viernes, 3 de enero de 2014

Crushed - Capítulo 19: Aria se confiesa

Traducido por: Daniela.
Corregido por: Gabriela y Brayan.

            Después de la escuela ese día, Aria subió las escaleras de su casa llevando una bandeja pintada que su padre había traído de un viaje a China. En ella había dos platos con rollitos primavera de tofu fritos que había hecho especialmente para ella y Noel. Había decorado cada plato con albahaca, cebolletas, salsa de soja, e incluso dos rosas rojas que había sacado de un jarrón de su madre en la cocina. El novio de Ella, un artista llamado Francis que estaba en un viaje de un mes de duración a Berlín, se las había enviado, pero él le enviaba rosas todo el tiempo, así que Aria supuso que Ella no extrañaría un par.

            Abrió la puerta para encontrarse con Noel extendido en su cama, leyendo la revista ESPN. – La cena está servida, - dijo en un acento falso de francés. – Creo que incluso doblé bien los rollitos. – Ellos habían aprendido a hacerlos en una clase de cocina que tomaron juntos.

            Noel sonrió ante la humeante comida. – Huele mucho mejor que la que hicimos en clases. ¿Has estado practicando?

            Aria puso un cojín con flecos contra la cabecera. – Quizás un poco… para ti. – Le tocó la mano. – No nos hemos visto mucho últimamente. Y la última vez fue tan…raro-.

            Era difícil decir la palabra Raro. Ni siquiera comenzaba a describir su Ali-nterrogación. Ya que ella no estaba enviando mensajes ni llamando, ella y Noel apenas habían hablado los últimos días. Aria no se había dado cuenta de lo mucho que dependían de la tecnología para comunicarse.

            Pero quizás era bueno: Necesitaba algo de espacio para aclarar su mente. A pesar de que nunca lo admitiría a sus amigas, había unas pocas otras cosas sobre Noel que no podía sacar de su mente. Como el hecho de que la casa de Noel estaba llena de fotos de la familia en los sitios de picnic en Keppler Creek—El Sr. Kahn dijo que la pesca ahí era la mejor en el estado. Noel había ido a caminar y a pescar allí con sus hermanos unas cuantas veces el verano, primavera y verano pasados. Algunos de los viajes habían sido antes de que la Verdadera Ali reapareciera, algunos de ellos después. Él nunca invitó a Aria, y ella no había pensado nada al respecto. ¿Debería haber pensado algo?

            Noel se echó un rollito primavera a la boca y se extasió. – Incluso puedes hacer que el tofu tenga un sabor asombroso.

            - Ese es un motivo para que me mantengas a tu lado, - Aria lo molestó, tratando de hacer que su voz suene despreocupada.

            - También puedo pensar en unas cuantas otras razones. – Noel puso su plato en la mesa auxiliar, la tomó por la cintura, y la subió sobre él. – Lo único más sabroso que la cena eres tú.

            Aria se acurrucó en su cuello. Noel pasó sus manos por su cabello y la besó en los labios. Ella cerró sus ojos y trató de relajarse. Un traidor no la tocaría de esa manera. Incluso el mejor actor en el mundo no habría podido acariciarla tan afectivamente.

            Beep.

            Aria se levantó de golpe. Miró su nuevo teléfono. No estaba parpadeando…pero el de Noel, que estaba en el escritorio de Aria junto a su billetera, sí. Él se levantó y miró la pantalla. – Huh. ¿Este es un número internacional? – él preguntó, mostrándoselo a ella.

            Aria trató de procesar la larga fila de números en el recuadro de texto, pero antes de poder, Noel abrió el mensaje. Normalmente, Aria habría mirado a otro lado, pero ella vio de reojo su nombre en el mensaje. Cuando leyó las palabras, sintió cómo subía por su piel la sensación de hundimiento.

            Mira en el armario de Aria. Ella tiene algo que mostrarte.

            Noel se rio. – Tonto spam internacional. Se volvieron tan buenos que ahora se saben nuestros nombres. – Presionó ELIMINAR. – Mira en el armario de Aria – dijo él con voz burlesca, finalizándolo con una risa de Drácula. - ¿Qué hay allí?

            - Nada – Aria chilló. Trató de respirar pero en vez de eso le dio hipo de nervios.

            Noel se alejó y la miró. - ¿Estás segura? – él la molestó.

            Él seguía riendo, lo cual hizo que Aria se sienta aún más nerviosa. - ¡Sí! – dijo, pero su voz salió demasiado alta y aguda.

            Pasó un segundo. Noel bajó sus piernas de la cama y se dirigió al armario. Él tenía la misma mirada que ponía cuando estaba a punto de hacerle cosquillas. -
¿Es el bogeyman [1]?

            - No lo abras. Es un desastre ahí dentro.

            Noel se encogió de hombros. – Apuesto que el mío está más desordenado.

            Aria miró el teléfono de Noel puesto boca arriba en la cama. ¿Qué rayos se suponía que tenía que hacer ahora? No podía contarle sobre la pintura. Ya era suficientemente malo que el caso haya sido reabierto y que la policía tuviera nueva evidencia y una pista anónima—la cual Aria estaba segura que venía de A. No podía involucrar a Noel en esto. Lo último que quería era que él también se vaya de por vida.

            - Ven – Aria dijo, tirando a Noel de vuelta de la cama.

            Le besó el cuello suavemente, esperando que esto lo distraiga. Pero sus músculos estaban tensos; él la alejó y la inspeccionó cuidadosamente. - ¿Qué te ocurre?

            - ¿A qué te refieres? – Aria llenó su mejilla de besos. – Estoy bien.

            Noel se levantó. – Definitivamente no estás bien. No te entiendo últimamente. Como que, realmente no te entiendo. Y está comenzando a asustarme. Estoy comenzando a creer que tú estás… No lo sé. Ocultándome algo.

            Ahora era el turno de Aria de ponerse tensa. – No pienses eso, - chilló.

            Noel se volvió a sentar. – Sea lo que sea, aún te amaré. Pero no me sigas mintiendo. Hay algo. Lo sé.

            La mandíbula de Aria comenzó a tiritar. Se sentía como si Noel pudiera ver su secreto, feo y retorcido interior. Si ella insistía en que no era nada, él seguiría preguntando, o quizás revisaría su armario de verdad. Además, sincerarse eliminaría un poco el poder de A: A seguramente le haría saber a Noel sobre Olaf más tarde que nunca si Aria no lo hacía antes.

            Respiró profundo, mirando uno de los prismas colgando en la ventana para calmar sus nervios. – Está bien, he estado ocultando algo. Algo de lo que no estoy para nada orgullosa.

            Noel juntó sus labios. – Está bien – dijo con voz valiente.

            Aria aclaró su garganta, su corazón latía con fuerza. – La razón por la que te estaba preguntando sobre si besaste a Ali el otro día es porque… me sentía culpable sobre algo que yo hice. Y, um, si tu hubieras dicho que te agradó besar a Ali—aunque sea un poquito—me habría hecho sentir algo mejor. – mientras balbuceaba las palabras, se sorprendió al darse cuenta de que eran ciertas realmente.

            Las cejas de Noel se arrugaron. - ¿Perdón?

            Aria levantó su mano para detenerlo. – Solo déjame terminar. Entonces, eh, tú conoces a Olaf, ¿de Islandia?

            - ¿El tipo barbudo? – Una especie de sonrisa se formó en la cara de Noel. – Sí.

            Aria comenzó a temblar. – Como que algo… pasó entre nosotros cuando estaba allá. Quería decirte hace mucho, pero tenía miedo. Pero tú necesitas saberlo.

            Un motor de auto rugió fuera de la ventana. La casa crujió. Noel se dio vuelta bruscamente. – Lo sabía.

            - ¿Sabías? – Aria se mordió el labio con fuerza. ¿Así de transparente era ella? ¿Noel los habría visto?

            Cuando Aria y Olaf se escabulleron afuera, la puerta crujió un par de veces, como si estuviera a punto de abrirse, pero no. Quizás Noel se había asomado y los había visto. Pero ¿Por qué no habría salido al callejón, golpeado a Olaf en la cara, y roto con Aria ahí mismo? Noel fácilmente podría haberse metido en una pelea con Olaf. Así que quizás él no lo supo esa noche—quizás A le había dicho después. Pero si ese era el caso, ¿Por qué él no le habría dicho algo tan pronto como se enteró?

            Noel se paseó por la habitación. Se detuvo en el escritorio de Aria, juntó sus manos sobre la parte de atrás de su silla giratoria, y la miró. – Él otro día me acusaste de serte infiel con Ali, y aquí tú me engañaste de verdad. Jesús, Aria.

            Cayeron lágrimas por las mejillas de Aria. – Lo siento. No debí haberlo hecho. Me he sentido terrible desde entonces. Te amo a ti, Noel. Estaba muy borracha. No significó nada.

            Noel tosió burlescamente. - ¿Ahora estás molesta porque realmente te sientes mal, o porque fuiste atrapada? Siempre sospeché que algo había ocurrido, pero tenía la esperanza de… - Se distrajo y se mordió el labio. Luego se dio vuelta y pateó el basurero bajo su escritorio con fuerza. Hizo un sonido metálico y rodó contra la pared. Aria se asustó y saltó hacia atrás.

            Luego Noel se dio vuelta y tomó su teléfono. – Este es un número Islandés, ¿no? ¿Es de Olaf? ¿Sigues en contacto con él? ¿Le diste mi número?

            - ¡No! – Aria gritó. – No estoy en contacto con Olaf. Olaf está…- no podía decir ni desaparecido ni muerto. Noel preguntaría cómo lo sabía, y luego tendría que sacar el archivo del periódico que había encontrado en su cama... o sino tendría que pretender que lo había buscado en Google, lo cual la haría parecer como que le gustaba. Ni podía decir quién le había enviado realmente ese mensaje a Noel ahora mismo—no podía poner en riesgo a Noel.

            - No sé de quién es ese mensaje, - admitió. – Quizás Olaf, aunque yo nunca le di tu número. Supongo que fue el medio de alguien para que me haga decirte la verdad.

            - Mira en el armario de Aria. Ella tiene algo que mostrarte, - Noel repitió maldadosamente. – Un esqueleto.

            Lágrimas cayeron de los ojos de Aria. – Lo siento mucho – Odiaba el modo en que él la estaba mirando.

            - ¿Es eso todo lo que tienes que decirme, o hay más? – Noel demandó.

            El estómago de Aria se revolvió. – E-eso es todo. Lo juro.

            Noel levantó una ceja, como que no le creía. Luego se dio vuelta y salió de la habitación.

            - ¡Noel! – Aria gritó, persiguiéndolo.

            - Tengo que irme, - Noel dijo bruscamente mientras bajaba como rayo por las escaleras. Él tomó sus llaves de la mesa cerca de la puerta, la abrió, y salió al pórtico.

            - ¡Espera! – Aria gritó. Para cuando ella estaba en la puerta, Noel estaba en su auto. Sus luces se prendieron, y retrocedió torpemente, sin molestarse en mirar si había alguien en el camino. Las luces traseras desaparecieron rápidamente por la calle.

            Aria se quedó de pie en la fría noche, acariciando sus brazos desnudos. Se sentía como que había un gran peso sentado justo sobre su pecho, impidiéndole que pueda respirar por completo. Volvió a oír las palabras de Noel. ¿Es eso todo lo que tienes que decirme? ¿Qué quería decir con eso?

            Otro recuerdo volvió a su cabeza, borroso y casi olvidado. Un taxi de Reykjavik los recogió en el aeropuerto la mañana de su vuelo a casa. Cuando salieron de la ciudad, pasaron por el gran castillo en la colina. Había autos policiales rondando el lugar. Había policías de pie en la entrada de autos, y sirenas dando vueltas. Aria se hundió en su asiento, pero Noel miró directo al lugar, fascinado. – Huh, - él había dicho con la voz ronca luego de una noche de beber mucho. – Me pregunto qué ocurrió allí. – Y luego miró enfáticamente a Aria.

            Pero él no podría haber sabido. ¿Cierto?

            Se tragó un gran nudo en su garganta y volvió a entrar a la casa. Las escaleras crujieron ruidosamente mientras subía a su dormitorio. Abrió la puerta, casi explotando en llanto cuando vio los dos platos sin terminar de comida en la mesa. Caminó hacia su armario, abrió la puerta, hizo a un lado las sudaderas, y miró el lienzo enrollado. Si tan solo pudiera quemarlo.

            Una billetera cuadrada en su escritorio le llamó la atención, y se enderezó. No era la de ella, pero la conocía bien. La levantó, palpando el NAK grabado—Noel Alexander Kahn. Noel siempre se sacaba la billetera de su bolsillo trasero cuando se besaban—era mucho más cómodo así. Pero él nunca la había olvidado antes. Y Aria nunca la había revisado.

            No lo hagas, se dijo a sí misma. Pero sus manos se acercaron a ella de todos modos.

            La billetera hizo un sonido de cuero chirriante cuando la abrió. Dentro de los bolsillos había dos tarjetas de crédito, la licencia de conducir de Noel, un par de billetes de veinte, y algunos de a uno. Su identificación de estudiante estaba guardada en un bolsillo trasero. También un free pass a la pista de Go-Karts de Rosewood y un recibo de un café en Wordsmith’s Books.

            Aria miró el techo, de repente sintiéndose aceitosa y sucia. Noel no estaba ocultando nada. Esto solo era A siendo A y arruinándolo todo.

            Pero luego notó un talón de ticket desteñido tras los billetes. CINE THE WOODS, decía en tinta morada. Aria nunca había oído de él antes. El talón era un pase para una película de Spider-man. Aria frunció el ceño. La última película de Spider-man había salido el último verano que ella estuvo en Islandia—antes de tercer año. ¿Por qué Noel guardaría esto?

            Dio vuelta el talón. Había una escritura a mano difuminada en la parte de atrás, pero Aria aún podía descifrar las palabras. ¡Gracias por creer en mí! La próxima vez, yo compro las palomitas.

            El mensaje estaba puntualizado con un pequeño dibujo. Al comienzo parecía solo una mancha, pero cuando Aria lo puso a la luz, era de una chica jugando hockey de pasto, sus manos afirmando un bastón, la pelota siendo lanzada por el aire. Aria se hundió en la cama. Ella había visto este mismo dibujo antes—en el trozo de la bandera de la Cápsula del Tiempo de alguien. Había sido regalado a ella accidentalmente, y lo había escondido en su habitación desde entonces.

            Era de Ali.



[1] Bogeyman: Cuco, coco, viejo del saco, etc.


Capítulo 18 | Capítulo 20

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