Cuando
sentí la mano en mi hombro, me di vuelta, con el miedo apretándome la garanta.
Por un momento, no puedo creer lo que veo. Garrett está parado a centímetros
tras de mí, sus facciones tensas en una mueca de amargura. Está suficientemente
cerca como para que yo pueda oler el whiskey en su respiración. Su cabello es
un loco desorden, y una de sus rodillas está rasmillada más debajo de sus
shorts caqui. El rasmillón goteaba sangre por su pantorrilla.
-
¿Qué estás haciendo aquí? – resoplé, tambaleándome unos pasos hacia atrás. Tras
de mí el sendero se inclina bruscamente. Recupero el equilibrio en una piedra.
Su
risa me atraviesa como una daga. A estas alturas estoy acostumbrada a los
cambios de humor de Garrett, su comportamiento errático, pero eso no significa
que me guste. El Garrett Bueno podrá ser un dulce y sincero perrito—adorable y
simpático e incluso un poquito vulnerable, quizás—pero el Garrett Malo es una
historia completamente diferente. Y para mi suerte, adivina cuál de los dos
está aquí ahora.
Me
mira a través de la oscuridad, sus ojos rojos y desenfocados. – No necesito
preguntar qué es lo que tú estás haciendo aquí, - se ríe
maliciosamente. – Te ves como una puta con esos shorts.
Debería
ignorarlo. Debería darme la vuelta y bajar la montaña sin decir otra palabra.
Pero como siempre hago con Garrett, muerdo el anzuelo. – Te gustaban bastante
el otro día. – Digo cortantemente. Hace sólo unos días habíamos ido a ver una
aburrida película de superhéroes, y había estado tan distraído por mis piernas
apoyadas en las de él, que no vimos mucho de la película.
-
Eso fue antes de que estuvieras usándolos a media noche en medio de la nada, -
dice. Sus palabras se arrastran. - ¿Estás intentando
que te ataquen?
Sé
por qué dice esto, de dónde viene su veneno, pero eso no significa que no
duela. Me doy vuelta para esconder las lágrimas en mis ojos. – Vete a casa,
Garrett. Estás borracho, y estás siendo un verdadero idiota.
Pero
se estira y me toma el brazo. – Deja de actuar como si fueras tan inocente, - me
grita. – Deja de intentar hacerme sentir como el chico malo. Sé lo que está
ocurriendo.
-
Tú no sabes nada, - digo enojada. Después de todo por lo que he pasado esta
noche, ya no tengo paciencia para una de las rabietas del temperamento de
Garrett. – Y de verdad que no aprecio que estés actuando como si yo fuera una
prostituta sólo porque quiero… - no puedo terminar esa oración. Todo el verano
he estado esperando que Garrett y yo podamos cementar nuestra relación, que
finalmente podamos llevarla al próximo nivel. Creo que, bien en el fondo, una parte
de mi espera que si finalmente hacemos el amor, podré comprometerme a él y sólo
a él, que podré dejar ir a Thayer y dejar de andar a escondidas y mentir. Le he
dado a Garrett miles de oportunidades para que me seduzca, y me ha despreciado
en cada una. Es casi suficiente para hacer que cualquier chica dude de sus
encantos—pero yo sé que es tan solo que los raros complejos de Garrett lo
detienen. Él es raro con el tema del sexo desde lo que le pasó a su hermana.
Pero
ahora, agradezco que no hayamos llegado a ese nivel. Ya no quiero estar más con
él. Lo que Thayer y yo tenemos es mucho más real que cualquier cosa entre
Garrett y yo. Simplemente no puedo creer que me ha tomado tanto tiempo para
notarlo.
-
Sé lo que estabas haciendo aquí afuera, con quién estabas, - dice Garrett. Me
suelta, y me tropiezo hacia atrás. Mi muñeca se siente delicada en la parte
donde me tenía afirmada.
-
¿Por qué? ¿Me has estado siguiendo? – Y pienso en la sensación que he tenido
toda la noche de que alguien me ha estado observando, y me da escalofríos. –
Eso es asqueroso, Garrett.
Se
ríe burlonamente. – Sabes, fui a la casa de Nisha esta noche. Buscando a mi ¿novia? – dice esa última palabra casi
sarcásticamente. – Ya que ahí es donde me dijiste que ibas a estar esta
noche. Pero dicen que no has estado allí en toda la noche.
Me
encogí de hombros. – Decidí no ir a la patética fiesta de Nisha. ¿Y qué?
-
Y estaba sacando el auto de su entrada y de casualidad te veo corriendo por el
sendero. Pensé en venir a sorprenderte. Pero no estabas aquí sola, ¿o sí?
Las
nubes que estaban alrededor de la luna se mueven, generando extrañas sombras dispersas
en el sendero. A mi izquierda, Tucson brilla como si estuviera hecho de luces
navideñas. A mi derecha está la caída al barranco. Esta es la parte del sendero
sobre la que mi papá solía advertirme—cuando yo era pequeña me hacía tomarle la
mano cuando pasábamos por esta parte. Siempre me decía que el barranco era
demasiado inclinado para que bajen los alpinistas, y que al fondo había cuerpos
que nadie había logrado recuperar. Un escalofrío sube por mi espalda.
-
Admítelo, - Garrett dice, su voz era grave. – Estabas con Thayer, ¿No es así?
Se
me seca la boca. Ya ni siquiera tengo corazón para negarlo. Pero tampoco quiero
admitir la verdad ahora mismo—no en medio de la nada, cuando está así de
borracho, así de enojado. Antes de poder moverme, él arranca un árbol nuevo de
raíz y lo parte en la mitad, gritando con rabia.
-
¡Maldición, Sutton! – su voz hace eco, resonando abajo en el barranco. Arroja
las mitades partidas del pequeño árbol por el barranco y yo observo cómo se las
traga la oscuridad. - ¿Cómo pudiste hacerme esto? Yo te amo. – Se tira su propio cabello, agarrándolo con sus puños.
Siento
terror, y de repente pienso en la silueta ensombrecida tras el manubrio de mi
Volvo al golpear a Thayer. En el conductor que robó mi auto para atropellar al
chico que amo. Una sombría comprensión comienza a surgir en mí. Doy un paso
alejándome de él. - ¿Por cuánto me has estado siguiendo?
-
Lo suficiente, - sonríe con maldad. Mi corazón se retuerce. Es Garrett, intento decirme a mí misma. El dulce y bobo Garrett. Nunca
atropellaría a nadie con un auto—ni siquiera a Thayer. ¿Cierto?
Pero
entonces la luna sale de detrás de las nubes, y puedo ver los músculos en su
cuello y hombros, tensos con una rabia a penas contenida. Su mandíbula forma
una sonrisa enojada, sus ojos brillan con locura. Un pensamiento viene a mí
como un repentino latido sordo de mi corazón—quizás este no es el Garrett Malo,
después de todo. Quizás este es un Garrett que yo no había visto hasta ahora.
Garrett loco. Garrett Violento.
-
¿Qué hiciste? – le susurro.
Se
ríe, y es una risa rota y amarga. – No tengo que darte explicaciones. – Da un
paso hacia mí, sonriendo con maldad.
Un
ataque de ira pasa por mí, quemando mi miedo. Por un momento es casi como si
pudiera oír de nuevo el repugnante sonido de la pierna de Thayer quebrándose,
como si pudiera oír su voz gritando mi nombre, débil y con dolor. Aprieto mis
puños, acercando mi cara a la de Garrett. – Eres un desastre. – susurro. Sus
ojos se abren más.
-
¿Yo? – Da otro paso hacia mí. Me mantengo en mi lugar a pesar de que está a centímetros
de mi cara ahora. - ¿Quién es la mentirosa aquí? ¿Quién es la puta? – En esa última palabra me empuja, un corto y fuerte empujón. Me
tropiezo, pero me afirmo antes de caer. - ¿Quién es la que simplemente no…
puede… decir… la verdad? – Con cada palabra me empuja más hacia atrás. Mi corazón
late muy fuerte, audible en mis oídos, y esta vez es tanto de enojo como lo es
de miedo.
-
¡Terminamos, Garrett! – lo miro, y es como que lo estoy viendo por primera vez.
El dulce chico que me trajo lirios del valle para nuestra primera cita, quien
me enviaba docenas de playlists llenas de canciones que le hacían pensar en mí,
quien me tomaba de la mano tan inocentemente cuando caminábamos juntos—ese
chico se fue. ¿Siquiera existió alguna vez? La persona frente a mi es un
monstruo, dañado más allá de cualquier reparación.
Se
congela, y por un momento luce como si no hubiera vida en sus ojos que arden
enloquecidos. No sé cómo alguna vez pensé que lucía conmovedor. – No hemos
terminado hasta que yo diga que hemos terminado, - dice apretando los dientes.
Bajo
mis pies se mueven las piedrecillas, y me volteo para darme cuenta de que me ha
arrinconado contra el precipicio. Una negra oscuridad llena el aire detrás de mí.
No sé qué tan alta es la caída.
Él
se mueve muy rápido. De repente, me tiene tomada de la polera. Mis pies se
levantan del suelo, el cuello de mi polera me aprieta el cuello. Yo gimo y doy
patadas, pero mis pies no golpean nada. Debajo de mí, el barranco se abre,
hambriento. Garrett me levanta y me acerca a su cara, tanto que me ahogo con el
rancio olor a whiskey.
-
¿Por qué me haces ser tan loco? – pregunta, su voz tirita con agonía.
Y
luego me deja ir.
Estoy ansiosa por el siguiente capitulo *.*
ResponderBorrarHe estado en modo universidad, pero esta semana tendré más tiempo :) Saludos
Borrar