sábado, 8 de febrero de 2014

Crushed - Capítulo 33: ¿Quién es esa chica?

Traducido por: Daniela
Corregido por: Brayan.


            - ¿Entonces no has oído nada de Noel? – Hanna dijo al teléfono prepago mientras caminaba por la entrada trasera del Bill Beach—todos los sitios de aparcamiento enfrente estaban llenos otra vez. La entrada bordeaba una de las salas comunitarias. El lugar olía a café agrio. Había un juego de béisbol en la TV en el recibidor, y muchos miembros de familia de visita estaban reunidos ahí usando jerseys de los Phillies.

            - Nop, - Mike dijo al otro extremo. – Aunque Aria también me preguntó por él. ¿Qué ocurrió entre ellos anoche?

            - No importa, - Hanna dijo nerviosa. – Solo una pelea estúpida.

            - ¿En serio? – Mike se aclaró la garganta. – Hanna, todas esas preguntas que hiciste sobre Noel y esa bomba—

            - No puedo hablar ahora, - Hanna interrumpió. Mike se enteraría pronto, después de todo. No quería que sepa nada antes de tiempo. Iba a romperle el corazón a Mike el que su mejor amigo haya tratado de asesinar a su hermana y a su novia.

            Hanna aún no podía creer con lo que se habían encontrado anoche en el cementerio. Tampoco podía creer que Spencer tuviera las agallas para golpearlo con ese cetro. ¿Y había herido a Noel? Él se había escapado, pero su correr había sido a tropezones y extraño.

            El momento más preocupante de todos, sin embargo, fue la sensación que tuvo Hanna después de que Noel se escapó. A pesar de que el cementerio parecía desierto, no pudo quitarse la sensación de que había alguien más con ellas. Pero no se lo había mencionado a sus amigas—y ninguna de ellas le dijo nada a ella. Probablemente estaba todo en su mente.

            Abrió la puerta hacia la sala del personal femenino—la cual, extrañamente, estaba vacía. Usualmente había un par de enfermeras pasando el rato allí, mirando telenovelas – Mi turno empieza pronto, así que mejor me voy.

            - ¿Entonces por cuánto vas a trabajar allí? – Mike preguntó.

            - De hecho, creo que hoy será mi último día. – Hanna tomó su bata de su casillero y comenzó a desbotonar sus jeans. Su investigación con Graham estaba hecha. – Te llamo más tarde.

            Presionó FINALIZAR. Su teléfono sonó otra vez medio segundo después. Era el número de su papá. Cuando contestó, su padre sonaba furioso.

            - Hanna, alguien llamada Agente Fuji apareció en casa esta mañana con un equipo y una orden de allanamiento para tu dormitorio, - dijo. – Pude hacer que mis abogados los echen, pero volverán. ¿Qué diablos sucede? ¿En qué estás metida?

            Hanna se congeló. ¿Una orden de allanamiento? Spencer había estado en lo cierto: Fuji iba a ir a cada una de ellas sistemáticamente, tratando de encontrar esa pintura. Al menos no había escogido a Aria como su próxima víctima.

            - N-no tengo idea, - mintió. - ¿Qué estaba buscando la agente?

            - No lo dijo. – La voz del Sr. Marin se oía fatigada. - ¿Son drogas? Habían rumores de que tenías un pacto suicida— ¿Era un arma? No puedo creer que no haya aparecido aún una van de noticiero. Lo último que necesito es un vehículo del FBI en la casa y un montón de agentes allanando el lugar y conmigo sin saber que decir.

            Los ojos de Hanna se llenaron de lágrimas. No podía ser que pillaran a su padre en esto. – Lo que sea que esté buscando, no lo encontrará en mi habitación, - Hanna dijo. – Siento que hayas tenido que pasar por eso… pero solo fue un enredo. Estaré en casa pronto, ¿está bien?

            Colgó el teléfono y respiró hondo. Si su padre había echado a la Agente Fuji, ella trataría en la casa de alguien más. Como la de Aria, quizás. ¿Y luego qué?

            No había modo de que pudiera continuar su turno ahora. Bajó por el pasillo y se dirigió hacia el recibidor, lista para decirle a Sean que recuperaría el día en otra ocasión. Estaba lleno con gente, toneladas de voces gritando a la vez. El Sr. Ackard les estaba hablando a dos hombres de apariencia de oficiales junto al mesón frontal. Un oficial de policía hablaba hacia un walkie-talkie. Un hombre con una cámara de noticiario entró, seguido por un reportero vestido de traje. En el rincón, otro reportero entrevistaba a Sean, cuya cara estaba llena de preocupación.

            El estómago de Hanna se revolvió. ¿Era por Graham?

            Kelly estaba de pie al borde del grupo, con su mano en su boca. Hanna le tocó la manga.

            - ¿Qué ocurre?

            La enfermera la miró boquiabierta con los ojos bien grandes. Abrió la boca para hablar, pero no salieron sonidos.

            Hanna miró por uno de los pasillos donde estaban los pacientes. - ¿Puedo ir atrás y hablar con Kyla? – Quizás ella podría explicarle lo que ocurría.

            Una enfermera de pie junto a Kelly abrió los ojos. – Cariño, haz fila.

            Hanna parpadeó con fuerza. -¿L-le pasó algo a Kyla?

            La boca de Kelly se abrió de golpe. – Pensamos que sabías, - dijo susurrando. – Cariño, Kyla está muerta.

            - ¿Qué? – Hanna retrocedió lejos de ellas y chocó con alguien. Cuando se dio vuelta, era Sean. - ¿Qué sucede? – demandó temblorosa.

            Los ojos de Sean iban de un lado a otro. Luego se acercó. – Alguien encontró un cuerpo en una zanja tras la facilidad esta mañana. Era una chica usando un brazalete de hospital de esta clínica. Su nombre era Kyla Kennedy.
           
            Hanna presionó su mano sobre su boca. – No. – Su cara se ardía y lloraba.

            Colapsó en los brazos de Sean, y él acarició su hombro. – Parece que fue asesinada unos días atrás y arrojado allí, - Sean dijo apenadamente.

            Hanna se enderezó de golpe. – Espera. Eso no es posible. Vi a Kyla anoche. Estaba en la cama en el pasillo, cerca de la habitación de Graham.

            Una mirada de incomodidad apareció en la cara de Sean. – Ese es el punto, Hanna. No creo que esa fuera Kyla. Fue…alguien más. Este es un terrible error—una enorme pesadilla legal y de publicidad.

            - ¿Qué? – Se sentía como si la materia de su cerebro estuviera filtrándose por sus oídos. - ¿A qué te refieres?

            - Los policías están seguros de que la verdadera Kyla, nuestra paciente, murió varios días atrás por lo menos. Pero las enfermeras—y tú, obviamente—recuerdan a alguien en la cama de Kyla luego de eso.

            - Pero… ¡yo hablé con ella! – Hanna inspiró. - ¡Nos unimos!

            Sean se veía como si fuera a enfermarse. – Anoche, las enfermeras descubrieron que Kyla se había ido. Cuando el cuerpo apareció, pensamos que era eso, pero la información forense es sólida. La teoría ahora mismo es que quien sea que estaba en esa cama asesinó a la verdadera Kyla y se puso vendas en la cara para entrar a la clínica de quemaduras por algún motivo. Y entonces, por algún otro motivo, simplemente…se fue.

            - ¡Eso no tiene sentido! – Hanna gimió. - ¿Por qué alguien haría eso?

            - No lo sé, - Sean dijo silenciosamente.

            Se veían flashes por la habitación. Un grupo de enfermeras estaba en el rincón, llorando. Un hombre con una chaqueta que decía FORENSE comenzó a acordonar parte de la sala. Hanna se apoyó en la mesa y trató de recobrar el aliento. Cuando se movió, algo puntiagudo le tocó el costado. Era algo metido en el bolsillo de su remera. Hanna frunció el ceño y sacó un trozo de papel cuidadosamente doblado. No recordaba haber dejado nada en su bata la última vez que la uso.

            Desdobló el papel y vio pequeñas y redondas letras. Conocidas redondas letras, de hecho. Su estómago comenzó a borbotear. Esta se veía como la letra de Ali.

            Querida Hanna, iniciaba. Puedo explicarlo todo, especialmente por qué hice lo que hice. Pero creo que sé qué es lo que buscas, y quiero ayudarte. La respuesta que quieres está en el galpón de depósito de Rosewood Day. Te dará la prueba que necesitas y acabará con todo. Ve allí AHORA…antes de que sea muy tarde.

            Su cara debe haber estado pálida, porque Sean le tocó la muñeca. - ¿Qué es eso?

            Hanna se llevó la nota al pecho. – Nada, - dijo. Y luego se dio vuelta y salió corriendo del edificio.

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