Traducido por: Daniela
Corregido por: Frío / Ade Rubiah
Al día siguiente, el transfer se
estacionó en la entrada del auto de Emily, y el simpático conductor, quien
había hablado a Emily todo el viaje sobre que su hijo de dieciséis años sería perfecto
para ella, caminó a la parte de atrás para tomar los bolsos de Emily.
Parece que no hay nadie en casa – Miró
hacia la casa colonial azul de los Fields. Las ventanas estaban oscuras, las
persianas bajadas, y habían hierbas y ramas tiradas por el viento en todo el
pórtico.
Emily se encogió de hombros. Su papá le
había enviado un conciso mensaje poco antes de aterrizar en el aeropuerto
Newark diciendo que no podía ir a recogerla y que había contratado un transfer.
Él no le dio una excusa, y Emily se preguntó si esto era sólo porque él no
quería estar atrapado en el auto con ella por dos tortuosas horas.
Aparentemente, él no simpatizaba con el hecho de que tuvo que escapar del barco
en un bote salvavidas.
Le dio al conductor el último billete
de veinte dólares en su billetera como propina, luego marcó el código del
garaje y vio lentamente abrirse la puerta. Como era de esperar, los autos de
ambos padres estaban estacionados tranquilamente en el garaje. Caminó junto a
ellos y abrió la puerta lateral de la casa.
El familiar aroma de su casa, una
mezcla de popurrí ligeramente añejo, blanqueador, y la colonia de almizcle que
su papá siempre usaba, hicieron que su garganta se apriete. Por unas pocas
horas, había pensado que nunca tendría que volver aquí. Y luego de todo lo que
había ocurrido, no tuvo tiempo para prepararse para volver a esta vida.
A la vez, sus piernas no se movían. No
podía soportar otra mirada de reojo de sus padres, otro suspiro pesado. No
podía tolerar el pesado silencio de decepción, la puerta del dormitorio de su
madre cerrada, esas terribles cenas con su padre donde ninguno de ellos
hablaba. Y solo se pondría peor una vez que ella y sus amigas confesaran.
Se paró en el cuarto de lavandería, una
mano sobre la lavadora. Quizás se daría vuelta, caminaría por la puerta, y se
quedaría en un hotel por la noche. Iban a llamar a la policía
mañana—probablemente estaría en custodia en menos de veinticuatro horas. ¿Por
qué no pasar las últimas horas en libertad en algún lugar pacífico y
relativamente calmado? ¿Por qué torturarse a sí misma estando cerca de gente
que la odiaba?
Tragando saliva, comenzó a darse
vuelta. Pero luego oyó una aguda, voz de cascarón llamando desde la sala de
estar. - ¿Emily? ¿Eres tú?
Se congeló. Era su mamá.
- ¿Emily? – La Sra. Fields llamó otra
vez.
Luego hubo pasos. La Sra. Fields
apareció en la puerta del living, usando un sweater rosado y jeans. Su cabello
se veía lavado. Su cara tenía maquillaje. Y—aún más bizarro—estaba mirando a
Emily con una débil sonrisa en la cara.
Emily cautelosamente se tocó sus
mejillas, preguntándose si estaba soñando. – Uh, ¿hola?
- Hola cariño – La Sra. Fields miró sus
bolsos. - ¿Quieres que te ayude?
Emily parpadeó. Eran las primeras
palabras que su mamá le decía en más de dos semanas. – No estaba segura si me
querías en casa – chilló, sorprendiéndose a sí misma.
La Sra. Fields juntó sus labios. Sus
hombros subieron y bajaron, y por un breve segundo, Emily vio decepción
formándose en las líneas de la cara de su madre y en las bolsas bajo sus ojos. Aquí
viene, pensó. Su madre iba a ponerse a llorar y a desaparecer otra vez.
Pero entonces la Sra. Fields dio un
paso adelante, con los brazos estirados. Antes de que Emily supiera lo que
estaba ocurriendo, había abrazado a Emily. Emily se quedó quieta a presión, con
sus brazos a sus costados, aun esperando las lágrimas… o un reto… o algo
terrible. Pero su madre sólo descansó su cabeza en el cabello de Emily,
inhalando y exhalando quieta.
- Oí que hubo una explosión en el barco
– La Sra. Fields dijo – Y que ustedes casi se ahogaron en el mar.
Emily bajó su mirada – Lo siento – dijo
tímidamente.
- Solo agradezco que estés a salvo. –
La Sra. Fields sacudió las manos de Emily.
Emily levantó la mirada. - ¿Lo estás?
La Sra. Fields asintió. – Cariño, he
tenido un montón de tiempo para pensar. Vamos a superar esto. Vamos a averiguar
un modo de ser una familia otra vez.
Emily se alejó y miró la cara de su
mamá. – Bueno, ¡di algo! – La Sra. Fields urgió, parecía nerviosa. – Eso
es lo que quieres ¿o no?
- Por supuesto que es lo que
quiero – Emily dijo – Yo solo… yo nunca…yo…- Sintió las lágrimas juntándose en
sus ojos – Nunca pensé que me perdonarías – murmuró, comenzando a sollozar.
La Sra. Fields la abrazó otra vez. –
Tuve una larga charla con el Padre Fleming cuando no estabas. Sé que no
hablamos sobre muchas cosas. Pero odio la idea de que hayas ocultado algo tan
grande. He sido dura conmigo misma durante este tiempo también, Emily. Siento
como que te he fallado como madre.
- No digas eso – Emily balbuceó – Es mi
culpa. Debí habértelo dicho. Estaba tan…
- … asustada, - La Sra. Fields terminó
por ella. – Lo sé. Carolyn nos dijo.
Emily se hizo hacia atrás. - ¿Carolyn
hablo contigo sobre esto?
La Sra. Fields asintió. – Siente como
que te falló también. Quiere venir a casa para un fin de semana largo pronto
para hablar las cosas. Esto es una reflexión para todos nosotros, Emily.
Y si alguna vez vamos a sanar, vamos a salir adelante todos juntos. ¿No
crees?
Emily miró a su mamá sorprendida. – Si
– susurró. – Realmente quiero que seamos una familia también.
Emily miró alrededor en el cuarto de
lavado con sus canastos de pollo, viejas sudaderas en ganchos, y jarras de
detergente. Nunca había prestado tanta atención a esta sala, pero de repente,
era su lugar favorito en el mundo. Las posibilidades se abrieron ante ella.
Reconstruir su relación con su hermana mayor. Hacer lo correcto con su mamá
otra vez. Tener cenas normales, vacaciones normales—ser una familia. Y
ser honesta con ellos en el futuro, no corriendo de ellos cuando tuviera un
problema.
Luego recordó: Tabitha. Pero
puso eso a un lado por el momento, decidiendo concentrarse en esto y solo esto.
Por un día, podía tener a su familia de vuelta justo como quería. Probablemente
nunca tendría un momento como este otra vez.
- Vamos – La Sra. Fields dijo,
levantando uno de los bolsos de Emily y arrastrándolo a la cocina. – Siéntate,
te haré un té, y puedes contarme sobre tu viaje.
Emily dejó que su mamá la guie por el
living y la sentó en la mesa de la cocina. Se sintió bien verla llenar la
tetera con agua y ponerla en la cocina. Estaba a punto de comenzar una
descripción del barco y de las islas que visitaron, pero luego un sobre de
Correo Express llamó su atención. Emily Fields, decía el escrito en la
parte de la dirección.
Lo levantó. - ¿Qué es?
La Sra. Fields lo miró sobre su hombro
y sonrió. – No lo sé. Acaba de llegar esta mañana.
Emily abrió el sobre y sacó una postal.
Cuando vio la foto del Aeropuerto Internacional de Bermudas en el frente, su
corazón se dio vuelta. La postal no estaba firmada, pero supo inmediatamente de
quién era. Luego leyó la fecha, y su mente se detuvo. 3 de Abril. Era
dos días atrás, el día de la explosión del barco. Se imaginó el cuerpo de
Jordan saltando de la cubierta del barco, las burbujas en el agua, los botes de
FBI buscando en la bahía. Una sonrisa se extendió en su cara. Luego miró abajo
y leyó la nota una vez más.
Emily: Estoy bien. No voy a donde
habíamos planeado, sino que aun lugar aún mejor. Nos encontraremos algún día—
Es una promesa.
Jordan sobrevivió :3 ¡qué hermoso!
ResponderBorrarsii! creo que todos nos alegramos de enterarnos *-*
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