Traducido por: Analía
Al mismo tiempo ese martes, Spencer acababa de
finalizar su trote de cinco millas en el Sendero Marwyn, una vieja línea de
tren convertida en un paseo campestre. Mientras ella caminaba de vuelta a su
auto, peinando su pelo en una alta coleta de caballo, el viento se detuvo. En
la pista no había ni corredores ni ciclistas, pero ella juró poder ver una
forma humana en los arbustos. ¿Ali?
Una mujer y tres perros aparecieron
alrededor de la esquina. Un patinador patinó más allá, y una ardilla emergió de
los arbustos. Spencer pellizcó el interior de su palma. Ali no está en todas
partes. Solo que, ¿en verdad creía en eso ahora?
Se subió a su auto, vació una
botella de agua de coco, y encendió la radio. La primera cosa que escuchó fue
el nombre de Noel Kahn. Giró la perilla del volumen para subirlo.
-... Sin embargo el señor Kahn
sobrevivió a su ataque, él está entre el creciente número de víctimas en
Rosewood, junto con la miembro de la alta sociedad Gayle Riggs, quien fue
asesinada en la entrada de su nueva casa en Rosewood; y Kyla Kennedy, una
paciente de la clínica de quemaduras quien fue encontrada muerta detrás del
hospital,- dijo una voz barítona y profunda.- Nuevas preguntas están arremolinándose
sobre el nuevo criminal serial suelto. Las autoridades también están
investigando una posible relación con el detonador del crucero Esplendor de
los Mares hace un par de semanas— estudiantes de la preparatoria de
Rosewood Day y otras escuelas circundantes estuvieron a bordo.
Spencer cambió nerviosamente a
reversa, casi chocando a un ganso. Si tan solo pudieran entregar sus mensajes
de A. Los mensajes podrían aclarar la cosa del asesino serial en un santiamén.
Ella entró en su calle, absorbiendo
el esplendor de finales de primavera. Toneladas de flores habían florecido, y
flores de cerezo flotaban por el cielo. Pero cuando vio las Vans de noticias al
frente de su casa, pisó el freno. Estaba a punto de salir de la calle y
conducir hacia algún otro lugar— cualquier otro lugar— cuando los
reporteros llegaron al auto.
- Señorita Hastings, ¡por favor!-
Los reporteros golpeaban su ventana.- ¡Solo un par de preguntas! ¿Qué las
guio hacia el cuerpo de Noel Kahn?
-¿Es todo esto demasiado?- Otro
reportero gritó.- ¿Están pensando en suicidarse?
Spencer agachó la cabeza y estacionó
en la entrada. Los reporteros tuvieron el buen juicio de no seguirla, pero
siguieron gritando. El Range Rover del señor Pennythistle se alzaba frente a
ella. Eso era raro: eran pasada las cuatro, y usualmente el señor Pennythistle
no volvía de su trabajo hasta las seis. Y ahí estaba el propio Pennythistle,
parado en el porche, mirando hacia Spencer mientras ella entraba conduciendo.
La madre de Spencer, quien vestía un caqui corto hasta las rodillas y una vieja
polera del hotel Four Seasons en St. Barts, estaba al lado de él, con expresión
seria. La casi hermanastra de Spencer, Amelia estaba sentada en los escalones,
todavía con su camiseta y falda a cuadros de la escuela St. Agnes— ella era la
única chica que Spencer conocía que usaba el uniforme después de clases. Había
una sonrisa satisfecha en su cara.
Spencer se desplazó por el
estacionamiento y los miró a todos ellos, sintiendo como que algo estaba
pasando.- Uh, ¿hola?- Preguntó cautelosamente mientras se acercaba.
La señora Hastings la guio hasta la
puerta.- Qué bueno que estés en casa,- dijo entre dientes.
El corazón de Spencer dio una
voltereta.- ¿Q-qué está pasando?
La señora Hastings la arrastró hacia
la casa. Los dos labradores de la familia, Rufus y Beatrice, se movieron
pesadamente para saludarlos, pero la señora Hastings no les prestó atención— lo
que significaba que algo realmente debía estar mal. Ella miró a su
prometido.- Tú díselo.
El señor Pennythistle, todavía en su
traje de negocios, suspiró profundamente y le mostró a Spencer una foto de su
teléfono. Era de una sala de estar destruida. Después de un momento, Spencer
reconoció las pesadas, cortinas de color cobre y la mesa de café de mármol.-
¿Tu casa modelo?- Ella chilló. La casa modelo tenía la habitación del pánico
donde ella y sus amigas hablaban sobre A.
- Un vecino llamó anoche,- dijo el
señor Pennythistle seriamente.- Ellos paseaban con sus perros y vieron manchas en
toda la ventana y vidrios rotos en los pisos. Y Amelia dijo que te vio robando
las llaves de la casa modelo de mi oficina la semana pasada. ¿Tú hiciste esto?
Spencer le lanzó una mirada a
Amelia, quien ahora estaba prácticamente saltando de la felicidad. Soplona. -
Por supuesto que no. Quiero decir— sí. Entré a la casa un par de veces. Pero no
la destrocé anoche, estuve en casa anoche.- Ella los miró a todos suplicando,
pero luego se dio cuenta— ella había sido la única en casa. Su mamá y el
señor Pennythistle habían ido al concierto de la orquesta de Amelia.
El señor Pennythistle aclaró su
garganta, después cambió a la foto siguiente. En esta, una chica alta y rubia
estaba en la esquina de la sala de estar, mirando la puerta principal. Era Spencer.
-Eso es imposible,- Spencer chilló.-
Alguien lo hizo con Photoshop.
El señor Pennythistle ladeó su
cabeza.- ¿Quién haría eso?
- La verdadera persona que hizo
esto, creo.- Spencer se hundió en la otomana de la sala de estar. Y ese, desde
luego, era Ali o el ayudante de A. Pero, ¿por qué? ¿Para enviar un mensaje,
alto y claro, de que ellos siempre habían sabido que las chicas hablaban en la
habitación del pánico? ¿Para meterla en problemas? Volvió a pensar en el
presentimiento que había sentido en el complejo de viviendas que ella y Chase
habían investigado. Tal vez Ali había sabido que ellos estaban ahí.
Le devolvió el teléfono al señor
Pennythistle.- Sé cómo se ve esto. Pero no fui yo. De verdad. Llama a la
policía. Haz que busquen huellas en todas las cosas que fueron destruidas.
- Eso no será necesario,- El señor
Pennythistle dijo bruscamente.
-¿Por favor?- Spencer rogó. Ella necesitaba
que lo hiciera— tal vez las huellas de Ali aparecieran.
El señor Pennythistle presionó la
palma de su mano contra su frente.- Spencer, ¿tenemos que conseguirte otra cita
con el Dr. Evans?
-¡No!- Spencer gimió. Ella y Melisa
habían visitado al Dr. Evans, un psicólogo, el año pasado, y aunque a Spencer
le hubiera encantado ir a algún loquero en ese momento, ir ahí y ser forzada a
mentir sobre la mayor parte de su vida parecía estresante.- No destruí la casa
modelo, pero limpiaré todo si eso los hace sentir mejor.- dijo con cansancio.
- Limpiar la casa modelo sería un
buen comienzo,- El señor Pennythistle dijo rígidamente.
Knock.
Las cabezas de todos se levantaron.
Dos formas se desplazaron por detrás de la cortina de la ventana. La señora
Hastings se lanzó hacia la puerta, su cara retorcida en furia.- Voy a
estrangular a esos reporteros.
- ¿Hay alguien ahí?- Gritó una voz
severa y profunda.- Es la policía.
La señora Hastings se congeló.
Spencer miró al señor Pennythistle.- Pensé que no ibas a llamar a los
policías,- susurró.
El señor Pennythistle parpadeó.- No
lo hice.
Él pasó por el lado de la mamá de
Spencer y abrió la puerta cautelosamente. Dos oficiales de policías uniformados
estaban en el porche.- Soy el oficial Gates,- dijo el oficial más alto,
mostrando su insignia. Spencer lo reconoció: era la misma persona que le había
hecho preguntas sobre Noel en el hospital. Su estómago se hizo un nudo.
El oficial Gates hizo señas hacia el
hombre a su lado.- Él es mi compañero, el oficial Mulvaney. Necesitamos llevar
a Spencer a la estación de policías para hacerle un par de preguntas sobre el
crimen que estamos investigando.
Ellos miraron a Spencer. Ella
retrocedió en la otomana. ¿Habían venido porque sabían que ella había mentido?
-¿Qué crimen?- La señora Hastings
ahora estaba de pie junto a la mesa del sofá aferrándose a la gran estatua de
oso de color jade que ella y el padre de Spencer habían comprado hace años en
Japón.
El oficial Mulvaney, quien tenía
unos duros ojos grises y labios finos, metió su insignia en su bolsillo.-
Recibimos un dato anónimo sobre que la señorita Hastings culpó a otra chica por
posesión de drogas el verano pasado.
Las orejas de Spencer empezaron a
timbrar. ¿Qué?
La señora Hastings estalló en
risas.- Mi hija no se droga. Y ella estaba en la universidad de Pensilvania
haciendo un programa pre-universitario muy intenso el verano pasado.
El policía más alto sonrió con
suficiencia.- El crimen sucedió en el campus de Penn.
La mejilla de la señora Hastings
tembló. Ella miró a Spencer, a quien la cabeza le daba vueltas. Un dato
anónimo. Cargos de drogas.
Ali.
Algo en su cara debió haber revelado
algo, porque la expresión de la señora Hastings cayó. - ¿Spencer?
Se sintió como si un bulto del
tamaño de un gran disco de hockey hubiera crecido en la garganta de
Spencer. Todo lo que ella imaginaba, de repente, era una sesión de estudios un
par de semanas en un programa pre-universitario. Spencer y su amiga Kelsey
Pierce se habían sentado en sus camas en su dormitorio, tratando de meter mucha
información en sus mentes de una vez, y hubo un golpe en la puerta.- Oh,
gracias a Dios,- Spencer había dicho saltando de la cama.
Era Phineas O’Connell, otro
estudiante en el programa pre-universitario— y su traficante. Ella arrojó
los brazos alrededor de la delgada figura de Phineas, desordenando su capa, su
pelo de emo rockero, y se burló en broma del look antiguo de su remera de Def
Leppard que probablemente le habría costado ochenta dólares en Saks. Y luego le
había dicho en una voz seria.- Ok, entrégamelas.
Phineas había dejado caer dos A
Fácil en su palma— una para ella y otra para Kelsey. Spencer le había pagado,
luego él salió por la puerta danzando el vals. Kelsey le hizo una reverencia y
Spencer le tiró besos. Luego tragaron las píldoras, estudiaron como locas, y
sacaron As en el examen del día siguiente.
No era de extrañar que Spencer haya buscado a otro
traficante fuera del campus después de que Phineas se fuera, sin embargo eso
fue lo que las había guiado al arresto de ella y de Kelsey. Seguramente Phineas
no les había contado a los policías, — él era igual de culpable. ¿Lo había
hecho Kelsey? ¿La policía le habría creído a alguien que venía de un hospital
mental?
- Estoy segura de que es un error,- dijo con voz
temblorosa mientras caminaba hacia los policías.- Pero, um, tan sólo responderé
sus preguntas, ¿está bien?-. Tenía dieciocho, lo que significaba que podía ir a
la estación de policía sola. No había manera de que tuviera una discusión con
su familia ahora. Mientras más tiempo pudiera mantener a su mamá lejos de
descubrir la verdad, mejor.
Mientras los policías la acompañaban a la patrulla,
los reporteros de afuera sacaban fotos y rogaban por comentarios. Por encima
del estruendo, Spencer oyó sonar su teléfono. Lo buscó en su bolsillo y miró la
pantalla. Tan pronto como vio que el nuevo mensaje era de un anónimo, se quiso
abofetear a sí misma. Por supuesto.
Éste fue un A Fácil para mí, Spence. No pensaste que
iba a mantener tu secreto para mí por siempre, ¿no?— A
Capítulo 5 - Capítulo 7
Ohhhhhhhhhh creo que ya todo se esta empezando a descubrir!!!!!!!!!!
ResponderBorrarCuantos libros le siguen a este?????????
hasta ahora solo uno, Toxic, pero creo que la autora confirmó que hay dos mas aparte de Toxic, no estoy segura.
BorrarSaludos!