Traducido por: Guadalupe
Corregido por: Daniela
- ¡Te ves bien, Alison! -Mark
Hadley, un estudiante de octavo grado, le dijo a Ali en la pista esa misma
tarde.
- ¿Puedo correr contigo? - Brian Díaz
gritó luego.
Ali les dirigió una brillante sonrisa por
encima del hombro, pero no se detuvo. Las líneas rojas de la pista se veían
borrosas. Ella bombeaba sus brazos con fuerza, movía sus piernas, y pasaba
junto a las gradas, tratando de aclarar sus pensamientos. Esta era su quinta
vuelta, y ella había decidido correr el tiempo que se tardara en borrar el
recuerdo de lo que acababa de suceder en el hospital de su mente. Sólo había un
problema: La imagen de la cara burlona de su hermana seguía estancada en su
mente.
Había pensado en decirle a sus padres lo
que su hermana le había dicho en el baño, pero decidió no hacerlo. La Sra.
DiLaurentis iría con la verdadera Ali para preguntarle la verdad. A pesar de
que la verdadera Ali había afirmado que soy Alison, soy Alison una y
otra vez, ¿Y si La Reserva tenía cámaras de seguridad? Ali había dicho
descaradamente Por favor, no me encierres de nuevo. ¿Había sellado su
perdición? ¿Y si su hermana iba a observarla cuando saliera del campus?
¿Realmente tenía un chaperón? ¿Qué tan estricta era La Reserva, de todos modos?
Sólo había estado en una otra ocasión a
solas con su hermana desde que se había convertido en Ali. Había sido a
principios de sexto grado, no mucho tiempo después de ocurrido cambio—su hermana había vuelto a casa un fin de
semana. Al parecer, la chica que todos pensaban era Courtney estaba pasando por
un mal rato por la transición a La Reserva; los médicos pensaron que algún
tiempo fuera podría hacerle bien.
Ali se había estresado un montón por la
visita. Todos estarían presos en la casa mientras su hermana estuviera en casa— sus padres todavía la mantenían en
secreto—y ella no sabía cómo
explicarle a sus amigas por qué se iba a alejar de ellas el fin de semana. No
podía decir que saldrían de la ciudad—Spencer vería su auto en la entrada y las luces encendiéndose y apagándose
en la casa. Al final, ella dijo que estaba enferma y era muy contagioso.
Pero el estrés no terminó ahí. Tan pronto
como su hermana entró en la casa, Ali la miraba como un halcón. Ella incluso había
dormido en el estudio para asegurarse de que su hermana no saliera de noche y
había cerrado la puerta de su habitación con llave para asegurarse de que su
hermana no entrara y mirara sus cosas. El primer día, el plan funcionó bastante
bien: Ali logró mantener a su hermana en el interior y contenida. Pero el
segundo día, cuando Ali le había dado la espalda, su hermana desapareció. Para
su horror, la encontró de pie en el patio delantero. Una segunda chica levantó
la vista al oír el portazo, con los ojos muy abiertos. Era Jenna Cavanaugh. Y
fue entonces cuando Ali recordó: Jenna había conocido a las dos gemelas hace
años, durante otra visita a casa—jugaron con Barbies en el patio trasero toda una tarde. Ella era la única
chica en Rosewood que sabía que había dos de ellas.
Una sonrisa desagradable se había
extendido por el rostro de su hermana. - Estaba hablando con Jenna, Courtney.
- Dijo ella. - Le estaba contando todo sobre quién eres realmente.
Los ojos de Jenna habían mirado de una
gemela a la otra. Puntos negros aparecieron ante los ojos de Ali. Ella agarró
la mano de su hermana y la arrastró de vuelta hacia el interior.
Sus padres estaban en la cocina. Ali les
dijo que su hermana estaba hablando con los vecinos. - Yo sólo les estaba
diciendo la verdad. – “Courtney" gritó. - ¡Le dije que yo era la verdadera
Alison y que estaba como una prisionera!
Una vena de la señora DiLaurentis
palpitaba en su frente, y envió a Courtney de vuelta a la Reserva antes de lo
planeado. Era obvio que sus padres no le creyeron, pero si tuvieran pruebas—como Ali diciendo Por favor no me
encierres otra vez—Podrían cambiar de
opinión. Ali no podía volver allí—ella no podía. Trató de imaginar esas frías y desnudas camas antisépticas;
esa sala común sin alegría; las enfermeras en sus batas repartiendo pastillas.
Un año en el Radley, su familia no la había visitado en Navidad, hicieron un
viaje a Colorado en su lugar. La celebración del hospital había involucrado un
patético árbol de plástico, villancicos que nadie cantaba junto al piano
desafinado, y pavo con salsa grumosa asquerosa. Ali estaba segura de que todas
las chicas en el piso se habían ido a dormir llorando en su almohada.
Ahora Ali pasaba corriendo junto a la parte
posterior de la pista, que bordeaba los campos de fútbol. En la estrecha franja
de césped que separaba los dos campos había pequeños bloques de hormigón contra
el suelo. Cada uno estaba marcado con un año y las palabras Cápsula del
Tiempo.
Eran del juego que Rosewood Day jugaba
cada año. Ali pensó en el trozo de la Cápsula del Tiempo que había quitado a su
hermana gemela. Después de que descubrió lo que ella hizo, Jason se escapó con
el trozo y nunca lo devolvió—Ali no tenía idea de qué
pasó con ella. Pero eso a penas importaba—había utilizado el trozo perdido para ganarse la compasión de sus amigas.
Se limpió el sudor de la frente. Si no
hubiera sido por ese pedazo de bandera, ¿Siquiera estaría aquí en este momento?
se preguntó. Tal vez su destino era una coincidencia, tan precario como eso.
Tal vez podría cambiar en un segundo una vez más.
Lágrimas inesperadas brotaron de sus ojos.
Se sentía como si todas las bolas del delicado acto de malabarismo que estaba
desempeñando habían estrellado contra el suelo. No sólo por lo que había pasado
con su hermana, sino que todo lo que pasaba con sus amigas también. ¿Por qué
estaban ocultándole tantos secretos? ¿Es que ella no les agradaba más? ¿Es que
ya no querían ser parte de su grupo? ¿Se habían olvidado de lo mucho que había
hecho por ellas? ¿Y a qué se había referido su hermana con Sé lo que has
estado haciendo? ¿Y si ella podía ver a sus amigas desafiándola, ver
lo mucho que lo había arruinado?
Ali pasó las gradas una vez más, sin
siquiera darse cuenta de que había hecho una vuelta más y luego, de repente,
sintió que el suelo se salió de debajo de ella. En un segundo, estaba tirada en
la pista, con la mejilla golpeando duramente el pavimento.
- ¿Estás bien? - Dijo Mark Hadley, de pie
sobre ella.
- Estoy bien. – Ali trató de reírse de
ello mientras se levantaba.
Una lágrima rodó por su mejilla, pero ella
rápidamente la secó y siguió el resto de su camino. Alison DiLaurentis no
lloraba. Alison DiLaurentis no se enloquecía por su hermana perdedora, ni ella
se estresaba, preocupaba o temía por su popularidad. Era por eso que era la
chica más popular de la escuela—porque sabía que se lo
merecía. Su hermana estaba sólo socavando, como siempre lo hacía. Y en cuanto a
sus amigas, tal vez sólo necesitaba recordarles lo especial e increíble que
ella era, lo don nadies que serían sin ella. Ella las mataría de amabilidad,
deslumbradoras con la magia chispeante que las unió en primer lugar. Sería
fácil, la verdad. Ella ya sabía lo que todas querían. Ella podía chasquear los
dedos, y estaría hecho, así como así.
¿Cierto?
Capítulo 8 | Capítulo 10
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