lunes, 23 de mayo de 2016

Seven Minutes in Heaven - Capítulo 23 - Un paseo por el parque



            Emma encendió el auto de Ethan, moviendo torpemente el pedal, de modo que el auto avanzó un par de metros a saltos antes de avanzar normalmente. Condujo hacia la salida, esquivando por poco a una chica rellena quien llevaba una mochila con forma de panda. A un par de metros, Tricia Melendez estaba de pie cerca de su camarógrafo. Emma rechinó sus dientes. Sin mirar a la calle que se aproximaba, apretó el acelerador con fuerza, saliendo a la calle justo cuando la reportera empezó a correr hacia el auto. Mientras el auto rugía alejándose de la multitud, alcanzo a oír a Tricia gritando: - ¡Emma! ¡Emma! Emma, ¿Qué planeas hacer después?
            Nunca había odiado tanto el sonido de su propio nombre.
            Sus ojos se pusieron borrosos por las lágrimas mientras entraba a un vecindario rodeado de casas adosadas color pastel. En un jardín un terrier corría a lo largo de una reja metálica, ladrando mientras ella pasaba. Un anciano tambaleándose con un par de podaderas en una mano la miraba de forma sospechosa.
            Su corazón se hundió al mirar su espejo retrovisor. Un BMW azul marino estaba siguiéndola de cerca. Lo reconoció inmediatamente—era el auto de Thayer. Le tocó la bocina suavemente, haciendo señas para que pare. Su pulso se aceleró. Si Madeline y Charlotte estaban enojadas, él debía estar lívido.
            De todos modos, Emma respiró profundamente, luego se detuvo en la orilla. La culpa de ocultarle la muerte de Sutton la había estado comiendo viva. Él se merecía la verdad, y parte de ella creía que se merecía lo que estaba por recibir.
            Bajó la ventana. Thayer la miró a los ojos por un largo momento antes de hablar.
            - Sabía que había algo raro contigo, - dijo finalmente. – Lo sabía.
            Emma tragó saliva. Su pulso era audible en su oído. – Intenté decirle a todos al comienzo. Pero nadie me escuchó. – Se dobló de dolor, preparándose para la arremetida de insultos.
            Pero Thayer asintió, tenebrosamente calmado. – Lo sé. Laurel me lo dijo.
            Con un suspiro de alivio, Emma se bajó del auto y siguió a Thayer hacia un parque de juegos vacío que estaba a la vuelta de la esquina. Un carrusel oxidado se movía suavemente con el viento. Los tubos de escalar tenía forma de una araña roja gigante, sus largas piernas metálicas estaban cubiertas de puntos de apoyo para escalar. Emma se sentó en uno de los columpios, sin energía, dejándose llevar lánguidamente. Thayer se apoyó contra uno de los pilares de soporte del columpio, cruzándose de brazos.
            - Estabas actuando demasiado amable. – dijo Thayer.
            Emma lo miró frunciendo el ceño. - ¿Qué?
            - Eso es lo que dijo Laurel: Eras demasiado amable para ser Sutton. No hiciste un buen papel actuando de ella. – Thayer se encogió de hombros. – Bueno, supongo que hiciste un buen trabajo. Todos se lo creyeron. Pensándolo bien, habría sido una locura no creerlo. Digo, yo pensé que me estaba volviendo loco.
            - Thayer, lo lamento tanto— - Emma comenzó a decir, pero Thayer la interrumpió.
            - Guárdatelo, - dijo cortantemente. Sus ojos se entrecerraron mirando a Emma. – Sólo dime— ¿Tú mataste a Sutton?
            - No. – Emma miró hacia abajo, sacudiendo su cabeza. Aunque todo el mundo pensaba que ella lo había hecho, de alguna forma, que Thayer creyera que ella podría haber herido a su propia hermana, le dolía más. – Todo este tiempo he estado intentando de averiguar quién lo hizo. – Miró a Thayer, quien estaba mirando a la calle. – Pregúntale a Laurel—mi primera mañana aquí, había un mensaje para mí en su auto. Pensó que era una carta de amor. Pero era una amenaza del asesino. Decía que si no seguía pretendiendo ser Sutton, yo sería la próxima. Está en el cuarto de Sutton, si es que la policía no se la ha llevado. – Una nube se puso sobre el sol, y los colores del mundo se suavizaron como si alguien estuviera girando una perilla. – He recibido tres mensajes desde que llegué aquí. Le conté a Quinlan. Hay un cojín morado con una costura abierta en el cuarto de Sutton—las escondí al interior y lo volví a coser. Pregúntale a Laurel si la policía ya lo fue a buscar. – Emma se miró las piernas. – Y no fue sólo a mí a quién amenazó. Dijo que heriría a todos ustedes si no hacía lo que él decía. A ti. A Laurel. A los padres de Laurel. A todos.
            Thayer afirmó el poste. - ¿Entonces un maniaco ha estado observándote por meses, asegurándote de que sigas engañándolos a todos con que eres Sutton? – Había un inequívoco tono de escepticismo en su voz.
            - Mira, sé que suena como una locura. Es una locura. Pero sí. El asesino de Sutton ha estado observando cada movimiento que hago. – Emma se detuvo. – mi primera semana aquí, alguien me ahorcó con el collar de Sutton durante una pijamada en la casa de Charlotte, advirtiéndome que siga actuando. Luego esa lámpara casi se cayó sobre mí en el ensayo de la corte del baile de bienvenida, con otro mensaje de advertencia. Y… - Su voz se puso más baja, pero continuó. – Y creo que quien mató a  Sutton también mató a Nisha. Estoy casi segura de que Nisha se enteró de la muerte de Sutton esa noche, y murió por ello.
            La cara de Thayer palideció, pero no se movió. Miró a Emma con sus ojos verdes muy quietos. – Supongo que eso explica por qué me hiciste tantas preguntas raras cuando estuve en la cárcel. Pensabas que yo lo hice, ¿no?
            Emma titubeó, luego asintió. – Ahora sé que no eres capaz de nada así. Pero cuando había llegado recién aquí, no sabía nada de nadie. Todos eran sospechosos. Tú, Mads, Charlotte, Gabby, y Lili. – Se detuvo. – Incluso Laurel.
            Emma se quedó en silencio, temblando con la brisa de la mañana. Por unos minutos, los únicos sonidos fueron las aves canturreando en los bajos árboles. Una niñera de edad universitaria quien llevaba un chaleco y calzas empujaba un coche por la calle. Empezó a entrar al parque de juegos, pero pareció cambiar de opinión cuando vio a los dos adolescentes allí durante las horas de escuela. Emma se balanceaba suavemente, las cadenas crujían sobre su cabeza.
            - ¿Bueno? – Thayer preguntó luego de un momento de silencio. – ¿Quiénes son tus sospechosos ahora? ¿Tienes alguna pista?
            Emma se tiró una de sus cutículas, su mente se echó a andar rápidamente. Thayer podría tener información que ella necesitaba, algo que pudiera ayudarla a derrotar a Garrett antes de que él se las arreglara para inculparla. Entonces esta pesadilla habría acabado.
            Pero pensó en los mensajes que había recibido, las advertencias. Había estado un paso más atrás que Garrett desde que llegó a Tucson. Ethan ya estaba en peligro sólo por ayudarla. No quería arriesgar más vidas.
            - No, - mintió. – Y de todos modos, no quiero que te involucres. Es muy peligroso.
            Thayer dio un paso al frente rápidamente, para estar directamente frente a Emma. – No soy estúpido. Sé que tienes un sospechoso. – Bajó la voz. – Crees que es Garrett, ¿no? Por eso me estabas haciendo todas esas preguntas sobre él el otro día.
            Emma titubeó.
            Thayer parecía leer sus miedos en su cara. Él sacudió su cabeza impacientemente. – No voy a rendirme en esto. – Apareció el luto en sus ojos, tan  fresco que Emma tuvo que mirar a otro lado. Su voz temblaba. – Alguien me quitó a Sutton, - dijo ferozmente. – Y quiero que esa persona lo pague.
            El dolor en la voz de Thayer me quebró, el miedo y el amor se peleaban por controlar mi corazón. Yo no quería nada más que Thayer esté a salvo, fuera del alcance de Garrett. Pero al mismo tiempo, la violencia de sus sentimientos me emocionaba un poco. Thayer me amaba—y no dejaría que Garrett se salga con la suya con lo que había hecho.
            Emma se afirmó de las cadenas del columpió,  suspirando mientras dejaba caer su cabeza. Un momento después Thayer se agachó junto a ella.
            - ¿Emma? – insistió.
            - Ok, - dijo finalmente en voz baja. – Pero no hagas nada estúpido, Thayer. No puedes ir tras Garrett. Terminarás en prisión, o peor.
            - No me importa, - miró hacia atrás, sus manos se estaban apretando en sus muslos. Ella le tiró con fuerza la manga, forzándolo a mirarla a ella.
            - A Sutton le importaría, - dijo suavemente.
            Ella estaba en lo cierto. La imagen de Thayer en prisión, mirando el bloque de cemento por el resto de su vida, hizo que se me revuelva el estómago. Pero era aún peor la posibilidad de que Thayer podría terminar como yo—asesinado, su familia y amigos lo perderían para siempre.
            Emma no dejó de mirar a Thayer a los ojos. – Promételo. Por Sutton.
            Su mandíbula se tensó, y se volteó. Luego de un momento asintió con un movimiento pequeño. Ella miró las amarillentas montañas, donde las esponjosas nubes se dirigían hacia el infinito azul. – Garrett definitivamente estuvo en el cañón la noche que Sutton murió, - dijo suavemente, abrazándose las rodillas. – Cuando la policía me interrogó, vi una foto de cámara de seguridad que mostraba su auto en el estacionamiento. Y Louisa mencionó que llegó a casa en medio de la noche. Lo recordaba porque él había estado muy enojado. Algo realmente lo alteró. Ella pensó que él y Sutton debían haber terminado
            Thayer se quedó perfectamente inmóvil, pero ella pudo ver que los músculos de sus hombros se pusieron tensos.
            - Pero no tengo forma de demostrarlo. Todo es circunstancial. Tú no viste nada sospechoso en el cañón esa noche, ¿O sí? – Emma lo miró por el rabillo del ojo. Frente a su cara triste y de mal agüero se estaban formando nubes tormentosas, tristes. Repentinamente empezó a asustarse: ¿Y si había sobre estimado el control de Thayer sobre sí mismo? ¿Y si no podía cumplir su promesa? Antes de haber ido a terapia, su temperamento había sido casi tan legendario como el de Garrett. De la forma en que lucía ahora, no estaba segura de que él fuera a ir tras Garrett y despedazarlo en este instante.
            - ¿Además de que las luces del auto apuntaban directo hacia mí? No. – Thayer entrecerró los ojos. - ¿Entonces también crees que Garrett me atropelló?
            Emma asintió, tocando uno de los pequeños agujeros de desgaste en sus jeans. – Él es violento. Al comienzo lo asocié al término de la relación. Pero creo que es más profundo que eso, - lo miró a los ojos. – Todos hablan sobre algo que le pasó a Louisa, algo muy traumático. ¿Sabes de qué hablan?
            Thayer parpadeó sorprendido. – Si, lo sé. Fue bastante retorcido.
            Mis orejas cosquillearon. Thayer respiró hondo. – El año pasado, Garrett llevó a Louisa a una fiesta. Fue casi como una broma—ella sólo era una pequeña chica rara e inocente de primer año. Creo que se le metió en la cabeza que él iba a iniciarla en su vida de secundaria o algo así. Ya sabes, emborracharla por primera vez, presentarla a todos sus amigos. Pero la fiesta se salió de control. – Thayer se estremeció. – Yo estaba allí. No es que recuerde mucho—estaba bien jodido. Como sea, en algún punto de la noche Garrett le perdió el rastro a Louisa. Supongo que al comienzo no se preocupó mucho. Digo, era una fiesta. Simplemente asumió que estaba nadando o bailando o lo que sea. Pero después de un rato empezó a entrar en pánico. Nadie la había visto en horas, y la gente estaba empezando a irse. Desordenó todo el lugar buscándola. Finalmente terminó llamando a la policía.
            Emma de repente se dio cuenta de que había estado aguantando la respiración, y tomó aire profundamente. Una parte de ella sabía lo que venía y no quería oírlo—pero necesitaba la verdad.
            Los ojos de Thayer eran distantes y brillaron cuando volvió a hablar. – La encontraron en el cobertizo de la piscina, inconsciente. Golpeada fuertemente. – Sus labios se retorcieron con disgusto. – La habían violado.
            - Oh dios mío, - susurró Emma. Una sensación de nauseas atravesó su cuerpo.
            - Atraparon al tipo, - continuó Garrett. – Su nombre era Daniel Preuss. Ya se había graduado, pero había estado en el equipo de futbol. Era un buen amigo de Garrett.
            El recuerdo resurgió en mí mientras Thayer hablaba. Yo no estuve en esa fiesta—había sido la semana del campeonato estatal, y había estado en Glendale con el resto del equipo de tenis. Garrett y Louisa estuvieron fuera de la escuela por algunas semanas, pero recordaba el momento en que volvió. Él lucía tan vulnerable, tan perdido. Eso hizo fácil ignorar sus cambios de humor, sus rabietas temperamentales—porque después de cada arrebato, lucía tan angustiado. Le inventaba excusas cada vez.
            Pero estaba más roto de lo que yo había notado. Vi su cara esa noche en el cañón, retorcida en una máscara de rabia, las cosas terribles que me gritó. Lo celoso que estaba porque yo salido con Thayer. Cómo me llamó puta por usar shorts, su respiración enojada y caliente por el whiskey. Él odiaba el hecho de que yo quería acostarme con él—y también se odiaba a sí mismo por querer acostarse conmigo. Lo que le pasó a Louisa lo destrozó, y me castigaba a mí por su propio miedo y asco hacia sí mismo por no haber podido protegerla.
            El estómago de Emma se apretó en una pequeña bola en su interior, su cabeza daba vueltas. – Eso es… horrible, - suspiró.
            Thayer asintió. – Si. Garrett nunca se recuperó realmente.
            A pesar de todo, Emma sintió una punzada de lástima en su pecho. Ni siquiera podía imaginarse el tipo de dolor que Louisa y Garrett habían sentido. Pensándolo bien, recordó que lo mismo le había pasado a ella—alguien había herido a su hermana de forma inimaginable, y tenía que vivir con eso. Sutton no se merecía lo que le pasó del mismo modo en que Louisa no lo merecía.
            Levantó la vista para ver a Thayer mirándola de cerca. - ¿Entonces crees que lo que le pasó a Louisa lo hizo cambiar? – preguntó.
            Emma se enderezó, estirando las piernas frente a ella. – Quizás. Pero no importa, ¿O sí? Él mató a mi hermana, y no me importa cuales sean sus excusas. Él es peligroso, y tengo que encontrar la forma de demostrarlo.
            Thayer se quedó en silencio por un momento, estudiándole la cara.
            - Sabes, eres tan parecida a ella. – Sonrió con tristeza. – Digo, no sólo la forma en que luces. Cuando tienes ese brillo de determinación en los ojos, me recuerdas tanto a ella.
            Emma se dio cuenta de que se estaba inclinando ligeramente contra el hombro de Thayer, sus brazos a penas se tocaban. Ella sabía que debía cambiarse de posición, poner más distancia entre ellos, pero no pudo conseguir moverse. Por un instante, algo magnético la atraía hacia Thayer.
            - Pero yo no soy ella, - dijo suavemente, forzándose para alejarse. – Y tienes que cumplir tu promesa. No sé qué voy a hacer si Garrett también te hace daño a ti.
            Thayer cerró la boca, y sus manos hicieron firmes puños. Pero respiró profundo y se levantó, sus ojos lucían repentinamente claros. – Lo prometo. Sabes dónde encontrarme si necesitas algo… Emma. – Luego se volteó y caminó hacia su auto.
            Lo observé alejarse, esperando que Emma haya tomado la decisión correcta al decirle—y esperando contra todo pronóstico que Garrett no lo mate también.



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