Traducido por: Daniela
Corregido: Pilar y Brayan.
Cerca de una hora más tarde, un oficial del FBI condujo a Emily de vuelta a la iglesia de Filadelfia donde había estacionado su auto para el funeral de Graham, dejando que Emily condujera las quince millas de vuelta a Rosewood sola.
Sólo que no
estaba sola. Mientras entraba a la autopista que conducía hacia los
suburbios, miró por su espejo retrovisor. Un gran Escalade negro cambiaba de
carriles cuando ella lo hacía. Fuji había instalado el equipo de seguridad
inmediatamente, instruyendo a los guardas en que debían vigilar a las chicas
todo el tiempo, veinticuatro horas al día. El guardia de Emily se había
presentado como Clarence, tomando su mano en sus carnosas palmas y dándole una
buena sacudida, luego le había entregado una tarjeta de negocios con su número
de teléfono en ella. - Mi compañero o yo estaremos afuera día y noche, - dijo
en un acento de New Jersey. - Pero si tienes miedo, siempre puedes llamarnos.
Una gran
sonrisa se dibujó en la cara de Emily y tamborileó alegremente en el manubrio. Si
tienes miedo. ¿Cuántas veces había estado aterrorizada y no había tenido
idea de cómo arreglarlo? Ahora podría lograr dormir una noche entera. Podría ir
a trotar por su vecindario sin temer el ataque de un asaltante misterioso.
Por
supuesto, sentía una punzada de aprensión por todo lo que había ocurrido. La
verdad había salido definitivamente a la luz, y Ali probablemente lo sabría
pronto. Su potencial rabia era aterrorizante—especialmente dados sus
antecedentes. Volver a hablar del pasado trajo el recuerdo de ver el cuerpo
muerto de Gayle en su entrada. ¿Y si Ali le había hecho algo a Iris? Al
menos el FBI la estaba buscando…pero, ¿y si Iris aparecía muerta?
Emily tomó
la salida a Rosewood por la 76 y aceleró por la colina hacia casa. Cuando iba
entrando a su hogar diez minutos más tarde, su estómago dio saltos varias
veces. ¿Y si de algún modo sus padres se habían enterado de que el FBI la había
escoltado fuera del funeral? Fuji insistió en que mantendrían todo muy secreto,
pero fuera de la iglesia estaban todos esos reporteros— ¿Podrían haber filtrado
la historia? Realmente no tenía ganas de someterse a un interrogatorio.
Nerviosamente prendió la radio en KYW, el canal de noticias local. Sobre el
sonido del tecleo, la reportera leyó la última historia del momento. Un robo en
el lado norte. El alcalde discutiendo los cortes de presupuesto. Un accidente
en la Ruta Azul. Nada sobre actividad policial. Suspiró.
Salió del
auto y se dirigió al camino de entrada, cuidadosa de no tropezar con las
azaleas recientemente plantadas de su madre. El interior de la casa estaba
tranquilo. Había marcas en la alfombra que indicaban que acaba de ser aspirada,
y la mesa del comedor estaba libre de polvo. Cuando Emily respiró olió fideos
horneados. Era el plato favorito de su hermana Carolyn, pero no habían comido
eso desde que se había ido a la Universidad.
- ¡Emily,
mira quien está aquí!
Su madre
entró al pasillo. Junto a ella, en una remera manga larga de Stanford y jeans
negros, estaba la mismísima Carolyn.
Emily
parpadeó. La última vez que había visto a su hermana mayor fue el día antes de
que fuera al hospital por su cesárea. Emily había estado agachada sobre el baño
en el cuarto de pensión de Carolyn—su mareo mañanero había durado los nueve
meses—y su hermana había estado de pie en el portal, mirándola con desdén.
Emily no les había confesado la verdad a sus padres hace mucho, y sus padres la
habían perdonado. Aunque dijeron que Carolyn iba a llamar y pedir perdón
también, su hermana nunca lo hizo. A juzgar por la mirada ambivalente en su
cara, no lucía como que quería hacerlo ahora tampoco.
La Sra.
Fields acercó a Carolyn. - Carolyn vino a casa a verte.
Emily
cuidadosamente dejó caer su mochila al piso de madera. - ¿En serio?
Carolyn se
encogió de hombros, un mechón de cabello rojizo-dorado cayendo en su cara. -
Bueno, todos mis exámenes habían terminado. Y tenía un ticket, así que…
- Así que
¡Sorpresa! – La Sra. Fields dijo apurada. - La familia tiene que mantenerse
unida, ¿No estás de acuerdo, Carolyn? - la codeó otra vez. - Pásale a Emily lo
que le trajiste.
La boca de
Carolyn tembló. Tomó una bolsa plástica y se la acercó a Emily. La mano de
Emily tocó algo de algodón. Era la misma remera de Stanford que Carolyn estaba
usando.
- Gracias,
- Emily murmuró mientras sostenía la remera en su pecho.
Carolyn
asintió tensamente. - Es un color que te queda bien. Y supuse que te quedaría
ahora que… - dejó de hablar, pero Emily sabía lo que iba a decir. Ahora que
no estás embarazada.
- ¡Bien! -
La Sra. Fields dio un aplauso. - Las dejaré solas para que se pongan al día. –
Le dio una sonrisa alentadora y esperanzadora a Carolyn y luego desapareció en
la cocina. Emily se hundió en un sillón en el living, nerviosa.
Carolyn se
mantuvo de pie, la boca chueca. Miraba en blanco a una foto de un granero que
colgaba en el recibidor como si nunca lo hubiera visto, a pesar de que
probablemente había estado colgado allí por quince años. - Me gusta mi remera,
- Emily dijo, acariciando la remera de Stanford en su regazo. - Gracias otra
vez.
Carolyn la
miró. – De nada.
Lucía
absolutamente torturada. Emily cruzó y descruzó sus piernas. Esto se sentía
como un desastre. ¿De qué iban a hablar? ¿Por qué su mamá había forzado esto? Y
en serio, ¿Carolyn aún estaba enojada? Tenía que superarlo.
- Puedes
subir si quieres, - Emily dijo. Las palabras salieron más amargas de lo que
quería. – No es necesario que estés conmigo.
La boca de
Carolyn se apretó. - Estoy tratando de hacer un esfuerzo, Emily. No tienes que
estar tan enojada.
- ¿Yo
estoy enojada? - Emily apretó los brazos del sillón. Luego suspiró. - Está
bien. Quizás estoy un poco enojada contigo. Por la millonésima vez, lo siento
por haber forzado que guardes mi secreto—no debí hacerlo. Pero desearía que lo
hubieras manejado de otra manera.
Los ojos de
Carolyn se iluminaron. - Te recibí. - Dijo cuchicheando. - Te daba pases para
el comedor. No le conté a mamá. ¿Qué más querías?
El corazón
de Emily latía más y más rápido. - Odiaba llegar a casa a tu dormitorio. Y
estaba embarazada—esa AeroBed era tan incómoda.
- Nunca te
quejaste, - Carolyn dijo exasperadamente.
- ¡No
sentía que pudiera hacerlo! - Emily exclamó. - ¡Me hiciste sentir tan
poco bienvenida! - de repente, se sintió exhausta. Se levantó y partió hacia
las escaleras. - Olvídalo. Yo me iré.
Puso su
mano en la baranda, luchando contra las lágrimas. Justo cuando tocó el primer
escalón, Carolyn le tocó el brazo. - No. ¿Está bien? Estás siendo tonta.
La columna
de Emily se puso tensa. No se sentía tonta. Cinco minutos más,
decidió Emily. Si su hermana continuaba siendo perra, definitivamente,
definitivamente iba a encerrarse en su cuarto.
Se sentó en
el mismo sillón. Carolyn se sentó frente a ella. Pasaron unos segundos. Se oían
ollas en la cocina. Cuchillería sonando.
- Estás en lo cierto. Simplemente no supe cómo manejar el último verano, -
Carolyn dijo finalmente. - Tenía miedo por ti y el bebé. No quería pensar en él
como un bebé. No podía encariñarme—parecía muy difícil.
Emily se mordió el labio. - Si, bien. - No sonaba como una muy buena excusa.
Carolyn bajó su mentón. - Te oí llorando en medio de la noche tantas veces…
Emily miraba ausentemente las figuras Hummel que su madre coleccionaba en el
gran gabinete en el rincón. Recordaba haber llorado demasiado bien. Al menos
había tenido a Derrick, su amigo quien trabajaba con ella en el restaurant de
comida marina en Penn’s Landing. Él servía como una especie de sustituto de
Carolyn.
- Se supone que ella debería ser familia, - ella se quejaba con él una vez. -
Pero no puede ni siquiera mirarme. La otra noche, ella estaba al
teléfono pasado de las una y media, conmigo en el piso junto a ella. Estaba tan
cansada, y ella lo sabía, pero no colgaba.
- ¿Por qué no te quedas conmigo? - Derrick había ofrecido. - Yo dormiré en el
sofá. Está bien.
Emily lo miró. Derrick era tan alto que cuando se sentaba en la banca, sus
largas extremidades se doblaban de una rara forma similar a un insecto. Él la
estaba mirando tan atenta y generosamente desde detrás de sus gafas.
Había considerado tomar su oferta, pero luego se encogió de hombros. - No.
Probablemente ya estoy haciendo miserable tu vida al contarte todo esto. - Lo
besó en la mejilla. - Pero eres dulce.
Ahora, Carolyn suspiró. - Las cosas con las que estabas lidiando eran
intimidantes.
Emily asintió. No había duda de ello. - ¿Entonces por qué estás aquí ahora?
¿Por qué no quisiste quedarte lejos?
Carolyn miró a otro lado. - Recibí una carta. Tenía miedo de que si no venía a
casa esta vez, sería muy tarde.
Un escalofrío subió por la espalda de Emily. - ¿De qué estás hablando? ¿Quién
te escribió una carta?
- No lo sé. Solo estaba firmada como Un Amigo Preocupado. - La garganta
de Carolyn tembló. - Decía que parecías muy triste y que podrías hacer
algo...irracional. - Sus pestañas se movieron rápido. - Tenía miedo de no
volver a verte.
La piel de Emily picaba. No era la primera vez que ella oía sobre los rumores
suicidas, pero una carta parecía un tanto extremo. - Un montón de cosas tristes
me han ocurrido, pero estoy bien realmente, - le aseguró a Carolyn.
Su hermana no parecía convencida. - ¿Estás segura?
- Por supuesto que estoy segura. - La garganta de Emily se trancó, sabiendo que
tenía que escoger las próximas palabras muy cuidadosamente. - Pero me gustaría
ver la carta. ¿Aún la tienes?
La frente de Carolyn tembló. - La tiré. No podía soportar que esté en mi
cuarto.
- ¿Estaba escrita a mano? ¿Tenía un sello?
- No, estaba escrita en computador. No recuerdo de dónde venía - Carolyn la
miró con curiosidad. -¿Sabes quién la podría haber escrito?
Emily pasó su lengua por sus dientes. Un Amigo Preocupado. ¿Ali? ¿Su
ayudante? ¿Quién más podría ser?
La Sra. Fields asomó su cabeza al pasillo. - ¡La cena está lista! - dijo.
Emily y
Carolyn se volvieron hacia la cocina. El corazón de Emily seguía latiendo
rápido por la pelea, pero al menos todo estaba finalmente revelado. Echó un
vistazo a Carolyn mientras caminaron por el pasillo. Carolyn le dio una pequeña
y dudosa sonrisa. Cuando Emily se acercó a ella y estiró sus brazos para un
abrazo, Carolyn no se alejó. El abrazo fue algo tenso e incómodo, pero se
sentía como un paso en la dirección correcta.
La Sra.
Fields pasó los platos. Entonces, algo afuera de la ventana llamó la atención
de Emily. El SUV negro estaba estacionado junto a la cuneta. Clarence estaba en
el asiento delantero, leyendo el periódico. Un auto pasó y el bajó el periódico
y lo observó hasta que dobló en la esquina.
Nadie de la
familia de Emily lo notó allí. Eventualmente lo harían—Emily tendría que
decirle a Clarence que se estacione en un sitio más aislado. Pero por ahora,
apreciaba la pequeña distancia. Quédate afuera, Clarence le estaba
diciendo a Ali, quien seguramente estaba observando. Desde ahora,
está fuera de tu alcance.
Eso también
se sentía como un paso en la dirección correcta.
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