Traducción: Daniela
Corrección: Verónica y Maju
Esa noche, Hanna bajó por una parte empinada hacia las
oscuras ventanas del viejo Huntley Rectory, un imponente edificio de piedra en
doce hectáreas en la parte sur de Rosewood. La iglesia fue alguna vez una
mansión que hospedaba un viejo y saludable magnate de líneas de trenes y su
equipo olímpico en entrenamiento de esgrimistas. El magnate de las líneas se
volvió loco, y asesinó a muchos de los esgrimistas, y escapó a Sudamérica. Su
mansión fue convertida en un monasterio poco tiempo después, pero la gente
siempre decía que oía sonidos de peleas de espadas y llantos fantasmales y
atormentados desde las torres más altas.
Los tacones de sus botines se hundían en el
piso medio enlodado. Una ramita la golpeó en la cara. Una pareja de gruesas
gotas cayeron en su frente, haciendo cosquillas en su piel, y Hanna seguía
pensando que vio dos grandes ojos observándola desde los árboles. ¿En qué estaba
pensando cuando aceptó encontrarse con Liam aquí? ¿En qué estaba pensando al
aceptar encontrarse con Liam?
Era toda una idiota. ¿Cómo pudo volverse
tan loca por un chico de quien no sabía nada, solo porque le dijo unos cuantos
cumplidos y era buen besador? Era tan malo como su capricho hacia Patrick, y
mira hacia dónde eso la había llevado. Cuando dejó Rue Noir la noche anterior,
prometió dejar todo esto atrás—no había modo de que pudiera fraternizar con el
hijo del mayor enemigo de su papá. Y cuando se encontró con su padre en
Starbucks esta mañana para discutir lo bien que había ido el flashmob, él
estuvo mirando enojado algo en el informe. Hanna miró sobre su hombro, era un
artículo sobre Tucker Wilkinson y sobre cuánto dinero le regalaba a la caridad.
-“Como si a él realmente le importara la esclerosis
múltiple,” - dijo el Sr. Marin entre dientes. -“Toda esa familia tiene
veneno en vez de sangre.”
-“No sus hijos,”- dijo Hanna antes de poder detenerse.
Su padre le dirigió una mirada aguda. -“Todos en esa familia son iguales.”
Pero entre entonces y ahora, un doloroso deseo brotaba
en su interior. Seguía pensando en el modo en que Liam la miraba, como si no
hubiera otra chica en el universo. Cómo él le confesó ese dañino secreto sobre
su papá, parecía tan triste y quebrantado. Cómo él quería llevarla a Miami para
que la pueda tener toda para él. Cómo la insoportable soledad que había sentido
desde que rompió con Mike se desvanecía cuando estaba con él, y cómo ella
olvidaba todo sobre A, Tabitha, y Kelsey cuando estaban juntos. Así que cuando
Liam le envió un mensaje esta tarde, preguntándole si podría encontrarse con él
aquí—suficientemente apartado, señaló, para que nadie los vea—Hanna no pudo
evitar enviarle una respuesta diciendo que sí.
La antigua mansión convertida en iglesia se alzaba
ante ella. Una gran estructura de piedra, torrecillas, y viejos vitrales
coloreados. Los santos grabados en las ventanas parecían mirar a Hanna
juzgándola. Algo se escabulló por la esquina, y Hanna se congeló.
“Psst.”
Hanna saltó y giró. Liam estaba de pie en las sombras
bajo una vieja y apagada lámpara. Hanna pudo identificar la tímida sonrisa en
su cara. Una gran parte de ella quería correr hacia él, pero en vez de eso, se
quedó donde estaba, dándole una mirada de inseguridad.
-“Viniste.”- Liam sonaba sorprendido.
-“No me quedaré por mucho,”- Hanna respondió
rápidamente.
El pie de Liam hizo sonidos chirriantes en
el lodo cuando caminaba acercándose. Él tomó sus manos, pero ella rápidamente
se alejó.
- “Esto no está bien,”- dijo ella.
-“¿Entonces por qué se siente bien?”.
Ella se cruzó de brazos.
-“Mi papá me mataría si supiera que estuve contigo.
¿No te mataría el tuyo también? Esto no está arreglado ¿o sí?”
-“Por supuesto que no.”- Liam tocó su mentón. -“Mi
papá no tiene idea de que estoy aquí. En realidad, yo debería preguntarte a ti
si esto no está arreglado. Yo te conté un gran secreto antes de saber quién
eras.”
-“No voy a contarle nada a nadie,” -
murmuró Hanna.- “Eso es asunto tuyo, no mío. Y mi papá no juega sucio.” Como
el tuyo, estuvo a punto de decir, pero no lo hizo.
Liam parecía aliviado.
-“Gracias. Y, Hanna, ¿A quién le importan las
campañas políticas?”
Hanna torció su boca. De repente, ella no sabía cómo
se sentía en cuanto a nada.
-“No podía pasar otro día sin verte.”- Liam corrió sus dedos por el cabello
de Hanna. “Nunca he sentido una conexión tan grande con nadie más. No me
importa hija de quién eres. Yo no cambiaría esto por nada.”
El corazón de Hanna se derritió, y cuando
Liam comenzó a besarla, ella ya no sentía la llovizna en su cara. Lentamente,
su cuerpo se hundió en el de él, y ella respiró en su cuello, su suave cabello
con olor a shampoo.
-“Escapémonos juntos,”- Liam susurró en el oído de Hanna.
-“No a Miami. Algún lugar más lejano. ¿A dónde has querido ir siempre?”
-“Umm… ¿París?”- Hanna susurró.
-“Paris es genial.” -Liam deslizó sus manos bajo la blusa
de Hanna. Ella saltó un poco por sus frías palmas en su espalda. -“Podría
rentar un apartamento para nosotros en Left Bank. No tendríamos que lidiar con
nada de esta basura electoral. Podríamos desaparecer.”
-“Hagámoslo,” -decidió Hanna, dejándose llevar por el
momento.
Liam se separó, buscó algo en el bolsillo de su
chaqueta, y sacó su celular. Presionó un botón y luego llevó el teléfono a su
oído. Hanna frunció el ceño.
-¿A quién estás llamando?”
-“A mi agente de viajes.” -La pantalla del celular se
iluminó de verde.- “Puede conseguirnos un vuelo para mañana, te lo aseguro.”
Hanna rio, halagada. -“Yo no hablaba en serio.”
Liam presionó COLGAR. -“Bueno, tú dices la palabra,
Hanna, e iremos.”
-“Yo quiero saber que todo sea perfecto en ti
primero,”- Hanna dijo.- “Cómo… ¿qué estás estudiando en la Universidad?”
-“Literatura Inglesa,” Liam
respondió.
-“¿En serio? ¿No ciencias políticas?”
Liam arrugó su cara con disgusto. -“No tengo interés
en políticas.”
- “¿Y cómo es que tienes un agente de viajes?”
-“Es un viejo amigo de la familia,” -Liam dijo.
Hanna se preguntó si la familia Wilkinson tendría
miles de viejos amigos de la familia—probablemente en el ámbito
político.
- “¿Así que has ido a París antes?”
-“Una vez, con mis padres y hermanos, cuando yo tenía
nueve años. Hicimos la basura turística, pero yo solo quería sentarme en un
café y mirar a la gente.”
Hanna se apoyó contra la húmeda pared de piedra, sin
importar que pudiera dejarle manchas de humedad en el trasero.
-“Fui a España una vez con mis padres. Todo lo que
hicieron fue pelear, así que me hice la ciega y me sentí miserable.”- Liam se rio
y Hanna bajó su cabeza, avergonzada. ¿Por qué había dicho eso? -“No debí decirte
eso.”
-“Hey, está bien.” -Liam tomó su brazo. -“Mis padres
peleaban como locos también. Pero ahora ellos… no hablan.” -Él tenía una
apariencia distanciada en su cara, y Hanna sabía que él estaba pensando sobre
los problemas en que estaban sus padres. Ella tocó su brazo amablemente, no
segura de cómo consolarlo.
De repente, las puertas de la iglesia se
abrieron de golpe. Liam tomó las manos de Hanna y la llevó a la oscuridad. Un
grupo de adolescentes caminaron hacia afuera, seguidos por una familiar mujer
de cabello rubio ceniza en una chaqueta de imitación de Burberry, pero Hanna no
pudo identificarla.
-“Lo siento,”- Liam dijo en el oído de Hanna. -“Yo
solo quería que nos encontráramos aquí porque pensé que nadie podría estar por
aquí esta noche.”
Más gente salió de la iglesia. Luego, Hanna vio una
cabeza con cabello castaño y se estremeció. Era Kate, mano en mano con Sean
Ackard. Sean caminaba quietamente, como si él estuviera un poco asustado de que
Kate lo esté tocando. Él sostenía un volante en su mano que decía CLUB V por la
parte delantera en grandes letras mayúsculas.
Por eso era que la fea persona con chaqueta imitación de
Burberry le parecía familiar, era Candace, la líder del club de virginidad.
Hanna había entrado al club tiempo atrás, esperando volver con Sean. Tenían que
haber movido el grupo de apoyo del YMCA de Rosewood, donde era el año pasado,
hasta aquí. Entonces, ¡Sean aún era un virgen devoto! Hanna moría por
preguntarle a Kate si le había gustado la junta del Club V. ¿Habían jurado no
tocarse? ¿Sean le había comprado ya un anillo de compromiso de no-sexo? Una
alegre risa salió de sus labios.
Kate se congeló y Sean paró abruptamente junto a ella.
Ella miró a su alrededor. -“¿Hay alguien ahí?”
Hanna cerró su boca. Liam se quedó quieto junto a
ella.
-“Probablemente fue un mapache,”- Sean dijo
finalmente, guiándola hacia el estacionamiento.
-“¿La conoces?” - Liam susurró una vez que estaban
fuera de alcance.
-“Ella es mi hermanastra,”- dijo Hanna. -“Si
ella me viera aquí contigo, estaría muerta.”
Liam se puso tenso. -“Yo también estaría muerto. Mi
padre seguramente dejaría de pagar mi colegiatura en Hyde. Se llevaría mi auto.
Me echaría de la casa.”
-“Igualmente.” -Ella apoyó su cabeza
en el hombro de Liam. -“Seríamos indigentes juntos.”
-“Puedo pensar en castigos mucho
peores,” -Liam dijo.
Hanna agachó su cabeza. “Probablemente tú dices eso a
todas las chicas.”
-“No, no lo hago.” Parecía tan sincero que Hanna se
acercó y lo besó forzadamente en la boca. Él la besó también, y luego se movió hacia
sus mejillas, sus ojos, su frente. Sus manos acariciaban su cintura. ¿A quién
le importaba si solo se conocieron hace pocos días? ¿A quién le importaba si
esto estaba mal? ¿A quién le importaba si sus familias se odiaban? Liam estaba
en lo correcto: Esta clase de conexiones no debe ser ignorada. Era como uno de
esos raros cometas, solo ocurre una vez cada miles de años.
Dos horas y un millón de besos más tarde, Hanna se
subió en su auto y se sentó en el asiento. Se sentía muy alegre y exhausta. Fue
solo entonces cuando notó la pequeña luz verde en su celular. Lo sacó del
bolsillo de su cartera y tocó la pantalla. UN NUEVO MENSAJE DE TEXTO, decía.
Ella levantó la vista, mirando alrededor por el
estacionamiento. Las luces de las calles formaban dorados e ininterrumpidos
círculos de luz en el pavimento. El viento sonaba contra los letreros de
discapacitados el estacionamiento, y sopló un envoltorio vacío de chicle en el
pasto. Nadie estaba allí. Con las manos temblorosas, tocó la pantalla para leer
el mensaje.
Hannakins: Yo sé que ustedes están viviendo su propia
y privada historia de amor de Romeo y Julieta, pero recuerda: Ambos mueren en
el quinto acto. —A
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