martes, 24 de septiembre de 2013

Burned - Capítulo 34: La diversión ni ha comenzado

Traducido por: Daniela
Corregido por: Frío/Ade Rubiah

                El timbre sonó en la casa de Byron a las 8 A.M. la mañana siguiente, y Aria se levantó de golpe del sillón. La casa estaba vacía—Byron estaba en el trabajo, y Meredith había llevado a la bebé Lola a una cita con el doctor.

                Miró por la ventana en la puerta. Hanna, Spencer, y Emily estaban de pie en el pórtico, con caras serias.

                - Gracias por venir – Aria dijo en voz baja cuando abrió la puerta.

                Nadie respondió. Las guió al estudio. Sus tres amigas se acomodaron en el sofá dándole la cara a la TV. Se sentaron con postura perfecta, sus ojos vidriosos y rojizos, como que estuvieran en un funeral. Lo cual, por supuesto, era algo parecido.

                - ¿Están seguras de que debemos hacer esto? – Spencer dijo.

                Todas se miraron. – Yo no quiero – Hanna susurró.

                - Yo tampoco – Emily dijo. Su garganta tembló cuando tragó saliva.

                Aria se apoyó en el brazo del sofá, sintiéndose igual de dudosa. Cada momento de esta mañana se había sentido como el final de una era. Era la última vez que se despertaría en su cama. La última vez que se lavaría sus dientes en su baño. La última vez que besaría a Lola sin un guardia de prisión de pie junto a ella. ¿Siquiera Meredith llevaría a Lola a visitarla en la prisión? Los mensajes molestos de A la perseguían también: ¿Irá el novio de Aria a visitarla a la cárcel?

                Hanna se picaba sus uñas. Emily miraba una taza de café que sostenía, pero parecía no poder llevarse a sí misma a beberlo. Y Spencer seguía escogiendo una revista, observando la portada, y luego devolviéndola.

                - Quizás tendremos un juez muy gentil – Emily dijo – Alguien quien entienda lo asustadas que estábamos de que la Verdadera Ali venga de vuelta a herirnos.

                Spencer se burló. – Ningún juez comprará eso. Dirán que todos sabían que la Verdadera Ali estaba muerta.

                Emily se contoneó en su asiento, pareciendo que estaba a punto de orinar sus pantalones. – De hecho, no si le decimos a la corte que dejé la puerta abierta para ella el día del incendio.

                Las cabezas de todas se levantaron de golpe. - ¿Disculpa? – Spencer balbuceó.

                Emily enterró su cara en sus manos. – Lo siento. No podía simplemente dejarla  en el piso así nada más. No sé si salió, pero dejé la puerta abierta.

                - Pero vi la puerta – Hanna dijo – La cerraste.

                - No, no lo hice.

                Aria miró el techo, tratando de recordar esos momentos horribles, calurosos, agitados antes de que la casa se prendiera. Ella juraba haber mirado atrás y visto que la puerta estaba cerrada— ¿O era eso solo un invento de su mente más allá del hecho?

                - Dios, Emily – Spencer susurró, sus ojos abiertísimos.

                Hanna pasó sus dedos por el largo de su cara. - ¿Es por eso porque estás tan convencida de que la Verdadera Ali es quien nos acecha ahora?

                - Supongo – Emily jugueteó con el posavasos en la mesa de café. – pero he estado pensando en eso, y, chicas, quizás sea bueno. Si testifico que la puerta fue dejada abierta y lo asustadas que estábamos de que se haya escapado, quizás el juez entenderá nuestra paranoia en Jamaica.

                - O quizás pensará que estamos locas – Hanna dijo.

                Aria negó con la cabeza. – Deberías habernos contado esto antes.

                - Lo sé – Emily parecía torturada. – Y lo siento tanto. Pero ¿realmente hubiera cambiado algo? Probablemente hubiéramos estado aún más convencidas de que Tabitha era Ali en Jamaica.

                - O habríamos ido a la policía en vez de encargarnos nosotras mismas – Aria dijo.

                - Esto podría no haber ocurrido nunca. – Spencer añadió.

                Emily se desplomó. – Lo siento.

                - ¿Te das cuenta de lo que significa? – Aria pasó sus dedos por su cabello - ¡La Verdadera Ali podría andar por allí! ¡Podría ser A!

                - Eso es lo que he estado tratando de decirles – Emily se urgió – Ali tiene más sentido. Ella y Tabitha habían sido tan buenas amigas que Tabitha llevaba una foto de ella en un relicario. Quizás ella estaba con Tabitha en Jamaica, y quizás el plan había sido empujarnos por el techo, no al revés. Quizás eso es por lo que estaba esperando en la arena, tomando esas fotos. Pero entonces, cuando las cosas salieron mal, decidió torturarnos.

                - ¿Pero y Graham? – Spencer preguntó. – Él tiene mucho sentido también. Y estamos seguras de que él está vivo.

                Aria tragó saliva. – Pensé que no importaba ya que íbamos a confesar, pero escuché a Jeremy y a un policía hablando ayer, y Graham está en el hospital.

                Hanna entrecerró los ojos. - ¿Por qué?

                - No lo sé. Quizás por la explosión. No estaba claro.

                - ¿A quién le importa si Graham está en el hospital? – Spencer levantó sus manos – Saldrá de allí eventualmente. Y luego dirá todo lo que hicimos.

                - Había otra cosa rara también – Aria dijo. – El policía dijo que identificaron dos siluetas en la cinta de las calderas—uno era definitivamente Graham. No podían identificar a la segunda persona, pero pensaban que era un hombre.

                Spencer ladeó su cabeza. - ¿Recuerdas a alguien más estando allí abajo?

                Aria negó. Emily tocó la mesa. – Quizás solo te pillaron en un ángulo extraño o algo. O quizás era un trabajador al azar estando allí abajo al mismo tiempo que tú.

                - Quizás – Aria dijo lentamente. Luego cerró sus ojos. Estaba tan cansada de hablar de esto, avanzar y retroceder sobre quién podría ser A, dejar que A atormente sus vidas. Estaba harta.

                - Le diremos a la policía sobre Tabitha ahora mismo – decidió.

                - Está bien – Emily susurró, abriendo sus ojos ante el tono autoritario de Aria. Spencer solo asintió. Hanna tragó saliva, pero luego inclinó su cabeza hacia el celular de Aria.

                - Bien – Aria se sentía cargada eléctricamente y un poco loca. Tomó su celular y marcó el número de Michael Paulson, el hombre del FBI a cargo del juicio del asesinato. Era un código de área de Washington DC. Apretó los números en su teléfono innecesariamente fuerte.

                Marcó el último dígito y escuchó la línea marcando. Luego de un momento, alguien de recepción contestó. – ¿Puedo hablar con Michael Paulson, por favor? – preguntó, poniendo la llamada en altavoz.

                - ¿Puedo saber quién llama? – La mujer dijo con voz aburrida.

                Aria miró a sus amigas, luego de vuelta al teléfono. – Alguien que tiene información del caso del asesinato de Tabitha Clark.

                Hubo una pausa cargada. – El Sr. Paulson está en una conferencia de prensa ahora mismo – dijo luego de un momento. – Pero si es importante, podré ubicarlo. ¿Puede llamarte de vuelta en un momento?

                Aria dijo que estaba bien y colgó. Puso su teléfono de vuelta en la mesa de café, su corazón martillaba. ¿Qué iba a decir cuando el detective la llamara? ¿Cómo iba a decirlo? Tan pronto como lo hiciera, sus vidas cambiarían. ¿Realmente estaba lista para eso?

                Hanna tomó el remoto y prendió la TV. – Necesito ruido – dijo. – No soporto esto. – Un comercial de tortas de helado apareció en la pantalla. Todas lo miraron ausentemente. Aria se preguntó si todas estaban pensando en lo mismo—probablemente nunca tendrían algo tan frívolo y celebratorio como torta de helado otra vez.

                El comercial de la torta de helado terminó, y uno de camionetas Ford apareció. Luego uno de una pizzería local, luego seguros de vida. Después de eso, las noticias locales aparecieron. El hombre del tiempo habló sobre que iba a estar nublado hoy, pero habría un sistema de alta presión entrando mañana. - ¡Saquen sus shorts y remeras! – Anunció - ¡Estará extraordinariamente tibio!

                - Dios. ¿Tiene que ser tan animado? – Spencer gruñó a la pantalla.

                Emily miraba desesperadamente al teléfono. - ¿Por qué no llama de vuelta? ¿No sabe que es importante?

                Hanna abrazó un cojín. – Hay algo que no mencioné sobre mi conversación con Naomi ayer. Aparentemente, la Verdadera Ali la llamó cuando estaba de vuelta en Rosewood como Courtney y le dijo todo.

                Ahora era a ella a quien todas miraron. - ¿A qué te refieres con todo? – Aria preguntó.

                - La verdad, supongo. Todo lo que estaba en esa carta que pasó bajo la puerta en Poconos. Pero Naomi no le creyó. Pensó que estaba loca.

                Spencer parpadeó con fuerza. - ¿Por qué Ali daría a conocer un secreto tan grande?

                Hanna se encogió de hombros – Pensó que Naomi se pondría de su lado. Me dijo que Ali trató de reclutarla, al igual que Mona trató de reclutarte a ti, Spencer. Ali dijo ‘Atraparemos a esas perras, Naomi’.

                - ¿atraparemos? – Aria dijo.

                - Eso es lo que ella dijo – Hanna miró pensativa a Aria. - ¿Qué tiene de raro eso?

                Aria puso su cabello tras su oreja - No lo sé. Solo sonó raro por un segundo, como que Ali tuviera un equipo de gente tras nosotras. Pero quizás no.

                De repente, Spencer, quien había estado mirando su teléfono, levantó su cabeza. - ¿Recuerdas que dijiste que Graham estaba en el hospital, Aria? De hecho, creo que está en coma.

                Les mostró su teléfono. EL CRUCERO DEL TRIÁNGULO DE LAS BERMUDAS DECLARA UNA VÍCTIMA, decía el titular de una historia online. Aria escaneó el texto. Graham Pratt fue hospitalizado por heridas luego de la explosión a bordo del Eco crucero Esplendor de los Mares. El staff médico en Bermudas dice que está en un coma, pero descansando cómodamente.

                - Wow – Aria susurró, su corazón se aceleró. ¿Un coma? ¿Había sido noqueado con la explosión? ¿Pero por qué ella no lo había visto tirado en forma de X en el piso de la sala de calderas, inconsciente?

                El presentador de noticias apareció en la pantalla de la tv con una historia sobre un accidente de tráfico cerca de Conshohocken Curve, desconcentrándola. Aria tomó el control remoto, queriendo  poner algo más, cuando la cámara mostró una cara familiar. Los ojos azules de Tabitha resplandecían. Su sonrisa era brillante y coqueta, como si guardara un secreto. NUEVO ACONTECIMIENTO, decía un subtítulo bajo su foto.

                El control remoto se cayó de los dedos de Aria al piso. Hanna la tomó del brazo y lo apretó.

                - Acabamos de recibir nueva información sobre Tabitha Clark, la adolescente que fue asesinada en Jamaica el año pasado – la reportera rubia dijo. – El examinador médico ha terminado la autopsia, y tiene resultados sorprendentes. Por más, aquí está Jennifer Rubenstein.

                La cara de Emily se palideció – Oh dios mío.

                - Aquí vamos – Spencer susurró. – Van a decir que Tabitha fue empujada.

                La imagen mostró a Michael Paulson, el mismo hombre a quien estaban esperando, frente a un mar de micrófonos. Un hombre con una bata de laboratorio blanca estaba de pie junto a él. Aparecieron flashes.

                - Luego de una larga examinación de los restos de la Srta. Clark. – Paulson dijo, caminando hacia adelante. – Mi equipo y yo hemos concluido que fue asesinada por un severo trauma en su cabeza. Hubo múltiples golpes en su cráneo, y parece que fue golpeada con un objeto desafilado.

                Hanna, quien había estado cubriéndose sus ojos con sus manos, miró. – Espera, ¿qué?

                Aria giró su oído hacia la TV, segura de que había escuchado mal también.

                - Quien sea que la mató lo hizo a poca distancia, - Paulson continuó – Esos son todos los resultados que puedo entregar por ahora.

                Los reporteros arrojaron preguntas, pero de repente uno de los asistentes de Paulson le tocó el hombro y le acercó un teléfono. Paulson se alejó de la cámara, dijo unas cuantas palabras concisas al asistente, pero luego tomó el teléfono y lo puso a su oído.

                El teléfono de Aria sonó, y todas saltaron. Miró el ID del llamante. Era el número de DC que había llamado recién. Paulson seguía en la pantalla de la TV, esperando su respuesta.

                Aria abrió bien los ojos hacia su teléfono, luego a sus amigas, y luego a la televisión otra vez. TABITHA CLARK ASESINADA POR TRAUMA EN LA CABEZA A CORTA DISTANCIA, decía la leyenda en la parte de abajo. Lentamente, se acercó al teléfono, y presionó IGNORAR. El teléfono dejó de vibrar mientras la llamada fue enviada a buzón de voz; él no dejó ningún mensaje.

                Luego silenció la TV y se dio vuelta hacia sus amigas. Sus palmas se sentían erizadas. Su cabeza se sentía como si hubiera sido separada del resto de su cuerpo.

                - No entiendo – dijo temblorosa - ¿Por qué la autopsia no dijo que su espalda fue rota del impacto de una caída? Digo, trauma con fuerza sin filo en la cabeza a poca distancia…

                -…no es algo que nosotras hicimos – Hanna terminó por ella. – La caída no la mató.

                Aria parpadeó. Los engranajes en su cerebro se movían lentamente – Así que… ¿Eso significa…que alguien más la mató?

                En la TV en silencio, los reporteros lanzaban preguntas al Sr. Clark. Aria forzó una sonrisa. Hanna se acercó y apretó su mano. Spencer y Emily se abrazaron, ambas comenzando a llorar. Una extraña mezcla de sentimientos abrumó a Aria: alivio, euforia, pero también miedo paralizante. Alguien más había hecho esto. Eran inocentes. Las palabras eran bella música para sus oídos.

                Y aun así sus manos temblaban tanto y su corazón latía muy fuerte. Habían estado a punto de confesar un crimen que no cometieron. Arruinar sus vidas, destruir sus relaciones. Lo habían hecho para sacarse a A de sus espaldas, pero quizás eso era exactamente lo que A había querido que hagan todo el tiempo. Porque, quizás, A era el verdadero asesino de Tabitha. No ellas.

                - Chicas, Graham ya no tiene sentido que sea A – dijo lentamente. – Él no tenía motivo para tendernos una trampa antes de lo de Jamaica. Quien sea que esté haciéndonos esto, es alguien que hemos conocido por mucho, mucho tiempo.

                Todas se intercambiaron una mirada de horror, definitivamente, pensando en lo mismo al mismo tiempo. – La Verdadera Ali – Spencer susurró.

                - Tiene que ser ella – Hanna tragó saliva.

                De repente, el celular de Aria sonó. Al comienzo, pensó que era el detective llamando otra vez, pero luego vio las palabras en la pantalla. Un nuevo mensaje de texto. Su estómago se revolvió. Cualquier noción restante de que Graham fuera culpable desapareció. La gente en coma no enviaba mensajes de texto.

                El teléfono de Hanna sonó después. El de Spencer chilló. El de Emily vibró. Todas se miraron entre sí, la sangre drenándose de sus caras. Luego Aria tomó su teléfono y presionó LEER.

                Me pillaron, perras—Yo lo hice. ¿Y adivinen qué? Ustedes son las que siguen.
                —A
           


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