Traducción: Daniela
Corrección: Daniela
Luego, esa
misma tarde, Spencer entró su Mercedes Coupe en la entrada de vehículos de su
familia luego de una larga sesión de estudios en la biblioteca pública de
Rosewood. “Tú tensa tu valor hasta su límite y no fallaremos,” recitó.
Era de la parte del diálogo donde Lady Macbeth convence a su marido de matar a
Duncan, el rey. “Cuando Duncan esté dormido, donde más bien su largo viaje
del día…”
Entonces su
mente se puso en blanco. ¿Qué venía después de eso?
Se estacionó.
Era irritante. Se había aprendido todas las líneas de La Fierecilla Domada
en décimo grado cuando estaba estudiando para el PSAT, voluntariando para la
cocina de la sopa de Rosewood, jugando field hockey, y haciendo
malabares con seis clases avanzadas. Tanto que aceptó darle a Beau la
satisfacción de que el la ayude mañana, quizás ella la necesitaba.
Haciendo una
inhalación limpiadora de chakras de yoga, se puso su abrigo de Madewell y tomó
su bolso de mano dorado de Dior del asiento de copiloto, un regalo que se hizo
a ella misma por entrar a Princeton. Cuando se bajó del auto casi chocó con un
Range Rover negro estacionado a la izquierda. Le frunció el ceño a sus llantas
cromáticas brillantes, su consola de navegación trucada, y animado sticker en
la parte trasera que proclamaba padre orgulloso de un estudiante de honor de
St. Agnes. El Sr. Pennythistle era dueño de una flota de vehículos, pero un
Range Rover no era uno de ellos. Lo cual significaba que había visitas.
Cuando abrió
la puerta principal, una suave voz se oía desde la sala de estar, seguida por
un estruendo de risas femenino. Spencer suprimió un gruñido. Amelia ciertamente
se había tomado la indicación de “Siéntete como en casa” de la Sra. Hastings
seriamente. Habían venido amigas de ella casi cada día, cada uno de los
invitados más geek que el anterior.
Spencer
pisoteó el hall, haciendo tanto ruido como pudo para que Amelia supiera que
venía. Suficiente, cuando pasó la gran habitación, la cual tenía una TV de
pantalla gigante, y cómodos sofás envolventes, Amelia la miró. Sostenía una
flauta negra brillante en su regazo—El último accesorio para cretinos. Otras
diez chicas sentadas por la habitación, también con instrumentos en sus manos. Perdedoras.
“¿Qué sucede?”
Spencer preguntó irritadamente.
“El grupo de
Música de la Cámara de Caridad de St. Agnes,” Amelia respondió en una
igualmente malhumorada voz. “¿Recuerdas que dije que daríamos un concierto?
Verónica dijo que estaba bien que ensayemos aquí.”
Spencer odiaba
como Amelia llamaba a su madre Verónica, como si fueran pares en un
cocktail. Estaba a punto de hacer una respuesta sarcástica, pero luego su
mirada se detuvo en una chica pelirroja en uno de los sillones. Primero, miró
dos veces. Luego una tercera. Era como ver un fantasma.
“¿K-Kelsey?” Spencer tartamudeó.
“Spencer.” La chica puso un
violín de vuelta en su caja plástica y pestañeó fuertemente, como si no pudiera
creer lo que veía tampoco. “Wow. Tanto tiempo sin vernos.”
La habitación
comenzó a girar. Era Kelsey Pierce, la vieja amiga de Spencer del programa de
verano de Penn. A quien ella había arruinado.
Sus
pensamientos viajaron de vuelta al bar donde ella y Kelsey se conocieron.
Phineas guio a Spencer y Kelsey hacia el pequeño baño de atrás. Había grafitis
por todas las paredes, y sucios baños y lavamanos de pedestal en la esquina. La
habitación olía fuertemente a vómito y cerveza añeja.
Phineas buscó
en uno de sus bolsillos y le paso a cada una de las chicas una suave pastilla
blanca. “Así es como sacas 5’s [1] en todos tus exámenes.”
“¿Qué es?”
Spencer alejó su cabeza. Las pastillas no eran su onda. Ni siquiera le gustaba
tomar aspirinas para dolores de cabeza.
“Es llamada A
fácil,” Phineas explicó. “Es totalmente impresionante. Te mantiene concentrado
por horas. Es el único modo de que pude pasar onceavo grado.”
“¿De dónde la
conseguiste?” La voz de Kelsey sonó.
"¿Importa?”
Phineas se acercó al lavamanos. “Espero que ustedes chicas la prueben.
Compartir la abundancia ¿cierto?”
Les acercó las
pastillas a ellas otra vez. Spencer saboreó sus labios. Por supuesto que había
oído de las A fácil, pero solo por esos estúpidos anuncios del servicio público
en la TV y los flyers de pronósticos nefastos detrás de las puertas de los
compartimientos del baño de Rosewood Day. Pero las palabras de Phineas se
fijaron en ella. Te mantiene concentrado por horas. Spencer no tenía
idea de cómo iba a pasar cuatro clases avanzadas en seis semanas. Quizás
momentos desesperados necesitaban medidas desesperadas.
Tomando aire
profundamente, las alcanzó, tomó la pastilla de la palma de Phineas y la puso
bajo su lengua. “No te arrepentirás.” Phineas se volvió hacia Kelsey. “¿Qué hay
de ti?”
Kelsey se
apretó el pulgar. “No lo sé. Fui atrapada con drogas cuando era menor. Estoy
tratando de mantenerme lejos de cosas como esta.”
“No te meterás
en problemas,” Phineas dijo.
“Nadie lo
sabrá,” Spencer se urgió.
Kelsey
continuó balanceándose hacia adelante y hacia atrás en sus tacos. Había una
expresión de gatito atrapado en su cara, la misma cara que Emily, Aria, Hanna,
y Spencer tenían cuando Su Ali las desafió a nadar en la laguna del beso, donde
la policía una vez encontró un cadáver.
Finalmente,
Kelsey acercó sus manos. “Supongo que debo vivir un poco ¿huh?” Phineas la dejó
caer en su mano. Su garganta sonó cuando la tragó. “¡Aquí van a los 5s en los
exámenes!”
Seis semanas
después, Spencer tuvo solo 5s. Y Kelsey, gracias a Spencer, estaba tras las
rejas.
“Tomemos un
descanso,” Amelia dijo ahora. Spencer volvió al presente, mirando como todos
los músicos estaban levantándose. Algunos estiraron sus brazos sobre sus
cabezas. Otros sacaron sus teléfonos y comenzaron a escribir.
Kelsey
atravesó la habitación hasta que estaba junto a Spencer. “Somos gemelas,” dijo,
levantando una cartera dorada cerca de la entrada. Era el mismo bolso de Dior
que Spencer llevaba. “Así que… tanto tiempo sin vernos.”
“Um, sí,”
Spencer respondió con recelo, jugando con uno de los botones de metal de la
manga de su blazer.
El reloj del
abuelo en el vestíbulo tocó la hora. Kelsey miró a Spencer, su mirada
aparentemente aburrida atravesaba directamente la piel de Spencer. El estómago
de Spencer se retorcía. Spencer no había visto ni oído de Kelsey desde ese día
en el recinto policial.
Alguien aclaró
su garganta, y Spencer se dio vuelta para ver la curiosa mirada de Amelia sobre
ellas. Spencer se fue por el pasillo hacia la cocina, haciéndole un gesto a
Kelsey para que la siga—lo último que quería era que Amelia las escuche a
hurtadillas. La cocina olía a romero recién cortado, el cual la madre de
Spencer había comenzado a impregnar con agua todo el tiempo desde que se enteró
de que era el aroma favorito del Sr. Pennythistle.
“No sabía que
tocabas.” Spencer hizo un gesto al arco de violín que Kelsey aun sostenía
firmemente, casi como a un arma.
Kelsey lo
miró. “He tocado desde que era pequeña. El grupo de orquesta de Amelia da
conciertos para caridad, y mi asistente social cuenta cosas de caridad como
servicio comunitario.”
“¿Asistente
social?” Spencer dijo antes de poder detenerse.
La expresión
de Kelsey se puso cautelosa. “Ya sabes. Por lo que pasó en Penn.”
Spencer miró a
otra parte.
“Digo, ¿te
enteraste, cierto?” La postura de Kelsey estaba rígida y su puño izquierdo, el
que no sostenía el arco del violín, estaba empuñado fuertemente. “Tuve que ir
al centro de detención juvenil por dos meses. Eres suertuda de que te dejaron
ir con una advertencia.” Levantó una ceja. “¿Cómo te saliste con eso?”
Se sintió como
si la temperatura en la habitación de repente subiera a 20 grados. Spencer
estaba muy asustada de encontrar su mirada con la de Kelsey. Además se sentía
confundida—había asumido que Kelsey sabía, en el fondo, que ella puso esas
drogas en su habitación y le dijo a los policías sobre su pasado dudoso. ¿Pero
y si no?
Cuando Spencer
volvió a mirar hacia delante, Kelsey aun la miraba. “Como sea, supe que
entraste a Princeton. Felicidades.”
Spencer se
encogió. “¿C-cómo supiste que entré a Princeton?”
“Un pajarito
me dijo,” Kelsey dijo suavemente.
¿Amelia?
Spencer quería preguntar, pero no podía hacer que su boca funcione. Kelsey
había puesto el ojo en Princeton también, pero era dudable que la universidad
le hubiera enviado una carta de felicitaciones de admisión temprana a la celda
D en el centro juvenil. Nuevamente, parecía que solo se la habían enviado a
Spencer por equivocación.
“¿Kelsey?” La voz nasal de Amelia llamó desde
el estudio. “¡Te necesitamos! ¡Vamos a tocar la de Schubert otra vez!”
“Está bien,”
Kelsey gritó. Luego se volvió hacia Spencer. Su boca abierta, como si fuera a
decir algo, pero entonces pareció cambiar de opinión y la cerró otra vez.
“Buena suerte en Princeton, Spencer. Espero que todo te salga bien.” Luego
caminó rígidamente, con el arco de violín a su lado.
Spencer se
hundió en la silla de la cocina, su corazón latiendo tan fuerte que opacaba los
sonidos de las músicas.
Beep.
Spencer saltó
asustada. Era su celular, el cual estaba en el bolsillo delantero de su bolso
de Dior que ahora estaba en una de las sillas en la isla. Tragando saliva, se
acercó y lo sacó. Había un nuevo mensaje de un emisor desconocido. Pero antes
de leerlo, algo llamó su atención en el pasillo. Kelsey estaba parada en la
entrada del estudio. Giró su cabeza tan pronto como Spencer miró hacia ella,
pero Spencer no podría decir si había estado mirando. Había, ahora, un delgado
celular en la misma mano que sostenía el arco del violín.
El estómago
dando vueltas, Spencer miró el celular y presionó LEER.
¿Crees que tu
mejor amiguita del verano te perdona por ser tan perra? Por algún motivo lo
dudo…Mwah! —A
[1] Nota máxima, al igual que
sacar una A.
Capítulo 10 | Capítulo 12
Índice
Te felicito por esta traducción he pasado meses buscando este libro y no lo encontraba, ya he leído los 9 anteriores y he queddado prendada de la historia. Gracias por traducir y alimentar el vicio :D
ResponderBorrarDe nada :) es un agrado alimentar el vicio jaja además mientras lo traduzco yo también lo voy leyendo por primera vez ( luego de leer los 9 anteriores como corresponde obviamente) así que estoy igual de enganchada que tu! Ya me muero por saber el final...
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