Traducido por: Guadalupe
Corregido por: Daniela
Ali se acercó a la puerta principal
de Hanna y tocó el timbre. Los compases iniciales de la 5ta Sinfonía de
Beethoven sonó, luego todo estuvo en silencio. Sin embargo, Ali sabía que Hanna
estaba en casa. Ella le había enviado un mensaje a Ali hace pocos minutos.
Ali se dio vuelta y miró al enorme
patio delantero elegantemente cuidado de Hanna. A Ali siempre le había gustado
la casa de Hanna más que las otras, ya que se ubicaba en una calle apartada, en
la cima del monte Kale, que estaba justo fuera de Rosewood. Era muy boscosa y
no tenía la sensación suburbana de
todo-el-mundo-en-los-asuntos-de-todo-el-mundo que el barrio de Ali u otros
barrios de Rosewood tenían. A menudo, cuando ella dormía aquí, veía ciervos en
el césped delante de la casa de Hanna en la mañana, y era lo suficientemente
oscuro arriba en la montaña por lo que se podían ver un montón de estrellas en
la noche.
Hanna abrió la puerta. Su cabello
castaño estaba despeinado alrededor de su rostro, sus ojos eran de color rojo
detrás de sus gafas, y había migas naranja brillante de Doritos en su camisa.
Ali miró detrás de ella y vio un montón de envoltorios en la mesa de café. Ho
Hos. Twinkies. Había una bolsa de palomitas de queso vacía en el suelo. Un
único pastel estaba en un plato, bañado en una piscina de crema.
Ali miró fijamente a esas migas.
Durante mucho tiempo, se había preguntado por qué Hanna comía de la forma en
que lo hacía, metiéndose grandes porciones de Doritos en la boca como si
Frito-Lay hubiera anunciado que no iban a hacerlos más. Ella lideraba entre sus
amigas a la hora de burlarse de ella—No es una carrera, Hanna y Cuidado,
tus dientes se volverán naranja. Sin embargo eso era antes de ir a
Annapolis hace unos meses, y ella vio lo que Hanna hizo con el cepillo de
dientes de Kate.
- Hey - Dijo Hanna inexpresivamente,
dejando que Ali entrara y tocando las teclas de la alarma antirrobo, la cual
sonaba. Cuando la madre de Hanna no estaba en casa—lo cual era siempre, ya que
ella trabajaba en un puesto de trabajo de alto poder en la ciudad—ella hacía
que Hanna mantuviera la alarma puesta en todo momento.
- ¿Qué sucede? - Preguntó Ali.
- Nada. - Dijo Hanna, evitando la
mirada de Ali.
Entonces ella miró la taza de café de Doberman en sus
manos, su expresión con un toque de dolor y tristeza. Su padre solía utilizar
esa taza, pero el Sr. Marín se había mudado hace meses.
- ¿Hablaste con Aria? - Preguntó
Ali.
- No... – La cabeza de Hanna se
levantó. - ¿Por qué? ¿Pasa algo con ella?
Ali se pasó la lengua por los
dientes. Todo lo que podía pensar desde que ocurrió, era lo que ella había visto
haciendo al papá de Aria en Hollis. ¿Lo sabía Aria? ¿Era por eso que ella había
estado actuando de manera extraña últimamente? Ella no le había dicho a Ali lo
que estaba pasando pero, ¿Y si le había dicho a una de las otras? Hanna sería
una buena elección—sus padres se habían divorciado el año pasado.
Pero Hanna parecía realmente
sorprendida, por lo que Ali pensó que Aria no le había dicho. Tal vez no
debería decir nada. Una cosa era que Ali hable de un secreto abierto a espaldas
de Aria, pero otra era contarle a Hanna algo que no sabía. Además, hacía que
Ali se sintiera poderosa con saber algo tan terrible sobre la familia de Aria.
- Um, olvídalo. - Murmuró Ali. -
Pero es obvio que no estás bien. ¿Qué está pasando?
Hanna se dejó caer en una silla en
la mesa del comedor. Los adornos habían sido puestos a un lado, y su libro de
historia estaba abierto en el capítulo del que tendrían prueba mañana. Dejó
escapar un suspiro torturado. - Mi padre me envió fotos de las vacaciones de
primavera de él, Kate, e Isabel.
Ali parpadeó, esperando que Hanna
siguiera. Isabel era la nueva novia de su padre, y Kate era su hermosa hija.
Ali las había conocido en Annapolis.
Estaba a punto de preguntarle a
Hanna qué cuál era el gran problema, pero de repente, se acordó de que estaba
siendo la Nueva Ali, la chica que mataba a sus amigas con amabilidad. Kate era
sin duda un punto sensible para Hanna. Aunque rara vez Hanna lo mencionaba, el
Sr. Marin se había ido a Annapolis y le había dado a la madre la custodia de su
hija. Fue sorprendente porque Hanna y su padre siempre solían ser muy unidos
antes de irse. Cantaban canciones de los Beatles en el asiento delantero del
coche cuando compartían el auto, tratando de que las otras chicas se unieran.
No importaba cuántas veces Ali le decía a Hanna que estaba siendo infantil, ellos
todavía hablaban sobre algún tipo de amigo imaginario llamado Cornelius
Maximilian en la cena. Y una vez, cuando el padre de Hanna había llevado a
Hanna y a Ali a la playa, parecía que Hanna quería pasar el rato con él en
lugar de escabullirse hasta el paseo marítimo con Ali para hablar con chicos. Bicho raro.
El Sr. Marin era tan diferente al
padre de Ali, quien se ponía un traje todos los días y se iba a trabajar y
hablaba con su familia durante las comidas pero por lo demás se retiraba a su
oficina. A pesar de que Ali nunca, jamás se lo diría a Hanna, había sentido un
poco de alivio cuando el papá de Hanna se fue. Hanna ya no tenía esa cosa
especial, brillante en su vida que Ali en secreto, en el fondo, envidiaba.
Ahora Hanna estaba preocupada de que
Kate tomara su lugar. Ali se había ofrecido a acompañarla a Annapolis, con la
promesa de que superarían a Kate y la harían sentir pequeña y estúpida. Lo
único fue, que una vez que habían llegado allí, algo en Ali había cambiado.
Kate parecía más bien... agradable,
muy como ella, de hecho. Quizás Hanna tenía que aguantársela. Pero en cambio,
Hanna se la comió—fueron todos los
bocados que Isabel puso para ellas. Ali nunca la había visto comer tan
compulsivamente, y aun así Hanna parecía sorprendida cuando su padre la llamó
“cerdita”. Cuando Ali siguió a Hanna al baño y abrió la puerta, encontró a
Hanna encorvada sobre el inodoro, un cepillo de dientes verde en su mano. Hanna
le había suplicado a Ali que no le dijera a nadie, y hasta el momento, Ali no
lo había hecho.
Ella tocó la mano de Hanna. - Duele
mucho verlos de vacaciones juntos, ¿eh?
Una mirada de asombro pasó sobre
Hanna, seguida de una de gratitud. - Más o menos. - Suspiró ella. - Y, quiero
decir, has visto a Kate.
Ali asintió. – Aunque ella fue muy
agradable, Han.
Hanna parecía dolida. - Tal vez lo
era, no lo sé. Pero Kate llevaba uno de esos bikinis que van arriba de su
trasero. No es como si mi papá me dejaría usar uno de esos a mí.
Tampoco es como si te fueras a ver
bien en uno de esos, Ali pensó, pero no se atrevía a decirlo. Kate era delgada, el
tipo de chica que podría exponer un poco de nalga y conquistar a chicos
salvajemente. Mientras que Hanna no era gorda, no era el tipo de chica que
podría tomar un par de jeans de la tienda y comprarlos sin probárselos. Y ella
estaba dolorosamente consciente de ello—siempre apretando el exceso de carne en
su vientre, siempre mirando a las otras chicas en el vestuario con envidia,
siempre la última en quitarse la camiseta en el club de campo o en la playa.
La mirada de Ali se desvió hacia los
residuos de comida en la mesa de café. - Los atracones no son la solución, Han.
Hanna sacudió la cabeza vigorosamente.-
No. Yo sólo lo hice una vez, Ali. Te
lo juro. Algunas son las sobras de la cena de mi madre anoche.
Ali cruzó los brazos sobre su pecho.
Era una gran mentira—la madre de Hanna era súper delgada, hacía yoga religiosamente,
y seguía la dieta macrobiótica. - Me lo puedes decir, Han. Has pasado por mucho
últimamente. Cassie me hablaba de una amiga que comía por montones—lo hacía
para recuperar el control.
Hanna se dio la vuelta y comenzó a
jugar con su pluma. - Estoy bien, Ali. Yo no tengo un problema.
Ali sintió molestia en su interior.
¿No era lo suficientemente buena como para ser de confiar? Ella sostuvo la
mirada en Hanna, esperando que admitiera la verdad, pero Hanna solo movió los
flecos en sus mocasines. Ali dejó caer la mano. - Bien. - Dijo Ali
enérgicamente. - No tienes ningún problema.
- No le dijiste a nadie acerca de
Annapolis, ¿verdad? - Hanna preguntó de repente.
Una sonrisa misteriosa apareció en
los labios de Ali. Esperó un par de segundos, viendo como el pánico inundaba el
rostro de Hanna. Luego apretó la mano de Hanna fuertemente. - Por supuesto que
no, tontita. Mis labios están sellados—lo prometo.
El teléfono de Ali sonó. Ella rompió
su mirada con Hanna y buscó en su bolso. Número desconocido, decía la
pantalla. Ali frunció el ceño. Ella contestó,
Apretando el
teléfono en su oreja.
Todo lo que podía oír era cómo
alguien respiraba en el otro extremo. - ¿Hola? - Dijo Ali. - ¿Hola?
Hanna bajó la frente, mirando a Ali
cuidadosamente. Ali se dio la vuelta, su corazón acelerando. De pronto, tuvo la
horrible sensación de quién podría ser la persona en el otro extremo.
- ¿Hola? - Dijo una vez más, vagando
por el pasillo. Más respiración. - ¿Eres tú? - Susurró ella, imaginando a su
hermana sentada en uno de esos feos sofás de la Reserva, sonriente en el
teléfono. Pero a los pacientes de la Reserva no se les permite hacer
llamadas telefónicas, ¿verdad? ¿Habían cambiado las reglas? ¿O estaba ella en
una de sus visitas “con chaperón”?
Hubo un poco más de aspiración en el
otro lado, seguido por un click. Ali
se quedó mirando la duración de la llamada en la pantalla hasta que su visión
se nubló.
- ¿Ali?
Ella dio un salto y se dio la
vuelta. Hanna estaba al final del pasillo, con una bolsa de papas fritas
arrugada en sus manos. - ¿Está todo bien? - Preguntó.- ¿Quién era?
Ali se quedó mirando a su teléfono,
preocupada por un breve segundo de que Hanna pudiera saberlo todo. Luego se
enderezó y se apartó el pelo.
- Sólo una estúpida broma telefónica. - Dijo ella
alegremente. - Probablemente algún chico que está enamorado de mí.
- Oh, definitivamente. - Dijo Hanna,
dándole a Ali una rápida sonrisa.
Ali se acercó a la televisión y la
encendió, con ganas de olvidar lo que acababa de suceder. Hanna estaba
demasiado ansiosa para ponerse a su lado, probablemente por querer olvidar sus
problemas también. Pero mientras cambiaban los canales, todo lo que Ali podía
ver era a sí misma tumbada en una cama de la Reserva. Atada, como solían hacer
en el Radley a las niñas que eran demasiado molestas.
Sé lo que estás haciendo, la voz de su
hermana se hizo eco en su mente. Comienza a despedirte.
Capítulo 12 | Capítulo 14
Hola,disculpa, cuando ponen el siguiente capitulo?
ResponderBorrarLa traductora está de vacacione hasta febrero app. Así que una semana más al menos
BorrarSaludos y gracias por la paciencia!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarhola Daniela antes que nada muchas gracias por traducir los libros. me gustaría saber cuando continuara la traducción de este libro??? ojala que sea pronto saludos desde México.
ResponderBorrarEn este momento estoy enfocándome en terminar Crushed, solo me faltan un par de capítulos :)
BorrarSaludos desde Chile, gracias por comentar :)