. La amenaza de A contra Chase. ¿Debería advertirle?
            - ¿Estás bien? - Chase preguntó.
            - Por supuesto. - Spencer aclaró su garganta. - Entonces… ¿No ha ocurrido nada últimamente?
            La frente de Chase se arrugó. - ¿A qué te refieres?
            - Nada… ¿extraño? - Spencer no sabía cómo decirlo. Decir algo como ¿Has sentido como que alguien ha estado observándote? haría que Chase se exasperara.
            Chase se encogió de hombros. - Lo único raro que está ocurriendo ahora es que tú estás prestándome atención. - Bajó la cabeza. - Por cierto, realmente me gusta.
            - También me gusta, - Spencer dijo, sus mejillas se pusieron rojas. Debería simplemente decirle. Pero Fuji estaba manejándolo, ¿cierto? Quizás Chase también tenía un equipo de seguridad tan secreto que no sabían dónde estaban.
            - Mejor voy a la escuela, - murmuró ella, levantándose y botando su taza de café en un basurero metálico cercano a su asiento.
            Chase la siguió a la calle, y se despidieron con un modesto abrazo. - ¿Te llamo después? - Chase preguntó ansioso.
            - Definitivamente. - Spencer le lanzó una sonrisa tímida.
            Mantuvo la mirada inocente plasmada en su cara hasta que dio vuelta por la esquina hacia el estacionamiento. Luego sacó su teléfono, bajó para buscar el número de Fuji, y marcó. Irritantemente, fue al buzón de voz. Tal como sus otras seis llamadas a Fuji dentro de las últimas veinticuatro horas.
            - Es Spencer Hastings otra vez, - Spencer dijo luego del beep. - Solo quiero asegurarme de que has puesto ese equipo de seguridad extra para mi amigo Chase—estoy muy preocupada por él. Creo que mi hermana también podría necesitar uno. ¿Y recibió el llavero Acura, cierto? ¿Y mi carta?
            Ayer, debido a que enviar emails era demasiado arriesgado, le había enviado una carta manualmente a Fuji con pistas y conexiones. Como que Ali y/o el Ayudante de A habían estado en Nueva York hacía unos meses cuando Spencer, su mamá, el Sr. Pennythistle, y su hijo e hija habían estado allí—Spencer había recibido un mensaje de A prácticamente al segundo en que el Sr. Pennythistle había entrado y pillado a Spencer y a su hijo, Zach, juntos en la cama. Quizás el Equipo A también se había quedado en el Hotel Hudson. Quizás sería útil buscar los manifiestos de pasajeros del Amtrak de fechas cercanas a esa. Había montones de caminos por los que investigar.
            - Como sea, llámeme cuando pueda, - Spencer dijo. Luego colgó y se dirigió a Rosewood Day. Luego de estacionar el auto, caminó a través del pasto mojado hacia los columpios de la escuela primaria, donde ella y sus amigas siempre se juntaban para hablar—no habían hablado sobre A en un tiempo, y quizás ya era el momento. Emily colgaba lánguidamente de un bajo columpio, sus largas piernas se arrastraban por el suelo. Aria tiraba de los cordones de la capucha de su chaqueta color verde brillante. Hanna miraba su reflejo en un compacto redondo Chanel. Era una de esas bellas mañanas donde prácticamente toda la clase de último año estaba afuera antes de que sonara la campana.
            - ¿Entonces cuál es la noticia? - Spencer preguntó a sus amigas cuando se acercó.
            - Bueno, Sean Ackard ahora es oficialmente un psicópata, - Aria murmuró. Hizo un gesto hacia un grupo de chicos en las escaleras. Sean y Klaudia Huusko, la estudiante de intercambio de los Kahn, estaban mirándolas. Cuando notaron que las chicas los observaban , se voltearon rápidamente.
            - Quizás le gustas de nuevo a Sean, Hanna, - Emily molestó.
            - O quizás es por esos rumores de suicidio. - Aria miró a Hanna. - Sean me dio un panfleto el otro día sobre un grupo de apoyo en su iglesia. Me miraba como si fuera a cortarme las venas allí mismo.
            Hanna puso los ojos en blanco. - Me estoy hartando de esos rumores.
            Spencer ladeó la cabeza. - Me pregunto si la policía habrá interrogado a Sean sobre Kyla.
            Hanna se encogió de hombros. - La clínica de quemaduras estaba llena de policías. Probablemente lo hicieron.
            Aria se rascó el mentón. - Quizás a Fuji se le escapó que Kyla era secretamente Ali.
            Spencer torció la boca. - Pensé que Fuji quería mantenerlo en secreto. Sin asustar a nadie hasta que estuvieran cerca de localizarla.
            - Bueno, quizás esto significa que la han localizado. - Hanna dijo, emocionada.
            Una sonrisa soñadora se formó en los labios de Aria. - Chicas, ¿pueden imaginarlo? Ali tras las barras. Esta vez de verdad.
            Todas se quedaron en silencio mientras la fantasía tomaba lugar. Spencer se imaginó a Ali en la prisión con un traje naranja, estampando placas patentes, recluida veinticuatro horas al día. Esa perra se lo merecía completamente.
            - Una vez que la agarren, tendremos que hacer un montón más de entrevistas, - Aria señaló.
            - Sí, pero entrevistas geniales, - Hanna dijo. - Como con Oprah. Jimmy Fallon. No la basura de las seis en punto que ni siquiera gasta en un maquillador.
            Emily dejó de columpiarse. - Hablando de rumores suicidas, ¿alguien les ha dicho que ha recibido mensajes sobre nosotras queriendo dañarnos a nosotras mismas?
            Los ojos de Hanna se abrieron como plato, y luego asintió. - Mike dijo eso. Y también mi papá. - Puso los ojos. - Pero no sé si fue el Equipo A, o simplemente alguien molestando.
            Emily de repente lucía preocupada. - Mi hermana recibió una también. Diciendo algo como que estábamos todas muy tristes y que podríamos descarriarnos. ¿De qué creen que va eso?
            Spencer movió su mano despectivamente. - El rumor de que tenemos un pacto suicida corre por toda la escuela. Es algo tan estúpido.
            - ¿Entonces no creen que sea de A? - Emily preguntó.
            - Incluso si lo fueran, ¿importa? - Spencer preguntó.
            Tras ellas, se sintió el estruendo de unas sirenas. Cuatro SUVs negros subieron por la entrada, doblando alrededor de los buses.
            Todos en la vereda y en las áreas de descanso se detuvieron a mirar. Los chicos de primaria se bajaron de los domos de escalar y miraron embobados. Los profesores salieron de sus salones, con las caras blancas como la nieve. Los autos se detuvieron junto a la vereda.
            Spencer estiró el brazo y tomó la mano de Aria. - Chicas, quizás ya es la hora. Quizás encontraron a Ali hoy.
            La primera puerta se abrió, y un alto agente que podría haber sido el doble de Will Smith en Hombres de Negro se bajó. Spencer se inclinó, esperando ver a Ali en el asiento trasero, con esposas en las muñecas, pero el asiento estaba vacío. La puerta de un segundo SUV se abrió, y un agente más bajo y más rellenito, pero aun intimidante con sus lentes espejo, se bajó y la cerró.
            Los agentes se acercaron a las chicas a través del terreno, sus caras parecían serias. El corazón de Spencer se aceleró. Cual sea que fuera la noticia que tenían, era grande. Seria.
            El doble de Will Smith las miró duramente. - ¿Spencer Hastings? ¿Aria Montgomery? ¿Emily Fields? ¿Hanna Marin?
            - ¿Sí? - La voz de Spencer temblaba.
            Aria le apretó la mano. Los labios de Hanna se abrieron. Spencer podía sentir las miradas de sus compañeros. Y en la vereda, otra silueta estaba de pie junto a los SUVs. La Agente Fuji. Tenía los brazos cruzados, y había una mirada orgullosa, satisfecha, en la cara.
            Esto es, Spencer pensó.  En realidad  sí que la encontraron.
            El segundo agente se acercó. Al comienzo, Spencer pensó que era para tomarle la mano, pero luego reveló un par de esposas brillantes. Rápida y hábilmente las aseguró en sus muñecas con un snap. Luego le hizo lo mismo a Aria. Will Smith esposó a Hanna y a Emily.
            - ¿Q-que diablos? - Aria dijo, sacudiéndose.
            - Chicas, no traten de huir.  - El segundo agente dijo en voz baja. - Están bajo arresto por el asesinato de Tabitha Clark.
            - ¿Qué? - Spencer chilló.
            - ¿Nosotras? - Emily gritó.
            El primer agente habló por encima de ellas. - Tienen derecho a permanecer en silencio. Cualquier cosa que digan podrá ser usada en su contra en la corte…
            Los hombres empujaron a Spencer y a las otras hacia los autos. Los pies de Spencer se tropezaban entre sí a través del pasto y la acera. La cara de Fuji se asomó frente a ella, su sonrisa de satisfacción seguía allí. - ¿Qué está haciendo? - Spencer le gritó. - ¡Esto es un error!
            Fuji se apoyó en una cadera. - ¿Lo es, Spencer?
            - ¿Qué hay de los mensajes que le dimos? - Hanna gritó. - ¿Todo lo que le dijimos? ¿Qué hay de A?
            Fuji se sacó sus Ray-Bans. La expresión en sus ojos era burlesca, irrefutable. - Rescatamos información de IP en cada mensaje e e-mail enviado de A. Buscamos huellas en cada postal y nota escrita a mano. Y, ¿saben lo que encontramos?
            Spencer parpadeó. Junto a ella, Aria se movió. - ¿Qué? - Emily susurró.
            Fuji dio un paso al frente, reuniendo a las chicas en un círculo. - Cada uno de esos mensajes venía de uno de sus teléfonos, - dijo, siseando. - Cada nota, cada foto, solo tenía cuatro huellas digitales, ni una más. La única A en sus vidas, chicas, son ustedes cuatro.
           


Capítulo 16 - Capítulo 18

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