sábado, 29 de diciembre de 2012

Ruthless - Capítulo 24: La vida imita al arte



La tarde del jueves, Spencer estaba hojeando el periódico cuando un anuncio llamativo captó su atención. ESTA NOCHE A LAS 8 P.M. UN ESPECIAL DE CNN: ¿ESTÁN SEGUROS TUS HIJOS DURANTE EL RECESO DE PRIMAVERA? TRES CASOS DE DIVERTIVAS VACACIONES DE PRIMAVERA SALIERON TERRIBLEMENTE MAL.

        Había una foto de Tabitha en la esquina. Spencer inmediatamente dio vuelta al periódico, y entonces, porque eso no era suficiente, lo hizo pedacitos y lo tiró a la basura. Incluso eso no parecía seguro. Miró los pedacitos, preguntándose si debería quemarlos.
        Vio un pestañeo por el rabillo de su ojo, y miró arriba hacia la ventana. Una figura se movió tras los árboles. Parecía como alguien rubio.
        Asesina.
        Spencer giró, con sus manos en ambos lados de su cabeza. La cocina estaba vacía. Beatrice y Rufus dormían en el piso, sus patas se movían. Si alguien hubiera estado aquí, estarían ladrando como locos, ¿cierto? ¿Qué diablos le estaba pasando a ella?
        Su celular soltó un fuerte sonido de ladrido de perro, y Spencer saltó. Lo tomó de la mesa auxiliar y vio que Emily le había enviado un mensaje. "Estoy volviéndome loca. "A" me acaba de empujar por una pendiente en el Sendero de Stockbridge".

Spencer miró hacia el estudio, pensando otra vez en los flashes y voz que acababa de escuchar. Amelia y los nerds de la orquesta no estaban ahí en ese momento, pero estaba estipulado que vendrían más tarde esa tarde. "Kelsey no estaba allí, ¿o sí?" Escribió de vuelta.

Hubo una gran pausa. Finalmente, la respuesta de Emily apareció en la pantalla: "No".

"Y ya no te estás juntando con ella, ¿cierto?". Escribió Spencer.

Emily respondió otra vez con una palabra: "No".

"Bien", respondió Spencer.
“Entonces aquí es donde lo de Ali ocurrió, ¿huh?”
Eran 40 minutos después, y Spencer y Beau estaban en el patio de los Hastingses, preparándose para otra sesión de entrenamiento de Macbeth. Spencer estaba segura de que estaría más que lista luego de ese día. Ya había hecho arreglos con el videocamarógrafo de la escuela para ponerle atención especial a ella en sus escenas en la presentación de la obra la noche del sábado. Incluso había compuesto un borrador de email para el comité de admisiones hablando sobre la obra; todo lo que necesitaba ahora era adjuntar un archivo de video de sus brillantemente ejecutadas escenas.

Beau miró alrededor a las retorcidas, ennegrecidas y arruinadas ramas de árbol del fuego que la Verdadera Ali había encendido aquí hace más de un año. A la izquierda estaba el granero original de la propiedad, el cual alguna vez había albergado una suite de invitados…hasta que la Verdadera Ali lo quemó también.

-“Sí,” - dijo Spencer suavemente. “Rara vez vengo aquí afuera. Es espeluznante.”

-"Te creo. Este lugar se siente encantado.” Beau pisó el sucio camino de tejas que solía guiar hacia el granero. Fue en este mismo camino en donde ella y Su Ali pelearon hace casi cinco años en la última noche de séptimo grado. La pelea había sido sobre Ian Thomas, a quien ambas adoraban. Spencer había empujado a Ali, quien cayó, luego rápidamente se levanto y corrió por el camino. Por largo tiempo, Spencer había asumido que Ali había ido a encontrarse con Ian, su novio secreto, y que luego Ian la había matado. Pero era su hermana gemela quien la había interceptado y asesinado.

-“Como sea.”- Beau se dio vuelta y miró a Spencer. -“¿Estás lista para meterte en tu personaje?”

Spencer se encogió de hombros. “Tan lista como podría estarlo.”
        Beau sonrió. “Lo hiciste genial ayer, pero hay otro ejercicio que creo que deberíamos tratar. ¿Recuerdas que te dije que yo conectaba el ser molestado con mi rol como Macbeth? Es tu turno de hacer eso. Trata de convertirte en ella. Imagínate deshaciéndote de la persona que está interponiéndose en tu camino al éxito. Quizás no querías hacerlo, pero cargaste con ello de todas formas.”
        Spencer lo miró. Eso sonaba como lo que había ocurrido con Tabitha… y Kelsey, también. “Supongo que puedo tratar,” dijo tranquilamente.
-“Sigue adelante,” - Beau instruyó. -“Repite las líneas que Lady Macbeth dice cuando se abruma de culpa.”

-"Fuera, maldita mancha,” - recitó Spencer.

-“Bien. Ahora, cierra tus ojos y dilas otra vez.”
        Fuera, maldita mancha,” Spencer repitió, cerrando sus ojos. “Fuera, maldita mancha.” Pensó en Lady Macbeth deambulando por la noche, tratando de limpiar sus manos ensangrentadas del remordimiento del que nunca se podría liberar. “¡Fuera, maldita mancha!” Pensó en la culpa que sentía por Tabitha. Abrió sus ojos, y miró sus palmas, imaginando que estaban cubiertas de sangre. La sangre de Tabitha, fresca de su caída desde el techo.

Se forzó a si misma a revivir esa horrible noche en Jamaica. Cómo Tabitha fue insolente con Hanna. Cómo peleó con Aria. Cómo Aria la empujó por el borde. Buscando el cuerpo de Tabitha en la orilla y no encontrar ni un rastro. Sintiendo terror de salir al océano cada mañana, segura de que el cuerpo de la chica habría aparecido en la orilla por la noche. Viendo esa horrible noticia sobre Tabitha en la televisión unas semanas atrás.
        Pero mientras dijo las líneas unas veces más, un recuerdo diferente superó sus pensamientos. Se vio a ella misma en esa caliente y pobremente iluminada estación policial en el campus de Penn. Era como media hora después de haber hablado con Hanna y definido su plan. Spencer no sabía si Hanna había seguido con ello, pero había escuchado un montón de discusiones y celulares sonando afuera. Finalmente, el policía volvió a entrar y la miró. “Estas libre,” dijo bruscamente, sosteniendo la puerta abierta para ella.

-“¿L-lo estoy?” - Spencer había balbuceado.
        Él le devolvió su iPhone. “Déjeme aconsejarle, Señorita Hastings. Termine su programa de verano y vaya a su casa en los suburbios. Sea una buena chica. No quiere envolverse con pastillas.”
        “¿Y que pasa con Kelsey?” - dijo Spencer mientras salía hacia el pasillo.

Las esquinas de la boca del policía se giraron en una fea sonrisa. En ese momento, la puerta de una segunda sala de retención se abrió. Dos policías llevaron a Kelsey por el pasillo. Ella gritaba y se sacudía. “¿De qué hablan?” - decía ella. - “¿Qué hice?”

-“Tu sabes lo que hiciste,” Los policías le gruñeron.
        Kelsey miró a los ojos de Spencer por un momento y le dio una mirada suplicante. ¿De qué están hablando? Pero había algo más en su expresión, algo en lo que Spencer no había querido pensar hasta ahora.

Furia. Como que sabía exactamente lo que Spencer había hecho.
        “Fuera, maldita mancha,” Spencer repitió una vez más, mirando sus manos, tal como Lady Macbeth lo hacía en la obra. De repente, sus palmas estaban llenas con pequeñas, blancas y redondas pastillas. ¿Eran… A fáciles? Temblando, las lanzó al aire. ¿De dónde habían venido?

Buscó a Beau, pero Beau no estaba. El patio estaba vacío “¿Beau?” gritó. Sin respuesta. Estaba oscuro afuera ahora. ¿Cuánto tiempo había pasado?”
        Los árboles susurraban en el viento. Una lechuza ululaba en la lejanía, y el más sutil olor a humo del incendio del año pasado cosquilleó en las fosas nasales de Spencer. Miró abajo a sus palmas otra vez; de algún modo, las pastillas A fácil habían vuelto. “¡Salgan!” gritó. Raspando sus manos con sus uñas hasta que rojas y abruptas líneas aparecieron en su piel. “¡No puedo ser vista con ellas!” gritó. “¡No me pueden atrapar!”
        Pero las pastillas no se movían de sus palmas. Girando y respirando violentamente, Spencer se dirigió al pequeño estanque tras el granero. “¡Salgan, salgan, salgan! Chillaba, bajando sus manos dentro del agua estancada, y medio congelada. Apenas sentía el frio. Movió sus manos por un momento y luego las retiró. Las pastillas aun estaban allí. “¡No!” Gritó, corriendo sus palmas húmedas por su cabello. Frígida y fétida agua corrió por su cara y siguió por sus orejas y boca.
        Otra ramita sonó. Spencer miró a sus pies, manos y cabello goteando. “¿Quién está allí?” gritó, su corazón latía fuertemente. ¿Eran los policías? ¿Estaban allí por ella? ¿Podrían ver las A Fácil en su palma y se la llevarían a ella?

Alguien se movió tras un arbusto. Shh, otra voz dijo. Dos figuras salieron de los árboles. Una era Kelsey. La otra era Tabitha. Estaban de la mano mirando a Spencer.
        “Hey, Spence,” Kelsey dijo, mirando las palmas goteando de Spencer. “¿Sintiéndote culpable por algo, asesina?”

“No puedes escaparte de nosotras,” susurró Tabitha. “Sabemos lo que hiciste.”

Sonrió misteriosamente y avanzó por la pendiente. Spencer retrocedió, su tobillo se enredó en una gruesa y retorcida raíz. En segundos, su trasero golpeó el banco del arroyo y su cabeza y hombro derecho se sumergieron en el agua congelada. Su cara instantáneamente se adormeció. Cuando abrió sus ojos, Kelsey y Tabitha estaban de pie sobre ella, con sus brazos extendidos. Listas para ahogarla. Listas para vengarse.
        -“¡Lo siento!” -dijo Spencer, sacudiéndose en la fría agua.

-“No lo sientes lo suficiente" -  dijo Kelsey, agachándose.

-“No lo sentías cuando lo hiciste,” - gritó Tabitha, apretando su cuello.

-“¡Lo siento ahora!” - Spencer luchaba para liberarse de las chicas, pero ellas la  sujetaban fuertemente. “¡Por favor! ¡No!”

-“¿Spencer?”
Alguien la levantó del riachuelo. El hielo se deslizaba por su espalda. El frío aire golpeaba sus mejillas. Cuando abrió sus ojos, Kelsey y Tabitha se habían ido. En lugar de ellas, estaba Beau de pie frente a ella, poniendo su chaqueta por los hombros de Spencer. -“Está bien,” - arrulló él. “Está bien.”
Spencer sintió a Beau guiándola fuera del bosque. Luego de un momento, abrió sus ojos y miró a su alrededor, medio llorando, medio hiperventilada. Estaba en su patio otra vez. Cuando miró sus palmas, estaban vacías. Pero mientras las visiones que había tenido de Kelsey y Tabitha se habían desvanecido, la verdadera Kelsey estaba de pie a unos cuantos metros en el césped con Amelia y otras chicas de la orquesta, para su práctica de la tarde. Sus ojos estaban ampliamente abiertos y había una sonrisa satisfactoria en su cara.
-“¿Qué anda mal con ella?” - dijo  Amelia en una voz disgustada.
        -“Está bien,” - respondió Beau, escoltando a Spencer hacia la casa. “Estamos haciendo algunos ejercicios teatrales.”

-“¿Qu-qué ocurrió?"- susurró Spencer aturdidamente mientras subían las escaleras del patio.
        Beau sonrió. “Estuviste increíble. Realmente fuiste por ello. Te sumergiste en el método, literalmente. La mayoría de los actores tienen que estudiar por años para hacer una conexión emocional tan grande. Serás genial en el papel mañana.”

        Mientras él la ayudo caminando por la puerta corrediza, Spencer trató de sonreír como si hubiera sabido lo que había estado haciendo todo el tiempo, pero en su interior se sentía débil y diezmada, como una ciudad devastada por un tornado. Y cuando se dio vuelta, la verdadera Kelsey estaba aun mirándola. Esa sonrisa aun estaba allí, como si supiera la raíz del extraño comportamiento de Spencer.
        Como si lo supiera todo.


Traducción: Daniela

Corrección: Verónica

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