jueves, 19 de mayo de 2016

Seven Minutes in Heaven - Capítulo 21 - Refugio en la tormenta



            Emma afirmó los costados del asiento del copiloto del auto policial mientras el oficial aceleraba por la esquina. Giró su cuello para mirar tras ellos a los reporteros siguiéndoles el rastro, las vans de noticias y los autos baratos arrendados acosaban el parachoques del policía como una jauría de lobos hambrientos Miró a Corcoran. Sus labios estaban apretados.
            - ¿Hay modo de evitar que nos sigan? – preguntó, su voz era apenas un susurro.
            Corcoran no respondió. Sus ojos revolotearon al espejo retrovisor. Luego, sin advertencia, giró el manubrio en una curva cerrada, bajando por un callejón que pasaba por detrás de un Starbucks y un restaurant mediterráneo. Emma vio a tres vans pasar de largo. Las manos de Corcoran estaban fijas en el manubrio, y luego apretó el acelerador al máximo, y con un chirrido de las llantas el auto de patrulla atravesó una intersección justo cuando la luz se puso verde.
            Pensé en las veces que Mads y Thayer y yo habíamos jugado Grand Theft Auto en nuestra PlayStation vieja, antes de siquiera pensar que Thayer era lindo. Esto era mucho mejor. Pero Emma no parecía muy feliz. Su pulso sonaba como loco en sus oídos, y estaba agarrada de la manilla de la puerta, sus ojos muy abiertos. – Menudo conducir, - murmuró.
            Una sutil sonrisa pasó por los labios de Corcoran, pero no dijo una palabra.
            Condujeron el resto del camino hacia la casa de Ethan en una ruta extendida, dándose una gran vuelta para volver a la Ladera Catalina donde él vivía. Emma miraba a Corcoran por el rabillo del ojo mientras conducía. No estaba segura de qué pensar de él, pero ciertamente se había salido de su camino para protegerla de los reporteros, lo cual era más de lo que Quinlan habría hecho.
            Corcoran se estacionó afuera de la casa de Ethan y apagó el motor. Ella se quedó sentada por un momento, mirando el adosado desteñido, la luz del pórtico daba una débil luz sobre los escalones y el columpio.
            - Voy a esperar hasta que estés adentro, - dijo Corcoran.
            - Gracias, - dijo suavemente. Salió del auto y caminó hacia la casa.
            Antes de llegar a medio camino, la puerta se abrió. Ethan bajó corriendo los escalones para recibirla, con la cara llena de preocupación. Su cabello lucía negro como tinta en la oscuridad, pero su cara estaba pálida. - ¿Qué está pasando?
            - Los policías lo saben. – se tropezó, sintiéndose debilitada. Ethan la abrazó y la estabilizó. – Quinlan descubrió que no soy Sutton, usando mis registros dentales. Tiene a mi amiga Alex de Henderson—sabe que le he estado mandando mensajes como Emma todo este tiempo
            Ethan tomó aire bruscamente. - ¿Y creen que tú lo hiciste?
            Asintió, rascándose los ojos con el puño. La remera de Ethan tenía calaveras mexicanas estampadas por el frente, y se encontró a si misma mirando los ojos vacíos. Le hizo pensar en las fotos de la escena del crimen nuevamente, del cuerpo de su hermana arrasado por el tiempo y los elementos. Cerró sus ojos con fuerza para borrar ese pensamiento, inspirando el cálido aroma a vainilla.
            - ¿Quién es ese?
            Miró y vio que el auto de Corcoran seguía allí. Sintió una avalancha de gratitud. Estaba muy oscuro para ver la cara del hombre tras el parabrisas, pero sabía que estaba esperando para asegurarse de que esté a salvo.
            - Se quedaron con el auto de Sutton para buscar evidencia, así que él intentó llevarme a casa. Pero… Los Mercer... – sus labios temblaron. – Están furiosos, Ethan. Creen que yo maté a Sutton.
            SU pecho subió y bajó al suspirar. – Vamos, - dijo, llevándola escaleras arriba y por la puerta.
            La casa de Ethan tenía un aura de un gentil abandono. EL piso de madera estaba rayado, pero brillaba de lo limpio. La decoración era vieja—el papel decomural floral tenía un aspecto de “casa de la abuela” —y el aire olía viciado, como si las ventanas hubieran estado cerradas por mucho tiempo. No había cosas amontonadas en ningún lado, no había correo apilado ni un montón de ropa limpia a medio doblar. Emma se sintió mareada, y sus rodillas cedieron. – Vamos a la cocina, - dijo Ethan rápidamente, atrapándola. – Luces como que necesitas un vaso de agua.
            La llevó por un corto pasillo hacia la cocina de los Landry. Al contrario de la cocina alegre y temática de piña de los Mercer, esta se sentía vacía y sin alma, con algunos paños sin combinar y un mantel gris. Un calendario de dos años de antigüedad con la foto de un gato persa colgaba en la pared, puesto en Marzo.
            No notaron a la madre de Ethan hasta que prendieron la luz. Había estado sentada en la oscuridad en una mesa cuadrada junto a la ventana, quieta y callada. Estaba en los huesos, su cabello era liso y apagado, las orillas de sus ojos estaban arrugadas como pergamino. Cuando entraron, saltó un poco por la sorpresa.
            - Hola, Sra. Landry, - dijo Emma nerviosa. No sabía cuánto sabía la mamá de Ethan— ¿Veía las noticias? ¿Recibiría en su casa a alguien que era el centro de tanto drama?
            La mujer no dijo nada sino que miró silenciosamente a Emma por varios segundos. Emma no sabía si era su imaginación o no, pero creyó detectar una pista de miedo en los ojos de la mujer. Lo sabe, pensó Emma, con su corazón hundiéndose. O al menos sabe de qué he sido acusada.
            Luego de un momento, la Sra. Landry se levantó lentamente y se escabulló sin decir nada hacia el pasillo. Ethan ni siquiera miró a su madre cuando ella pasó por el lado. Él acercó una silla para Emma y gentilmente la empujó para que se siente.
            - ¿Vas a estar en problemas por recibirme aquí? – Preguntó temblorosamente.
            - No te preocupes, - dijo. – Mi mamá simplemente… no está acostumbrada a tener visitas. Se le va a pasar.
            Aunque raramente hablaban de esto, Emma sabía que Ethan tenía una relación tensa con su mamá. Su papá básicamente se fue corriendo cuando le dio cáncer a la Sra. Landry, e Ethan la había cuidado a lo largo de todo el sufrimiento. Pero cuando su papá comenzó a abusar de la Sra. Landry, e Ethan golpeó a su papá  para hacer que pare, ella acusó a Ethan a la policía, no a su papá. Emma sabía todo esto porque había encontrado un archivo psiquiátrico sobre Ethan hace algunas semanas mientras buscaba el archivo de Becky, y él le había confesado toda la historia. Tantas familias tristes, pensó con pena.
            Cuando Ethan empezó a servirle un vaso de agua, Emma se volteó—y vio el fantasma de Sutton mirándola. Casi saltó de su silla.
            Pero luego volvió a mirar—y por supuesto que no era el fantasma de Sutton. Era el reflejo de Emma, hechizada y pálida en el vidrio de la ventana que daba hacia la oscura noche. Su cabello estaba enredado, su cara manchada con lágrimas.
            Ethan le pasó el agua. Estaba en un vaso de souvenir con una foto de Miss Piggy en una motocicleta. – Hay más, - Emma dijo. – Ethan, Garrett estuvo en el cañón esa noche. Vi el archivo del caso del asesinato mientras Quinlan estaba fuera de la habitación. Su auto estaba en el estacionamiento.
            Ethan abrió los ojos. - ¿Estás segura de que era él?
            - Sí. – Tomó aire. – Y esta tarde, antes de ir a la policía, fui a su casa.
            Ethan tartamudeó, escupiendo el trago que acababa de beber. - ¿Tú qué?
            - Lo siento por no decírtelo primero, - dijo rápidamente. – Pero ya terminé de jugar el juego según las reglas de Garrett. Es tiempo de ir a la ofensiva. Como sea, hablé con Louisa. Dijo que él llegó a casa bastante enojado la noche en que Sutton murió, que estaba fuera de control. E Ethan… tiene una prescripción de Valium. – Bajó la voz de nuevo. – Eso es lo que estaba en la sangre de Nisha cuando murió.
            Mi mente recordó la mirada de rabia en la cara de Garrett, esa noche en el cañón. Sabía por qué me había matado—tuvo un ataque de celos después de que me pilló con Thayer. Pero la muerte de Nisha parecía no haber sido por la agitación del momento; drogarla y empujarla a la piscina habría requerido deliberación y planificación. ¿Qué hizo que decida que ella tenía que morir?
            Unas arrugas de preocupación aparecieron en la frente de Ethan. – No deberías haber ido a su casa Ha estado advirtiéndote que dejes de buscar respuestas. ¿Qué va a hacer cuando su mamá o su hermana le digan que estuviste allí?
            Emma golpeó su palma en la mesa por la frustración. – Ethan, ¿Qué más me puede hacer? Ya me buscan por el asesinato de Sutton. Si no puedo probar que él la mató pronto, voy a ir a prisión… y él va a ser libre. No puedo permitir que eso ocurra.
            - Lo s, - dijo, rascándose la cara bruscamente con sus manos. – Es solo que odio que hayas tomado un riesgo como ese. – Miró su vaso de agua. – Todo apunta hacia Garrett, ¿no?
            Emma asintió. Todas las piezas encajaban—y a partir de lo que había visto en el temperamento de Garrett, era fácil creer que él era capaz de asesinar. – Pero aún no tengo nada que llevarle a los policías.
            - ¿Y la llave? – preguntó, apoyándose en el respaldo de su silla. Emma sintió el bolsillo de sus jeans, donde la pequeña llave plateada abrazaba su cadera. La sostuvo en la palma de su mano, apretando los ojos  para intentar entender lo que estaba grabado en la placa metálica a la que estaba unida.
            - Es demasiado pequeña para un auto o una causa. ¿Para qué más podría ser? – suspiró. – Hasta donde sabemos, podría ser para la cadena de su bicicleta o algo así.
            - No lo sé, Emma. – Ethan tocó la parte de atrás de la etiqueta, donde las indistinguibles S.M. estaban rasgadas. – Esas son sus iniciales.
            Se quedaron sentados en silencio por un momento, la llave sobre la mesa entre ellos. Los eventos de la tarde daban vueltas furiosamente en la cabeza de Emma. En tan solo unas horas, había perdido el lugar que había aprendido a llamar hogar, y la familia que había llegado a querer.
            - ¿Qué voy a hacer? – preguntó suavemente, dibujando una línea en la condensación de su vaso. – No tengo dinero, ni un lugar a donde ir. Las pocas cosas que traje a Tucson ahora son evidencia, y todo lo demás era de Sutton. Ni siquiera tengo un cambio de ropa.
            Ethan le puso una mano en la rodilla, apretándola casi dolorosamente. – Vas a quedarte aquí. Al menos hasta que podamos resolver esto.
            - Ethan, no. No puedo ponerte en peligro. Alex ya está en problemas por ayudarme. ¿Y qué hay de tu mamá? Ella no me quiere aquí.
            Ethan bajó su vaso y la miró, tenía una expresión sincera y gentil en la cara. – Emma, te amo. Sé que nadie nunca ha estado a tu lado cuando has estado en problemas, pero no importa lo que cueste, voy a hacerte creer que yo voy a ser quien haga eso. No voy a dejarte.
            Su corazón saltó violentamente. Ethan estaba en lo cierto—nunca había dependido de nadie en su vida. Después de ser abandonada por Becky, y sobrevivir al riachuelo de padres adoptivos temporales decepcionantes que vinieron después, Emma había aprendido a no depender de nadie aparte de sí misma. Sus amistades y relaciones habían sido mayoritariamente cortas y superficiales, fácilmente hechas y fácilmente deshechas. Hasta Ethan.
            - No quiero que te involucres, - susurró. – Van a acusar a Alex por instigación y complicidad—quizás incluso conspiración. Podrían acusarte de las mismas cosas.
            Él la acercó. – Nada me va a pasar. – Le levantó el mentón gentilmente, mirándola a los ojos. – Quédate conmigo Déjame ayudarte con esto, y protegerte.
            Emma suspiró y se acurrucó en su pecho con satisfacción. – No sé qué haría sin ti.
            - ¿Bromeas? Yo no sé lo que yo haría sin ti. Dios, Emma… - Sus ojos azul oscuro eran grandes y sinceros. – No creo haber entendido el amor hasta que te conocí.
            Le entrelazó los dedos con los suyos, el corazón de Emma cantaba en su pecho.
            - ¿Entonces te quedas? – preguntó Ethan, acariciándole la muñeca con la punta de sus dedos. Ella tembló, y por primera vez en días no tuvo miedo.
            - Me quedo, murmuró.
            - Está arreglado entonces. – Su cara se convirtió en una sonrisa chueca, y la tomó de la mano. - ¿Quieres ir a ver TV, alejar tu mente de todo esto?
            Al seguir a Ethan por el pasillo, de repente Emma se preguntó— ¿Dónde iba a dormir esa noche? Sus mejillas se enrojecieron al imaginarse la gran cama de Ethan con las cubiertas cuidadosamente colocadas y estiradas. ¿La iban a compartir?
            Las paredes del living estaban pintadas de un color rosa grisáceo, con un complejo diseño en stencil de enredaderas en pintura verde oscuro. Un reloj decorativo de oro estaba por encima de una ventosa chimenea, imitando la habitación en su reflejo. Tal como el resto de la casa, ese cuarto estaba impecablemente limpio, aunque había partes sin tela en los brazos del sofá floreado azul, y la alfombra floreada tenía manchas.
            Emma se sentó junto a Ethan, doblando sus piernas debajo suyo y acurrucándose en su hombro. La tv se encendió con un gran zumbido—y casi inmediatamente, aparecieron fotos de Nisha Banerjee en la pantalla. La respiración de Emma se detuvo al ver eso.
            - La policía dice que el intruso sabía el código de la alarma de la casa de los Banerjee, así que la alarma no se activó. Sin embargo, el Sr. Banerjee estaba en casa en ese momento, y vio al intruso enmascarado antes de que lograra escapar, - dijo una familiar voz enérgica. Era Tricia Melendez reportando las noticias de la tarde.
            Ethan frunció el ceño. – Quería alejar tu mente de esto, - murmuró, buscando el control remoto. Ella le afirmó el brazo.
            - Espera, - susurró.
            Tricia Melendez continuó. – Los oficiales llegaron a la escena en minutos, pero el delincuente ya se había ido del lugar. La única información que el Dr. Banerjee pudo darnos fue que la silueta lucía ser de al menos seis pies de altura y estaba usando una sudadera oscura con gorro.
            La cámara mostró a Quinlan, su cara estaba profundamente marcada por las brillantes luces de la cámara. – Es posible que esta haya sido alguna especie de broma. La muerte de la Señorita Banerjee fue un caso de gran notoriedad, y desafortunadamente eso ocasionalmente puede atraer un cruel acoso. Afortunadamente nada fue robado o destrozado.
            Emma miraba boquiabierta a la pantalla, luego de repente se puso de pie, corriendo hacia la ventana y moviendo las cortinas color palta. La casa de los Banerjee estaba al lado, silenciosa y oscura. Podía ver la ventana de Nisha, las cortinas se veían pálidas y fantasmales a la luz de la luna.
            - ¿Sabes lo que significa esto? – Exclamó Emma. Su reflejo la miraba emocionada. Sintió que Ethan se movió tras ella y se volteó para mirarlo a los ojos. – Esto significa que Garrett aún no tiene lo que sea que Nisha estaba ocultando. – Tomó la manga de la polera de Ethan. - ¡La evidencia sigue allí!
            Ethan palideció, el color se drenó de sus mejillas. – Jesús, - murmuró. – Emma, espero que no estés pensando en colarte allí también. EL Dr. Banerjee nunca va a dejarte entrar ahora que sabe quién eres.
            Pero un destello de energía crecía en Emma. Finalmente, después de estar indefensa por tanto tiempo, había encontrado la salida que había estado esperando. Sea lo que sea que Nisha tenía, Garrett la había asesinado por eso. Ciertamente demostraría que había matado a Sutton, si no a ambas.
            - Tenemos que ir allí, - dijo. – Deberíamos ir ahora, antes de que Garrett averigüe un modo de volver a entrar a la casa.
            Estaba a mitad de camino hacia la puerta cuando la mano de Ethan le agarró la muñeca, volteándola para darle la cara. - ¿Estás loca? – preguntó, su voz ronca por la emoción. – Emma, Garrett estuvo aquí. A una casa de distancia. Se escapó una vez que se dio cuenta de que el Sr.  Banerjee estaba en casa, pero no va a cometer el mismo error otra vez. Y si te ve intentando entrar a casa de Nisha, ¿Quién sabe qué va a hacer?
            Lo miró incrédula. – Hay algo en la casa de Nisha que podría acabar con esto. ¡Vale la pena el riesgo! – le apretó las manos con las suyas. – Si puedo resolver este caso, seré libre. Tú y yo podremos estar juntos sin toda esta… esta locura rondando nuestras cabezas.
            Los labios de Ethan se voltearon hacia abajo mientras la tomaba por los hombros. – Si Garrett te ve allí, te va a matar. Emma, por favor. – Tomó aire profunda y temblorosamente, y luego exhaló. – Además, Garrett no es el único observándote. Si la policía te pilla intentando entrar, van a encontrar un modo de ponerte en la cárcel. Tú misma dijiste que sólo están buscando un motivo.
            Emma miró para atrás a la ventana, la frustración estaba creciendo en su interior. Las respuestas estaban tan cerca, y aun así no podía alcanzarlas. Pero quizás Ethan tenía razón. Estaba siendo observada muy de cerca. De mala gana se sentó en el sofá, con las manos en puños.
            Pero al menos había esperanza.
            En la ventana, el fantasma de Sutton la miraba, con esperanzas y aterrorizada. Te prometo que vamos a resolver esto, pensó desesperadamente, esperando que su hermana pudiera oírla. Y luego, mientras observaba, pequeñas partes de la cara de Sutton comenzaron a desaparecer, como si se estuviera descomponiendo.
            Emma se paró y dio un paso hacia la ventana. Estaba lloviendo. Las gotas estaban golpeando la ventana, rompiendo su reflejo en el vidrio y destruyendo el momento provisional de conexión que había sentido con su gemela muerta. Estás siendo tonta, Sutton nunca estuvo aquí, intentó decirse a sí misma, aunque no pudo quitarse la repentina y aguda sensación de pérdida de encima.
            - Estoy contigo, - susurré. Como siempre, mi voz desapareció en la ancha brecha entre nosotras. Pero me hizo sentir mejor decirlo en voz alta. Ahora que tenía la entrada negada en mi casa, Emma era todo lo que yo tenía. Estábamos en esto juntas—lo supiera ella o no.


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