lunes, 12 de noviembre de 2012

Ruthless - Capítulo 11: Reunión de la escuela de Verano



Traducción: Daniela
Corrección: Daniela

Luego, esa misma tarde, Spencer entró su Mercedes Coupe en la entrada de vehículos de su familia luego de una larga sesión de estudios en la biblioteca pública de Rosewood. “Tú tensa tu valor hasta su límite y no fallaremos,” recitó. Era de la parte del diálogo donde Lady Macbeth convence a su marido de matar a Duncan, el rey. “Cuando Duncan esté dormido, donde más bien su largo viaje del día…”

Entonces su mente se puso en blanco. ¿Qué venía después de eso?

Se estacionó. Era irritante. Se había aprendido todas las líneas de La Fierecilla Domada en décimo grado cuando estaba estudiando para el PSAT, voluntariando para la cocina de la sopa de Rosewood, jugando field hockey, y haciendo malabares con seis clases avanzadas. Tanto que aceptó darle a Beau la satisfacción de que el la ayude mañana, quizás ella la necesitaba.

Haciendo una inhalación limpiadora de chakras de yoga, se puso su abrigo de Madewell y tomó su bolso de mano dorado de Dior del asiento de copiloto, un regalo que se hizo a ella misma por entrar a Princeton. Cuando se bajó del auto casi chocó con un Range Rover negro estacionado a la izquierda. Le frunció el ceño a sus llantas cromáticas brillantes, su consola de navegación trucada, y animado sticker en la parte trasera que proclamaba padre orgulloso de un estudiante de honor de St. Agnes. El Sr. Pennythistle era dueño de una flota de vehículos, pero un Range Rover no era uno de ellos. Lo cual significaba que había visitas.

Cuando abrió la puerta principal, una suave voz se oía desde la sala de estar, seguida por un estruendo de risas femenino. Spencer suprimió un gruñido. Amelia ciertamente se había tomado la indicación de “Siéntete como en casa” de la Sra. Hastings seriamente. Habían venido amigas de ella casi cada día, cada uno de los invitados más geek que el anterior.

Spencer pisoteó el hall, haciendo tanto ruido como pudo para que Amelia supiera que venía. Suficiente, cuando pasó la gran habitación, la cual tenía una TV de pantalla gigante, y cómodos sofás envolventes, Amelia la miró. Sostenía una flauta negra brillante en su regazo—El último accesorio para cretinos. Otras diez chicas sentadas por la habitación, también con instrumentos en sus manos. Perdedoras.
“¿Qué sucede?” Spencer preguntó irritadamente.

“El grupo de Música de la Cámara de Caridad de St. Agnes,” Amelia respondió en una igualmente malhumorada voz. “¿Recuerdas que dije que daríamos un concierto? Verónica dijo que estaba bien que ensayemos aquí.”

Spencer odiaba como Amelia llamaba a su madre Verónica, como si fueran pares en un cocktail. Estaba a punto de hacer una respuesta sarcástica, pero luego su mirada se detuvo en una chica pelirroja en uno de los sillones. Primero, miró dos veces. Luego una tercera. Era como ver un fantasma.

“¿K-Kelsey?” Spencer tartamudeó.

“Spencer.” La chica puso un violín de vuelta en su caja plástica y pestañeó fuertemente, como si no pudiera creer lo que veía tampoco. “Wow. Tanto tiempo sin vernos.”

La habitación comenzó a girar. Era Kelsey Pierce, la vieja amiga de Spencer del programa de verano de Penn. A quien ella había arruinado.

Sus pensamientos viajaron de vuelta al bar donde ella y Kelsey se conocieron. Phineas guio a Spencer y Kelsey hacia el pequeño baño de atrás. Había grafitis por todas las paredes, y sucios baños y lavamanos de pedestal en la esquina. La habitación olía fuertemente a vómito y cerveza añeja.
Phineas buscó en uno de sus bolsillos y le paso a cada una de las chicas una suave pastilla blanca. “Así es como sacas 5’s [1] en todos tus exámenes.”
“¿Qué es?” Spencer alejó su cabeza. Las pastillas no eran su onda. Ni siquiera le gustaba tomar aspirinas para dolores de cabeza.

“Es llamada A fácil,” Phineas explicó. “Es totalmente impresionante. Te mantiene concentrado por horas. Es el único modo de que pude pasar onceavo grado.”
“¿De dónde la conseguiste?” La voz de Kelsey sonó.
"¿Importa?” Phineas se acercó al lavamanos. “Espero que ustedes chicas la prueben. Compartir la abundancia ¿cierto?”
Les acercó las pastillas a ellas otra vez. Spencer saboreó sus labios. Por supuesto que había oído de las A fácil, pero solo por esos estúpidos anuncios del servicio público en la TV y los flyers de pronósticos nefastos detrás de las puertas de los compartimientos del baño de Rosewood Day. Pero las palabras de Phineas se fijaron en ella. Te mantiene concentrado por horas. Spencer no tenía idea de cómo iba a pasar cuatro clases avanzadas en seis semanas. Quizás momentos desesperados necesitaban medidas desesperadas.

Tomando aire profundamente, las alcanzó, tomó la pastilla de la palma de Phineas y la puso bajo su lengua. “No te arrepentirás.” Phineas se volvió hacia Kelsey. “¿Qué hay de ti?”

Kelsey se apretó el pulgar. “No lo sé. Fui atrapada con drogas cuando era menor. Estoy tratando de mantenerme lejos de cosas como esta.”

“No te meterás en problemas,” Phineas dijo.

“Nadie lo sabrá,” Spencer se urgió.
Kelsey continuó balanceándose hacia adelante y hacia atrás en sus tacos. Había una expresión de gatito atrapado en su cara, la misma cara que Emily, Aria, Hanna, y Spencer tenían cuando Su Ali las desafió a nadar en la laguna del beso, donde la policía una vez encontró un cadáver.

Finalmente, Kelsey acercó sus manos. “Supongo que debo vivir un poco ¿huh?” Phineas la dejó caer en su mano. Su garganta sonó cuando la tragó. “¡Aquí van a los 5s en los exámenes!”
Seis semanas después, Spencer tuvo solo 5s. Y Kelsey, gracias a Spencer, estaba tras las rejas.
“Tomemos un descanso,” Amelia dijo ahora. Spencer volvió al presente, mirando como todos los músicos estaban levantándose. Algunos estiraron sus brazos sobre sus cabezas. Otros sacaron sus teléfonos y comenzaron a escribir.

Kelsey atravesó la habitación hasta que estaba junto a Spencer. “Somos gemelas,” dijo, levantando una cartera dorada cerca de la entrada. Era el mismo bolso de Dior que Spencer llevaba. “Así que… tanto tiempo sin vernos.”

“Um, sí,” Spencer respondió con recelo, jugando con uno de los botones de metal de la manga de su blazer.

El reloj del abuelo en el vestíbulo tocó la hora. Kelsey miró a Spencer, su mirada aparentemente aburrida atravesaba directamente la piel de Spencer. El estómago de Spencer se retorcía. Spencer no había visto ni oído de Kelsey desde ese día en el recinto policial.
Alguien aclaró su garganta, y Spencer se dio vuelta para ver la curiosa mirada de Amelia sobre ellas. Spencer se fue por el pasillo hacia la cocina, haciéndole un gesto a Kelsey para que la siga—lo último que quería era que Amelia las escuche a hurtadillas. La cocina olía a romero recién cortado, el cual la madre de Spencer había comenzado a impregnar con agua todo el tiempo desde que se enteró de que era el aroma favorito del Sr. Pennythistle.

“No sabía que tocabas.” Spencer hizo un gesto al arco de violín que Kelsey aun sostenía firmemente, casi como a un arma.

Kelsey lo miró. “He tocado desde que era pequeña. El grupo de orquesta de Amelia da conciertos para caridad, y mi asistente social cuenta cosas de caridad como servicio comunitario.”
“¿Asistente social?” Spencer dijo antes de poder detenerse.

La expresión de Kelsey se puso cautelosa. “Ya sabes. Por lo que pasó en Penn.”

Spencer miró a otra parte.

“Digo, ¿te enteraste, cierto?” La postura de Kelsey estaba rígida y su puño izquierdo, el que no sostenía el arco del violín, estaba empuñado fuertemente. “Tuve que ir al centro de detención juvenil por dos meses. Eres suertuda de que te dejaron ir con una advertencia.” Levantó una ceja. “¿Cómo te saliste con eso?”

Se sintió como si la temperatura en la habitación de repente subiera a 20 grados. Spencer estaba muy asustada de encontrar su mirada con la de Kelsey. Además se sentía confundida—había asumido que Kelsey sabía, en el fondo, que ella puso esas drogas en su habitación y le dijo a los policías sobre su pasado dudoso. ¿Pero y si no?
Cuando Spencer volvió a mirar hacia delante, Kelsey aun la miraba. “Como sea, supe que entraste a Princeton. Felicidades.”

Spencer se encogió. “¿C-cómo supiste que entré a Princeton?”
“Un pajarito me dijo,” Kelsey dijo suavemente.
¿Amelia? Spencer quería preguntar, pero no podía hacer que su boca funcione. Kelsey había puesto el ojo en Princeton también, pero era dudable que la universidad le hubiera enviado una carta de felicitaciones de admisión temprana a la celda D en el centro juvenil. Nuevamente, parecía que solo se la habían enviado a Spencer por equivocación.

 “¿Kelsey?” La voz nasal de Amelia llamó desde el estudio. “¡Te necesitamos! ¡Vamos a tocar la de Schubert otra vez!”

“Está bien,” Kelsey gritó. Luego se volvió hacia Spencer. Su boca abierta, como si fuera a decir algo, pero entonces pareció cambiar de opinión y la cerró otra vez. “Buena suerte en Princeton, Spencer. Espero que todo te salga bien.” Luego caminó rígidamente, con el arco de violín a su lado.

Spencer se hundió en la silla de la cocina, su corazón latiendo tan fuerte que opacaba los sonidos de las músicas.
Beep.
Spencer saltó asustada. Era su celular, el cual estaba en el bolsillo delantero de su bolso de Dior que ahora estaba en una de las sillas en la isla. Tragando saliva, se acercó y lo sacó. Había un nuevo mensaje de un emisor desconocido. Pero antes de leerlo, algo llamó su atención en el pasillo. Kelsey estaba parada en la entrada del estudio. Giró su cabeza tan pronto como Spencer miró hacia ella, pero Spencer no podría decir si había estado mirando. Había, ahora, un delgado celular en la misma mano que sostenía el arco del violín.

El estómago dando vueltas, Spencer miró el celular y presionó LEER.

¿Crees que tu mejor amiguita del verano te perdona por ser tan perra? Por algún motivo lo dudo…Mwah! —A



[1] Nota máxima, al igual que sacar una A.

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2 comentarios:

  1. Te felicito por esta traducción he pasado meses buscando este libro y no lo encontraba, ya he leído los 9 anteriores y he queddado prendada de la historia. Gracias por traducir y alimentar el vicio :D

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    1. De nada :) es un agrado alimentar el vicio jaja además mientras lo traduzco yo también lo voy leyendo por primera vez ( luego de leer los 9 anteriores como corresponde obviamente) así que estoy igual de enganchada que tu! Ya me muero por saber el final...

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