viernes, 18 de abril de 2014

Ali's Pretty Little Lies - Capítulo 23: La red enredada


Traducido por: Guadalupe
Corregido por: Daniela y Brayan.


Esa noche, Ali yacía boca abajo en su cama, su diario extendido ante ella. Tenía mucho que escribir; un montón había pasado. En estos días, ella estaba escribiendo más sobre la vida y las transgresiones de sus amigas que acerca de su propia vida. Era algo así como escribir una novela jugosa pero sin tener que trabajar en alguno de los detalles, ya que todos ellos estaban allí en su memoria. Escribió una frase final sobre Aria espiando a su padre mujeriego en el coche, a continuación, dejó su pluma, tomó su teléfono celular, y compuso un texto para Aria.
¿Cómo te va?, escribió. ¿Quieres hablar?
No hubo respuesta. Ali se pasó la lengua por los dientes. No era así como se suponía que debía ser. Aria tendría que confesar todo con ella, tendría que necesitarla, y luego Ali confesaría lo que le estaba pasando. En su lugar, Aria estaba siendo tan silenciosa, casi como si esto fuera culpa de Ali.
Su teléfono sonó, y por un segundo, Ali pensó que Aria había respondido. Pero el texto era de Nick. Te extraño.
El corazón de Ali volcó. Te extraño también, ella respondió. ¿Vas a venir a la fiesta?
No estoy seguro si puedo, Nick respondió. Puede que tenga que trabajar esa noche.
¡No! Ali respondió. ¡Trate de tener la noche libre!
Alguien llamó a la puerta, sorprendiéndola y dejando caer su teléfono en la alfombra. Su madre estaba en la puerta. – Está tan agradable afuera. - Dijo ella en voz baja. - ¿Por qué no nos sentamos en la terraza?
Ali cogió su teléfono y se encontró con la mirada de su madre con una mirada pétrea. - ¿Me estás pidiendo que me siente en la terraza, o me lo estás diciendo?
La Sra. DiLaurentis parecía atormentada. - ¿Por favor?
Ali se mordió el interior del labio mientras seguía a su madre por la terraza enorme de madera en la parte trasera de la casa. Su madre había colocado una jarra de limonada y dos vasos con varias ramitas de menta apoyadas, una vieja tradición de cuando las niñas eran pequeñas. En su antigua casa, menta silvestre había crecido en el patio lateral; a Ali y Courtney les encantaba recogerla y apretarla contra sus narices para inhalar el aroma fresco. Bebían sus limonadas como damas sofisticadas, fingiendo que eran cócteles. Ella sonrió ante el recuerdo y luego, segundos después, tosió para ocultar un pequeño gemido.
- ¿Estás bien? - Preguntó la señora DiLaurentis, vertiendo limonada en el vaso.
Ali se encogió de hombros y miró hacia el césped. Estaba impecablemente verde y bien cuidado, gracias a los jardineros semanales. Sólo el feo agujero en la parte posterior empañaba la escena pastoral. - Lo que sea.
- ¿Ansías tu fiesta? -Preguntó la señora DiLaurentis.
- Uh-huh. -Ella tomó un sorbo de limonada.
- Tu padre puso altavoces en la cubierta. Y los trabajadores se habrán ido para entonces, pero allí estará el gran agujero. Sólo asegúrate de que nadie pase por ahí, ¿de acuerdo? No queremos que nadie caiga.
- Está bien. - Si ella daba respuestas cortas, tal vez su madre la dejaba en paz.
La Sra. DiLaurentis cruzó las manos. El sol le daba justo en la cara, iluminando una mejilla y echando la otra en la sombra. - Realmente parece como si algo te molestara.
Ali apoyó su vaso de limonada duramente, el hielo tintineando. ¿Era su madre tan idiota? Por supuesto que algo la estaba molestando. Varios algos. Y su madre sabía exactamente cuáles eran esas cosas.
Miró el agujero medio-excavado en su lugar. - ¿Cuándo van a terminar esa cosa? -Preguntó bruscamente.- Se están tomando demasiado tiempo. Para el momento en que hayan terminado, la oportunidad de tener fiestas de verano fabulosas habrá terminado.
La Sra. DiLaurentis no miró hacia el agujero, con los ojos aún en Ali. - ¿Tienes a alguien con quien hablar, cariño? ¿Acerca de... las cosas?
Ali miró sus sandalias.- Si te refieres a ella, la estábamos manteniendo en secreto, ¿recuerdas? No puedo hablar con nadie.
- Bueno, si deseas hablar con tus amigas sobre ello, está bien para nosotros.
Ali contuvo el estómago.- No, gracias.
La Sra. DiLaurentis barrió un montón de hojas invisibles de la superficie de la mesa de la terraza. - Tal vez un consejero, entonces. Ellos pueden ayudar.
Ali la fulminó con la mirada.- Tienes a la gemela equivocada. Yo no soy la loca. No necesito un psiquiatra.
La Sra. DiLaurentis cerró los ojos.- Eso no es lo que quise decir. Pero la forma en que reaccionaste el otro día cuando te dije que Courtney venía a casa, parecías muy perturbada.
Ali giró su silla para no darle la cara a su madre. - ¿Qué esperas? ¡Simplemente lo soltaste! ¡Incluso Jason lo supo antes que yo! Y yo no la quiero en casa, mamá. Es una idea terrible.
- Ella es parte de la familia. Y a veces, en las familias, tienes que hacer cosas que no quieres hacer.
- ¿Y qué pasa si ella trata de hacerme daño otra vez?
Un coche se quejó en la calle. Una paloma arrulló en los árboles. La Sra. DiLaurentis frunció los labios. - Eso no va a suceder.
El incidente en el baño en la Reserva destelló en la mente de Ali.-  ¿Cómo lo sabes ?
- Sólo lo sé, ¿de acuerdo? - Entonces la madre de Ali se quedó mirando el agujero medio-excavado, luego los arbustos que separaban el patio de los Hastings.- Tenemos que hablar también, de lo que me dijiste. Acerca de... él.
Ali se puso de pie y se dirigió a la puerta corrediza.- No, gracias.
La Sra. DiLaurentis la agarró del brazo. - No es lo que piensas, Alison.
Ali abrió la puerta.- Sí, lo es.
- No lo es, y no deberías haberme confrontado con eso. Ahora tu padre está haciendo preguntas. No estoy teniendo una aventura con alguien, y fue grosero de tu parte decir eso.
La cabeza de Ali fustigó. Todos los sonidosel silbido del viento, el cortacésped del vecino, el zumbido constante de la calefacciónparecieron cesar de una vez. - ¿En serio te vas a sentar aquí a negarlo?
Los ojos de la señora DiLaurentis se lanzaron un lado a otro, buscando su rostro.- ¿Qué crees que viste, exactamente?
- Vi a un tipo tocando tu mejilla en el centro comercial. Y te he oído. - Ali chilló.- Te he oído hablar a alguien con una voz azucaradaalguien quien no era papá. Sonaba como sí quien sea que fuera sabía acerca de Courtney.
Un músculo junto a la boca de la señora DiLaurentis se crispó. Sus ojos se oscurecieron a un azul más profundo, que siempre lo hacían cuando ella se ponía seria o enfurecida. - Sí, hay alguien que sabe sobre Courtney además de nosotros. Pero es alguien que ha mantenido las cosas en absoluto secreto, te lo prometo. Hay un montón de cosas que no entiendes, Alison. Cosas que no necesitas saber.
Ali pasó la mano a lo largo de su cara. Ira burbujeaba en su interior, entonces explotó. - ¿Cosas que no necesito saber? - Gruñó, su voz sonaba salvaje. Ella alejó su mano de su madre, su cabeza daba vueltas cada vez más rápido. - ¿Cuándo vas a decir la verdad, mamá? ¿Cuándo vas a decirme de dónde vengo realmente?
La Sra. DiLaurentis tiró la cabeza hacia atrás y frunció el ceño.- ¿De qué estás hablando?
- ¡Te he oído! - Ali gritó. – ¡Te oí decir ella es tu hija, también! Así que esto me preocupa, mamá. Saber quién es mi verdadero padre me preocupa mucho.
El color desapareció de las mejillas de la señora DiLaurentis.- Alison -Dijo entre dientes. Y entonces ella se puso de pie y le dio una palmada a Ali en la cara.
Fue tan rápido, así de la nada, que Ali no sintió el dolor hasta unos segundos después de que había terminado. Las lágrimas brotaron de sus ojos. Su boca se abrió, pero estaba demasiado aturdida para hablar.
La Sra. DiLaurentis se volvió a acomodar en su silla. Con calma, de manera uniforme, levantó un vaso volcado. Hubo una larga pausa. El corazón de Ali golpeaba; su mejilla ardía. Se sentía como si todo girara en torno a lo que su madre iba a decir a continuación.
- No habrá más de eso. - La señora DiLaurentis anunció con una voz profunda. Y luego su mirada se desvió hacia el agujero medio-excavado en la parte trasera del patio.- Los trabajadores tienen calendarizado poner el concreto para el gazebo el fin de semana que tu hermana esté en casa. -Dijo con la recortada voz superficial a la que Ali estaba acostumbrada, la voz que hacía que las cosas se hagan. Ella apretó el hombro de Ali dos veces. – Justo a tiempo para tus fabulosas fiestas de verano.
Y con eso, ella se había ido.




Capítulo 22 | Capítulo 24

2 comentarios:

  1. Hola...cuando vas a subir los otros capítulos? Es que me encanta esta saga...porfa hazlo pronto.

    ResponderBorrar

Los comentarios pasan por moderación así que no aparecen de inmediato :) (Para evitar spam y/o spoilers)

Recuerda suscribirte a tu comentario para recibir una notificación cuando alguien responde :)