jueves, 8 de mayo de 2014

Deadly - Capítulo 14 - Charla y Café

Traducido por: Daniela
Corregido por: Brayan, Andrea, Pilar.

            Esa misma tarde del miércoles, Spencer estaba recostada en su cama, mirando la foto del llavero Acura que había tomado con su teléfono justo antes de dejarlo en la oficina de Fuji. ¿Ali lo habría dejado a propósito? También, si Ali o el Ayudante de A andaban conduciendo por allí un Acura, significaba que tenían dinero. Claramente este no venía de Ali—su familia tenía problemas financieros debido a haberla mantenido en La Reserva por tantos años. ¿Eso significaba que el Ayudante de A tenía dinero? Quizás Spencer debeía llamar a Fuji y sugerir que consiguieran una lista de cada conductor de Acura en la Main Line. Quizás aparecería un chico rico cuyo primer nombre comenzara con N.
            - ¿Spence?
            Spencer se levantó de golpe. Su hermana, Melissa, estaba de pie en el pasillo. Aún vestía un traje de negocios gris y tacones, lo cual significaba que venía de su trabajo en una firma de inversiones en Filly. Solo que Melissa ya no vivía en casa—se había mudado a su casa en la ciudad el año pasado.
            - ¿Qué haces aquí? - Spencer preguntó.
            - Vine para hablar contigo, - Melissa dijo suavemente. Cerró la puerta y entró al cuarto. - Mira, sé lo que está ocurriendo.
            - ¿De qué estás hablando?
            - Es ella, ¿no? - dijo en una voz casi inaudible - Sobrevivió al incendio. Te está torturando de nuevo. Y ahora la policía está tras ella.
            Había un gran tono en los ojos de Melissa que la hacían verse un poco poseída. - ¿Cómo supiste? - Spencer demandó.
            - No te enojes. Oí que los policías vinieron por ti y te dejaron libre. Wilden aún tiene un montón de conexiones entre los cuerpos policiales. Le hice preguntar, y se enteró sobre... sabes. - Se sentó. - Yo merezco saberlo, Spencer. También es mi media hermana.
            Spencer se levantó y miró por la ventana, la cual tenía una vista a la vieja casa de Ali. Odiaba pensar en Ali como su media hermana. - No hagas más preguntas. No quieres terminar en un armario con un cadáver, otra vez.
            - Pero tampoco quiero que termines muerta. - Melissa caminó tras ella y le apretó el hombro. - Si necesitas algo, lo que sea, quiero ayudar. Odio a esa perra tanto como tú.
            Le dio un abrazo a Spencer, luego se alejó y le palmeó el hombro. Llámame, dijo con los labios antes de cerrar la puerta.
            Spencer se sentó de nuevo contra su cabecera con una manta en el regazo. ¿De verdad acababa de ocurrir esto? Su hermana, ¿ahora su aliada? Ya venía siendo hora… pero era la hora equivocada. Aunque Fuji también había puesto seguridad para la familia de Spencer, no la consolaba por completo. Melissa necesitaba estar tan lejos de Ali como fuera posible.
            Unos cuantos minutos después, el timbre del primer piso sonó. Spencer se levantó, su corazón latía fuertemente, pero por un motivo diferente. Chase.
            Revisó su reflejo en el espejo, esponjando su cabello secado al aire. ¿Un vestido envolvente de Tori Burch que le llegaba por encima de las rodillas gritaba demasiado formal? Después de todo, Chase sólo la llevaría a tomar café. Miró sus jeans, ordenados en un estante del armario. De todas formas, no sabía por qué se complicaba  tanto—Chase solo era un amigo. Un amigo servicial, por supuesto—un lindo amigo—un amigo con el que se sentía un poco en deuda, ya que él sabía sobre Ali. Pero no tenía idea de por qué le había tomado tanto tiempo maquillarse, o por qué, cada vez que pensaba en Chase husmeando en la casa del Sr. Pennythistle el otro día, una pequeña sonrisa se formaba en su rostro.
            El timbre volvió a sonar. Spencer gimió, se puso un par de tacones bajos, y bajó las escaleras justo cuando la Sra. Hastings abría la puerta. - Hola, Chase.
            Chase entró al recibidor. Sonrió cuando vio a Spencer, luego miró su atuendo de arriba abajo. - Wow. Te ves genial.
            Spencer se sonrojó. Chase estaba usando pantalones militares y una remera. Pero antes de pedir tiempo para cambiarse, él estiró su brazo. - Vamos, - dijo. - Salgamos de aquí.
            Abrió la puerta de su Honda, y luego se alejó del cordón de la acera. Tomó la salida hacia la ciudad, entonces dobló a la derecha para entrar en un vecindario que Spencer no reconocía. - ¿Dónde estamos? - preguntó, mirando a su alrededor. A juzgar por las banderas rojas, blancas y verdes colgando de los pórticos de pintoresca piedra parda que bordeaban las calles, la mitad de Italia debía haber tomado sus cosas y haberse reubicado allí.
            - Ya verás, - Chase dijo mientras se estacionaba en paralelo frente a una cafetería de apariencia modesta. Una vez más, le abrió la puerta a Spencer para que bajara y le tomó la mano, pero la soltó rápidamente. Luego abrió la puerta tintineante de la cafetería. Había un fuerte olor a granos de café expreso. La sala tenía piso de mármol, encimeras de bronce, y mesas y sillas de hierro forjado. Por los parlantes se escuchaba ópera.
            - ¡Miren quién está aquí! - gritó una voz, y luego un hombre de cabello plateado que usaba un traje de tres piezas a rayas emergió desde detrás del mesón. Le dio un gran abrazo a Chase, despidiendo un fuerte aroma a cigarros. Spencer cambió de un pie al otro. Se veía como alguien sacado de Los Soprano.
            - Spencer, este es Nico, - dijo Chase, cuando el abrazo terminó. - Nico, Spencer.
            Nico miró de arriba abajo a Spencer, luego golpeó a Chase en el brazo. - Buen partido, amigo.
            - Oh, solo somos amigos, - Chase dijo rápido, mirando a Spencer. Ella sonrió.
            Nico guiñó como si no les creyera, luego hizo un movimiento circular por la sala. Unas cuantas parejas estaban sentadas en las mesas. Un hombre viejo estaba haciendo un crucigrama en el rincón. - Siéntense donde gusten.
            Spencer se acomodó en una de las sillas y miró a su alrededor. Del techo colgaban maceteros metálicos. En las paredes había montones de fotografías en blanco y negro de mujeres serias sosteniendo bebés o cocinando. También había anuncios antiguos en italiano y posters de óperas de las cuales nunca había oído. Le recordaba a París o a Roma.
            Se inclinó sobre la mesa hacia Chase. - ¿Y tú cómo conoces este lugar?
            Chase sonrió. - Lo encontré cuando estaba trabajando en uno de los casos para el blog. Nico me dio un montón de información interna, además me consigue tickets para la ópera.
            Spencer se cruzó de brazos. - Pensé que la ópera era sólo para ancianas.
            - En absoluto. - Chase la notificó. - No puedo creer que nunca hayas ido. Te llevaré alguna vez.
            Spencer sonrió. - Me gustaría. - No hacía mucho, cada vez que pensaba en su futuro, se imaginaba a A finalmente atrapándolas y castigándolas. Era como un gran balde de agua sucia que había ocupado demasiado espacio en su cerebro y finalmente se había vaciado.
            - ¿En qué piensas? - Chase preguntó.
            Spencer respiró profundo. - El modo en que las cosas repentinamente cambiaron, - admitió. - Digo, hay un enorme peso menos en mis hombros.               
            - Puedo imaginarlo, - Chase dijo.
            - Digo, sé que no debería acostumbrarme. Aún pueden estar vigilándome. - Con eso, Spencer lanzó una mirada hacia la vidriera. Las palomas revoloteaban en la calle. Un aparcador pasó, con un medidor en mano.
            - ¿Sabes cómo va la investigación? - Chase susurró.
            - Bueno, entregué el llavero de Acura, - Spencer dijo. - Depende de ellos averiguar el resto. - De repente, el vello de su nuca se erizó. Miró hacia al frente justo mientras una puerta trasera se abría, medio esperando que Ali apareciera. Pero solo era una anciana que pasó junto a ellos para limpiar una mesa.
            Spencer miró a Chase. - No creo que debamos hablar sobre Ali en público.
            Chase asintió. - Entendido.
            Nico apareció otra vez y les entregó sus tragos en delicadas tazas chinas. - Grazie, - Spencer dijo, tratando de meterse en el espíritu de las cosas, y levantó la suya de su platillo. Era el café más suave, mantecoso, y sabroso que había probado. - Wow, - dijo, cuando había tragado.
            - Te dije que era bueno. - Chase sacó una servilleta del servilletero plateado que estaba en el medio de la mesa y se la pasó. Estuvieron en silencio por un rato. Nico silbaba mientras limpiaba el interior de unas pequeñas tazas de expreso tras el mesón. - Una vez, invité a Nico a cenar un domingo, - Chase admitió en voz baja, también mirándolo. - Mis padres me miraron como si estuviera loco. Estaban seguros de que habría una redada policial en la casa.
            - Mi mamá probablemente habría hecho lo mismo, - Spencer dijo. Puso su mentón en su mano. - ¿Tu familia tiene grandes cenas los domingos?
            Chase se acomodó en su silla. - Tengo una familia enorme, así que las cosas pueden volverse locas. Pero lo echaría de menos si ya no lo hiciéramos.
            Describió la comida casea que hacía su mamá, los mismos chistes antiguos que siempre decía su abuelo, y las obras que sus primos menores representaban durante el postre. - Suena divertido, - Spencer dijo. - Siempre he querido una familia en donde las personas realmente se agraden.
            Chase sonrió. - Puedes venir algún día si quieres.
            Hubo un mariposeo en el pecho de Spencer. - Primero me invitas a la ópera, luego a cenar… ¿qué es lo que sigue?
            - Diría el baile de graduación… pero ya he pasado por eso, - Chase dijo. - Algo así.
            Spencer se rió. Le gustaba su lado coqueto. Y de repente, cuando lo miró otra vez, él tenía una mirada nerviosa y emocionada, casi como si fuera a besarla. Spencer lo pensó por un momento, luego se inclinó.
            Beep.
            Su celular sonó ruidosamente en la sala. - Ugh, - Spencer dijo, mirando al interior de su bolso.
            El número del emisor era un montón de letras y números. El estómago de Spencer se hundió. Rápidamente, abrió el mensaje.

            ¿Realmente quieres otra vida inocente en tus manos, Spence? Entonces abandona a tu juguete. —A

            La sangre se drenó de su cara. - ¿Spencer? - Chase le tocó el brazo. - ¿Qué ocurre?
            Spencer miró alrededor de la pequeña cafetería. Nico estaba en el molinillo de café expreso. Una de las parejas se alimentaba con bocados de cannoli el uno al otro. De un momento a otro, el aire se aclaró. Supo qué hacer exactamente.
            - No es nada, - dijo. Se enderezó, agarró su teléfono, y escribió el número de la Agente Fuji. Acabo de recibir otro mensaje, escribió, re-enviando el mensaje. Haga lo suyo.



Capítulo 13 - Capítulo 15

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