jueves, 8 de mayo de 2014

Deadly - Capítulo 16 - Hanna Marin, Niña de Poster

Traducido por: Daniela
Corregido por: Brayan, Pilar.

            Esa misma tarde, Hanna miraba al impasible ojo del lente de una cámara de TV. Cuando la luz roja que indicaba que estaban filmando comenzó a parpadear, sonrió radiantemente, - Y por eso es que apoyo al plan de Tolerancia Cero de Tom Marin, - dijo clara y lentamente. Ya llevaban seis tomas del anuncio público Tom y Hanna Marin Familias Contra Conducción Bajo los Efectos del Alcohol, y esta iba a ser una de las buenas.
            Su padre, quien estaba sentado en el taburete junto a ella, recitó sus líneas con voz presidencial. Las cámaras hicieron un acercamiento hacia él, y Hanna miró su reflejo en el espejo que estaba colocado al otro lado de la oficina central convertida en estudio para la campaña de su padre. Llevaba un vestido tubo color azul marino y un collar de perlas que le pidió prestado a su mamá. Su cabello castaño había sido secado profesionalmente, cayendo en una suave cascada por su espalda. Sus ojos verdes brillaban, y su piel relucía, gracias a la cara crema que había en la bolsa de herramientas del artista de maquillaje. Hanna definitivamente tenía que averiguar el nombre de la crema.
            La cámara volvió a Hanna. - Tenemos que mantener a los adolescentes de Pennsylvania a salvo, - dijo enfáticamente. - Yo lo sé, no sólo como una adolescente de Pennsylvania...sino también como una víctima de acechamiento y de conducción bajo los efectos del alcohol.
            Pausa. Sonrisa radiante. Apariencia seria y patriótica. - Y…¡Corte! - dijo el director, quien estaba apoyado en un taburete tras la cámara. - ¡Creo que esta es la ganadora!
            Todos en la sala aplaudieron. El Sr. Marin palmeó el hombro de Hanna. - Buen trabajo.
            - Eso fue realmente impresionante, - Kate coincidió, apareciendo junto a Hanna. - Eres natural frente a la cámara, Han. Estoy tan impresionada.
            - Lo sacó de mí, - dijo la mamá de Hanna. Hanna estaba casi segura de que su mamá y Kate nunca habían estado juntas en una habitación tan pequeña, pero parecían llevarse bien. Isabel, sin embargo, estaba de pie en la esquina opuesta afirmando un portapapeles con tanta fuerza, que Hanna estaba sorprendida de que no lo hubiera partido en dos para entonces.
            Sydney, el asistente principal del Sr. Marin, se acercó. - He estado pensando. Demos vuelta esto de modo que el bar que le sirvió a Hanna y a Madison quede como el culpable. Se verá bien entre nuestros votantes, Tom, - dijo. - La gente pensará: Si hubieran sido más duros a la hora de pedir identificación, este accidente nunca hubiera ocurrido.
            - Exacto. - Entonces la expresión del Sr. Marin se puso seria. - ¿Cuál era el nombre de ese bar que te sirvió? Deberíamos clausurarlo. Hacerlos un ejemplo.
            - La Cabana. - Hanna había pensado mucho en el bar de la South Street al que había entrado en ese fatídico día. El aroma a cigarro y la vibrante canción estilo country volvieron a su mente. También el aliento a alcohol de Madison y la forma en que las suelas de los zapatos de Hanna estaba pegajosas después de caminar por el piso del baño.
            - Lo tengo. - El Sr. marin escribió algo en su iPhone. - Está bien, Han. ¿Lista para la Fase Dos?
            Hanna se removió inquieta. La Fase Dos era pedirle perdón a Madison en la Univerisidad Immaculata, a donde se había transferido tras el accidente. Madison había accedido a hablar con Hanna, pero aún hacía que Hanna se sintiera incómoda. Si tan solo pudiera saltar esa Fase.
            Sintiendo la aprehensión de Hanna, el Sr. Marin puso su brazo a su alrededor. - Estaré contigo todo el tiempo, cariño, lo prometo. Lo haremos juntos.
            Isabel se acercó. - Pero Tom, tenemos esa reunión con tus nuevos contribuyentes hoy a las cuatro.
            El Sr. Marin cerró su boca. - Reprográmala.
            La cara de Isabel se nubló. - Perdiste una enorme contribución cuando Gayle Riggs murió—necesitamos el dinero. - Aclaró su garganta. - Hablando de Gayle, ¿oíste las noticias? hubo un cambio en el caso. La policía está investigando su casa otra vez en busca de nueva evidencia.
            Hanna se movió. Por supuesto que había habido un cambio en el caso. Era por ellas.
            El Sr. Marin se dirigió a la puerta. - Estoy seguro de que los contribuyentes pueden esperar un día, Iz. Le dije a Hanna que lo haría con ella, y quiero hacer honor a eso.
            - Que bueno de tu parte, Tom, - la mamá de Hanna dijo. Le lanzó una sonrisa sarcástica a Isabel. Una profunda arruga apareció entre los ojos de Isabel. Hanna tuvo la sensación de que si no salían de allí pronto, esto se transformaría en un episodio de Amas de casa Reales: Rosewood, PA.
            - Estaré lista en un segundo, - Hanna dijo rápidamente a su padre. - Solo quiero llamar a Mike. - No había oído de él en todo el día, y quería asegurarse de que estuviera bien. Usualmente, Mike le enviaba mensajes sin parar, incluso durante la escuela.
            Salió de la oficina de su padre, se paró en el pasillo que iba a dar a un enorme atrio con una fuente de agua, y marcó el número de Mike. Una vez más, fue al buzón de voz. Hanna colgó sin dejar un mensaje. ¿Dónde estaba?
            Cuando una puerta se cerró, Hanna saltó. Hizo eco tan ruidosamente, como si estuviera justo tras ella. Solo estar en este edificio le ponía la piel de gallina; hace unos meses, A—Ali—había atrapado a Hanna en el ascensor. Las luces se habían apagado, la energía también, y cuando Hanna estuvo libre y en terreno firme otra vez, había encontrado la caja de control del ascensor abierta de par en par, con sus palancas e interruptores alterados. El delatador perfume de Ali había flotado en el aire, burlándose de sus fosas nasales. Si tan solo Hanna hubiera llamado a la policía en ese entonces.
            Hanna se asomó por la ventana principal buscando a Bo, su guardia de seguridad, pero no veía su auto en el estacionamiento. Le marcó a la Agente Fuji. - ¿Sabes dónde está Bo? - Hanna preguntó, cuando ella respondió. - No lo veo en ningún sitio.
            Se escuchó el sonido de tecleo de fondo. - Solo porque no puedas verlo no significa que él no esté allí, - respondió Fuji.
            - Pero no lo he visto en todo el día.
            - Hanna, no tengo tiempo de monitorear las idas y venidas de tu equipo de seguridad. Estoy segura de que no es nada de qué preocuparse.
            - Es solo que oí que la policía está investigando el asesinato de Gayle, - Hanna dijo en voz baja. - Y sé que eso probablemente pondrá nerviosa a Ali. Y también tengo que preocuparme por mi novio. Tengo miedo de que Ali pueda herirlo porque sabe demasiado.
            De repente, con solo hablar sobre Mike, recordó un sueño que había tenido la noche anterior. Su teléfono sonaba, y un mensaje de A decía que Mike estaba en peligro y que Hanna tenía que encontrarlo. Hanna salía disparada a la calle y buscaba a su alrededor. Incongruentemente, la casa de los DiLaurentis estaba al lado de la suya—y el antiguo agujero que los trabajadores habían excavado para construir el gazebo estaba de vuelta. Hanna corría hasta él y miraba adentro… y allí estaba Mike al fondo, acurrucado en posición fetal. Era obvio que estaba muerto.
            - ¿Y si algo le pasa? - dijo Hanna ahora, horrorizada con solo recordar el sueño. - ¿Estamos seguros de que todos estan a salvo?
            - Hanna, cálmate, - Fuji interrumpió. - Todos están a salvo. Cada vez que ustedes llaman, me roban tiempo para resolver el caso. Estoy segura de que entiendes.
            LLAMADA FINALIZADA apareció en la pantalla. Hanna retrocedió, sin estar segura de si sentirse humillada o asegurada, pero Fuji estaba haciendo su trabajo—tenía que confiar en ello. Pronto, todo esto habría terminado.
           
Treinta minutos después, el SUV del Sr. Marin pasó a través de las rejas de la Universidad Immaculata, una escuela de artes liberales no muy lejana a Rosewood. Chicas que usaban suéteres de Rugby y faldas escocesas atravesaban el patio interior y chicos que llevaban bastones de lacrosse sobre sus hombros subían los escalones hacia una residencia. Casi todos llevaban Top-Siders de Sperry.
            Aparcaron en la residencia de Madison y se bajaron. - Vamos. - El Sr. Marin tomó la mano de Hanna y la llevó por el camino hacia la entrada de la residencia. El interior del edificio olía a una mezcla de perfumes y estaba lleno de chicas.
            - Aquí es, - el Sr. Marin dijo cuando llegaron a una puerta con el número 113. Había una pizarra blanca con mensajes para Madison. Hanna se detuvo a leer algunos. ¿Cena, 6?, ¿Vas a ir a esa reunión mañana? e ¿Hiciste la tarea de química? ¿Eso significaba que Madison tenía una vida relativamente normal?
            Hanna dudó antes de golpear, el temor apretaba su pecho como un corset. - Puedes hacer esto, - el Sr. Marin dijo como si leyera su mente. - No me iré de tu lado.
            Hanna estaba tan agradecida, que casi se puso a llorar. Armándose de valor, estiró su brazo y tocó. La puerta se abrió inmediatamente, y una chica rubia con cara ovalada y cejas extremadamente depiladas estaba de pie al otro lado.
            - ¿Hanna? - dijo.
            - Exacto. - Hanna miró a su papá. - Y este es mi papá.
            La frente de Madison se arrugó, aún mirando a Hanna. - Huh. Pensé que eras la Pequeña Linda Mentirosa rubia.
            - Esa es Spencer.
            Madison se apoyó contra la manija. - Wow. De verdad que no recuerdo nada de esa noche.
            Se hizo a un lado y dejó que Hanna y su papá entreran a la habitación. Una cama de dos plazas cuidadosamente hecha con una mullida colcha blanca se ubicaba cerca de la ventana. Había un escritorio lleno de libros, informes, y un computador Dell apoyado contra otra pared. Una pila de ropa sucia estaba cerca del baño, y habia un montón de zapatos junto al armario.
            - Tienes una habitación para ti sola, - Hanna comentó, notando sólo una cama. - Suertuda.
            - Está a cuenta de mi pierna. - Madison se levantó el jeans para revelar algo soldado alrededor de su pantorrilla. - Les di lastima, supongo.
            Un gran peso se acomodó sobre el pecho de Hanna. Naomi le había dicho que la pierna de Madison había sido destrozada en el accidente. No podría volver a jugar hockey sobre césped nunca más. - ¿Duele? - Hanna dijo en voz baja.
            Madison se encogió de hombros. - A veces. Tendré una cirugía para restaurar el hueso este verano. Los doctores dicen que estaré como nueva luego de eso.
            Cirugía. Hanna miró a la puerta, tentada a salir corriendo y nunca más volver. Pero entonces miró a su padre. Él le asintió alentadoramente.
            Tomó aire profundamente. - Mira, Madison, estoy segura de que a estas alturas ya sabes lo que ocurrió esa noche, ¿cierto? Te conduje a casa...y entonces alguien se metió en el carril, chocamos y dejé la escena. Nunca debí haberte dejado.
            Madison se sentó en la silla de su escritorio. - Está bien, Hanna. Te perdono.
            Las cejas de Hanna se levantaron disparadas. Bueno, eso fue fácil. - Muy bien, entonces. - dijo, comenzando a pararse. ¡Dicho y hecho!
            Pero entonces se detuvo. Quizás eso fue demasiado fácil. - Espera. ¿Solo dices eso? Si estás muy enojada, puedes decírmelo. Está bien. Yo estaría enojada.
            Madison giró un lápiz entre sus dedos. - Apesta que hayamos estado en un accidente. Apesta que sintieras que tenías que irte. Pero hasta donde sé, habría quedado en un estado mucho peor si hubiera conducido yo.
            - Debí haber sido más insistente en lo de conseguirte un taxi. - Hanna se apoyó en el borde de la cuidadosamente hecha cama. - Ellos no habrían chocado.
            Madison dio vuelta en la silla. - En realidad no sabemos eso. La misma persona podría haber chocado con ellos. - Se detuvo, sus ojos se iluminaron. - ¿Supiste que encontramos videos de seguridad?
            - ¿Del otro conductor? - Hanna se inclinó. - ¿Viste quién era? ¿Era Ali?
            - Sacaron la parte de una placa de patente, y por un tiempo pensé que estaban tras algo, pero no pudieron averiguar quién era el conductor, - Madison respondió. - Lo único que la policía averiguó fue que el auto era un Acura.
            Se formaron puntos frente a los ojos de Hanna. ¿Un Acura? ¿Spencer no había encontrado un llavero Acura en la casa modelo destrozada de su padrastro?
            Madison se pellizcó el puente de su nariz. - Desearía poder recordar quién era el conductor. Desearía poder recordar lo que sea de esa noche. - Tomó su teléfono de su escritorio. - Apenas recuerdo haber ido a ese bar. Tomé un par de tragos en otro lugar que nunca pide identificación en la misma calle antes de ir allí, pero sí que recuerdo a ese lindo barman que realmente, realmente quería que entrara.
            Hanna se enderezó. - Sí, Jackson. También me hizo eso a mí.
            Había pensado en pasar el bar ese día, Jackson la miraba desde la entrada. Los tragos estan a mitad de precio ahora mismo, dijo con una voz coqueta, mostrándole una sonrisa ultra blanca. Tenía la apariencia de un tipo que había jugado lacrosse y remado en la secundaria, aunque había algo de depredador en su mirada. Mucho después, luego de que Hanna y Madison se habían hecho amigas, Hanna se había inclinado para afirmar a Madison antes de que se cayera de su taburete. Cuando levantó la mirada, había pillado a Jackson echando un vistazo por su blusa, sonriendo.
            - Desearía poder ponerle las manos en cima, - dijo el padre de Hanna, recio.
            Madison parecía acomplejada. - Quizás no sabía que era menor de edad.
            Hanna abrió la boca pero no dijo nada. Jackson pono haber sabido que Madison tenía menos de veinte y uno, pero le había servido tragos a Madison más rápido de lo que podía beberlos. Y cuando Hanna había sugerido que llamara a un taxi para Madison, él sólo se había reído.
            El Sr. Marin se tocó el labio. - ¿Podrías describir cómo se veía?
            Madison sonrió tímidamente, luego tocó su teléfono. - Tengo una foto. La tomé en secreto porque pensé que era lindo.
            Hanna miró la foto. Era una toma oscura del perfil de un chico bonito con cabello corto. Madison lo había pillado mientras mezclaba un margarita. - Sí, ese es él.
            Entonces Madison revisó su reloj. - De hecho, tengo práctica de orquesta. - se paró de manera rara y estiró su mano. - Fue un placer conocerlo, Sr. Marin. Y verte otra vez, Hanna.
            - También fue bueno verte, - dijo Hanna, estrechándole la mano. - Buena suerte con… todo.
            - Buena suerte con tus PSAs - Madison resopló. - Mejor tú que yo.
            Hanna y su padre se quedaron en silencio mientras bajaban por el pasillo, pero de repente, el Sr. Marin puso su brazo alrededor de ella. - Estoy tan orgulloso de ti, - dijo. - Es difícil enfrentarte a tus demonios y reconocerlos.
            Hanna sintió las lágrimas formándose en sus ojos otra vez. - Gracias por venir conmigo.
            Entonces su teléfono sonó. Su corazón saltó. Era Mike, finalmente respondiéndole. Lo siento, día ocupado, había escrito, y dio un suspiro de alivio. Él estaba bien.
            Luego notó un segundo mensaje que también había llegado. Miró la pantalla, y su corazón se cayó. Este era de un anónimo.
            Justo cuando haces las paces con papi, voy a tener que quitártelo todo. No digas que no te lo advertí.—A


            - ¿Hanna? - el Sr. Marin se volteó. - ¿Estás bien?
            Las manos de Hanna temblaron. ¿Eso era una amenaza contra su padre?
            Encuadrando sus hombros, se lo envió a Fuji. Entonces miró a su padre, quien estaba mirándola con preocupación desde el final del pasillo. - Estoy genial, - dijo con seguridad. Y sí lo estaba. Si Fuji estaba trabajando tan duro en el caso que ni siquiera podía atender las llamadas de Hanna, entonces mantendría a todos a salvo.
            Más le valía.



Capítulo 15 - Capítulo 17

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