viernes, 31 de enero de 2014

Crushed - Capítulo 25: Llamada para despertar

Traducido por: Daniela
Corregido por: Raul S

           Hanna estaba sentada en la ventana frontal en la casa de su padre, tratando de no parecer muy impaciente y patética mientras miraba su celular una vez más. Luego lo volvió a dejar en su pequeña cartera con joyas, cruzó sus piernas y admiró sus tacones Dior nuevecitos. Eran de cinco pulgadas de alto; había tenido que practicar el caminar con ellos toda la semana. También había tenido que practicar caminar en su vestido largo hasta el suelo de Marchesa para no tropezarse con el borde. Había ajustado su corona para que los costados no le piquen la cabeza, y el cetro estaba apoyado contra el sofá, sus joyas falsas brillaban. Todo parecía perfecto. Ella estaba, literalmente, completamente vestida sin lugar a dónde ir.

            - ¿Aún nada de Mike? - preguntó su padre.

            Hanna negó con la cabeza. Mike no la había llamado en todo el día. No habían hablado desde que tuvieron esa extraña conversación de pseudo-reconciliación de de-verdad-no-me-siento-mejor-respecto-a-nada mientras ella estaba en la clínica de quemaduras, justo antes de que Hanna viera a Noel. Él no le había escrito para decirle que había escogido un terno. Él no le había enviado un mensaje para mencionar si iba a traer una limo. Hasta donde sabía, él ni siquiera iba a aparecer.

            Su padre pasó a la siguiente página de la National Geographic quien pretendía que estaba leyendo. Hubo un sonido en la cocina; seguramente el guisado que Isabel había hecho para la cena se estaba enfriando. Ya habían visto salir a Kate con Sean, tomándose un trillón de fotos. Si eso no probaba a Mike que a Hanna no le gustaba Sean, ¿qué lo haría? ¿Por qué simplemente no le creía?

            ¿Y qué pasaba con Noel delatando a Hanna? Eso parecía una cosa que A haría…

            Su viejo celular sonó, y ella saltó. Era un e-mail de la Agente Jasmine Fuji. ¿Puedo pasarme esta noche?

            Hanna palideció. La mujer era incansable. Lo siento, ¡Es la noche del baile! respondió, agradecida de tener una excusa legítima.

            - ¿Cariño, estás bien? - el Sr. Marín preguntó, notando la expresión afligida de Hanna.

            Hanna rápidamente salió de la aplicación de e-mail. Y trató de asentir, pero sintió las lágrimas empapando sus ojos. - No realmente.

            El Sr. Marín caminó hacia ella. - ¿Sabes? Apuesto que un montón de bellas reinas de bailes han ido solas. Piensa en todas las actrices jóvenes que van a los Oscar solas—de verdad no hay diferencia. De hecho es glamoroso. Significa que puedes ir por ti misma. - Tomó el teléfono inalámbrico de la mesa de café. -Llamaremos a mi conductor. Haré que se detenga en la florería en el camino y te ordene el ramillete más grande que el dinero pueda comprar.

            Eso solo hizo que Hanna llore con más ganas. - Gracias. - Se acurrucó en su gran y sólido cuerpo, inhalando el olor de su aromático desodorante y su colonia de pino. De repente, se sintió como los viejos Hanna y papá, la relación en la cual ella le podía decir cualquier cosa. Antes de Isabel. Antes de Kate. Antes de A.

            Respiró profundo y se alejó. - En realidad no es sobre el baile. Es sobre… otras cosas. - Cerró sus ojos. - Las cosas son como...un desastre.

            - ¿A qué te refieres?

            Hanna lamió sus labios. Si tan solo pudiera decirle. Si tan solo él aceptara todo lo que ella dijera como errores horribles de los cuales ella se arrepentía y que no volvería a cometer. Sí tan solo él pudiera rastrear a A y simplemente detener todo esto.

            Pero no podía decir nada. Si él le decía cualquier cosa, no solo su carrera política se arruinaría...sino que su próximo trabajo sería doblando metales en una prisión.

            - ¿Es sobre ser reina? - El Sr. Marin preguntó cuidadosamente.

            Hanna ladeó su cabeza. - ¿Por qué pensarías eso?

            El Sr. Marin se acomodó, parecía culpable. - No te enojes. Pero te escuché hablando con Mike el otro día sobre cómo preferirías morir antes que hacer campaña contra Chassey Bledsoe. - Sus cejas se arrugaron. - Eso de verdad que no es algo bueno para decir, Hanna. Cada rival se merece una buena campaña.

            La boca de Hanna se abrió. Una mezcla de emociones surgió en ella—traición, culpa, arrepentimiento, vergüenza, frustración por A.

            - No es lo que crees, - admitió. - No lo decía en serio. - Pero ¿Siquiera eso era verdad? Parte de ella sí se había reído de Chassey como su competencia. Repentinamente, la cara llorosa de Chassey cuando perdió parpadeó en su mente.

            El Sr. Marin puso su mano sobre la de ella. - ¿Sabes lo que creo? Que tú eres una buena persona. Que haces lo correcto—cuando ganas y cuando pierdes.

            Luego su mirada cayó en algo por la ventana. El auto de Mike había estacionado en la cuneta. Se bajó del asiento del conductor, vestido de terno. Sostenía un enorme ramo de rosas en su mano.

            Hanna salió disparada al espejo en el pasillo y chequeó su maquillaje. Se estiró el vestido y ajustó su corona. Cuando el timbre sonó, abrió. - ¿Dónde has estado?

            Mike se encogió de hombros. - Lo siento, me atrasé un poco. Había una fila enorme en la florería.

            Hanna puso sus manos en sus caderas. - ¿No has oído de hacer llamadas? ¡Te envié un millón de mensajes hoy! ¡Ni siquiera estaba segura de sí ibas a venir!

            Mike la miró de arriba a abajo y sonrió. - Debes haber estado muy segura. - él suspiró. - Te dije que iba a venir, Hanna. Y tú siempre te lanzas sobre mí cuando llamo mientras conduzco. - Luego miró al Sr. Marin, quién se había ido a la cocina. - Tampoco debería haberme enojado tanto sobre lo de la clínica de quemaduras. Hablé un poco sobre eso con Aria, y ella me hizo sentir como un idiota por simplemente considerar que tu podrías estar con Sean. Debería haberte creído.

            Hanna miró las rosas. Eran color negro-morado, su favorito. Mike tenía una expresión de preocupación, plegaria, y abatimiento. Quizás él se sentía mal. Luego ella miró a su padre paseando en la cocina. Ella como que quería tomarse las fotos.

            - Bien, - dijo, orgullosamente besando su mejilla. - Estás perdonado - Y luego fue a buscar a su papá para que él pudiera tomarle todas esas raras fotos que siempre había querido.


            Luego de un viaje con mucho tráfico al Four Seasons, Hanna entró al gran salón de baile ornamentado. El aire olía poderosamente a escalopas grill. Chicas con largos vestidos de seda reían de a dos y de a tres. Chicos en trajes bien encajados se veían casi como adultos. Unas cuantas parejas ya estaban bailando lentamente, y había una fila para fotos en la esquina. Cada pared estaba llena de color, la obra maestra de Van Gogh cobraba vida. Irises tomaban la pared tras la pista de baile. Un gran mural de La Noche Estrellada cubría el espacio tras las mesas, cuyos manteles y platos eran réplicas de otras obras. El comité del baile había traído enormes estrellas y lunas hechas de papel maché y las había ordenado por la sala en instalaciones artísticas.

            - Wow - Mike asintió apreciativamente. - genial.

            - Aria sí que hizo un muy buen trabajo en tan poco tiempo, - Hanna murmuró, buscándola en la multitud. No la veía en ningún sitio.

            - ¡Hey, Hanna, felicidades! - Jillian Woods dijo mientras pasó junto a ella.

            - ¡Hola, reina del baile! - un grupo de chicos gritó desde una mesa. Hanna les hizo un saludo de reina de belleza.

            Más y más gente se acumuló ante ella. Heather Jonas, quien tenía una obsesión por Hawai desde que pasó el último verano allí, puso un lei en el cuello de Hanna. Becky Yee y Olivia Kurtz, quienes eran nerds pero dulces, le pidieron tomarse una foto con ellas. Incluso el viejo amigo de Hanna, Scott Chin, quien estaba allí con un chico alto que parecía modelo, le dio un gran abrazo de oso. - Eres una reina mucho más hot que esa rarita Chassey Bledsoe - él susurró.

            Normalmente, Hanna se hubiera reído, pero ella se alejó, sintiéndose irritable. Luego de su conversación con su padre, como que se sentía culpable por cómo había tratado a Chassey.

            Algo a la izquierda llamó su atención. Había una réplica en madera contrachapada erguida verticalmente del autorretrato de Van Gogh, con un corte donde iba su cara. La cara de Phi Templeton se asomó por el agujero. Se puso turnia y gritó. - ¡Ow! ¡Mi oreja está cortada! - Chassey Bledsoe, usando un vestido dorado brillante de seda cruda le tomó una foto y rio.

            Hanna pasó su lengua por sus dientes. Chassey se veía increíble esta noche. Y ella había trabajado más duro que Hanna para esto.

            Girando sus hombros hacia atrás, se separó de Mike y caminó hacia Chassey y le tocó el brazo. La chica se dio vuelta. Su sonrisa se debilitó un poco cuando vio la corona en la cabeza de Hanna.

            Hanna se sacó las horquillas de su cabello, se sacó la corona, y se la pasó a Chassey. - Toma, - dijo. - Es para ti.

            Chassey miró la corona en sus manos, claramente sin entender. Hanna giró sus ojos. - Póntela, idiota. - dijo. También le pasó el cetro.

            Chassey parpadeó. - ¿Q-qué?

            - Sólo hazlo antes de que cambie de opinión. - Hanna gruñó. Y entonces se fue, dejando la corona atrás. Pero mientras caminaba de vuelta a Mike, una sonrisa se esparció por su cara como líquido. Pilló un reflejo de ella en el espejo. Se veía un millón de veces mejor. Esa corona plateada realmente desentonaba con su piel.

            - ¿Srta. Marin?

            Hanna se dio vuelta. Una mujer con uniforme del Four Seasons estaba de pie tras ella. - ¿Es usted Hanna Marin? - preguntó. Hanna asintió y la mujer le tomó el brazo. - Hay una llamada para usted en el mesón frontal. Ella dice que es urgente.

            Mike miró con curiosidad a Hanna, luego la siguió al lobby. Hanna tomó el teléfono, su corazón latía con fuerza pensando en las posibilidades. Pero cuando dijo hola, una voz sorprendente le respondió. - ¿Hanna? - una voz chillona amortiguada de mujer preguntó. - Es Kelly. De William Atlantic.

            - ¿Kelly? - Hanna parpadeó con fuerza. - ¿Qué ocurre?

            - Ese chico que era amigo tuyo, - Kelly dijo. - Graham. Está despertando. Llamé a tu casa y tu papá me dijo que estabas en el baile, pero tú me dijiste que te llame en cualquier momento así que—

            - Gracias - Hanna la interrumpió, agarrando con fuerza el teléfono. Miró los taxis afuera del lobby, su mente giraba en un millón de direcciones. - Estaré allí en quince minutos.

            Luego colgó, tratando de averiguar cuál sería la mejor ruta para que el taxista tome. Mike se aclaró la garganta tras ella. - ¿Dónde vas a estar en quince minutos?

            Hanna se congeló. Mike se veía aplastado...y confundido...y preocupado. Luego miró a la multitud. Repentinamente, Aria estaba a la vista, con Noel a su lado. Se imaginó a Graham dando vueltas en su cama. Murmurando cosas. Recordando cosas. Podrían resolverlo todo en cuestión de minutos.

            Se volvió hacia Mike. - Graham despertó. Necesito hablar con él.

            Mike se acercó a ella. - Bien, vamos.

            - ¿Vamos? - Hanna negó con la cabeza. - De ningún modo.

            - No vas a ganar esta. - Mike puso sus manos en sus caderas. - No te dejaré hablar con ese loco sola.

            Hanna buscó su cara. No había modo de que fuera a tomar un no por respuesta. ¿Qué importaba, de verdad? Todo estaría al aire pronto. Quizás ella necesitaba la protección.

            - Si insistes, - murmuró. - ¡Pero vamos! - Y luego le tomó el brazo y corrió hacia la noche.



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