miércoles, 23 de enero de 2013

Ruthless - Capítulo 35: Y, de todos modos, ¿A quién le importa la perfección?




“Mike, se supone que el cereal se come con cuchara,” Ella dijo esa misma mañana mientras ella, Aria y Mike estaban sentados para desayunar en el rincón soleado. La habitación olía a café orgánico, jugo de naranjas recién exprimido, y a ligeramente marchitas flores silvestres que Thaddeus le envió a Ella el otro día.

Mike envidiosamente tomó una cuchara plateada antigua del mesón y volvió a su asiento. Luego Ella miró a Aria. “¿Y qué te paso en la fiesta del elenco anoche? Me di vuelta y ya no estabas.”

Aria empujó los grandes lentes de sol de Ray-Ban más arriba en su nariz. Los estaba usando para ocultar sus rojos y abultados ojos de toda una noche de llantos por Ezra, Kelsey, A, y todo lo demás. “Tuve que encargarme de algo,” murmuró.

“Deberías haberte quedado.” Mike masticaba sus hojuelas Kashi ruidosamente. “El director se emborrachó. La gente dice que es porque él había venido a trabajar en alguna escuela privada en los suburbios—el es un borracho. Y Spencer Hastings se enloqueció por esta chica. ¡Loca!” El dijo la última palabra y quedó mirando a Aria.

“Ella no está loca.” Aria tomó un waffle Fresh Fields, los eventos de la noche anterior daban vueltas en su cabeza. Spencer si enloqueció, pero fue por un buen motivo

Entonces Kelsey era la Nueva A. En una mano, era algo bueno: al menos sabían de quien venían las notas. En la otra mano, ¿Y si la gente si creía que Kelsey sabia lo de Tabitha? Esta mañana, tres historias más aparecieron online sobre la muerte de Tabitha: una sobre un nuevo procedimiento forense que los científicos habían hecho para probar de una vez por todas que los restos eran de Tabitha, otro sobre una venta de pasteles en honor a Tabitha, y una tercera sobre la ingesta de alcohol en menores de edad en general, mencionando la muerte de Tabitha como un ejemplo reciente.

Tabitha se estaba volviendo popular en su comunidad tal como Ali en Rosewood. Si su pequeño pueblo en New Jersey se hacía la idea de que Tabitha fue asesinada, ¿Les importaría realmente si la chica haciéndose la tonta era una drogadicta? ¿Y si Kelsey tenía más fotos del cuerpo de Tabitha? Pensó en la reciente nota de A: No pienses que serás libre de mi ira, asesina. Tú eres la más culpable de todas. Kelsey parecía incluso saber que Aria había empujado.

EL celular de Mike sonó y el salto y salió de la habitación. Ella arrugó su servilleta y la llevó a sus cejas. “Cariño, ¿Hay algo de lo que quieras hablar?”

Aria tomó un sorbo de su café. “No realmente.”

Ella aclaró su garganta. “¿Estás segura? No pude evitar notar que hablabas con cierto ex-maestro tuyo anoche.”

Aria se sorprendió. “No hay nada que contar.”

Y no lo había. Ezra no había llamado a Aria luego de que ella lo pilló con Klaudia. No hubieron mensajes de Lo siento en su celular o cajas de dulces de Por favor recíbeme otra vez en su recibidor. Lo de New York ciertamente no iba a ocurrir. La aventura amorosa no iba a ocurrir. Era como si ella lo hubiera soñado todo.

Aria suspiró y levanto su mano. “¿Recuerdas que, antes de irme a Islandia el verano pasado, todos me decían que iba a ser estupendo volver?”

“Seguro.” Ella puso más azúcar en su café.

“Pero luego, cuando volví, te dije que…no fue lo mismo?” Aria jugueteaba con el salero y el pimentero con forma de gnomo en la mesa. “Es como que, puedes soñar con algo por tanto tiempo, pero a veces la realidad no es exactamente así de buena.”

Ella cloqueó su lengua. “¿Sabes? Harás muy feliz a alguien algún día.” Dijo luego de un momento. “Y alguien te hará feliz a ti algún día también. Lo sabrás cuando sea el correcto.”

“¿Cómo?” Aria preguntó calmadamente.

“Simplemente lo sabrás. Te lo prometo.”

Ella dio palmaditas a las manos de Aria, quizás esperando que Aria diga algo más. Cuando Aria no lo hizo, Ella se levantó para limpiar la mesa. Aria se mantuvo en su silla, profundamente pensando. Ella supo que había algo diferente sobre Ezra tan pronto como él volvió, pero ella no había querido admitirlo. Era el mismo sentimiento que tuvo sobre Reikiavik cuando el bus del aeropuerto los condujo a la ciudad. Ella había querido amarla tanto, pero no era el mismo lugar que recordaba. El bar que vendía sopa en bowls gigantes ya no estaba en la esquina. La antigua casa de Aria había sido pintada en un rosado chillón y tenía una fea antena satelital que ocupaba medio techo.

Y luego estaba lo que pasó en ese viaje, algo que había más o menos arruinado los recuerdos de Aria de ese país por siempre. Era un secreto que solo sus antiguas mejores amigas sabían, un secreto que ella se llevaría a la tumba.

Cuando la el timbre de la puerta sonó, Aria se enderezó. ¿Podría ser Ezra? ¿Siquiera quería que fuera Ezra? De ambos, Ezra e Islandia, la magia se había ido.

Ella se levantó de la mesa, amarró los tirantes de su bata alrededor de sus caderas, y luego abrió la puerta. Noel estaba de pie en el pórtico, retorciendo sus manos. “Hola.”

“Oh. Hola,” Aria dijo cautelosamente. “¿Buscas a Mike?”

“No.”

Incómodos segundos pasaron. La llave en la cocina se encendió, luego se apagó. Aria se cambiaba de un pie al otro.

“Te he extrañado,” Noel dijo. “No puedo dejar de pensar en ti. Soy un completo idiota. Lo que dije en el pasillo el otro día, fue basura. No lo decía en serio.”

Aria miró al tajo en el piso que ella hizo cuando era pequeña al enterrar un cuchillo de arcilla en la suave madera, pensando que era una escultora. “De todas formas, estabas en lo cierto. Somos muy diferentes. Te mereces a alguien más… Rosewood-esca. Alguien como Klaudia.”

Noel se avergonzó. “Oh, dios. No Klaudia. Esa chica está loca.”

Una pequeña luz se prendió en el corazón de Aria

“Me ha tenido trabajando como perro luego de la lesión de su tobillo,” Noel dijo. “Y me di cuenta de que ella es una completa cleptómana. ¡Ha estado robando cosas de mi habitación! Ropa interior, CDs, hojas de mis cuadernos… y luego noté que tomó mi chaqueta de cuero, esa que solía ser de mi abuelo.”

Aria frunció el ceño. “La vi usándola en la escuela. Pensé que tu se la diste.”

Noel parecía horrorificado. “¡De ningún modo! Y cuando la enfrenté por eso, se enfureció. Luego comenzó sobre ti, diciendo que tú estabas esparciendo mentiras sobre ella—que tú les dijiste a todos que ella te amenazó, diciendo que ella estaba determinada a acostarse conmigo y que yo no debería creerlo. Pero como que creo que ella si quiere acostarse conmigo. Un par de noches atrás, me desperté y ella estaba en mi puerta, usando…”

“Wow,” Aria dijo. Parte de ella quería alardear, pero parte de ella simplemente se sentía cansada. “Entonces… ¿tú no querías acostarte con ella?” No pudo evitar preguntar. Fue un poco inconcebible pensar que Noel se había resistido a la preciosa Klaudia.

Noel negó con la cabeza. “No me gusta de ese modo, Aria. A mí me gusta alguien mas.”
Un escalofrío pasó por ella. No se atrevía a mirarlo por miedo a entregarle mucho.

Noel se apoyó en el marco de la puerta. “Debería haberte escuchado. Sobre todo. Podré entender si no quieres que volvamos, pero… te extraño. ¿Quizás al menos podríamos ser amigos? Digo, ¿Quién mas iría conmigo por el resto de esas clases de cocina?”

Aria levantó su cabeza. “¿Te gustaron esas clases de cocina?”

“Son un poco femeninas, pero son divertidas.” Noel sonrió tímidamente. “Y como sea, necesitamos tener nuestra batalla del Chef de Acero al final del semestre.”

El intoxicante olor al jabón de naranja que Noel siempre usaba cosquilleo la nariz de Aria. ¿Qué estaba pidiendo, un compañero de la clase de cocina…o que Aria sea su novia otra vez? Quizás era muy tarde para volver a estar juntos. Quizás no tenían tanto en común. Aria nunca sería una Típica Rosewood después de todo. No valía la pena tratar.

Debe haberse tomado mucho tiempo para responder porque Noel suspiró fuertemente. “No volviste con ese profesor, ¿o sí? Cuando los vi juntos anoche…”

“No,” Aria dijo rápidamente. “Él está…” Apretó sus ojos cerrados. “De hecho, le gusta Klaudia.”

Esto de repente la hizo parecer ridícula. Se incorporó y se comenzó a reír a carcajadas, lágrimas corrían de sus ojos.

Noel se rio incómodo, sin realmente entender el chiste. Luego de un momento, Aria lo miro. El se veía tan dulce, de pie en el pórtico con jeans sueltos y una polera grande y zapatos de ducha de goma encima de calcetines blancos de gimnasia, un look que Aria siempre había odiado. Así que Noel nunca le escribiría una novela. Así que él nunca la miraría girando los ojos irónicamente por los suburbios, o lloriquearía por cómo todo aquí era tan forzado y pretencioso. Pero luego ella pensó en cómo, en navidad, Noel se apareció en el pórtico de Aria con un disfraz de Santa Claus con un saco de regalos para ella, todo porque ella le contó que su familia nunca “hizo” a Santa cuando ella era pequeña. Y como, cuando Aria llevó a Noel al ala de arte moderno en el Museo de Arte de Philadelphia, el caminó pacientemente por las salas con ella, incluso comprando un libro sobre el periodo azul de Picasso en la tienda de regalos porque él creía que era loco. Y él hacia reír a Aria: Cuando los dos fueron a la clase de cocina en Hollis, los cuchillos estaban equilibrados encima de pimentones verdes, Noel los apuntó diciendo que se veían tal como nalgas granosas. Los otros estudiantes, la mayoría señoras o tristes solteros, probablemente tomando la clase para conocer mujeres, cerraron las bocas ante eso, lo cual los hizo reír aun mas.

Se acercó hacia Noel. Su corazón latía cuando él se inclinó, su suave y tibia respiración en su cara. Ellos solo estuvieron separados por dos semanas, pero el momento en que sus labios se tocaron se sintió como su primer beso. Fuegos artificiales se prendieron en el pecho de Aria. Sus labios sintieron hormigueos. Noel la acercó y la abrazó tan fuerte que ella pensó que vomitaría. Y, está bien, hacía mucho frío afuera, y aria estaba segura de que su boca sabía a café, y los zapatos de ducha de Noel probablemente estaban amoldados. El momento no era perfecto, pero no importaba.

Simplemente se sentía…correcto. Quizás incluso lo correcto de lo que Ella había hablad en la cocina momentos atrás. Y para Aria, eso era tan perfecto como podría ser.


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