Traducido por: Guadalupe
Corregido por: Daniela
El domingo por la mañana, Ali, Jason, y
los padres de la familia DiLaurentis pasaron por un letrero familiar que
señalaba a una calle apartada bordeada por árboles altos y gruesos. LA RESERVA
DE ADDISON-STEVENS, decían las letras del cartel. El Sr. DiLaurentis puso el
intermitente y condujo por el camino.
- Esos árboles blancos son extraños. - Ali
gruñó, mirando por la ventana a los abedules en el bosque, sus ramas albinas se
torcían y se rizaban por encima de la carretera. - Me recuerdan a la gente de
este lugar.
Su madre le frunció el ceño por el espejo
retrovisor, pero Ali fingió no darse cuenta, agregando una capa extra de
esmalte de uñas. Su madre odiaba el olor, pero Ali quería castigarla. Esta
mañana, después de despertarse y ducharse, su madre había entrado en su
habitación sin llamar y se sentó en su cama. - Visitarás a tu hermana hoy en el
hospital.
- No, no iré. - Ali hubiera querido
lágrimas en sus ojos. - Es muy duro para mí, mamá. Tengo pesadillas cada vez
que voy allí.
Por alguna razón, el papel de pobrecita no
estaba funcionando. - Si no vienes, no podrás ir a la fiesta de pijamas de
final de séptimo grado con tus amigas - La señora DiLaurentis proclamó.
La boca de Ali se abrió. - ¡Tú no puedes
decirme lo que puedo o no puedo hacer!
La Sra. DiLaurentis se levantó. - Soy tu
madre, por supuesto que puedo. - Dijo con severidad. - Ella es tu hermana,
Alison. Yo sé que ustedes dos tienen mala historia, pero tienen que superarlo y
tratar de tener un poco de simpatía. ¿Pensaste en el terapeuta del que te
hablé?
Ali se había tirado sobre la cama y se
había cubierto la cabeza con una almohada. Su madre mencionaba a un terapeuta
local de vez en cuando, diciendo que podría ayudarla a lidiar con los problemas
de su hermana gemela. Pero lo que su madre no sabía era que ella había estado
con terapeutas durante años—y ellos nunca habían sido capaces de resolver ese
problema.
Ahora estaba presa en el coche. Cuanto más
se acercaban al hospital, más apretado estaba el nudo en su estómago. Mientras
su padre continuaba por el camino, el teléfono de Ali sonó. Ella pensó que
podría ser un mensaje de Nick—ellos se habían enviado mensajes durante toda la
mañana, y estaba segura de que estaba así de cerca de invitarla a salir.
Pero era de Emily. Siento lo de anoche. ¿Dónde estás? ¿Podemos hablar ahora?
Ali miró el edificio en la distancia. El
hospital era una mansión blanca grande con columnas impresionantes, más
parecido a la casa de alguien que a una institución mental. Una enfermera y un
paciente estaban cojeando por el camino. Otro paciente estaba sentado en un
banco, solo mirando fijamente. Una ambulancia estaba aparcada en un
camino lateral, a la espera de un desastre.
No se puede en este momento, ella escribió, luego
apagó su teléfono. Ella había empezado a entender por qué sus padres
mantuvieron la segunda gemela en secreto todos estos años: Definitivamente
había un estigma al tener una hija o una hermana en un loquero. La gente podría
asumir que los DiLaurentis eran malos padres por haberla puesto allí. O tal vez
asumirían que el resto de la familia estaba loca también.
Su corazón latía muy rápido cuando se
detuvieron a la puerta de la guardia y dieron su nombre a un hombre vestido de
color caqui con un walkie-talkie. Rodearon el camino de entrada y pasaron las
esculturas de arbustos obsesivamente cuidados y los pacientes de ojos vidriosos
en el césped. Por un momento, Ali creyó reconocer a uno de ellos de Radley, una
chica que solía gritar en su cama durante horas y horas, pero no podía estar
segura.
Estacionaron en la parte de los
visitantes, y se bajaron. Ali iba a más lento tras su hermano y sus padres,
mirando los nombres en las placas de los pacientes que habían muerto que
colocaban al lado de los árboles y bancos. NELLY PETERSON. THOMAS RYDER. GRACE
HARTLEY. Esa era otra cosa que la gente decía acerca de La Reserva: La tasa de
suicidios era preocupantemente alta. La gente debe haber pensado que la muerte
era una mejor opción que estar atrapado allí.
El vestíbulo tenía suelos de mármol, una
gran fuente en el centro, y sofás blancos modernos. Después de dar sus nombres
a una recepcionista que usaba bata de laboratorio, se les dejo entrar en la
sala de pacientes, que estaba notablemente más desgastado y antigua que el
vestíbulo o el exterior. Entraron en la sala de esparcimiento, que era grande y
luminosa, con varios ventanales, sofás raídos puestos contra las paredes, y una
vieja TV parpadeando reproduciendo una película que Ali no reconocía. La
habitación olía a limpiador antiséptico y macarrones con queso. Una enfermera
que escuchaba sus auriculares se sentó detrás de una ventana en la esquina. Una
mujer que Ali estaba casi segura era una psiquiatra estaba hablando con una
chica abatida de pelo rubio platinado junto a una estantería llena de juegos de
mesa.
Luego la puerta se abrió y una chica
familiar entró a la habitación.
Ali contuvo el aliento. El pelo rubio de
su hermana estaba seco y rizado a la perfección. Su piel lucía impecable, a
pesar de la comida asquerosa del hospital no había duda de que sí comía, y sus pechos
todavía eran un poco más grandes y la cintura un poco más pequeña que la de
Ali. Pendientes de oro colgaban de sus orejas, y llevaba brillo labial rosa.
- Hola a todos. - Su hermana gemela dijo
agradablemente, dando a sus padres un beso en la mejilla y apretando el brazo
de Jason. Sólo cuando se volvió hacia Ali su expresión cambió un poco. Furia
ardía detrás de sus ojos.
Todos se sentaron en uno de los sofás de
tela escocesa cerca de la TV. La Sra. DiLaurentis se paseó para conseguir Coca
Colas de la máquina expendedora para todos. Le mostró a sus hijas las botellas
de coca-cola light, luciendo orgullosa de sí misma. - Me imaginé que ustedes
chicas no querían azúcar de verdad.
Ali arrugó la nariz. - Tampoco no bebo
Coca-Cola Light. Nadie en la escuela lo hace.
La Sra. DiLaurentis parecía avergonzada. -
Pero te compré una caja entera el mes pasado.
- Pero eso era antes de leer que el azúcar
falso te engorda de la misma forma. - Ali alejó la botella. - Hice que todos en
la escuela tomen Vitaminwater en su lugar.
“Courtney” resopló. - Es divertido ser una
creadora de tendencias, ¿no es así, Ali?
Ali se encogió. No hace mucho tiempo,
no eras la chica que marcaba tendencias, su hermana estaba diciendo en
realidad. No eras nada. - Por supuesto que lo es. - Dijo con confianza.
- Además, creo que es mucho más saludable.
De repente, la chica abatida que había
estado hablando con el terapeuta en la esquina saltó al sofá y engulló a la
hermana de Ali en un enorme abrazo. - ¡C! - Ella gritó.
- Hey, I. – “Courtney” dijo, enlazando su
brazo alrededor del hombro de la chica. – Todos, esta es Iris, mi compañera de
cuarto. E Iris, este es Jason, mamá, papá, y mi hermana. - Miró directamente a
Ali. - Alison.
Iris giró sus ojos azul-hielo a Ali. - Así
que tú eres la famosa Alison. He oído hablar mucho de ti.
Ali le dio a Iris una sonrisa tan de perra
como la suya. - No creas todo lo que escuches. Yo no soy ni cerca de lo
maravillosa que dice Courtney.
- Oh, y Courtney dice que eres
maravillosa. - Iris no parpadeó. - Pero ella es bastante impresionante también.
Nos divertimos mucho aquí. El martes es nuestro día de spa, ¿no es así, C? ¡Y
el jueves es el día de yoga!
- ¡Qué bueno! - La señora DiLaurentis
aplaudió.
Ali miró con los ojos entrecerrados. -
¿Tienen un spa aquí? ¿Y yoga? - El Radley no tenía ninguna de esas.
- Ahá. - La sonrisa de Iris mostró todos
sus dientes. - Estás celosa, ¿verdad? Apuesto a que quieres estar aquí,
también.
Ali se estremeció, un escalofrío le
recorrió la espalda. Su hermana le había dicho todo a esta chica. E Iris le
creyó claramente.
Iris se puso de pie. - Bueno, voy a dejar
que ustedes se pongan al día. - Ella saludó con la mano a la familia y salió,
sus jeans colgando bajo sus caderas delgadas.
La Sra. DiLaurentis puso su Coca-Cola en
la mesa de café. - Ella parece... agradable.
- Ella es un esqueleto. - Jason murmuró.
- Ella es genial. – “Courtney"
jugueteó con sus pendientes. - Ella está aquí por un trastorno alimenticio.
Pero supongo que lo está haciendo mucho mejor—se irá el Miércoles. Quién sabe
con quién me van a hacer compartir el cuarto. También me gustaba mi compañera
de cuarto anterior—su nombre era Tabitha. Pero siento que no puedo tener suerte
tres veces.
- Entonces, ¿cómo van tus clases? -
Preguntó el Sr. DiLaurentis. Todos en La Reserva tenían un profesor particular
que les seguía el ritmo del nivel de su grado.
- Van muy bien. – “Courtney” respondió con
entusiasmo. - Definitivamente tendré una A en inglés. Geometría también. No
estoy tan segura en historia y ciencia. - Su rostro se iluminó. - Pero he
tenido mucha ayuda. Un amigo mío, Tripp, me instruyó. Él es increíble.
La Sra. DiLaurentis intercambió una mirada
de sorpresa con su marido, que parecía igual de anonadado. - ¡Eso es tan
bonito! – Gorjeó. - ¿Está Tripp aquí?
"Courtney" negó con la cabeza. –
Estaba. Pero fue transferido a otra parte. - Pasó el dedo en una ranura de la
mesa. - Es un fastidio, pero nos hemos estado enviando muchos correos
electrónicos.
Su voz se apagó y miró a su regazo. Los
DiLaurentis intercambiaron una mirada cargada que Ali no pudo descifrar. - Pareces
mucho más feliz. - Dijo la señora DiLaurentis.
- Me he sentido bastante bien. - Dijo
Courtney. - Supongo que son los nuevos medicamentos que me han prescrito.
- Y tus enfermeras dijeron que has sido
muy cooperativa. - Agregó el Sr. DiLaurentis.
- Han sido buenos conmigo, - “Courtney”
dijo. - Todos trabajan muy duro.
Ali giró la cabeza y rodó los ojos. ¿Por
qué estaba siendo dulce como un pastel? ¿Y por qué su gemela estaba actuando de
manera tan normal? Por lo general, cuando venían aquí,
"Courtney" era combativa y estaba enojada, apenas hablaba con alguno
de ellos.
- De hecho, he estado haciéndolo tan bien
que me han dado permiso para salir del campus de vez en cuando, - “Courtney”
agregó.
Ali se estremeció. - ¿Sola?
- No. - Su hermana sonrió dulcemente. -
Con un chaperón.
- Dios. - La Sra. DiLaurentis sonrió. -
Debes estar mejorando.
Ali sacó un hilo suelto del sofá tapizado
en el que estaban sentados tan vigorosamente que toda una hilera de puntos se
salió con sus manos. ¿Qué lunáticos permitían que su hermana saliera del
campus? ¿No se dan cuenta de lo que ella era capaz de hacer?
Después de un rato, una enfermera tocó a
la señora DiLaurentis en el hombro para decirle que la sesión de grupo de
Courtney comenzaría pronto. Todos la abrazaron, Ali apretando los dientes
mientras envolvía con sus brazos alrededor de los hombros de su hermana. Luego
su gemela desapareció del cuarto de esparcimiento, con un salto extraño en sus
pasos.
Ali se excusó para ir al baño—ella se
sentía mareada y necesitaba unos segundos para sí misma. Ella empujó la puerta
del cuarto de baño de los visitantes, en el pasillo, arrugando la nariz ante el
olor acre de blanqueador y el anillo de óxido en uno de los lavabos. Entonces
la puerta se abrió de nuevo, y dos chicas entraron. Una de ellas era Iris. Otra
era su gemela.
- ¿H-hola? - Ali tartamudeó. - ¿No tienes
terapia de grupo?
- Oh, no te preocupes por eso, hermanita.
- "Courtney" se burló, mirando a Iris. Su compañera de cuarto se
dirigió a la puerta y se quedó de guardia en frente de esta, con los brazos
flacos cruzados sobre el pecho.
El corazón de Ali comenzó a latir con
fuerza. Ella miró hacia la puerta Iris estaba custodiando. - Mamá va a
buscarme pronto
.
- Oh, esto no tomará mucho tiempo. –
“Courtney” sonrió, acercándose.
Ali se estremeció. Todo tipo de escenarios
horribles pasaron por su mente. Ella vio a su hermana tirándose encima de ella
en la cama cuando tenían siete años, obligándola a hacer lo que sea que le
pidiera. Si no lo haces, lo lamentarás. Se imaginó a su hermana
empujándola en un armario y atando sus muñecas con una cuerda elástica. Ella se
acordó de ella rompiendo la cabeza de su preciosa muñeca, lo único que su
abuela le había regalado. Y entonces se vio a sí misma, tacleando a su
hermana contra el suelo, con los ojos de su hermana llenos de alegría a la vez
que gritaba pidiendo ayuda. Su gemela la había manejado una y otra vez y otra
vez.
- Sólo quiero decirte algo, ¿de acuerdo? -
La hermana de Ali se paró tan cerca de Ali que podía ver los poros de sus
mejillas, el barrido brillante de la sombra de ojos en los párpados. - Sé lo
que has estado haciendo. Y muy pronto, vas a caer.
Se sentía como si acabara de correr un
escalofrío en el pecho de Ali. - Por favor no me encierres de nuevo. - Dijo
bruscamente, alejándose de la cara de su hermana. Entonces ella abrió la boca,
dándose cuenta de lo que acababa de admitir. Después del cambio, ella juró
nunca, jamás revelar lo que había ocurrido a nadie, ni siquiera a la niña cuya
identidad había robado.
"Courtney" sonrió
maliciosamente, también notando lo que había dicho. Ella se agachó y agarró el
dedo de Ali, tocando el anillo de plata con la A rizada en el centro. - Tu
tiempo se está acabando, Ali. - Se burló, dejando caer el dedo de Ali
una vez más y pasando junto a ella hacia la salida.- Comienza a
despedirte.
QUE BUEN CAPITULO POR DIOS!!HACE MUCHO ESPERABA QUE SUBAS MAS!NO TARDES PORFA! SOS UNA GENIA
ResponderBorrarlo siento pero los siguientes tardarán algo porque estos días estoy muy ocupada :(
BorrarPero no te preocupes que no me detendré ;)
Saludos! :)
me encanto este capitulo, ya es uno de mis favoritos aunque speraba una "courtney" mas amenazante, pero ademas de eso lo ame
ResponderBorrarEn este libro en general se aprecia que Courtney era más inocente que Ali :O yo tambien pensé que COurtney sería más malvada
BorrarSaludos!
me encanto este capitulo, ya es uno de mis favoritos, me hubiera gustado mas que courtney hubiera sido mas amenazante, pero igual lo ame
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