domingo, 9 de diciembre de 2012

Ruthless - Capítulo 20: Todos los padres cariñosos encierran a sus hijas en altas torres.


El Sr. Marin abrió la puerta de su casa y recibió a Hanna con una gran sonrisa. -“¡Entra, entra!”

-“Gracias”- Hanna arrastró un bolso de Jack Spade, lleno con suficiente ropa como para una estadía de tres días, por el umbral. Luego, levantó el pequeño bolso para perro que contenía a Dot, su Doberman miniatura, y lo entró también.

-“¿Te importa si lo saco de ahí?

-“No hay problema.” -El Sr. Marin se inclinó y abrió el seguro de metal. El pequeño perro, el cual Hanna había vestido con un sweater del logo de Chanel, inmediatamente salió del bolso y corrió como loco por la sala, oliéndolo todo.

-“Uch,” una voz dijo. Isabel, cuyo conjunto color salmón combinaba con su piel  anaranjada falsamente bronceada, miró a Dot como si fuera una rata de cloacas. -“Esa cosa no muda su pelo, ¿cierto?”

-“No, no lo hace,” - dijo Hanna con la voz más amable que pudo simular. “¿Quizás recuerdes a Dot de cuando te quedaste en casa?”

-“Supongo,” -dijo Isabel ausentemente. Isabel fue cautelosa con Dot cuando ella vivió en la casa de Hanna, cuando la Sra. Marin se fue a Singapur en un viaje de negocios, arrugando su nariz cuando él levantaba su pata en un árbol en el patio, fingiendo náuseas cuando Hanna le servía comida orgánica para perros en su bol de cerámica, y siempre alejándose de él como si estuviera a punto de morderla. Hanna deseaba que Dot mordiera a Isabel, pero Dot amaba a todo el mundo.

-“Bueno, estamos felices de tenerte aquí,”- Isabel continuó en un tono que Hanna no creía que fuera sincero.

-“Me alegro de estar aquí,”- Hanna dijo, mirando la expresión de su papá. Él parecía tan feliz de que ella le hiciera honor a su petición de quedarse con él una cuantas noches en la semana. Parecía un impecablemente mal momento de todos modos, por su enredo con Liam. ¿Y si Hanna gritaba su nombre mientras dormía? ¿Y si su papá miraba su celular y encontraba todos sus mensajes, incluyendo los más ardientes, que Liam le envió hoy?
-“Vamos, te mostraré tu habitación.”- El Sr. Marin levantó los bolsos de Hanna y subió por la escalera curva. La casa tenía un recargado aroma a tienda navideña, Hanna había olvidado lo obsesionada que estaba Isabel con poner saquitos de lavanda en los cajones y cuencos de popurrí en cada superficie posible.
        Su papá subió al segundo piso, y luego al tercero.

-“¿Los dormitorios están hasta allá arriba?” - preguntó Hanna nerviosa. Cuando era chica, tenía un irracional miedo de que su casa fuera a incendiarse, y presionó a sus padres para tener sus habitaciones en el primer piso, de fácil escape, claro que no es que sus padres le hayan hecho caso. Quizás tenía un sexto sentido, incluso por ese entonces, de que algún día sería atrapada en un edificio en llamas.

-“Los nuestros están en el segundo piso, pero el cuarto de invitados está en el tercero.”- El Sr. Marin miró por sobre su hombro y levantó sus cejas.- “Lo llamamos el desván.” Abrió una puerta al final del pasillo. -“Aquí estamos.”
        Entraron en una habitación blanca, con techo inclinado y pequeñas ventanas cuadradas. Se sentía como si él fuera un padre en un cuento de hadas, atrapando a Hanna en una alta torre, pero la habitación sí tenía un edredón de calidad de hotel en la amplia y còmoda cama queen-size, un closet amplio, y una TV de pantalla plana montada en la pared. Y era eso…. ¿Un balcón de Julieta? Hanna corrió a través de la habitación y abrió las puertas francesas. Efectivamente, un pequeño balcón salía de la habitación, ofreciéndole una vista del patio. Ella siempre quiso uno de esos.

-“¿Está bien?”-preguntó el Sr. Marin.

-“Es genial.” De todos modos, era completamente privado.

-“Me alegro que pienses eso.” -El Sr. Marin dejó los bolsos de Hanna junto al closet, acarició la cabeza de Dot, y se dio vuelta hacia la puerta. -“Ahora, ven. Vamos a revisar los nuevos comerciales de campaña. Me encantaría ver tu entrada.”
Hanna lo siguió de vuelta bajando las escaleras. En el tercer escalón desde el final, notó un destello en la ventana. Afuera estaba negro como la boca de un lobo, no era el mejor momento para un paseo alrededor del vecindario. Sus pensamientos volvieron al último mensaje de A: Ambos mueren en el Acto V. ¿Era un truco?

Su padre la guió a la sala de estar, la cual contenía un sillón color coñac, un otomán/mesa de café de cuero que combinaba con el sillón, y una gran televisión contra la pared, puesta en CNN. Kate estaba sentada en la esquina de uno de los sillones, con sus juguetonas piernas debajo de ella. Sentado junto a ella, su mano tomada de la de Kate, estaba nada menos que Sean Ackard.

-“Oh,” - dijo Hanna, deteniéndose de golpe.

La Cara de Sean se empalideció también. -“Hanna. No sabía que estarías aquí.”

Hanna miró a Kate, y Kate le lanzó una sonrisa empalagosa. Era claro que ella sì sabía que Hanna iba a venir…y que ella había invitado a Sean para enfatizar que él ahora era suyo.

-“Hola, Sean,” - dijo Hanna fríamente, haciendo hacia atrás sus hombros y sentándose tan lejos como pudo de la pareja feliz. ¿Qué le importaba si Kate y Sean estaban saliendo? Después de todo, ella tenía un espectacular novio ahora también.

No era que pudiera decirle a nadie sobre él.
Miró de reojo a Kate otra vez. La ceja de su hermanastra estaba arrugada como si estuviera esperando otra reacción. Acercó su cuerpo al de Sean y con su mentón le acariciò el cuello. Sean se acomodó, parecía incómodo. Hanna deseaba poder lanzar una indirecta sobre que los vio en la junta del Club V, pero no se atrevía.

De repente, una chica que se le hacía familiar apareció en la pantalla de la TV, y Hanna casi gritó.

Era una foto de Tabitha.

“Tomar durante el receso de primavera: ¿Deberíamos poner mano dura?” Dijo la presentadora. Hanna saltó y presionó un botón en el control remoto, y la TV se puso negra. Kate la miró bizarramente.
-“Supongo que alguien está lista para ver mis comerciales,” -bromeó el Sr. Marin. Puso un DVD en el reproductor, y sus nuevos comerciales de campaña aparecieron en la pantalla. Hanna se volvió a sentar en el sofá, tratando de calmar sus nervios. Cada vez que cerraba los ojos veía una repetición de la foto de Tabitha en su mente.

El primer comercial estaba hecho con tomas rápidas, como una película de acción. El segundo estaba hecho en estilo documental satírico, como The Office.

-“Quiero que todos me den su opinión honestamente,” - dijo el Sr. Marin.- “¿Creen que los jóvenes responderá a esto?”

-“Son realmente divertidos y creativos,”- dijo Kate rudamente, haciéndose hacia adelante. -“Pero no estoy segura de que los chicos vean comerciales. Por lo general graban los programas y los ven después”

-“Podrias subirlos a Youtube,” - dijo Hanna temblorosamente.

El Sr. Marin parecía estresado. -“Deberíamos seguir tweeteando, ¿cierto? ¿Y deberíamos hacer más flashmobs? El de la semana pasada salió tan bien.”

-“Lo fue, ¿o no, Hanna?”- Kate sonrió, mirando a Hanna enfáticamente.

Hanna se encogió de hombros. ¿Qué significaba esa mirada? ¿Habría Kate notado que Hanna no estuvo ahí la mayor parte de la presentación? ¿Había visto al chico con quien Hanna se fue?
-“Podríamos tratar en Hollis esta vez.”- El Sr. Marin detuvo el video. -“¿O quizás Bryn Mawr? ¡O podríamos ir a la ciudad y tratar en Temple o en Drexel!”
Kate se pasó su mano por su largo cabello castaño. -“¿Qué piensa la competencia de los flash mobs?” -Nuevamente, miró directamente a Hanna.

La piel de Hanna se erizó. -‘’¿Cómo podría saberlo?’’

Kate hizo un gesto. -“No te estaba preguntando a ti específicamente.”

Mordiendo su labio, Hanna recordó las varias veces que había estado con Liam. ¿La había visto Kate en la iglesia después de todo? ¿Lo sabía?

Hanna la miró. Kate también la miraba, como desafiando a Hanna para pestañear. Sean tiró el cuello de su camisa, su mirada iba de una chica a la otra. El Sr. Marin se acomodó, y levantó una de sus cejas. -“¿Qué ocurre, chicas?”

-“Nada,” Hanna dijo rápidamente.

-“No me preguntes a mi.”- Kate levantó sus manos. -“Ella es la que está actuando extraño.”
De repente, Hanna se sintió abrumada. Estaba escondiendo demasiado. -“Um, tengo que…”- Hanna se levantó del sofá y corrió hacia la puerta. Kate soltó un sonido medio-suspiro, medio-respiración a su espalda.
Ella corrió por el pasillo, y se detuvo afuera del tocador, notando una caja medio-desempacada y algo tras el sofá de la sala. Era un gastado perro Rottweiler de peluche, una de sus orejas casi se le salía, y un parche de lana en su espalda se había despegado. Su padre le había comprado este perro de peluche a Hanna luego de que inventaron el personaje perruno de Cornelius Maximilian, un antiguo chiste interno entre ellos dos. Hanna olvidó a Cornelius con los años y se imaginó que se habría perdido por siempre. ¿Su papá lo había tenido todo este tiempo?
        Ella tocó la cabeza de peluche de Cornelius, algo de culpa y arrepentimiento corrió por sus venas. Su padre estaba tratando de hacer un esfuerzo por recuperar su relación, y Hanna le pagaba fraternizando con el enemigo. Ella necesitaba terminar con Liam ahora, antes de que fuera peor. Estaba lidiando con demasiados secretos ahora mismo. Todo la estaba superando.

Buscó su celular en su bolsillo. Pero cuando abrió un nuevo mensaje de texto, se detuvo. El pensamiento de no volver a Liam otra vez hizo que su estómago se revolviera y sus ojos se humedecieran de lágrimas.

Una mano tocó el brazo de Hanna, y ella gritó y giró. Kate estaba tras ella, con una mano en la cadera.- “¿Todo está bien?” -Preguntó en una voz falsa de preocupación. Su mirada iba de la cara de Hanna hacia su celular.
-“Todo está bien,”- dijo Hanna tensamente, cubriendo la pantalla con sus dedos .Afortunadamente, no había puesto aún en la pantalla la la informaciòn de Liam.

-“Ajá”- Kate estrechó la mirada. -“No pareces estar bien.”
-“¿Por qué te importa?”
Kate se acercó, y Hanna podía oler su loción corporal de Jo Malone de higo y casis. -“Estás ocultando algo, ¿ no?”

Hanna miró a otro lado, tratando de mantenerse calmada. “No sé de qué estás hablando.”
Una sucia sonrisa se formó en la cara de Kate. -“Oíste lo que Tom dijo, advirtió haciendo sonar sus dedos. -“Si alguien de nosotros tiene secretos, el enemigo se enterará. No quieres que eso pase, ¿o sí?”
Y luego, antes de que Hanna pueda responder, Kate se echó el cabello castaño hacia atrás con un movimiento de cabeza, y regresó a la sala. Ella soltó una alta y cadenciosa risilla mientras caminaba, un sonido que hizo que cada célula en el cuerpo de Hanna se estremeciera.
Sonaba tal como la risa de Ali. La de A.


Traducción: Daniela
Corrección: Verónica



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