domingo, 13 de enero de 2013

Ruthless - Capítulo 29: Ella te lo advirtió, Aria...


En la fiesta del elenco, Aria estaba atrapada entre la banda de jazz, quienes estaban tocando una muy fuerte ejecución de “The Girl From Ipanema,” y un gran poster de Macbeth, el cual mostraba las caras de Spencer y del chico que actuaba de Macbeth en relieve y en blanco y negro. Ella, su novio Thaddeus, Mike, y Colleen estaban a su lado.

“Fuiste un maravilloso doctor, Michelangelo,” Ella tenía que gritar por encima de la música. Sus largos aros de mostacillas se balanceaban locamente. “¡Si hubiera sabido que tenias tanto interés en actuar, te habría metido al campamento de Hollis Happy Hooray Day con Aria cuando eran pequeños!”

Aria se rio. “¡Mike lo hubiera odiado!” El Campamento Hollis Happy Hooray Day ponía muchas obras, pero a los campistas también se les requería hacer shows de marionetas regularmente. Mike era fóbico a las marionetas cuando niño.

“Yo creo que debería audiconar para un papel más grande el próximo año,” Colleen dijo, inclinándose y besando a Mike en la mejilla. Todos sonrieron. Mike se puso tenso por un momento, luego fingió una sonrisa.

Aria miró a su alrededor la sala llena de gente. Había llamado a Hanna y a Emily más temprano, preguntando si alguna de ellas iría. Ambas dijeron que si—El papá de Hanna la obligaba a ir ya que Kate estaba en la obra, y Emily venía para apoyar a Spencer. Pero no las veía en ninguna parte. El lindo chico que actuaba de Macbeth estaba socializando con el director de la obra junto al bar. Naomi, Riley, y Klaudia estaban bailando en un pequeño cuadrado de piso de madera cerca del frente del restaurant. Kate estaba tratando de hacer que Sean Ackard se les una, pero él seguía negándose.

Alguien tocó el hombro de Aria, y ella se dio vuelta. Ezra estaba de pie tras ella, usando una chaqueta, una camisa celeste, y unos kakis lisos. “¡Sorpresa!”

Aria casi soltó el Ginger ale que sostenía. “¿Qué estás haciendo aquí?”

Ezra se le acercó. “Quería verte esta noche. Llamé a la casa de tu papá, y tu madrastra dijo que estabas en la fiesta del elenco.” La miró de arriba abajo apreciativamente, mirando el sweater largo morado que había escogido para la ocasión.

Aria retrocedió. Todos podrían verlos.  Ella se dio vuelta, sintiendo la mirada de su familia sobre ella. Mike miraba disgustado. “¿Sr…Fitz? Ella, su madre, dijo, pestañeando duramente.

Aria tomó a Ezra de la mano y lo llevó al otro lado de la habitación, pasaron por alrededor de la Sra. Jonson, una de las maestras de inglés, quien los miró dos veces. El Sr. McAdam, el profesor de Economía Aplicada, levantó la ceja sospechosamente. Se sentía como si todos en el restaurant de repente estuvieran susurrando sobre ellos.

“No es un buen momento,” dijo cuando finalmente llegaron al angosto pasillo que llevaba hacia el baño.

“¿Por qué no?” Ezra se hizo a un lado para un grupo de chicos que pasaba. Eran Devon Arliss, James Freed, y Mason Byers. Sus ojos sobresaltaron cuando vieron a Aria y a Ezra juntos— todos ellos estuvieron en la clase de inglés de Aria el año pasado, y seguramente escucharon los rumores.

“Este sería el momento perfecto para decirle a tu mamá sobre nosotros,” Ezra dijo. “Y para hablarle sobre New York.” Él tomo su mano y comenzó a tirarla de vuelta en dirección hacia Ella. “Vamos, ¿Qué te da tanto miedo?”

La banda de jazz pasó a un tema más lento. Aria plantó sus pies. Algo en el arco de entrada llamó su atención. Noel Kahn y su hermano, Erik, acababan de entrar. Noel miraba de Aria a Ezra, boquiabierto.

Aria se giró hacia Ezra. “Mira, no puedo hablar con mi mamá sobre esto ahora mismo. Y no soy buena con las emboscadas, ¿está bien?”

Ezra puso sus manos en sus bolsillos. “¿Estás diciendo que no me quieres aquí?”

“No es que no te quiera aquí. Pero ¿en serio no crees que esto es raro?” Hizo un gesto en dirección al comedor. “Todos tus antiguos colegas están aquí. Yo aun voy al colegio con todas estas personas. Ahora todos van a hablar.”

Ezra entrecerró los ojos. “Estás avergonzada de mi.”

“¡No lo estoy!” Aria gritó. “¿Pero viste el modo en que todos ellos nos miraron? ¿No te pone incómodo?”

“¿Desde cuándo te importa lo que la gente piense?” Ezra se asomó hacia el comedor. A penas él miro, todas las caras instantáneamente se voltearon, para ocultar que habían estado mirando.

“No me importa lo que la gente piense,” Aria insistió. A pesar de que, en este caso, quizás si le importaba.

“Y tú tienes dieciocho,” Ezra continuó. “Todo lo que hacemos es legal. No hay nada de qué preocuparse. ¿Es porque no he hecho nada de mí? ¿Por qué mi novela es basura?”

Aria casi gritó. “No tiene nada que ver con tu novela.”

“¿Entonces qué es?”

En una mesa cercana, un mesero prendió fuego un postre con forma de domo, y llamas azules prendieron en el aire. La mesa aplaudía. Inconscientemente, la mirada de Aria se dirigió hacia la entrada una vez más. Noel no se había movido. Sus ojos azules estaban fijos, sin pestañear, en Aria.

Ezra siguió su mirada. “Lo sabía. Las cosas no se han acabado entre ustedes, ¿o sí?”

“Si, lo juro.” Aria cerró los ojos. “Es solo que…no puedo estar junto a ti ahora mismo. No puedo estar en público contigo. No con toda esta gente aquí. En New York, será diferente.”

Pero Ezra se alejó de ella enojado. “Búscame cuando madures y pongas en orden tu equipaje, Aria.” Luego se adentró en la multitud.

Aria se sintió muy débil para seguirlo. Se llenó de desesperación. ¿El amor era así de complicado siempre? Ciertamente no fue así con Noel. Si ella realmente amaba a Ezra, ¿Hubiera ignorado la confusión de todo el mundo, y sus miradas chismosas?

Se dirigió al buffet y se comió una brocheta de tofu sin siquiera saborearla. Una mano tocó su brazo otra vez. Era la Sra. Kittinger, su maestra de historia del arte, vestida con un sombrero de hongo, una camisa cuadrillé de hombres, y pantalones negros.

“¡Aria! Justo la persona que quería ver.” La Sra. Kittinger sacó un papel escrito a máquina de su cartera. “Quería agradecerte por entregar tu proyecto de Caravaggio antes, y decirte que tu trabajo fue encantador. Lo estuve leyendo antes de la obra de esta noche.”

“Oh.” Aria sonrió sutilmente. Había terminado y enviado su parte del trabajo a la Sra. Kittinger esta mañana, añadiendo una nota de que había tratado de que Klaudia la ayude con el proyecto, pero Klaudia no estaba interesada. Está bien, estaba siendo un poco soplona, pero no iba a dejar a Klaudia salirse con la suya.

“Pero no he recibido nada de tu compañera aun,” La Sra. Kittinger añadió, como leyendo la mente de Aria. “Esperemos que entregue algo para el Lunes, tendré que reprobarla.” Parecía como que quería decir algo más, pero luego le sonrió tristemente a Aria, puso el papel de vuelta en su cartera, y se fue.

La banda comenzó a tocar “Round Midnight,” una de las canciones favoritas de Aria. Un embriagante y relajante aroma a aceite de oliva flotaba en el aire. Cuando Aria miró la colección de baratijas alineadas en repisas, notó una figura bobble head que se le hacía familiar de Shakespeare. Era la misma que Ezra le había regalado antes de irse el año pasado. Ella atesoraba ese regalo, riéndose de su cabeza muy seguido, deseando que Ezra le escriba y se reunan. Luego de un tiempo, había imaginado que él ya había olvidado su relación, pero todo el tiempo, había estado escribiendo una novela—justamente sobre eso.

El mundo pareció ponerse un poco más brillante. Quizás Aria estaba siendo inmadura y paranoica con Ezra. ¿Desde cuándo le importaba lo que las otras personas pensaban? Ella solo era Aria la rara, la chica que usó mechas rosadas en su pelo y hacía rutinas de baile en clase de gimnasia. Rosewood no la había cambiado tanto.

Enderezando sus hombros, caminó entre la multitud. Con esperanzas, Ezra podría seguir ahí. Ella lo encontraría, lo llevaría hacia Ella, y les diría sus planes. Bailaría con Ezra en la enana pista de baile, al carajo las miradas de los estudiantes y profesores.  Lo había esperado por tanto tiempo. No podía dejar que se le escape ahora.

“¿Ezra?” Aria llamó, pegando su cabeza en la puerta del baño de hombres. No hubo respuesta. “¿Ezra?” llamó otra vez, asomándose por la puerta trasera, pero solo había una serie de basureros verdes y un par de cocineros fumando cigarrillos. Volvió a mirar en el comedor, en el aria de anfitriones, e incluso en el estacionamiento. Afortunadamente, el Escarabajo azul de Ezra seguía estacionado junto a un Jeep Cherokee. Tenía que estar adentro en alguna parte.

Cuando Aria caminó de vuelta al interior del restaurant, una débil y familiar risa la recibió. Se detuvo, un miedo helador se expandió por ella.

La risa venía del armario. Caminó de puntillas por el rededor del mesón de custodia de abrigos, sin cuidador. Una figura se movió en la oscuridad azulesca al fondo del rincón, escondida tras abrigos y chaquetas de cuero y chalecos. “¿Hola?” Aria susurró, con su corazón latiendo fuertemente.

Aria oyó un suspiro, luego sonido de dos personas besándose. Oops. Aria retrocedió, pero su tobillo se torció, y se tambaleó hacia un lado, cayendo en algunos colgadores vacios en el rack. Sonaron ruidosamente.

“¿Qué fue eso?” una voz dijo desde atrás del closet de abrigos. Aria se detuvo, reconociéndola instantáneamente. En segundos, una figura salió a la luz. “Oh dios mío.”

Los ojos de Aria se expandieron. Ezra la miraba. Su boca se abrió, pero ninguna palabra salió de su boca.

“¿Señor Poeta?” una segunda voz se entonó. Una chica rubia salió de las sombres y puso sus brazos alrededor del pecho de Ezra. Su cabello estaba desordenado, su brillante labial estaba corrido, y los tirantes de su vestido escotado colgaban de más debajo de sus hombros. Cuando vio a Aria, una sonrisa triunfante brotó en su cara. “¡Oh, hallo!” molestó, apretujando aun mas a Ezra.

Klaudia.

Aria retrocedió, chocando con más colgadores de abrigos. Luego se dio vuelta y corrió.


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