Traducido por: Daniela
¿Recuerdas cuando aprendiste sobre la omnipotencia
en la clase de inglés? Es cuando un narrador lo sabe todo y puede verlo y oírlo
todo. Suena como algo muy dulce, ¿cierto? Algo como ser el Mago de Oz.
Imagínate lo que harías tú su lo supieras todo. Como cuando perdiste tu
diario en la sala de los lockers—podrías ver a dónde fue. O en esa fiesta el
mes pasado: Sabrías si tu novio se besó con tu rival en el dormitorio de atrás
o no. Podrías descifrar miradas secretas. Oír pensamientos íntimos. Ver lo que
es invisible…incluso improbable.
Cuatro lindas chicas en Rosewood desearían
ser omnipotentes también. Pero hay un detalle en cuanto a verlo y saberlo
todo—a veces la ignorancia es más segura. Porque mientras más las chicas se
acercan a la verdad sobre lo que ocurrió esa fatídica noche en Poconos, cuando
Alison DiLaurentis casi las mató y luego desapareció, más peligrosas sus vidas
serán.
Una fría noche de Febrero, en una segregada
calle boscosa en las Montañas Pocono, estaba tan tranquilo que podías oír una
ramita crujiendo, una risa aguda, o un respingo a millas de distancia. Pero no
había nadie en el área en esta época del año, lo cual era el motivo de que
Alison DiLaurentis no se sentía en lo más mínimo preocupada mientras ella y
cuatro chicas que apenas conocía estaban de pie en el oscuro dormitorio del
segundo piso en la casa vacacional de su familia. Puede que las paredes hayan
sido delgadas, las ventanas con corrientes de aire, pero no había nadie cerca
que escuche a las chicas gritar. En solo unos pocos y cortos minutos, Emily
Fields, Spencer Hastings, Aria Montgomery, y Hanna Marin estarían muertas.
Ali no podía esperar.
Todo estaba en su sitio. En la última
semana, Ali había arrastrado al inocente Ian Thomas, muerto de hace un tiempo,
a uno de los dormitorios del segundo piso de esta casa y lo había ocultado en
el closet. Había puesto a una inconsciente Melissa Hastings, alguna vez novia
de Ian, junto a su cuerpo hinchado ese mismo día más temprano. Había reunido la
gasolina, los fósforos, las tablas, y los clavos, y llamado a su cómplice para
hacerle saber la hora exacta y los detalles finales. Y ahora, finalmente, había
convencido a Spencer, Aria, Hanna, y Emily de venir a esta casa esta noche,
llevándolas hacia arriba a ese mismo dormitorio donde Ian y Melissa estaban.
Daba la cara a las chicas ahora, con las
manos en las caderas, mirándolas como la veían como su vieja amiga Alison, una
chica que habían amado—aunque en verdad la “Alison” que ellas conocían era la hermana
de Alison, Courtney. Ella había intercambiado lugares con la verdadera
Alison, enviando a su gemela al hospital mental y apoderándose de su vida. –
¿Déjenme hipnotizarlas otra vez en honor a los viejos tiempos? – preguntó,
mostrándoles esa encantadora sonrisa de súplicas. Sabía que dirían que sí.
Y lo hicieron. Ali trató de contener su
emoción mientras ellas cerraron sus ojos. Contó disminuyendo desde cien,
paseándose por el pequeño dormitorio, escuchando los sonidos en el primer piso.
Desconocido por las otras cuatro, un chico se había metido a la casa solo
momentos atrás. Ahora mismo, él estaba poniendo líquido, cerrando puertas, y
colocando tablas contra las ventanas. Todo era parte del plan.
Ali siguió contando, usando una voz de
arrullo y sosiego. Las chicas se quedaron quietas. Cuando Ali casi estaba en el
uno, salió de la habitación, cerró la puerta desde afuera, y metió una carta
bajo la apertura. Luego se fue de puntillas por las escaleras y rebuscó en sus
bolsillos. Sus dedos se enroscaron alrededor de su caja de fósforos. Sacó un
fósforo, luego lo dejó caer al piso.
Whoosh. Cada pared, cada viga
expuesta, y cada antiguo juego de mesa, libro de aves de la Sociedad Audubon, y
tienda de campaña de nylon se prendió en llamas. El aire se puso picante con el
vapor de la gasolina, y el humo era tan denso que era difícil ver desde una
orilla de una habitación hasta la otra. Alison escuchó los gemidos en pánico de
las chicas salir de la casa. Correcto, perras, pensó alegremente. Griten
y lloren todo lo que quieran, no va a ayudar.
Pero dios, el humo apestaba. Ali se puso su
remera sobre su nariz y se apresuró a través del primer piso. Miró por todos
lados por el chico de sus sueños, la única persona en la que confiaba, pero él
ya debería haber estado camino a su punto de encuentro. Rápidamente, revisó su
trabajo en las ventanas. Él había puesto tablas ajustadamente en casi todos
lados, dejando poca oportunidad para que las otras escapen, pero ella tomó el
martillo que él había dejado en el asiento de la ventana y le dio un extra
golpe a una de las tablas, solo para asegurarse.
Luego se detuvo y ladeó su cabeza. ¿Fue
eso…un golpe? ¿Una voz? Miró al techo. Sonaba como si hubiera pasos
bajando por unas escaleras—pero ¿Cuáles escaleras? Miró al recibidor.
Nadie. Aun no conocía el plano de esta dispersa y vieja casa muy bien, ya que
sus padres la habían comprado justo antes de que Courtney hiciera el cambio y
la enviara lejos.
Entonces algo le llamó la atención, y se
dio vuelta. A través del humo gris y nuboso, cinco figuras se apresuraron hacia
la puerta de la cocina y hacia afuera para estar a salvo. La mandíbula de Ali
se abrió. Rabia similar a lava burbujeó en su estómago.
La última chica se detuvo y miró a través
de la niebla. Sus ojos azules se abrieron. Su cabello pelirrojo era una nube de
frizz alrededor de su cara. Emily Fields. Emily se apresuró, su cara una mezcla
de rabia e incredulidad, y tomó a Ali por los hombros. - ¿Cómo pudiste
hacer esto? – demandó.
Ali se alejó del agarre de Emily. – Ya les
dije. Ustedes perras arruinaron mi vida.
Emily se veía como si acabara de ser
golpeada. – Pero… te amé.
Ali se echó a reír. – Eres una gran
perdedora, Emily.
Emily miró a otro lado, como si no creyera
que Ali pudiera decir tal cosa. Ali quería sacudirla. ¿En serio?
Consideró decir. Ni siquiera te conozco. Consíguete una jodida vida.
Pero luego se escuchó un gran boom,
la presión las separó. Los pies de Ali se elevaron, y segundos después cayó
sobre su mejilla con tanta fuerza, que casi se mordió completamente a través de
su lengua.
Cuando volvió a abrir sus ojos, las flamas
estaban revoloteando alrededor de ella aún más hambrientamente que antes. Se
levantó sobre sus manos y rodillas y gateó hacia la puerta de la cocina, pero
Emily había llegado allí antes. Ella tenía una mano en la manija. La otra mano
sostenía una tabla de madera, suficientemente grande para tapar la puerta desde
afuera, dejando a Ali adentro.
Ali de repente se tuvo la misma sensación
titubeante y atrapada que había sentido al comienzo de sexto grado, cuando su
gemela estaba en casa por el fin de semana. Su madre había subido, arrastrado a
Ali desde su dormitorio, y le dijo Sal del cuarto de tu hermana, Courtney.
Es hora de irse.
Ahora Emily encontró la mirada de Ali. Miró
la tabla en su mano como si no supiera cómo había llegado allí. Lágrimas
bajaron por sus mejillas. Pero en vez de cerrar con fuerza la puerta, en vez de
colocar la tabla diagonalmente a través del exterior de la puerta para que Ali
no pudiera escapar, como Ali pensó que haría, Emily lanzó la tabla al pórtico.
Cayó fuera de vista con un pesado golpe. Luego de una mirada ambigua hacia Ali
más, se fue.
Dejando la puerta completamente abierta
para ella.
Ali cojeó hacia la puerta, pero a la vez
que llegó al umbral, hubo otro estruendoso boom. Lo que se sintió como
dos calientes y pesadas manos la empujaron desde atrás, y se fue volando otra
vez. Un horrible hedor a piel y cabello quemados pasó por sus fosas nasales. Su
pierna explotó de dolor. Su piel chisporroteaba. Podía oírse a sí misma
gritando, pero no podía parar. Pero entonces, de repente, fue como si alguien
apretara un botón: el dolor simplemente…desapareció. Flotó por fuera de
su cuerpo, arriba, arriba, arriba, sobre el infierno y hacia los árboles.
Podía verlo todo. El auto estacionado.
Techos de casas cercanas. Y bajo un gran árbol en el jardín delantero, esas
estúpidas perras. Spencer gemía. Aria se doblaba de tos. Hanna se tocaba su
cabello como si estuviera en llamas. Melissa era un bulto sobre el piso. Y
Emily miraba preocupadamente hacia la puerta por la cual todas habían escapado,
con una expresión de preocupación, antes de cubrir sus ojos con sus manos.
Luego otra figura salió de las
profundidades del bosque. La mirada de Ali se movió hacia él, y su corazón dio
un salto. Él corrió directo hacia donde ella había caído y se puso de rodillas
junto a su cuerpo. – Ali, - dijo él de repente tan cerca de su oído. – Ali.
Despierta. Tienes que despertar.
La atadura invisible que la extendía hacia
el cielo se ajustó, e inmediatamente estaba de vuelta en su cuerpo. El dolor
volvió inmediatamente. Su piel chamuscada palpitaba. Su pierna palpitaba con
sus latidos. Pero no importa cuánto gritara, no podía hacer un sonido.
- Por favor, - él rogaba, sacudiéndola con
más ganas. – Por favor abre tus ojos.
Trató lo más que pudo, queriendo ver al
chico a quien había amado por tanto tiempo. Quería decir su nombre, pero su
cabeza se sentía muy nublada, su garganta muy arruinada. Se las arregló para
soltar un quejido.
- Vas a estar bien, - él dijo
enfáticamente, como si estuviera tratando de convencerse a sí mismo. – Solo
tenemos que… - Luego dio un respingo. Sonaron sirenas por la colina. – Mierda,
- susurró.
Ali se las arregló para abrir sus ojos al
sonido. – Mierda, - hizo eco débilmente. Esto no era como se suponía que fueran
las cosas. Se suponía que para entonces estarían muy, muy lejos.
El tiró su brazo. – Tenemos que salir de
aquí. ¿Puedes caminar?
- No. – Tomó toda la fuerza de Ali para susurrar.
Tenía tanto dolor, tenía miedo de vomitar.
- Tienes que hacerlo. – Él trató de
levantarla, pero ella solo se acurrucó. – No es muy lejos.
Ali miró sus inútiles piernas. Incluso
mover un dedo del pie dolía. - ¡No puedo!
Sus ojos se encontraron con los de ella. –
Todo está en su lugar. Solo tienes que dar un par de pasos.
Las sirenas se acercaron. La cabeza de Ali
se ladeó hacia el pasto. Soltando un gemido de frustración, él la levantó sobre
su hombro, al estilo bombero, y la llevó por el bosque. Ellos saltaron y
empujaron. Las ramas raspaban la cara de Ali. Las hojas revoloteaban contra sus
chamuscados brazos.
Con toda la fuerza que le quedaba, se dio
vuelta y miró a través de los árboles. Esas perras aún estaban apiñadas,
las luces de las ambulancias se reflejaban en sus facciones. No parecía como
que ellas necesitaran atención médica para nada. Ellas no tenían
huesos rotos. Ellas no habían soportado quemaduras. Pero ellas eran las
que se suponía que debían sufrir. No ella.
Soltó un aullido de furia. No era justo.
El chico que había amado por siempre siguió
su mirada, luego le tocó el hombro. – Las atraparemos, - gruñó en su oído
mientras la llevaba hacia el lugar seguro. – Lo prometo. Las haremos pagar.
Ali sabía que él decía en serio cada
palabra. Y justo entonces se hizo una promesa a si misma también: Juntos, iban
a acabar con Spencer, Aria, Hanna, y Emily si eso era lo último que hicieran.
No importaba a quién se llevaban abajo. No importaba a quién tenían que matar
para hacerlo.
Esta vez, iban a hacerlo bien.
Así que finalmente Ali está viva... Sobre el compañero yo tengo dos candidatos:
ResponderBorrar1-Mike.
2-Noel, lo que implicaría que todo lo que pasó fue un plan armado por los dos para que no sospechen de él.
¡Gracias por traducir!
Muy buenas ideas :O ya veremos si adivinaste bien cuando terminemos este libro
BorrarSaludos! :)
Yo creo que es Nick, el novio que tenía Courtney y cuando la encontró besándose con Ian, le cojio mucho rencor y por eso se alió a Ali, a parte de que el ya sabía que eran gemelas.
ResponderBorrarPronto se sabrá :O
BorrarSaludos
yo todavia creo que es Wilden habia muchas cosas sospechosas en el siempre
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