sábado, 2 de febrero de 2013

PLS - Hanna - Capítulo 1: En casa para las vacaciones

 <<<Prólogo

Traducido por: Daniela
Corregido por: Daniela, Raúl S. y Brayan.

Era un tempestuoso miércoles a comienzos de diciembre en Rosewood, Pennsylvania, un idílico suburbio a veinte millas de Philadelphia. Mientras muchos residentes estaban cortando pinos Frasier en la tienda de árboles navideños local, o adornando los exteriores de sus casas con coronas navideñas, una Van de mudanza estaba entrando a una casa Georgiana con la palabra MARIN estampado en el buzón. Tres hombres se desembarcaron y abrieron la puerta trasera para revelar docenas de cajas. Tom Marin, su prometida, Isabel Randall, y la hija de Isabel, Kate, estaban de pie en el pasto mientras los de la mudanza metían sus pertenencias por la puerta frontal. Hanna Marin, quien había vivido en la casa desde que tenía cinco, observaba todo desde el vestíbulo interior, mordiéndose las uñas.
- Ten cuidado con eso, - Isabel chillaba al tipo musculoso quien estaba levantando una caja tamaño medio. - Contiene mi colección de muñecas antiguas.
- Y esa caja va al segundo piso, - Kate dijo nerviosamente a otro hombre. - Esas son todas mis carteras.
Hanna miró a su futura hermanastra, Kate, quien tenía un esbelto cuerpo, largo y lustroso cabello color castaño, y grandes ojos azules. Llevaba una cartera de Chloé que Hanna solo había visto en las páginas de Vogue. Cuando Hanna le preguntó de dónde lo había sacado, Kate dijo que era un regalo de navidad adelantado, lanzándole una agradecida sonrisa al padre de Hanna. Ick.
- ¿Hanna? - El Sr. Marin le pasó una caja pequeña marcada DELICADOS. - ¿Puedes llevar esto al dormitorio de tu mam—digo, nuestro—dormitorio?
- Seguro, - Hanna murmuró, ansiosa de librarse de Isabel y Kate—una de ellas estaba usando un perfume que la hacía estornudar.
Subió las escaleras, su doberman miniatura, Dot, seguía sus tacones. Solo unas semanas atrás, antes del Día de acción de Gracias, La madre de Hanna, Ashley, le había dicho que había tomado un trabajo en Singapur—y que Hanna no podía venir.
A Hanna le habría encantado comenzar todo de nuevo en otro lugar. Había tenido un año horrible. Fue torturada por un malvado mensajero de texto llamado A. Su vieja mejor amiga, Alison DiLaurentis, quien había estado perdida por tres años, fue encontrada bajo un bloque de concreto tras su vieja casa en septiembre. Resultó que Ian Thomas, el novio secreto de Ali—a quien Hanna y sus otras mejores amigas Spencer Hastings, Aria Montgomery y Emily Fields, todas habían adorado cuando él iba en cuarto año de secundaria y ellas iban en séptimo de primaria—había asesinado a Ali la noche de la pijamada de final-de-séptimo-grado de las chicas. La policía lo arrestó unas pocas semanas atrás. Todo vino como un shock masivo.
Pero en vez de eso, ella estaba atrapada aquí, con su padre mudándose con su nueva familia—su mujer de reemplazo, Isabel, la ex-enfermera-de-emergencias quien no era ni cerca de linda o interesante como la mamá de Hanna, y su perfecta hijastra, Kate, quien había tomado el lugar de Hanna en el corazón de su papá y que odiaba a Hanna desde las entrañas.
Hanna entró al vacío dormitorio principal. Había un suave olor a bolas de naftalina, y había cuatro grandes abolladuras en la alfombra donde solía estar la elegante cama Danesa-moderna de su mamá. Cuando Hanna dejó la caja de DELICADOS en el piso, una de las solapas se abrió y una pequeña caja de regalo azul con una tarjeta en blanco se asomó
Mirando por sobre su hombro para asegurarse de que nadie esté mirando, levantó la tapa. Adentro había un relicario redondo de oro blanco con un grupo de diamantes de corte pavé en el centro.
Hanna suspiró. Era el relicario de Cartier que había pertenecido a su abuela, a quien todos, incluso los no familiares, llamaban Bubbe Marin. Bubbe lo usaba religiosamente cuando estaba viva, diciendo que no se lo sacaba ni siquiera para bañarse. Ella había muerto cuando Hanna iba en séptimo grado, poco después de que los padres de Hanna se divorciaron; para ese entonces, Hanna no se hablaba con su papá. Ella no sabía lo que le había pasado al relicario, o a quien había sido heredado.
Pero ahora lo sabía. Tomó la tarjeta de regalo en blanco y sintió un pinchazo de enojo. Su papá probablemente se lo iba a regalar a Isabel o Kate en navidad.
- ¿Hanna? - Una voz surgió desde el primer piso.
Hanna devolvió la tapa en la caja y salió al pasillo. Su padre estaba de pie en la base de las escaleras. - ¡Llego la pizza!
El seductor aroma de queso mozzarella entró a la nariz de Hanna. Solo medio trozo, decidió. Claro, sus jeans Citizen no se abrocharon tan fácilmente esta mañana, pero probablemente los dejó en la secadora por mucho tiempo. Bajó por las escaleras justo cuando Isabel llevaba una caja de pizza a la cocina. Todos se sentaron en la mesa—la mesa de Hanna—y el Sr. Marin pasó los platos y la cuchillería. Era raro cómo él sabía exactamente que gabinete y cajón abrir. Pero no se suponía que Isabel se siente en la silla de su madre, usando sus servilletas de tela de Crate & Barrel. No se suponía que Kate beba de la copa de peltre que su madre le compró a Hanna en su viaje a Montreal.
Hanna estornudó otra vez, sus narices cosquilleaban con el empalagoso perfume de alguien. Nadie le dijo Salud.
- ¿Entonces, repíteme cuando son tus exámenes para entrar a Rosewood Day, Kate? - El Sr. Marin dijo mientras tomaba un trozo de pizza de la caja abierta. Desafortunadamente, Kate iría a la misma escuela a la que Hanna iba.
Kate comió un delicado bocado de la orilla. - En un par de días. He estado repasando propiedades geométricas y palabras de vocabulario.
Isabel meneó su mano despectivamente. - No es el SAT. Estoy segura de que te irá bien.
- Estarán felices de tenerte. - El Sr. Marin miró a Hanna. - ¿Sabías que Kate ganó el premio de Estudiante del Renacimiento el año pasado? Sobrepasó a todos sus compañeros en cada materia.
Solo me lo has dicho como ocho millones de veces, Hanna quería decir. Tomó un bocado de pizza para no tener que hablar.
- Y sus calificaciones fueron espectaculares en el Colegio Barnbury, - Isabel continuó, haciendo referencia a la vieja escuela de Kate en Annapolis. - Barnbury tiene mejor reputación que Rosewood Day. Al menos allí, los niños no están acechando a los otros niños y atropellándolos con sus autos.
Le lanzó una mirada penetrante a Hanna. Hanna buscó inconscientemente un segundo trozo de pizza y lo puso en su boca. Qué lindo cómo Isabel estaba básicamente culpándola por sus sufrimientos con A, el acechador que casi había arruinado su vida este otoño, y por manchar la excelente reputación de Rosewood Day.
Kate se inclinó y miró a Hanna con los ojos bien abiertos. Hanna tenía el presentimiento de que sabía exactamente qué pregunta venía. - Debes estar muy devastada ya que tu mejor amiga resultó ser…tú sabes, - Kate dijo en una voz falsa de preocupación. - ¿Cómo te mantienes? - Una pequeña sonrisa atravesó sus labios. Era obvio que su verdadera pregunta era: ¿Cómo lidias con el hecho de que tu BFF quería matarte?
Hanna miró desesperadamente a su padre, con la esperanza de que él pusiera un alto a este cuestionario, pero él también la miraba preocupado. - Estoy bien. - Murmuró bruscamente.
No es que fuera verdad. Hanna tenía una mezcla de sentimientos sobre Mona Vanderwaal, su mejor amiga desde octavo grado quien resultó ser A, la persona que la atormentó con sus secretos, la avergonzó públicamente más veces de las que podría contar, y si, trató de atropellar a Hanna con su auto. Aún había días en que Hanna se despertaba, tomaba su celular, y comenzaba a escribirle un texto a Mona sobre los zapatos que iba a usar a la escuela antes de recordar. En el funeral de Mona, Hanna de verdad lloró, haciendo que sus pares queden boquiabiertos. Hanna sabía que debería despreciar a Mona con todo su corazón—y una gran parte de ella lo hacía. Pero otra parte simplemente no podía olvidar todo el tiempo que pasaron juntas chismeando, planeando su subida a la popularidad, y dando fabulosas fiestas. Antes que todo con A ocurriera, Mona había sido una mejor amiga para ella de lo que Ali alguna vez fue—se sentían al mismo nivel. Pero ahora Hanna sabía que todo era una mentira.
Hanna miró a su plato vacío. Dos orillas de pizzas arrasadas descansaban en un lago de grasa, pero no podía recordar cuando se comió el resto. Su estómago soltó un sonido poco atractivo.
El Sr. Marin se limpió la boca. - Bueno, tenemos un montón que desempacar. - Tocó el brazo de Kate. - Chicas deberían descansar. ¿Por qué no van tú y Hanna a ese nuevo Mall que acaba de abrir? ¿Cómo se llama?
- Devon Crest, - Hanna dijo.
- Ooh, oí que ese lugar es muy lindo, - Isabel respondió.
- He estado allí de hecho, - Kate dijo.
Isabel parecía sorprendida. - ¿Cuándo?
. Eh, ayer. - Kate jugueteaba con su brazalete de plata de David Yurman, el cual había presumido que era un regalo de Isabel por ganar un concurso de ensayos el año pasado. - Ustedes estaban ocupados.
- Ustedes podrían ir juntas, conocerse un poco mas. - El Sr. Marin Miraba de Hanna a Kate. - Vayan a comprar. Cómprense algo lindo. Dejen el resto de desempacar para nosotros. ¿Qué dicen?
Kate tomó un largo trago de su botella de agua. - Gracias, Tom. Eso suena genial.
Hanna miró a Kate. Sorprendentemente, ella parecía sincera. ¿Era posible que Kate haya cambiado desde que Hanna la vio la última vez en una cena en Philly, cuando ella delató a Hanna por robar Percocet de una clínica? Hanna estaba de nuevo en contacto con sus viejas mejores amigas, Emily, Aria, y Spencer, pero ninguna de ellas eran grandes seguidoras de la moda, y ella estaba medio muriendo por tener una nueva mejor amiga que reemplace a Mona. Especialmente desde que ella y sus viejas amigas comenzaron a ir a un grupo de terapia de duelo juntas. Ella necesitaba un descanso de todo el asunto de Ali y A—Inmediatamente.
- Supongo que tengo algo de tiempo libre hoy, - Hanna dijo.
- Genial. Vayan entonces. - El Sr. Marin se levantó de la mesa y levantó los platos. - ¿Izz? ¿Cuál habitación quieres desempacar primero?
- Uch, comencemos con la cocina. No voy a beber de esto por otro segundo. - Arrugó la nariz hacia uno de los mugs favoritos de Hanna, una copa de cerámica que sus padres le compraron en un viaje a Toscana.
Los dos dejaron la habitación, hablando sobre en qué caja podrían estar las copas de vino. Hanna se levantó. - Entonces, estaré lista cuando estés lista, - le dijo a Kate. - ¿Es bueno su Nordstrom? ¿Es verdad que hay un Uniqlo? Ese lugar tiene sweaters de cachemira impresionantes por bajos precios.
Kate resopló. - Dios, Hanna, - dijo, su expresión de repente era venenosa. - Solo decía que iría al Mall para librarme de tu papá y mi mamá. ¿En serio creíste que yo iba a ir a cualquier lugar contigo?
Salió de la habitación, su cola de caballo castaño se balanceaba. La boca de Hanna hizo una O. Kate había puesto una trampa, y ella era el tonto animal quien caminaba directamente en sus mandíbulas de metal.
Kate se detuvo en el pasillo, presionó algunos botones en su celular, y luego lo acercó a su oído. - Hey, - susurró a quien sea que haya contestado. - Soy yo. - Se rio coquetamente. Era de esperarse. Kate solo había estado aquí por dos días y ya tenía un novio.
Hanna enrolló su servilleta tan forzadamente que se sorprendió de que no se rompiera. Como sea—ella y Kate probablemente habrían pasado un mal rato juntas de compras de todas formas. Entonces, oyó una sutil risilla rondando desde algún lugar cercano. Instintivamente, miró por las ventanas, segura de que había visto un flash rubio pasando entre los árboles. Sin embargo, eso era una locura. A—Mona—se había ido.


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