sábado, 18 de enero de 2014

Ali's Pretty Little Lies - Capítulo 13: Dra. Alison, a su servicio

Traducido por: Guadalupe
Corregido por: Daniela

            Ali se acercó a la puerta principal de Hanna y tocó el timbre. Los compases iniciales de la 5ta Sinfonía de Beethoven sonó, luego todo estuvo en silencio. Sin embargo, Ali sabía que Hanna estaba en casa. Ella le había enviado un mensaje a Ali hace pocos minutos.

            Ali se dio vuelta y miró al enorme patio delantero elegantemente cuidado de Hanna. A Ali siempre le había gustado la casa de Hanna más que las otras, ya que se ubicaba en una calle apartada, en la cima del monte Kale, que estaba justo fuera de Rosewood. Era muy boscosa y no tenía la sensación suburbana de todo-el-mundo-en-los-asuntos-de-todo-el-mundo que el barrio de Ali u otros barrios de Rosewood tenían. A menudo, cuando ella dormía aquí, veía ciervos en el césped delante de la casa de Hanna en la mañana, y era lo suficientemente oscuro arriba en la montaña por lo que se podían ver un montón de estrellas en la noche.

            Hanna abrió la puerta. Su cabello castaño estaba despeinado alrededor de su rostro, sus ojos eran de color rojo detrás de sus gafas, y había migas naranja brillante de Doritos en su camisa. Ali miró detrás de ella y vio un montón de envoltorios en la mesa de café. Ho Hos. Twinkies. Había una bolsa de palomitas de queso vacía en el suelo. Un único pastel estaba en un plato, bañado en una piscina de crema.

            Ali miró fijamente a esas migas. Durante mucho tiempo, se había preguntado por qué Hanna comía de la forma en que lo hacía, metiéndose grandes porciones de Doritos en la boca como si Frito-Lay hubiera anunciado que no iban a hacerlos más. Ella lideraba entre sus amigas a la hora de burlarse de ella—No es una carrera, Hanna y Cuidado, tus dientes se volverán naranja. Sin embargo eso era antes de ir a Annapolis hace unos meses, y ella vio lo que Hanna hizo con el cepillo de dientes de Kate.

            - Hey - Dijo Hanna inexpresivamente, dejando que Ali entrara y tocando las teclas de la alarma antirrobo, la cual sonaba. Cuando la madre de Hanna no estaba en casa—lo cual era siempre, ya que ella trabajaba en un puesto de trabajo de alto poder en la ciudad—ella hacía que Hanna mantuviera la alarma puesta en todo momento.

            - ¿Qué sucede? - Preguntó Ali.

            - Nada. - Dijo Hanna, evitando la mirada de Ali. Entonces ella miró la taza de café de Doberman en sus manos, su expresión con un toque de dolor y tristeza. Su padre solía utilizar esa taza, pero el Sr. Marín se había mudado hace meses.

            - ¿Hablaste con Aria? - Preguntó Ali.

            - No... – La cabeza de Hanna se levantó. - ¿Por qué? ¿Pasa algo con ella?

            Ali se pasó la lengua por los dientes. Todo lo que podía pensar desde que ocurrió, era lo que ella había visto haciendo al papá de Aria en Hollis. ¿Lo sabía Aria? ¿Era por eso que ella había estado actuando de manera extraña últimamente? Ella no le había dicho a Ali lo que estaba pasando pero, ¿Y si le había dicho a una de las otras? Hanna sería una buena elección—sus padres se habían divorciado el año pasado.

            Pero Hanna parecía realmente sorprendida, por lo que Ali pensó que Aria no le había dicho. Tal vez no debería decir nada. Una cosa era que Ali hable de un secreto abierto a espaldas de Aria, pero otra era contarle a Hanna algo que no sabía. Además, hacía que Ali se sintiera poderosa con saber algo tan terrible sobre la familia de Aria.

            - Um, olvídalo. - Murmuró Ali. - Pero es obvio que no estás bien. ¿Qué está pasando?

            Hanna se dejó caer en una silla en la mesa del comedor. Los adornos habían sido puestos a un lado, y su libro de historia estaba abierto en el capítulo del que tendrían prueba mañana. Dejó escapar un suspiro torturado. - Mi padre me envió fotos de las vacaciones de primavera de él, Kate, e Isabel.

            Ali parpadeó, esperando que Hanna siguiera. Isabel era la nueva novia de su padre, y Kate era su hermosa hija. Ali las había conocido en Annapolis.

            Estaba a punto de preguntarle a Hanna qué cuál era el gran problema, pero de repente, se acordó de que estaba siendo la Nueva Ali, la chica que mataba a sus amigas con amabilidad. Kate era sin duda un punto sensible para Hanna. Aunque rara vez Hanna lo mencionaba, el Sr. Marin se había ido a Annapolis y le había dado a la madre la custodia de su hija. Fue sorprendente porque Hanna y su padre siempre solían ser muy unidos antes de irse. Cantaban canciones de los Beatles en el asiento delantero del coche cuando compartían el auto, tratando de que las otras chicas se unieran. No importaba cuántas veces Ali le decía a Hanna que estaba siendo infantil, ellos todavía hablaban sobre algún tipo de amigo imaginario llamado Cornelius Maximilian en la cena. Y una vez, cuando el padre de Hanna había llevado a Hanna y a Ali a la playa, parecía que Hanna quería pasar el rato con él en lugar de escabullirse hasta el paseo marítimo con Ali para hablar con chicos. Bicho raro.

            El Sr. Marin era tan diferente al padre de Ali, quien se ponía un traje todos los días y se iba a trabajar y hablaba con su familia durante las comidas pero por lo demás se retiraba a su oficina. A pesar de que Ali nunca, jamás se lo diría a Hanna, había sentido un poco de alivio cuando el papá de Hanna se fue. Hanna ya no tenía esa cosa especial, brillante en su vida que Ali en secreto, en el fondo, envidiaba.

            Ahora Hanna estaba preocupada de que Kate tomara su lugar. Ali se había ofrecido a acompañarla a Annapolis, con la promesa de que superarían a Kate y la harían sentir pequeña y estúpida. Lo único fue, que una vez que habían llegado allí, algo en Ali había cambiado. Kate parecía más bien... agradable, muy como ella, de hecho. Quizás Hanna tenía que aguantársela. Pero en cambio, Hanna se la comió—fueron todos los bocados que Isabel puso para ellas. Ali nunca la había visto comer tan compulsivamente, y aun así Hanna parecía sorprendida cuando su padre la llamó “cerdita”. Cuando Ali siguió a Hanna al baño y abrió la puerta, encontró a Hanna encorvada sobre el inodoro, un cepillo de dientes verde en su mano. Hanna le había suplicado a Ali que no le dijera a nadie, y hasta el momento, Ali no lo había hecho.

            Ella tocó la mano de Hanna. - Duele mucho verlos de vacaciones juntos, ¿eh?

            Una mirada de asombro pasó sobre Hanna, seguida de una de gratitud. - Más o menos. - Suspiró ella. - Y, quiero decir, has visto a Kate.

            Ali asintió. – Aunque ella fue muy agradable, Han.

            Hanna parecía dolida. - Tal vez lo era, no lo sé. Pero Kate llevaba uno de esos bikinis que van arriba de su trasero. No es como si mi papá me dejaría usar uno de esos a mí.

            Tampoco es como si te fueras a ver bien en uno de esos, Ali pensó, pero no se atrevía a decirlo. Kate era delgada, el tipo de chica que podría exponer un poco de nalga y conquistar a chicos salvajemente. Mientras que Hanna no era gorda, no era el tipo de chica que podría tomar un par de jeans de la tienda y comprarlos sin probárselos. Y ella estaba dolorosamente consciente de ello—siempre apretando el exceso de carne en su vientre, siempre mirando a las otras chicas en el vestuario con envidia, siempre la última en quitarse la camiseta en el club de campo o en la playa.

            La mirada de Ali se desvió hacia los residuos de comida en la mesa de café. - Los atracones no son la solución, Han.

            Hanna sacudió la cabeza vigorosamente.- No. Yo sólo lo hice una vez, Ali. Te lo juro. Algunas son las sobras de la cena de mi madre anoche.

            Ali cruzó los brazos sobre su pecho. Era una gran mentira—la madre de Hanna era súper delgada, hacía yoga religiosamente, y seguía la dieta macrobiótica. - Me lo puedes decir, Han. Has pasado por mucho últimamente. Cassie me hablaba de una amiga que comía por montones—lo hacía para recuperar el control.

            Hanna se dio la vuelta y comenzó a jugar con su pluma. - Estoy bien, Ali. Yo no tengo un problema.

            Ali sintió molestia en su interior. ¿No era lo suficientemente buena como para ser de confiar? Ella sostuvo la mirada en Hanna, esperando que admitiera la verdad, pero Hanna solo movió los flecos en sus mocasines. Ali dejó caer la mano. - Bien. - Dijo Ali enérgicamente. - No tienes ningún problema.

            - No le dijiste a nadie acerca de Annapolis, ¿verdad? - Hanna preguntó de repente.

            Una sonrisa misteriosa apareció en los labios de Ali. Esperó un par de segundos, viendo como el pánico inundaba el rostro de Hanna. Luego apretó la mano de Hanna fuertemente. - Por supuesto que no, tontita. Mis labios están sellados—lo prometo.

            El teléfono de Ali sonó. Ella rompió su mirada con Hanna y buscó en su bolso. Número desconocido, decía la pantalla. Ali frunció el ceño. Ella contestó,
Apretando el teléfono en su oreja.

            Todo lo que podía oír era cómo alguien respiraba en el otro extremo. - ¿Hola?  - Dijo Ali. - ¿Hola?

            Hanna bajó la frente, mirando a Ali cuidadosamente. Ali se dio la vuelta, su corazón acelerando. De pronto, tuvo la horrible sensación de quién podría ser la persona en el otro extremo.

            - ¿Hola? - Dijo una vez más, vagando por el pasillo. Más respiración. - ¿Eres tú? - Susurró ella, imaginando a su hermana sentada en uno de esos feos sofás de la Reserva, sonriente en el teléfono. Pero a los pacientes de la Reserva no se les permite hacer llamadas telefónicas, ¿verdad? ¿Habían cambiado las reglas? ¿O estaba ella en una de sus visitas “con chaperón”?

            Hubo un poco más de aspiración en el otro lado, seguido por un click. Ali se quedó mirando la duración de la llamada en la pantalla hasta que su visión se nubló.

            - ¿Ali?

            Ella dio un salto y se dio la vuelta. Hanna estaba al final del pasillo, con una bolsa de papas fritas arrugada en sus manos. - ¿Está todo bien? - Preguntó.-  ¿Quién era?

            Ali se quedó mirando a su teléfono, preocupada por un breve segundo de que Hanna pudiera saberlo todo. Luego se enderezó y se apartó el pelo. - Sólo una estúpida broma telefónica. - Dijo ella alegremente. - Probablemente algún chico que está enamorado de mí.

            - Oh, definitivamente. - Dijo Hanna, dándole a Ali una rápida sonrisa.

            Ali se acercó a la televisión y la encendió, con ganas de olvidar lo que acababa de suceder. Hanna estaba demasiado ansiosa para ponerse a su lado, probablemente por querer olvidar sus problemas también. Pero mientras cambiaban los canales, todo lo que Ali podía ver era a sí misma tumbada en una cama de la Reserva. Atada, como solían hacer en el Radley a las niñas que eran demasiado molestas.

            Sé lo que estás haciendo, la voz de su hermana se hizo eco en su mente. Comienza a despedirte.

Capítulo 12 | Capítulo 14

5 comentarios:

  1. Hola,disculpa, cuando ponen el siguiente capitulo?

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    1. La traductora está de vacacione hasta febrero app. Así que una semana más al menos

      Saludos y gracias por la paciencia!

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. hola Daniela antes que nada muchas gracias por traducir los libros. me gustaría saber cuando continuara la traducción de este libro??? ojala que sea pronto saludos desde México.

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    1. En este momento estoy enfocándome en terminar Crushed, solo me faltan un par de capítulos :)

      Saludos desde Chile, gracias por comentar :)

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