Thayer estaba parado levemente
alejado de la multitud, apoyado contra una pared baja blanca que rodeaba la
propiedad de la iglesia. Él había venido en un blazer perfectamente entallado
marca Burberry y pantalón de tela, sin corbata. Su cabello oscuro le caía sobre
un ojo, y sus manos estaban dentro de sus bolsillos. Cuando vio a Emma
acercarse, levantó un poco su mano.
- Hola, - dijo.
- Hola, - respondió. Hubo silencio
entre ellos. Observó a Garrett unirse a Celeste y Louisa, secándose las
lágrimas de sus ojos. La abuela Mercer había salido de la iglesia, con el Sr.
Mercer del brazo. Laurel caminó hacia ella y le tomó el otro brazo,
murmurándole algo al oído.
A unos pies de distancia de Emma y
Thayer, un par de torcazas estaban paradas en u cactus. Se arrullaban
suavemente entre sí, como si estuvieran en una conversación profunda.
- ¿Cómo es que las espinas no las hieren?
– preguntó Thayer abruptamente.
Emma ladeó su cabeza con duda. Él
señaló con su cabeza a los pájaros.
- Supongo que son muy livianas, -
dijo Emma. Tragó saliva, intentando bajar el nudo en su garganta. – Thayer, lo
siento tanto.
Lentamente él le dirigió la mirada.
Sus ojos color avellana lucían adoloridos pero claros. – No estoy enojado
contigo, Emma. – bajó su mirada para verla a la cara por largo rato, luego rápidamente
miró a otro lado. – Es sólo que… Luces tal como ella. Incluso al saberlo todo,
hay parte de mí que quiere besarte.
- Pero estaría todo mal, - dijo Emma.
Sonrió con tristeza. – No soy Sutton. Ni siquiera fui un buen suplente.
Él se rio suavemente, una perfecta
margarita se reveló en una de sus mejillas. – No te subestimes. No eres ella.
Pero eres increíble.
Sacó su billetera de su bolsillo
trasero y sacó un pedazo de papel de computador doblado. Tan pronto lo vi, supe
lo que era. Un rizo de electricidad me conectó a esa carta.
- La policía me entregó esto, -
dijo, mirando la nota. – La encontraron en su teléfono. Supongo que Ethan debe
haber intentado borrarlo, pero el tipo de forense pudo recuperarlo de la
tarjeta SD. Ella lo escribió, esa noche en el cañón, y lo guardó como borrador
en nuestra cuenta de email secreta. Creo—creo que no le molestaría que la leas.
Querido
Thayer,
Sigo
procesando todo lo que ha pasado esta noche. Siento como que todo mi mundo fue
puesto de cabezas. Pero toda esta incertidumbre me aclaró una cosa: Te amo. Te
amo con locura, Thayer, y quiero estar contigo.
Sé
que he hecho muchas cosas ara herirte. Y ya no quiero que sea así. Donde sea
que hayas estado, no me importa. No estoy enojada. Me lo podrás decir cuando
estés listo—pero no me hará ninguna diferencia. Eres el único para mí. Sé que
este tipo de amor sólo se da una vez en la vida. No voy a dejarlo ir.
Siempre
tuya,
Sutton.
Los ojos de Emma se llenaron de
lágrimas. Se secó una rápidamente antes de que pudiera caer y manchar la nota. Levantó
la mirada para ver a Thayer, tenía una mirada de tortura y dolor en sus ojos.
-
Todas esas semanas cuando de repente dejó de enviarme emails, estuve muy
confundido, - dijo con su voz temblando. – Pensé que habíamos terminado. Pensé
que las cosas que le dije esa noche en el cañón la habían hecho odiarme. Y todo
ese tiempo, ella estaba… ausente.
- No ausente, - yo murmuré. – Sigo aquí.
Sigo extrañándote mucho.
- No podrías haberlo adivinado, -
dijo Emma. – Ethan cubrió muy bien su rastro.
- Ethan. – la cara de Thayer se
oscureció. – Ese tipo me debe unas cuantas.
- Bueno, está recibiendo su
merecido. – La voz de Emma era estable, pero incluso al hablar sentía el frío
que envolvía su corazón cada vez que pensaba en él. Thayer ´cambió su mueca,
mirándola con preocupación.
- ¿Estás bien? – preguntó, inclinándose
levemente hacia ella. De repente recordó esa noche en la fiesta de Char, cuando
Thayer le había hecho la misma pregunta.
¿No
luzco bien? Ella lo había molestado.
Y Thayer había dicho, Luces
perfecta, como siempre. Te pregunté cómo te sentías.
Thayer, siempre tan perceptivo. Emma
suspiró. Él parecía poder ver a través de ella, tal como siempre había podido
ver a través de Sutton.
- Sigo diciéndole a todos que estoy
bien. Pero la verdad es que no lo estoy. No sé si alguna vez estaré bien. – Su
voz se quebró por un momento, y se detuvo. – Simplemente agradezco que todo
haya terminado. Hasta ahora había estado tan asustada que no había podido tener
pena por ella.
Thayer se acercó y la abrazó.
- Gracias por lo que hiciste por
ella, - susurró.
- Thayer, - le susurré yo, cerca de
su oído. Por un momento me imagine que podía sentir el calor de su cuerpo, la
suavidad de su piel. – Siempre te voy a amar. Pero ambos tenemos que superarlo.
Quiero que seas feliz. Quiero que vivas.
Lágrimas brillaban en los ojos de Thayer.
Él apoyó su cabeza en la de Emma. - Adiós, - susurró. Emma no tuvo que
preguntar a quién le estaba hablando.
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