Traducción: Daniela
Corrección: Daniela
“¡Sonríe!” Kay
aceró a Emily y ajustó la cámara de su teléfono apuntando hacia ellas mientras
estaban bajo la entrada de Electric Factory, un club de música en el centro de
Philly —The Chambermaids, la banda favorita de Kay, iba a tocar en una hora.
Emily sonrió mientras el flash se disparaba, y luego Kay inspeccionó la
pantalla. “¡Te ves súper linda! A tu hermana le encantará”
Kay presionó
unos cuantos botones, enviándole la imagen a Beth, quien había salido con un
amigo esta noche. Había insistido en que Emily fuera sola. “Tú eres a la que
Kay quiere,” dijo. “Te garantizo que para el final de la noche ya se habrán
enrollado.”
Ciertamente,
Emily se puso frenética cuando Kay la llamó esta mañana preguntándole si quería
juntarse. Todo lo que podía pensar era en lo rápido pero eléctricamente cargado
que fue el beso en la fiesta, en Kay bailando, libremente, y en lo que Kay dijo
al final de esa noche: Me moriré si no nos volvemos amigas. Había algo
peligroso e impredecible sobre Kay. Juntarse con ella le daba a Emily el mismo
sentimiento deliciosamente ilícito que sentía cuando veía una película de
clasificación R en casa de Ali cuando era menor: Las películas clasificación R
estaban prohibidas en la casa de los Fields, lo que hacía que Emily sintiera aún
más curiosidad por sobre lo que trataban.
Cuando se
encontró con Kay en el vestíbulo, se sorprendió agradablemente: Fuera de su
traje de sirena y peluca, Kay era aún más bella de lo que Emily se imaginaba.
Tenía el pelo rojizo y largo que llegaba casi hasta el final de su espalda. Su
polera vintage gris cubría su torso, mostrando un poco de sus pechos y plano
estómago. Los ojos de Kay se iluminaron cuando vio a Emily emerger de la
multitud, como si también le gustara lo que veía.
Ahora un
portero partió sus tickets y las chicas pasaron por la puerta. “Tragos,” Kay
dijo con determinación, rodeando un grupo de chicos en fila junto al escenario.
Entraron a la fila tras dos chicas con poleras iguales de fotos de The
Chambermaids. Era divertido ver que los miembros de la banda eran todos
chicos—y de los bellos. Emily se había imaginado chicas en uniformes de mucamas
[1]
“¿Cómo
conociste esta banda?” Emily preguntó.
“Los oí en
Pandora el verano pasado.” Kay enrolló un mechón de su cabello en su dedo. “Me
ayudaron por momentos difíciles.”
Emily tocó los
aros de plumas que colgaban de sus orejas. “¿Qué tipo de momentos difíciles?”
Kay miró al
montón de amplificadores que bordeaban el muro. “Pasé un tiempo lejos de casa.
Es una historia aburrida.”
“Sé todo sobre momentos difíciles,” Emily
admitió, mirando sus pies. “Mis padres me enviaron lejos también. Fui a Iowa a
vivir con mis primos. Fue un desastre, y me escapé.”
Kay abrió sus
ojos. “¿Estás bien?”
Emily se
encogió de hombros. “Sí. Pero he pasado por otras cosas también. Si mis padres
se enteraran harían mucho más que enviarme lejos.” Cerró sus ojos por un
momento y trató de imaginar cómo sería la reacción de su madre si supiera que
Emily había estado embarazada, pero ella simplemente no pudo imaginarse nada lo
suficientemente extremo, excepto por la cabeza de su madre explotando
literalmente. Ni siquiera se atrevía a considerar lo que su madre haría si
supiera sobre Tabitha.
“He ocultado
toneladas de cosas a mis padres también,” Kay dijo casi aliviada. “Solía ser
mucho más alocada de lo que soy ahora. Hoy en día mis padres no confían en mí
para nada. La mayor parte del tiempo, si quiero ir a cualquier lado, tengo que
escaparme.” Sonrió astutamente y golpeó la cadera de Emily. “Dudo que me
hubieran dejado salir contigo esta noche, Señorita Lista de quehaceres de chica
mala.”
Emily cambió
de postura, poniéndose en el canal de la malvada nueva Emily. “No creas que he
terminado con mi lista de quehaceres de chica mala. Hay algunas cuantas cosas
que tachar de la lista esta noche.”
“Esperaba que
dijeras eso,” Kay dijo, con sus ojos verdes puestos en Emily. Un hormigueo
subió por la columna de Emily
Era el turno
de Kay de ordenar, y le pidió al barman dos Capitán Morgan y coca colas. Cuando
él deslizó los vasos por el bar, ella levantó el suyo en el aire. “Por un
pasado accidentado, y un futuro más brillante.”
Emily rio “Eso
suena como un discurso del graduado de mejores calificaciones.”
Una mirada
incómoda pasó por la cara de Kay, y luego miró las luces arriba. Luego de un
momento se volvió hacia Emily, con la mirada desaparecida. “¿Besas a chicas
extrañas en fiestas muy seguido? Pareces tener experiencia en ello.”
Emily se
sonrojó. “No, besar a un extraño—bueno, dos extraños—fue nuevo para mí.”
Pero luego hizo una pausa, sintiendo un impulso de honestidad. “Tuve una novia
el año pasado en realidad.”
Kay parecía
intrigada “¿Y cómo fue?”
Emily sentía
sus mejillas quemando aún más. Agachó su cabeza. “De hecho, es genial.”
Kay revolvió
su trago con la pajita roja. “Los chicos apestan. Y las chicas son mucho más
lindas.”
“Lo son,”
Emily dijo medio suspirando. Miró a Kay, extasiada por la suave, pecosa piel en
sus hombros y cuello. Kay miró de vuelta.
Luego Kay
levantó su brazo otra vez. “Otro brindis. Esta vez por la acción entre chicas.”
“Salud,” Emily
dijo, chocando su vaso con el de Kay una vez más.
Kay tomó un
largo y casi placentero trago. “Entonces, creo que meternos al backstage y
conocer a la banda debería estar en tu lista de quehaceres de chica mala.”
Emily levantó
una ceja. “Está bien. ¿Pero cómo haremos eso?”
Kay apuntó al
gorila que estaba cuidando una puerta cerca del escenario. “Dile a ese tipo que
eres la novia de Rob Martin y que quieres verlo por un segundo antes de que
actúe. Y pásale esto.” Y puso algo en la mano de Emily. Emily abrió su palma y
vio que eran 20 dólares.
“¡Sabrá que
estoy mintiendo!” Emily susurró.
Kay se apoyó
en una pierna. “Yo te respaldaré. Vamos. Es algo fácil.”
La multitud se
abrió, creando un camino libre hacia el gorila. Los pocos tragos de ron que
Emily había tomado quemaban su estómago. La adrenalina bombeaba por su sangre,
haciéndola sentir hormigueos y viva.
Girando sus
hombros hacia atrás, Emily camino entre la multitud y se detuvo junto a la
sucia puerta negra junto a un montón de amplificadores Marshall. El Gorila, de
pinta aburrida, quien podría haber sido el doble de Vin Diesel, hojeaba una
revista de motocicletas. Emily miró por sobre su hombro y Kay le hizo un gesto
alentador con la cabeza.
“Disculpa,”
Emily dijo dulcemente, tocando el codo del tipo. “¿Te importa si entramos por
un segundo? Soy la novia de Rob Martin, y quiero verlo antes de que salga al
escenario.”
El tipo bajó
la revista e hizo un gesto. Sus ojos escanearon su cabello rubio-rojizo, sus
tonificados hombros de nadadora, y su delgado estómago. Emily estaba agradecida
de haber sacado un par de skinny jeans del closet de Beth y haberlos combinado
con una de las pocas poleras ajustadas que sus padres no habían prohibido. Sus
dedos se enrollaron entre el billete que Kay le había pasado. Luego de un
momento, lo puso en la palma del gorila. Luego subió sus dedos por su muñeca y
apretó su bíceps. “Fuerte,” dijo en una voz que ni ella podía creer que fuera
suya. “Apuesto que podrías levantar una tonelada.”
Milagrosamente,
el gorila se rio, se movió a un lado, y abrió la puerta para ellas. Emily pasó
por la puerta y Kay la siguió. La puerta se cerró otra vez, amortiguando el
sonido de la multitud. El oscuro pasillo olía a cerveza pasada y sudor.
“Oh Dios mío.”
Emily juntó sus manos con su boca. “No puedo creer que yo hice eso.”
“Eres genial.”
Kay tomó sus hombros y los agitó emocionadamente. “No podría haber hecho eso
mejor. ¿Y el apretón de bíceps? ¡Hilarante!” Luego golpeó la muñeca de
Emily. “Vamos. Entremos a su fiesta.”
Sus pasos
sonaban en el piso de concreto. Llegaron a una pesada puerta llena de stickers
junto a un letrero de SALIDA iluminado. “Te apuesto que es esta,” Kay susurró.
La empujó gentilmente. “¿Hola?”
“¿Sí?”
respondió una voz de chico.
Kay abrió la
puerta con su pie. Cuatro altos y jóvenes chicos las miraban desde sillas
plegables andrajosas y sofás grumosos. Uno de ellos usaba un traje delgado y
ajustado, y los otros tenían poleras vintage y jeans. Todos tenían latas
abiertas de cerveza, y estaban viendo Flight of the Conchords en una
pequeña pantalla de computador apoyada en una jaba de leche- Habían posters por
todas las paredes de otras bandas que habían tocado aquí—John Mayer, Iron &
Wine—y una bizarra colección de artículos de Benjamin Franklin, muñequitos que
mueven la cabeza, y figuras, y un cartón tamaño real de Ben Franklin.
“¿Quiénes son
ustedes?” Traje ajustado miraba a Kay y a Emily
“Soy Kay” Kay
caminó dentro de la habitación. “Y esta es Emily. Pensamos que ustedes querrían
divertirse.”
Traje ajustado
codeó a los otros miembros de la banda. Todos sondeaban a Kay apreciativamente.
“Soy Rob,” traje ajustado dijo, estrechando su mano.
“Lo sé,” Kay
dijo. Apuntó a los otros. “Y ustedes son Yuri, Steve, y Jamie.”
“¿Así que
ustedes son fans?” el chico llamado Steve preguntó.
“Claramente.”
Kay se acercó a una mesa pequeña en la esquina, sobre la cual había muchas
botellas de licor y algunas mezclas. Sin preguntar, se sirvió un vaso. “¿Por
qué nadie pone música? ¿Bailar no los ayuda a soltarse antes de un show?”
Los miembros
de la banda se miraron, luego Rob se levantó y puso una canción de Adele en el
estéreo. Instantáneamente Kay comenzó a moverse al ritmo de la música,
invitando a los chicos a bailar también. Por un momento, solo le sonrieron a
Kay, pero luego Rob se paró e hizo piruetas con ella. El chico llamado Jamie se
sentó en el sofá junto a Emily. “¿Ustedes se meten al backstage seguido?”
Emily de
repente se sintió tímida, como solía sentirse cuando su Ali la arrastraba a
fiestas de Rosewood Day y la hacía hablar con chicos. “No realmente. Pero
espero que no te importe.”
Jamie movió su
mano en gesto de que no le importaba. “Nuestro manager nos mantiene aquí
encerrados. Se hace aburrido. Tu amiga es algo, ¿ehh? Totalmente… contagiosa.”
Emily miró a
Kay girando por la habitación. Si Kay fuera una enfermedad, Emily esperaba
contagiarse. El cuerpo de Kay se movía tan graciosamente y fluidamente que era
difícil para Emily quitarle los ojos de encima. Siempre había querido ser
alguien como Kay, una chica que pudiera encantar absolutamente a cualquiera,
incluso si no los conocía. Trató de imaginarse a Kay en Rosewood Day.
Probablemente los tendría a todos en su bolsillo trasero, tal como Su Ali.
“¡Em!” Kay
llamó desde la pista de baile improvisada. “¡Ven a bailar! ¡Esta es mi canción
favorita!”
Emily se
levantó, llevando a Jamie con ella también. Ambos se movieron en el círculo y
dejaron que Kay los mueva por ahí. Pronto, todos estaban cantando las letras de
Adele. Kay levantó su celular sobre el grupo y tomó foto tras foto,
deteniéndose para escribir nombres o para enviar mensajes. Kay miró a los ojos
a Emily por entre el grupo y guiñó, y Emily le guiñó de vuelta. Y cuando la
canción llegó a su tercer estribillo, Kay le dio a Emily una sonrisa
encubierta.
“Eres
impresionante” Emily le susurró cuando se acercaron mientras bailaban
“Tú también,”
Kay susurró de vuelta.
Una sutil risa
hizo eco en los oídos de Emily. Emily miró a su alrededor, de repente muy
alerta. Por un segundo estaba segura de que había visto a alguien asomándose
por la ventana en la puerta que daba al escenario. Alguien rubio, quizás.
Pero para su
gran alivio, nadie estaba allí.
[1]
Chambermaid en inglés significa mucama
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