“Debo decir que estoy impresionado.” El Sr.
Pennythistle giraba su Martini y sonreía a Spencer. “Esa representación de Lady
Macbeth le hace de rival a la Compañía Real de Shakespeare.”
Melissa se acercó y le dio un abrazo a Spencer. “Fue impresionante.” Codeó a Wilden, quien
asintió también. “¡Parecías completamente transformada! ¡Especialmente en la
escena donde ella no puede limpiarse las manchas de sangre de sus manos!”
Spencer sonrió temblorosamente, sacando su cabello
rubio, lleno de spray para el cabello, fuera de su cuello. Docenas de personas
se le habían acercado desde que la obra terminó y le decían el maravilloso trabajo
que había hecho, su rocoso comienzo estaba olvidado. Para cuando ella alcanzó
la escena de
Fuera, maldita mancha, estaba completamente inmersa en el
papel, canalizando toda la energía de culpa hacia el personaje. Había
recibido el más fuerte aplauso al final, incluso ganándole a Beau, y ya había
hablado con el videocamarógrafo, pidiéndole que edite su primera y desastrosa escena.
El resto de su actuación sería la perfecta entrega para Princeton.
Pero ahora se sentía sesgada, todo por
la conversación que acababa de tener con Emily. No había tenido la intención de
tirarse en su contra, pero Emily necesitaba entender. Se moría por pedir perdón,
pero Emily no estaba en ninguna parte a la vista. No pudo encontrar a Kelsey
tampoco.
Una mujer con cabello oscuro y largo, y
cara delgada, apareció junto a Spencer. “¿Lady Macbeth?” extendió su mano. “Soy
Jennifer Williams, del Centinela de Philadelphia. ¿Te importa si te
hacemos una entrevista y algunas fotos?”
Los ojos de la Sra. Hastings se
iluminaron. “¡Que emocionante, Spence!” Incluso Amelia parecía impresionada.
Spencer se despidió de su familia,
incluso dándole un incómodo y pequeño abrazo al Sr. Pennythistle. Mientras pasó
por la multitud, chicos del club, chicas que conocía del club de hockey, e
incluso Naomi, Riley y Kate le tocaron la espalda y le dijeron que había hecho
un trabajo fabuloso. Escaneó la habitación en busca de Emily, pero aun no la veía.
La reportera guió a Spencer a una
cabina en la parte de atrás. Beau ya la estaba esperando con una pequeña taza
de espresso. Él se había cambiado su armadura a un sweater de cachemira negro y
los pantalones de pana más sexymente ajustados que Spencer había visto en un
chico. Ella se sentó junto a él y Beau la tomo de la mano. “¿Qué tal si nos
escabullimos de esta fiesta luego de que la entrevista termine?”
Solo sentir la mano de Beau en la de
ella detuvo los nervios de Spencer. Ella levantó una ceja en desaprobación de
broma. “¿El Sr. Teatro en Yale se atreve a dejar plantada su propia fiesta de
elenco? Yo habría pensado que querrías quedarte y escuchar a la gente besando
tu trasero.”
“Estoy lleno de sorpresas.” Beau
pestañeó.
Jennifer Williams entró a la cabina
frente a ellos y dio vuelta la hoja a una en blanco en su cuadernillo. Mientras
miraba a Beau, y le hacía la primera pregunta, el celular de Spencer sonó. Spencer
lo buscó en su bolsillo. Había al menos 20 mensajes en su teléfono de gente felicitándola.
El último, sin embargo, era de parte de un enredo de letras y números.
Spencer se tragó un nudo en su garganta,
se agachó un poco, cubrió la pantalla, y presionó LEER.
Tú nos heriste a las dos. Ahora yo voy
a herirte.-A
Tenía adjunta una foto de una chica rubia en un
vestido veraniego color dorado recostada sobre su estómago en una playa por la
noche. Su cabeza estaba hacia un lado, y había un gran tajo en su frente. Había
sangre chorreando de su mentón y en la arena. Las olas rompían,
inquietantemente, cerca de su cabeza, listas para llevársela.
El teléfono se cayó al regazo de Spencer. Era una foto
de Tabitha justo después de que Aria la empujó por el techo. Ni Spencer ni las
otras la habían visto en el suelo—estaba muy oscuro, y su cuerpo ya había
desaparecido para cuando llegaron a la playa.
Pero alguien había visto. Y había tomado
fotos. Kelsey.
Un sonido de tortura se escapó de la garganta
de Spencer. Jennifer Williams levantó la vista de sus apuntes. “¿Estás bien?”
“Yo…” Spencer salió de la cabina, sintiéndose
mareada. Necesitaba salir de ahí. Necesitaba esconderse. La reportera la
llamaba, pero no podía volver. Fue torpemente hacia la salida. Cada cara que
pasaba se veía distorsionada y trastornada, incluso peligrosa. Empujó la puerta
de atrás, emergiendo a un callejón vacío. Una fila de basureros de metal estaba
junto a la pared. La esencia abrumadora de vegetales y carne podridos irritaba
el estómago de Spencer. Estaba siniestramente tranquilo allí afuera,
fuertemente contrastando la ruidosa atmosfera dentro del restaurant.
“Hey.”
Spencer se dio vuelta y vio a Kelsey de pie
en la puerta trasera. Sus ojos estaban entrecerrados. Su boca era una línea pálida.
Spencer suspiró. Quería correr, pero sus extremidades no se movían.
Kelsey puso sus manos en sus caderas. “¿Te
llegó mi mensaje?”
Spencer soltó un pequeño gemido. La imagen de
Tabitha, muerta en la arena, nadaba ante sus ojos. “Si,” susurró.
“Son tan repugnantes,” Kelsey chilló, sus
ojos estaban redondos.”¿En serio pensaron que iban a salirse con la suya?”
El corazón de Spencer saltó hasta su
garganta. “Yo—“
“¿Tu qué?” Kelsey ladeó su cabeza. “¿tú lo
lamentas? Lamentarlo no lo cambia, Spencer.”
Tomó el codo de Spencer fuertemente. Spencer se
torció alejándose, desesperada para liberarse, pero Kelsey dio un grito
frustrado y tacleó a Spencer contra el muro de ladrillos. Spencer gritó, su voz
hizo eco por el callejón. De repente, una horripilante y enredada mezcla de
todas las visiones que le habían aparecido a Spencer los últimos días se revolvían
por su mente. Ella vio a Tabitha mirándola maliciosamente desde el escenario de
Rosewood Day. Vio a Kelsey avanzando hacia ella en el riachuelo, lista para
ahogarla.
“No puedes librarte de mí,” la Kelsey de sus sueños dijo. O quizás fue la Kelsey real aquí y ahora. “Mereces pagar por lo que hiciste.”
“¡No!” Spencer gritó, abofeteando fuertemente
a Kelsey.
Kelsey retrocedió, pero luego se lanzó contra
Spencer otra vez. EN pánico, Spencer levantó sus manos y las puso alrededor del
cuello de Kelsey, y lo apretó fuerte y más fuerte, sintiendo los tendones
abriendo paso, sintiendo el aire detenerse en su garganta, sintiendo los
delicados huesos romperse. Era la única opción. Tenía que detener a Kelsey
antes de que Kelsey la hiera.
“¡Jesús!” una voz gritó. Spencer sintió un
combo en su columna. Sus pies se resbalaron, y sus manos se sacudieron a sus
costados. Todo de una vez, estaba sobre su espalda en el piso. Varios miembros
del elenco estaban de pie sobre ella, sus bocas estaban abiertas por el shock.
Tras ellos, un segundo grupo de gente se apiñaba alrededor de una chica
llorando. Kelsey estaba inclinada, jadeando en busca de aire.
Spencer se sentó. “¡No la dejen irse!”
chilló. “¡Está tratando de matarme!”
Todos la miraban. “¿De qué está hablando?”
una voz dijo.
“¡La vi abalanzarse contra esa chica sin
motivo alguno!” Alguien más dijo.
“Es la obra,” la voz de Pierre decía desde
atrás. “Se ha apoderado de su mente.”
“¡Está loca!” una voz familiar chilló. Era
Kelsey.
La multitud se abrió, dándole a Spencer una
clara vista de la cara de Kelsey. Lágrimas corrían por sus mejillas, su pecho
se hundía fuertemente, agitado en busca de aire. Uno de los camareros la estaba
ayudando a pararse. Unas cuantas personas más la guiaron por el callejón hacia
el estacionamiento.
“¡Esperen!” Spencer gritó débilmente. “¡No la
dejen ir! ¡Ella es A!”
Beau se agachó. “Has tenido una larga noche,”
dijo un poco bruscamente. “Quizás deberías irte antes que hagas más escenas.”
Spencer negó con la cabeza febrilmente. ¿Cómo
podría el no entenderlo? Pero cuando miró a la cara muy-asustada de Beau, lo
entendió: De algún modo, parecía como que todo esto había sido su culpa. Para ellos, ella había atacado
una chica inocente.
“Rara,” alguien susurró.
“Necesita ser internada en una institución
mental,” alguien mas dijo.
Una mujer buscó a Kelsey, y tocó su hombro. “Deberías
presentar cargos. Ella te atacó.”
Lentamente, la gente comenzó a alejarse de
Spencer. Luego de un momento, solo Beau permanecía de pie sobre ella, mirando a
Spencer como que si de repente el no tuviera idea de quién era ella.
“Esa chica es peligrosa,” Spencer le susurró.
“Tú me crees, ¿o no?”
Beau pestañeaba ante ella. Ella deseaba que
él la ayudara a levantarse, le diera un gran abrazo, y dijera que la protegería.
Pero en vez de eso, él se alejo junto a los otros. “Estoy de acuerdo en eso de
meterse dentro del personaje, Spencer, pero tú lo has llevado demasiado lejos.”
Se dio vuelta, y desapareció, entrando de
vuelta al restaurant. Spencer quería llamarlo, pero se sentía demasiado desorientada
para hacerlo. Entonces miró a Kelsey, lentamente cojeando por el callejón.
Luego de un momento, Kelsey se di vuelta y miró a Spencer una vez más. Levantó
el dedo índice y lo deslizó horizontalmente por su cuello, luego apuntó derecho
a Spencer. Articuló algo muy claramente, sus labios moviéndose lentamente en
cada palabra para asegurarse de que Spencer entendiera.
Estás muerta.
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